Con la Tía y Prima 001

heranlu

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Recién había salido de la prepa y me preparaba para el examen a la universidad. Debía presentarlo directamente en la escuela a la que pretendía ingresar, y como ésta estaba lejos de mi actual residencia, me mude a casa de mi tía por un tiempo para no hacer muchos viajes.

Aquella escuela era mi favorita, pero no era el único con esos gustos, pues muchos eran los que deseaban entrar, y entre los aspirantes se encontraba mi prima, que al igual que yo se mudaría a casa de nuestra tía para prepararse hacia el examen de admisión.

Yo fui el primero en llegar, era una linda tarde calurosa de verano. Me recibió mi tía quien cordialmente me ayudó a instalarme. La señora es tan amable como hermosa, es apenas un poco más joven que mi madre, pero está bien conservada; es soltera, nunca tuvo hijos, y en ese entonces estaba sin compromisos, pero con el cuerpo que se cargaba no me sorprendía que tuviese a más de uno tras de sus huesos. Es alta, de cabello rizado castaño oscuro, delgada, de curvas prominentes, grandes senos, y que gusta de usar tacón alto, que le acentúa las pantorrillas y ese bien parado trasero que volvería loco a cualquier hombre.

El primer día la pasamos solos, yo me dedique a instalarme en uno de los cuartos de su gran casa, pues ya que vive sola, pude vivir con comodidad y lujos.

Fue hasta la tarde del día siguiente cuando llegaba mi prima, yo estaba muy cansado por el viaje y además no había podido dormir muy bien debido al clima, así que me despertaba muy tarde. Tan solo había desayunado cuando mi prima tocaba la campanilla de entrada. Ya hacía mucho tiempo que no veía a mi prima, en cuanto nos reencontramos de inmediato retomamos la química que teníamos cuando niños, bromeamos y reímos como los viejos tiempos durante todo el día.

Tratábamos de concentrarnos en estudiar y sumergirnos en los libros y apuntes de la prepa para el examen, pero aun actuábamos como niños y casi no dejábamos de hacernos broma tras broma hasta que nuestra tía nos separaba y reprendía para que regresáramos a nuestra tarea por la que primeramente estábamos ahí. Ese día terminaba y yo me la estaba pasando genial, pero no me imaginaba que todo se pondría mucho mejor de lo que me podría imaginar.

Todo comenzaba al día siguiente. Por la mañana me levantaba, esta vez desde muy temprano pues ya estaba un poco más habituado a mi horario normal.

Aprovechando el tiempo retomaba mi rutina cotidiana comenzando con un poco de ejercicio, pues me gustaba estar en forma, y como no visitaría los gimnasios por un tiempo no quise descuidarme y me traje unas mancuernas de casa. Con normalidad inicié mi rutina de ejercicio, y como me sentía en casa no me dio desconfianza por hacerlo sin la parte de arriba del pijama y además con la puerta abierta. Acababa de salir al baño y con naturalidad la había dejado abierta, pues en casa nunca acostumbraba a cerrarla.

Estaba a media práctica cuando escuche que alguien se aproximaba. Con la casa en total silencio y el piso de madera se escucha la más pequeña anomalía en la resonancia. Sinceramente no le presté importancia, quizá debí haber sido más respetoso y cerrar mi puerta al saber que estaba en la misma casa con dos mujeres, pero nunca lo pensé en un enfoque morboso, así que no me pareció tan malo estar semidesnudo con la puerta abierta.

Poco a poco los pasos se aproximaban a mi recamara, sabía que para entrar al baño se debía pasar por mi puerta así que no me tome la situación personal y continúe con lo mío sin voltear a ver quién pasaría a mis espaldas mientras concentraba mi atención a la ventana contemplando la salida del sol. De pronto la frecuencia de los pasos se detuvo, no hacía falta contarlos, era más que evidente que aquella persona que seguramente se dirigía al baño, jamás había llegado a su destino. Lo deduje de inmediato, pero sin mentir, aun no pensaba inmoralmente, y me limitaba solo a lo que estaba haciendo. Pero después de un momento no puede evitar en cambiar de pensamiento y concentrarme en lo antes escuchado, así que me decidí a salir e investigar, pero apenas dándome media vuelta escuché como corrían al baño intentando ingenuamente no hacer ruido. De inmediato creí que era mi prima intentando hacerme una broma y lo dejé así, solo riéndome hacía mí mismo.

