Como Inicie a mi Familia 003

heranlu

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Ago 31, 2007
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Supongo que lo que hicimos en aquellos días fue demasiado. Follábamos entre nosotros muy a menudo, demasiado a menudo. y los fines de semana se convertían en auténticas orgías. En familia y con todo el cariño del mundo, pero orgías. A veces, y aprovechando la ausencia de mis padres, nos quedábamos de viernes a domingo en casa. Mis hermanos, mi hermanita, mi amiga y yo. Pasábamos el fin de semana juntos. No penséis que era follar 72 horas seguidas, no. Había tiempo para todo y para todos. Yo creo que el sexo era una excusa para estar juntos. Además Miriam y yo seguíamos dándonos el lote por nuestra cuenta. Para eso íbamos a su casa, para comernos el chochito tranquilas.

Pero llegó un momento que para mí fue demasiado. Caí en una pequeña crisis. Para salir de ella me enfrasqué en los estudios, con un buen resultado por cierto. Pero seguía estando en casa. Mis hermanos (y mi hermanita) seguían paseando en pelotas a mi alrededor los fines de semana. Y seguían teniendo esas pedazo pollas. Y se las seguía comiendo. Y seguían entrando en mí. Y me seguía gustando.

Por eso no me lo pensé dos veces cuando a finales de julio mis padres nos dijeron que se iban a largar quince días en el barquito. Les dije que me iba con ellos. En principio no les hizo demasiada gracia (que si son muchos días, que si el barco es muy pequeño para los tres, que si...) pero para toda excusa hay una solución y terminaron por claudicar. Nos íbamos a hacer toda la costa norte, llegando a Francia si el tiempo acompañaba. No iba a haber juergas ni salidas nocturnas, solo barco, mar y alguna playa.

Y en la playa pasamos los dos primeros días. Paramos en una isla que hay a pocos kilómetros de aquí, en la cual no vive nadie y a la que sólo se puede llegar en barco. La isla tiene una única playa, y dejamos el barco fondeado en frente, a unos cincuenta metros de la orilla.

Después de pasar la primera noche en el barco y desayunar como reyes, nos acercamos a la playa en el bote, con la intención de pasar allí el día. La mañana se me pasó rápido, entre tomar un rato el sol y pegarme un chapuzón de vez en cuando. Pero después de comer me aburría y me fui a dar un paseo isla adentro. Y comprendí que el bikini y las sandalias no son el vestuario ideal para ir de exploradora. Creo que me picaron cuatro mil trescientos veintisiete pinchos.

Al llegar de nuevo a la playa mis papis estaban roncando (literalmente) así que me dediqué un poco a la lectura y a tomar el sol.

Nos volvimos para la cena, y después me subí a cubierta un rato para ver las estrellas. Cuando bajé de nuevo mis padres ya estaban en su camarote, así que yo me fui al mío a leer otro rato.

Al día siguiente mi madre me despertó para desayunar, pero le dije que me dejase dormir y que se fuesen ellos a la playa, que yo iría a nado cuando me levantase. Lo que realmente quería era estar sola un rato, así que me levanté cuando escuché el motor del bote. Me hice un café, cogí mi lectura y subí a la cubierta. Suponía que mis padres verían mal que su hija tomase el sol desnuda, por eso no había ido con ellos. Y es que ya necesitaba la brisa acariciando mi cuerpo.

A las dos horas decidí irme a la playa. Aún eran las doce, faltaba tiempo para comer. Me puse un bikini discretito y me tiré al agua. Al salir me fui sacudiendo el pelo mientras caminaba en dirección a las únicas personas que había en la arena, mis queridos papis. Y por el hecho de ir sacudiendo la cabeza no vi, hasta llegar junto a ellos, que estaban completamente desnudos.



- ¡Mama!, ¿Qué hacéis así?