Más tarde los pasos se oyen de regreso, y yo preparado para todo dejé lo que estaba haciendo y me estreche a la puerta para evitar ser sorprendido, aun seguro de que mi prima me jugaría una broma. Espiaba por la apertura de la bisagra, solo para comprobar que se trataba de mi prima aproximándose a mi puerta. Aun esperaba a que intentara asustarme o alguna otra broma, pero me sorprendió al ver que solo se asomaba con gran cautela, mirando nerviosa a todos lados, seguramente buscándome. Pero lo que más me asombró, fue que al sentirse completamente segura de que nadie la veía se tocó su entrepierna como si estuviese a punto de masturbarse, solo para después alejarse velozmente al comprobar que no me encontraba en el cuarto.

Todo eso me había dejado impactado, no sabía que pensar, aun no quería pensar mal de ella, pero sabía que era una chica bastante -abierta- por deciros así, y aunque no lo quisiéramos actuar así, ya no éramos unos niños.

Amor filial

Aquella situación me había hecho cambiar de perspectiva con respecto a estar a solas con dos mujeres hermosas en la misma casa. Más tarde, mientras estaba estudiando en la sala junto a mi prima, mi tía se preparaba un emparedado, yo me encontraba recostado en el sofá con un libro en la mano, pero la presentación de la escena ante mí, me era obstaculizada por mi propio libro que sostenía de frente, el cual sin dudar comencé a deslizar hacia abajo discretamente.

Mi tía siempre ha estado muy bella y físicamente goza de un cuerpo escultural envidiable. Mientras la observaba contoneándose las caderas moviendo su bien parado culo, debajo de su perfecta cintura, y detrás unas licras ajustadas, no pude evitar imaginarme como se vería aquella tanga que se le marcaba debajo, y un sinfín de fantasías con ella. En un momento se daba media vuelta y yo de inmediato fingía estar clavado en mi libro, pero mi vista no se podía despegar de ella, que al estar de frente a mí, no dudo en centrarse en sus grandes, redondas y bien puestas tetas que se me presentaban sobre su escote, que debelaba más de la cuenta cubierto un poco por su hermoso rostro y su cabello rubio lacio que caía frente a ella al agacharse por su platillo que recién terminaba.

Yo aún fingía estar muy interesado en mi lectura, pero existen ciertas cosas que bien sabemos no se pueden evitar, ni fingir. Por tal caso, mi pantalón deportivo levantaba ya un gran bulto que sus delgadas telas intentaban retener inútilmente al paso de mi pene inflamado ocasionado por el fabuloso pequeño y fugas espectáculo de mi tía.

Apenas terminando de hacer su emparedado, mi tía subía de regreso a su recamara, según su lógica para dejarnos estudiar a gusto. Yo en tanto regresaba poco a poco a la cordura intentándome bajar la calentura que me traía encima, pero en ese momento en el que recuperaba la sensatez, me percaté de nueva cuenta que no estaba solo. De reojo miré a mi prima disimuladamente y muerto de vergüenza, pues seguramente ella si se habría percatado de mis indiscretas miradas a nuestra tía. Pero lo que vi en ella fue algo totalmente distinto a lo que esperaba, pues su mirada estaba soldada y fundida sobre mi furioso pene, aun hambriento del culo y las tetas de mi tía, al que con trabajos intentaba calmar. Entonces recordé el día anterior, sus miradas y sus acciones al tocarse su entrepierna al estar –seguramente- tan caliente por verme a mí, como yo lo estaba por ver a mi tía.