- Vaya Ali, - contestó mi madre – creía que los jóvenes no erais tan puritanos

- No, bueno, - me medio disculpé – es que no sabía que vosotros fueseis nudistas

- Ay, hija, pues es lo mejor del mundo, tomar el sol solos en una playa como Dios nos trajo al mundo. Desnúdate tú, no te cortes.

- Casi paso – Después de todo, parecía que no estaba preparada para desnudarme delante de mi padre.



Mi padre, por cierto, estaba, como el día anterior, roncando plácidamente. Debe ser con esto de la vela que a sus cuarenta y tantos conserva un cuerpo atlético, con los músculos marcados. Pero así tumbado boca arriba y desnudo lo que más destacaba era, como no, su polla. Ya sabía a quién salían mis hermanos. Pedazo pollón. Mi madre tenía que estar contenta, sin duda.

A mi padre nunca le había visto la polla, por eso fue lo que más me impresionó cuando les vi. A mi madre la había visto desnuda muchas veces, auque hacía ya tiempo que no coincidíamos así. Y se seguía conservando bien, sin exceso de grasas, el estómago plano, y unas tetas y un culo que podrían envidiar muchas mujeres diez años más jóvenes.

Bueno, volviendo al caso, mi madre me dijo que le diese protector solar, y se tumbó boca abajo. Le eché crema en la espalda y comencé a extenderla, hasta que no quedasen zonas blancas. Lo había hecho muchas veces en mi vida. Después me tocaba su culo. Hice lo mismo, aunque a eso no estaba acostumbrada. Estaba durito, todo hay que decirlo. Con sus piernas no tuve problema tampoco. Se le veía el coño a ratos, pero alguna vez la había ayudado a depilarse la zona, así que no era nada nuevo.

Cuando terminé, con voz de medio dormida, me dijo:



- Dale también a tu padre, que se va a achicharrar.



Me quedé blanca. Y ella se dio la vuelta y se echó a dormir. Y es que mi padre seguía tumbado boca arriba con la polla morcillona. Y yo le iba a dar crema por todo el cuerpo. Me armé de valor y me dije que total estaba roncando (a estas alturas también mi madre), no se iba a enterar y lo iba a tener que hacer quisiera o no. Así que me acerqué a él con cuidado de no despertarlo, me eché crema en las manos y la froté para calentarla. La esparcí sobre su pecho, con cuidado. Pero el subconsciente es la leche, y aún roncando, a mi padre se le empezó a mover la polla. Cuando lo noté me apuré acabando en un momento para tirarme en la toalla. Lo dejé con el protector a medio extender y la polla extendida por completo. Sólo los ronquidos de ambos aplacaron un poco mi sentimiento de vergüenza.

A eso de las tres de la tarde empezamos a comer, siguiendo ellos desnudos. Mi padre se había levantado con un medio empalme, pero ni él ni mi madre le dieron la más mínima importancia. Yo procuraba mirar para otro lado, aunque he de reconocer que de vez en cuando se me iba la vista.

Al terminar de comer me volví a nado al barco, para desnudarme tranquila y tomar el sol. Sólo que tuve un impulso de voyeur. Me fui a buscar los prismáticos y me puse a espiar a mis padres. Estaban tumbados en las toallas, dándose besos como dos enamorados. Sólo que como enamorados calientes, metiéndose mano mutuamente. Ella sobándole la polla y él sobando tetas y coño. Al rato mi madre se le subió encima y se metió la polla dentro. Lo dejé cuando empezaron a moverse. Yo estaba caliente y, aunque me gustaba verlos, me sentía mal. No era como cuando había visto Andrés hacerse una paja. El sentimiento era distinto y no me gustaba. De castigo me prohibí una masturbación que estaba necesitando. Me embadurné de crema solar y me tumbé en la cubierta a tomar el sol. De nuevo, desnuda.