Y no lo pude fingir más, miré a mi prima aun con su pijama y una camisa que dejaba ver como se le erizaban los pezones debajo intentado reventar su sostén igual a lo que hacia mi pene con mi pantalón deportivo, y me calentó nuevamente. El saber que estaba calentando a mi prima, me calentaba también a mí, y mi pene que ya comenzaba a flaquear un poco regresaba erguido como roble imbatible. Sabía que ella era una chica bastante caliente y estaba dispuesto a averiguar qué tan lejos llegaba a serlo, así que me acomode fingiendo esta vez que no sabía nada de ella ni de mi prominente erección. Mis ojos se centraban de nuevo en mi libro al que tan solo le había pasado un par de páginas, pero todos mis pensamientos estaban en mi prima imaginándome su mirada fija y concentrada en mi falo a punto de reventar.

De tanto en tanto giraba un poco el libro para mirar la reacción de mi prima con mi vista periférica, y lo que veía era simplemente excitante, tal y como me lo imaginaba, su vista no se despegaba de mi pene, al que veía como si de un exquisito majar se tratase, relamiéndose los labios quizá por su parte inconsciente queriéndolos humedecer para darme una buena chupada, o eso me imaginaba al ver como su lengua jugueteaba en su boca.

Claro que todo eso me tenía al cien, pero yo quería más, así que sin pena ni prejuicios baje mi mano hasta mi polla y la tome fuertemente como si de la palanca de automóvil se tratase, y de inmediato voltee a ver la reacción de mi prima, quería ver cómo me miraba tocarme, pero esta vez estaba equivocado, pues su vista estaba en mi rostro.

Me exalté y avergoncé como pocas veces en mi vida, seguramente había ido demasiado lejos, y mi prima ya sospechaba que lo estaba haciendo a propósito, por eso no me quedó otra opción que fingir y acomodarme el pene de modo que no se viera tan erecto bajo mi pantalón.

Así muerto de pena, mientras me concentraba esta vez, de verdad en mi lectura intentando calmar a mis dos cabezas, mi prima se ponía de pie y sin decir nada se marchaba a su recamara. Su acción me dejaba muy mal, seguramente le había presionado demasiado, y ante todo era mi prima, y debía respetarla al igual que a mi tía.

Más tarde pensando en todo lo sucedido, mi prima regresaba de vuelta a la sala, yo ya había avanzado bastante en mi libro pues solo estaba tomando lo más importante. Aun bastante apenado quise evitar toda mirada con ella, y solo alcancé a notar en primera instancia que aun vestía la misma ropa con la que se había ido. Todo eso me hacía pensar a que habría subido si no era a cambiarse o quedarse allá, si tanto le había molestado, ¿por qué regresaba al mismo lugar? entre otras cosas.

En fin, intenté no prestarle atención y me concentré de nuevo en mi cuaderno repasando mis apuntes, pero de pronto ella se pone de pie y no pude evitar echarle un ojo, miraba disimuladamente como se ponía de pie y se marchaba de nuevo, pero ahora algo era diferente, observando detenidamente su culito mientras se alejaba noté un tono distinto en su entrepierna, puse más atención y me quedó todo claro, no me cabía duda de que había humedad en esa parte, si, estaba mojada. La muy zorra se había ido a masturbar a su recamara y aún tenía la evidencia en su pijama.

Simplemente asombrado, no pude pensar en nada más por todo el día, mi prima se había puesto tan caliente que no se pudo aguantar y se fue a su cuarto para bajarse la temperatura, y hacerse terminar.

Aquel pensamiento me acompaño hasta la noche, pues, aunque mi prima ya había zaceado sus instintos yo no pude hacer lo mismo, pues planeaba hacerlo por la noche, pero justamente esa noche me entretuve conversando con mis amigos por chat hasta quedarme dormido con el teléfono en mano.

Por la maña me despertaba bastante tarde, pero como era sábado no me importaba mucho. Fiel a mi rutina, fui al baño y regresaba para entrenar un poco mi cuerpo, como siempre sin cerrar la puerta. Todo marchaba como cualquier otro día, hasta que mi memoria hacía recuento del día anterior haciéndome imaginar y fantasear con el recuerdo de mi prima y la tremenda calentura que mutuamente nos hicimos pasar. Yo aun con la misma encima, ya comenzaba a ponerme de nueva cuenta listo para la acción.