Me desperté con el sonido de la motora acercándose y bajé a mi camarote a vestirme. Aún me daría un chapuzón, así que me puse el mismo bikini. Cuando salí mis padres ya estaban en cubierta (por los pelos) y me dijeron que iban a ducharse. Yo salté y me quedé como media hora en el agua. Al subir de nuevo me sequé al sol un rato, cuando salieron ellos recién duchados y, de nuevo, desnudos. No me lo podía creer.



- ¿No pensáis vestiros? – Le dije a mi madre

- Mira Alicia, - Me contestó ella – habitualmente nosotros andamos así por el barco, por eso no nos hacía gracia que vinieses. Pero una vez que nos has visto, creo que podemos dejarnos de remilgos y estar como siempre. Tranquila, que te acostumbrarás, y verás como vas a acabar haciendo lo mismo.

- Bueno, supongo que tienes razón, no es mi intención estropearos las vacaciones. Pero conmigo no cuentes, ¿Eh mamita?

- Anda, anda, ve a ducharte. Vestida, si quieres.

- Ja, ja, qué graciosa.



Y me fui a duchar. Pero desnudita, que me gusta más. En la ducha, aun con el agua casi fría, me di cuenta de que realmente necesitaba hacerme un dedito, pero no me levanté el castigo. Aunque eso hacía que anduviera excitada y que me excitase más por nada.

Como hacía calor a pesar de haberse puesto el sol, me vestí con sólo una camiseta de algodón y unas bragas también de algodón, ambas blancas y ambas gastadas, lo que hacía que se me trasparentasen los pezones y los pocos pelos que tengo en el chichi. La cena ya estaba en la mesa, con lo que me senté a comer una ensaladita. Y en la cena tuve un pequeño descanso, ya que sólo le veía las tetas a mi madre. Mi padre, enfrente de mí, tenía la polla tapada por la mesa, hecho que agradecí sinceramente.

Cuando terminamos subimos a cubierta. A mis padres les gustaba estar allí bajo las estrellas tomando una copita con la brisa nocturna, cosa que comprendía perfectamente. Allí se estaba de vicio. Cuando llegamos arriba, y mientras mi madre fregaba, mi padre me dijo:



- Así que no te gusta verme desnudo

- No es eso, - Volvía a disculparme – es que no estoy acostumbrada a esas cosas

- Estate tranquila cariño, que te acostumbrarás en seguida

- Ya, pero que sepas que no es sólo por ti, a mamá la he visto así muchas veces, pero no durante todo el día. Vale en la ducha, en la sauna, pero comiendo y así con todo al aire... Pero tranquilo, - Terminé – que no me va a durar siempre.



El estar en la cubierta también me relajó, porque estaba oscuro y tampoco veía nada. Me tomé unas copas con ellos y charlamos de muchas cosas un buen rato, hasta que dijeron que se iban a dormir. Yo bajé cinco minutos después a mi camarote, me desnudé y me metí en cama. Me había portado bien, así que me empecé a acariciar con claras intenciones. Estaba tan caliente y llevaba tantos días sin sexo (tres sin siquiera una paja) que los pezones se me ponían de punta con sólo rozarlos. Y al pasarles la lengua. Tenía el coño empapado cuando bajé la mano para acariciarme el clítoris. Lo necesitaba y me estremecía con cada caricia. En eso estaba cuando comencé a escuchar los gemidos ahogados de mi madre. Me paré y escuché. Se les sentía al lado, también le escuchaba a él. Me estaba excitando más, y empecé a acariciarme al ritmo de los gemidos de mi madre. Me ponía a mil que estuviesen follando al otro lado de un mini tabique, a diez centímetros de mí. Metiéndome tres dedos en el coño imaginaba a mi madre a cuatro patas en el borde de la cama mientras mi padre, de pié tras ella, le metía su pedazo polla en un coño chorreante, como el mío en ese momento. Imaginaba que mi padre le metía un dedo en el culo y yo me metía un dedo en el culo. Mi padre le metía otro y yo hacía lo mismo. Quería sentir lo mismo que imaginaba que sentía mi madre. Me imaginé que mi padre le sacaba la polla del coño abierto y, muy despacio, chorreando, se la empezaba a meter por el culo mientras escuchaba gemidos más ahogados. Tan despacio como me empecé a meter yo cuatro dedos por mi culito. Cuando mi madre ya tenía toda la polla dentro yo tenía la mano metida hasta el pulgar. En esos momentos escuchaba los gemidos de mi padre y los ya gritos de mi madre. Imaginé que ella se estaría masturbando al mismo tiempo, y yo me metí la otra mano en el coño. Escuché sus orgasmos, al tiempo que gemía con el mío, mientras continuaba moviendo toda una mano en mi coño y cuatro dedos en el culo.

Quedé exhausta, satisfecha y un poco arrepentida, pero muy poco, por lo que había imaginado y con lo que me había excitado. Al fin y al cabo, mis padres no se habían cortado un pelo.



Al día siguiente salimos temprano, rumbo nosequé y a una velocidad de chintitantos nudos. A mí lo de la terminología marítima... vamos, que no. Mientras mi padre andaba jugando con las cuerdas y el timón estuve charlando con mi madre. Y entre unas cosas y otras salió el tema del sexo (en su vertiente más aséptica, vamos). Yo, en tiempos, había tenido mucha confianza con mi madre en estos temas. Incluso le había contado la pérdida de mi virginidad. Con un año de retraso, pero se la conté. Con el tiempo perdimos esa confianza, pero había decidido aprovechar el viaje para recuperarla. Yo ya no era una adolescente que pasa de sus viejos, y mi madre era buena gente. Así que a colación del tema del sexo le dije a mi madre:



- Oye, que vaya la de ayer, ¿Eh?

- ¿Lo que Ali? – Me dijo escurriendo el bulto

- Anda mamá, no te hagas la loca

- Vaya, parece que hicimos algo de ruido

- ¿Algo?, yo creo que os escucharon en Madrid

- Espero que no te hayas molestado – Se disculpó

- No tranquila, es normal que una pareja adulta... – Le dije con ironía.



Y nos reímos. Aproveché para quitarme la imagen de mojigata que me puso mi madre. Por supuesto, a estas alturas mis padres andaban por el barco en pelotas sin importarles mi presencia. Y la verdad empezaba a hacerme gracia ver a mi padre de un lado a otro con ESO colgando.

Y tenían razón, porque me acostumbré a verles así, así que después de comer me animé y me puse a tomar el sol con mi madre, ella en pelotas y yo... Pues yo en tanga. Me animé a hacer top-less delante de mi padre, y me puse mi tanguita mínima de color blanco.



- Vaya, parece que te vas animando – Me dijo mi madre

- Bueno, pero de aquí no va a pasar – Le contesté yo

- Pues para lo que te falta – Mi madre insistía

- La verdad es que con esas tetas no sé por qué te da vergüenza enseñarlas – Mi padre alabando mis tetas, para flipar

- Y el culo, que lo tiene muy bien puesto – Mi mami continuaba

- La verdad es que sale a su madre.



Esto lo dijo mi padre acercándose a mi madre y dándole un morreo con una mano apoyada en su teta, lo que accionó su polla, que se levantó unos centímetros llegando a tocar el brazo de mi madre.

La cosa quedó ahí, y la tarde transcurrió sin más, ahora con la brisa saboreando y poniendo de punta mis pezones. Y los de mi madre, solo que a ella también le refrescaba el chochete.

Cuando fondeamos, otra vez frente a una playa protegida y solitaria (parece que ya se las conocían todas), hicimos lo que la noche anterior. Chapuzón, cena y copitas en la cubierta. La diferencia era que yo estuve cenando en frente de mi padre con las tetas apuntándole a la cara. Y sus ojos se le iban de vez en cuando. De hecho, cuando se levantó, su polla no estaba en reposo absoluto. Ya en cubierta, entre charla y charla mi madre volvió al tema:



- Ali, dime una cosa.