Y como si todo se alineara para el momento perfecto, en ese preciso instante escuchaba pasos que se encaminaban a mi dormitorio. Mi corazón a mil por hora y con el recuerdo aún fresco del día anterior, ni lo pensé, me puse en posición de modo que quedara de lado a mi puerta para poder observar un poco, pero a la vez disimular mi completa indiferencia, y me quité la camisa que tenía y me puse a continuar con mi rutina.

Desinteresado, miraba fijamente a la pared de enfrente perdiendo la vista como si estuviese a kilómetros de distancia mientras escuchaba como los pasos se estrechaban poco a poco. Me tocaba mi pene para levantarlo y verme más atractivo. El momento era de lo más excitante, saber que ponía tan caliente a mi prima me levantaba el falo como mástil, me gustaba ser observado y todo eso estaba a punto de suceder.

De pronto tal y como lo predecía los pasos se detenían en mi puerta, y yo haciendo gran esfuerzo concentraba mi mirada fija en la nada delante de mí, mientras subía y bajaba las mancuernas a mi rito. Estaba seguro que mi prima me estaría observando y seguramente tocándose al verme con la vega bien parada, pues ya que estaba de lado a la puerta la vista debería ser perfecta para ella.

Estaba encantado, y muy nervioso, sentirme observado me hacía sentir tremendamente excitado, pero yo quería más. Mirando de reojo notaba la silueta de mi prima tras la puerta espiando, la tenía donde la quería y esta vez sí estaba dispuesto a ver que tanto le excitaba la situación, así que me arme de valor y fingiendo incomodidad, me quite la parte de abajo del pijama para quedar completamente desnudo.

Con gran frialdad continuaba mi rutina de ejercicio tal y como si estuviese solo, pues estaba seguro que aún me estaba mirado así que no hacía falta mirar directo a la puerta para comprobarlo. Yo esperaba que mi prima entrase a mi cuarto sin poderse resistir, pero en algún momento su silueta desapareció y se escuchó cómo se alejaba al baño. Ya con la excitación al máximo me animé y me acosté en la cama esperando a que mi prima saliera del baño e igual y se dieran las cosas.

Así, me tumbé sobre la cama y comencé a masturbarme, estaba como nunca, y en eso se escuchan los pasos, y yo aumentaba el ritmo, más y más hasta que se aparece la silueta de… ¿mi tía? ¡Si así era, mi tía había sido la que me había estado espiando todo ese tiempo! No podía creerlo, y no sabía que pensar, tenía vergüenza por haberme mostrado así a mi tía, pero por otro lado me puse más caliente que nunca sabiendo que seguramente le había gustado mirarme.

Estaba inconcebible, pensaba en mil cosas, e intentaba imaginarme en qué estaría pensando mi tía de mí, pero con la calentura que me cargaba no podía concentrarme en nada, así que me decidí a darme una buena ducha para tranquilizarme un poco.

Cerré la puerta para no pensar en nada más, busque mis ropas que me pondría ese día y mi toalla, tarde un poco en decidir, pero al final me dirigía al baño. Al entrar noté que la toalla de mi prima ya estaba colgada en la manija, por lo que no tarde en deducir que ella también tendría las mismas intenciones, estaba a punto de dar media vuelta, pero la carne es débil y los instintos fuertes e inquebrantables, y pensé en seguir el juego ahora con ella. Me hice el distraído y fingí no saber nada de una toalla en no sé qué puerta y comencé a quitarme las prendas que traía encima. Tan solo entre-cerré la puerta a sabiendas que mi tía podría verme, pero lejos de preocuparme la idea me calentaba más, para ese punto ya todo me excitaba, las hormonas controlaban mi mente, ya no me importaba nada.

Ya desnudo entré a la ducha y comencé con lo mío, y con mi farsa de dejar la puerta abierta nuevamente. Sabía que mi prima tendría que venir al baño, y eso me tenía al cien, apeas me tocaba un poco y mi falo me respondía al instante, así que me lo puse bien parado para animar a mi prima y esperé.

Más tarde tal y como lo había intuido, escuchaba a alguien acerarse, aun no sabía quién de las dos se trataba, pero para mí ya daba igual. Me concentre en mi aseo y esperaba lo mejor. Tenía la puerta de la ducha medio cerrada, pero igual era de cristal semitransparente, no se veía claramente a dentro pero claro que se podía ver, y como lo mismo sucedía desde mi perspectiva, de cuanto en cuanto volteaba a ver la puerta para intentar cachar a alguien, pero no se veía muy bien pues el pasillo estaba muy oscuro. Aun así, me sentía genial, recordar mi exhibicionismo a mis dos mujeres de la casa e imaginar que quizá alguien estaba en la puerta haciéndolo en ese momento me bastaba y sobraba para hacerme una paja de las mil maravillas.

En eso estaba cuando eché un vistazo rápido a la puerta y fue en ese momento cuando logré mirar a alguien en la puerta del baño, estaba más que claro, la miré de frente, era mi prima con su bata en mano, y ahora que sabía que mi estrategia había resultado estaba más que alegre gustoso de llevarlo al final. Quizá ella también me había visto cuando la mire, pues, aunque yo fingía que desconocía de su presencia ella se alejó un poco de la puerta y grito desde afuera si podía entrar por su toalla. Nunca me negaría a algo así, y le respondí con toda naturalidad que podía pasar, no sin antes desempañar un poco el cristal.

Mi prima entraba lentamente, insegura de echar un último vistazo o hacerse la ingenua y mirar a otro lado. Para mi suerte ella era tan fácil como yo y finalmente me volteaba a ver. Yo por mi parte me ponía en mi mejor pose para que pudiese contemplarme a su gusto. Pensaba que se me estaba acabando el tiempo, tan caliente como yo, ella parecía tener la mente sincronizada con la mía y me preguntó si podía pasar a orinar ya que estaba ahí, pues ya no se aguantaba, según sus palabras. –Claro- le respondí mirando atentamente para saber si tendría las agallas para hacerlo. Para mi sorpresa así fue, no pude ver tan claro como me hubiese gustado, fue muy rápido, pero de un jalón se bajó el pijama hasta los tobillos con todo y bragas, y tomo acento en el inodoro.

El agua caliente estaba por terminarse, pero yo no desperdiciaría ese momento, así que me puse prácticamente frente a ella, y comencé a tocarme como si no pudiera verme. Por su parte quizá también tomando el mismo roll, me clavaba la mirada descaradamente, o quizá pensaba que en verdad no podía verla. De cualquier forma, ahí estaba, con la polla en la mano, haciéndome la paja de mi vida frente a mi prima.

Estábamos súper calientes y ya nada nos importaba, yo seguía con mi papel desinteresado fingiendo que no sabía nada mientras observaba a mi prima sentada en el inodoro con la mano en su entrepierna frotándose lenta pero fuertemente, a su vez mirándome haciendo lo mismo. Ya a punto de terminar sentía que la eyaculación era inminente, y con el orgasmo en puerta comencé a hacerle poses a mi prima amputándole la polla directamente y mostrándole mi cuerpo como si de físico-modelismo se tratase. Ese momento cumbre para mí, parecía serlo para ella también, pues sus movimientos de su mano se hacían más y más fuertes, al tiempo que su respiración se aceleraba hasta el punto de no poder controlarla. Comenzaba a gemir de placer, gemidos que se hacían escuchar aun con el agua de la regadera rebotando en la bañera, hasta que en un momento se escucha un fuerte chorro estampándose, esta vez contra la taza de baño. Claro que aquello no había sido normal, mi prima se había venido en frente de mí y yo sin poderme retener más le había secundado.

Aun mirando como brotaba el semen y se diluía en el agua, mi prima tomaba papel para limpiarse y en seguida se marchaba. Yo apenas podría creer lo que recién había sucedido, y queriendo concebir todo eso, me enrede la toalla en la cintura y me fui a mi habitación.

Aquello había sido muy intenso, mucho más de lo que mis fantasías puertas me lo hubiesen podido contar, pero por suerte para mí estaba a punto de ponerse mucho mejor. Ya era casi el final de la semana y el examen se aproximaba, pero mi prima tenía otros planes, la habían invitado a una fiesta de por ahí cerca, nunca supe cómo le hacía para encontrar amigos por donde fuera, pero al ir descubriendo como era me estaba haciendo la idea.



Primer intento con la prima

Ese día no tuve suerte en exhibirme haciendo ejercicio, y no quise equivocarme con mi tía de nuevo, pues aún estaba muy apenado con ella, ya que desde ese día no me había vuelto a mirar con los mismos ojos, y eso me ponía muy incómodo. Pero eso no era todo, pues mi suerte cambiaría por la tarde.

Mi prima ya estaba arreglada, tenía un vestido de lo más apretado que pudiese imaginar, tacones altos y extremadamente maquillada, lucia como una cualquiera, pero a ella parcia gustarle, así que pensé que cada quien sus gustos.

Mientras esperaba a que llegaran por ella yo bajé a la cocina para hacerme algo de comer, sin dejar de observar el culo delicioso que se le veía a mi prima con ese vestido. Me imaginaba la de cosas que pasaría en esa fiesta y los tipos que estarían detrás de mi prima para manosearla. Miraba a mi prima asomarse por las cortinas de la casa, impaciente de que sus amigas llegaran por ella, mirándole los muslos que se asomaban debajo de su vestido al estirarse para recorrer las cortinas. Estaba tan celoso que se me ocurrió que, si aquellos desconocidos meterían mano en ese cuerpo, quizá yo tenía más derecho que ellas de hacerlo, y no lo soporte más, me acerque a ella y bromando con ella sobre su impaciencia, le agarre por la cintura para asustarla.

Ella estaba en otra sintonía, no me prestaba atención y lo único en que pensaba era en su fiesta, así que aproveché y bromando le dije que, si no venían por ella, yo podía hacerla solo para ella, mientras la tomaba con las dos manos acercando su culo a mí. Se hacía la difícil, pero yo sabía que en el fondo era lo que quería, así que, haciendo música con la boca, actuaba como si estuviese en la fiesta mientras le arrimaba mi falo en su culo, tal y como me imaginaba que seguro bailaría. Ella se dejó al principio entre bromas, pero después me alejó de ella y se fue a la sala a mensajear por celular y esperar. Más tarde terminaba mi comida al tiempo que llegaban sus amigas por mi prima.

La muy zorra me había dejado de lo más caliente, pensaba que ahora me quedaría con las ganas mientras miraba a mi prima meneando su trasero en camino al auto de su amigo. Ya completamente convencido que no tendría suerte esa noche me tumbe en el sofá con mi celular en mano dispuesto a matar el tiempo. No terminó de concluir la hora siguiente a la marcha de mi prima cuando la puerta se habría nuevamente, por pura costumbre voltee para ver a mi tía entrar.

Me extrañaba que llegase tan temprano, pero estaba seguro que se trataba de ella, aun antes de entrar.

Supuse que por estas fechas ya no debía tener tanta carga de trabajo, o eso pensaba mientras la veía desfilar con su traje sastre, su entallada falda, sus medías de seda negras, y sus tacones que le acomodaban el culo bien arriba mientras lo menaba al subir las escaleras. Ya con la calentura encima, no tarde en ponerme excitado nuevamente imaginándome como sería tocarla a ella como a mí prima. Pero sabía que ella era de ligas mayores, así que no intentaría nada, me declare incompetente y cobarde.

Y… ¿qué tal la tía?

Intentando tranquilizar a mi demonio interior nuevamente, me sumergí en el libro más cercano para pensar en otra cosa.

Confiado de que mi plan estaba funcionando, baja mi tía en su bata de dormir caminando entre los sillones que colindan con la cocina y las escaleras del segundo piso. Su bata rosa muy delgada me permitía ver la silueta de su perfecto y voluptuoso cuerpo, presumiblemente desnuda debajo de la vestimenta, que, aunque no era transparente seguramente se marcaria su ropa interior, la cual no se veía por ningún lado. Al final, sin más, se sienta enfrente de mí.

Ya incapaz de ignorarla, la miraba de reojo para intentar dilucidar sus intenciones. Ella parecía aburrida, con ganas de platicar con alguien, pero seguro no lo hacía por pensar que estaba ocupado con mi libro, así que, para no dejar las cosas de esa forma, dejé mi libro a un lado fingiendo cansancio visual.

Solo quería conversar con ella, con todo casi no había tenido tiempo para saber más de ella, y la oportunidad se presentaba. Inicie la charla con lo más simple, le pregunté sobre su trabajo, como había sido su día y eso, así nos fuimos abriendo un poco, me preguntaba sobre lo que estudiaba, la escuela y la plática tomaba los rieles de la cotidianidad, pero de pronto una pregunta descarrilaría aquel tren. Me cuestionaba sobre mi vida amorosa, una pregunta no tan radical, pero su tono me intrigaba un poco.

Con naturalidad le respondí que estaba solo, pues era la verdad, pero finalicé añadiendo que no se había presentado la chica ideal para una relación duradera. Algo que para mi tía abría un abanico completo para ponerle pintura a la conversación, pues después de eso desplegaba una serie de preguntas sobre mis preferencias de chica, mis gustos y por supuesto sobre mis antecedentes maritales.

Tal pareciera que estaba intentando insinuarme algo, y como la mesa estaba servida no puse traba alguna para encaminarnos en aquella dirección, así que le respondía todas sus indirectas a un punto en el que ella encajara bien; le decía que me gustaban maduras, mayores que yo, centradas, responsables y en fin, le estaba describiendo a ella misma, solo me faltó mencionar su nombre. Ella sabía lo que estaba haciendo, pero lo tomó a juego, y a mí me pareció igualmente divertido, así que me uní a él.

La plática aumentaba de temperatura y me aventuré a regresarle el mismo formulario de pregustas que recién me había hecho responderle, ella se puso un poco nerviosa, pero ya con la noche cayendo como escenario se animó a platicar íntimamente; me comentaba su ideal de hombre, y aunque no fue tan directa como yo, se las arreglaba para hacerme un espacio entre palabras para no cortarme las ilusiones de tajo. En ese momento la bomba estalló, pues presionando al máximo, me anime a saltar y apostar el todo por el todo, le dije entre bromas que ya no aguantaba sin estar con una mujer, y que no sabía cómo le haría al respecto.

Esperando que me cercenara las intenciones que le insinuaba, lejos de eso me motivaba a continuar, platicándome que ella me comprendía sobre eso. Al escucharla mi corazón me explotó en el pecho haciendo el cambio de ritmo acelerándose a sus límites, no podía creer que me estaba ligando a mi tía. Entonces fui lo más lejos que pude haberme imaginado y le dije que no era lo mismo hacerlo solo, insinuándole de esta manera que me la jalaba en su propia casa.

Y prácticamente de un momento a otro ya estábamos hablando de sexo, ella me decía lo bien que era pasarla con alguien a quien quieres, admiras y te ama, mientras siguiéndole de tras, le acertaba encaminando el tono diciendo que también era bueno hacerlo rompiendo las reglas de vez en cuando. Con el corazón en la boca esperaba su respuesta, que para mí fortuna era acertada, y no solo eso, sino que finalizo preguntando sobre si yo lo había hacho, refiriéndose a lo que coloquialmente se conoce como “aventar una cana al aire”.

Ahí me terminé de abrir por completo, pues comencé a contarle sobre mi más reciente aventura, omitiendo a mi prima por supuesto, le contaba como la había conocido, como la seduje, como la animé a hacerlo y sin detenerme le comencé a relatar no solo donde lo hicimos sino también cómo.
 
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