- Pregunta – le dije yo

- A ver, no me creo que tú nunca hayas ido a una playa nudista

- Sí mamá, he ido a playas nudistas

- ¿Y te desnudaste alguna vez? – Esta vez era mi padre

- Creo que todas – Había que sincerarse

- Y si no te importa que te vea desnuda un desconocido, ¿Por qué te importa que lo haga tu padre? – Mi madre, estupenda

- ¡Ay! pues no lo sé mamá, me da vergüenza.

- Seguro que no tienes tanta para otras cosas – Y volvía mi madre

- ¡Joder! Ya me quito el tanga, tranquila.



Y eso hice. Dejé la copa, me levanté, me quité el tanga y me volví a tumbar.



- Hala, Ya está. Vuestra niña en pelotas.

- Anda, anda, que lo estabas deseando



Y lo cierto es que sí, lo estaba deseando, sentir la brisa fresca de la noche en mi chochito, tumbada boca abajo de piernas abiertas. Lo hice porque era de noche y no había luz en la cubierta, por lo que mi padre poco iba a ver. De todos modos sí pude ver una ligera reacción en su polla. Pero no le di importancia. Mi madre estaba tumbada como yo, pero frente a mí, y mi padre sentado a su lado, con las piernas abiertas, echado hacia atrás y apoyado en sus manos. Seguimos charlando de muchas cosas durante largo rato, Hasta que en un momento dado vi entre la penumbra cómo a mi padre le crecía la polla, mientras a mi madre se le iba la olla con la conversación. Vamos, que mi padre le estaba metiendo mano a mi madre delante de mis narices e intentando disimular. Total, que como era de esperar a los dos minutos me dieron las buenas noches con sendos besos y se fueron al camarote, mi padre ya medio empalmado y mi madre ya medio pajeada.

Me quedé allí tumbada, ahora boca arriba, con las piernas y brazos estirados mirando las estrellas. Pero claro, a los dos minutos empecé a escuchar a mi madre que, sabiendo ya que no me importaba, gemía (no gemía, gritaba) al doble de volumen que la noche anterior. Y como no, al mismo tiempo empecé a excitarme. Y me decidí. Aprovechando la oscuridad exterior me acerqué a gatas al ventanuco del camarote de mis padres. Y miré. Y vi a mi padre tumbado en la cama, con mi madre encima, como en la playa. Y llevé una mano a mi coñito y empecé a sobarme, y entró un dedo en él. Y otro, y más, hasta que metí la mano entera. Acompasé los movimientos de mi mano con los de mi madre, para sentir lo mismo que ella. Mientras, mi padre le estrujaba las tetas, se las mordía, le lamía los pezones. Entonces se pararon. mi madre sacó esa tremenda pollaza de dentro y se dio la vuelta para meterla de nuevo, ahora dando la espalda a mi padre. Yo saqué mi mano del coño y me la volví a meter. De nuevo entera. Comenzó a moverse de nuevo, mi padre acercó una mano a su culo y le metió un dedo. Como el que me metí yo, arrodillada, con las tetas y la barbilla apoyadas en la madera, con una mano en mi coño al ritmo de mi madre y un dedo por el culo a ritmo de mi padre, gimiendo imperceptiblemente, escuchando cómo mi padre gemía y mi madre gritaba y se ahogaba. Le metió otro y yo hice lo mismo. Y el tercero también, en el culo de mi madre y en mi culo. Cuando mi madre lo creyó oportuno volvió a salirse. Yo saqué mis manos de dentro de mí. Mi madre volvió a su posición inicial. Agarró la polla de mi padre y empezó a bajarse sobre ella, metiéndosela por el culo. Yo hice lo mismo con cuatro dedos, como la noche anterior. Mi padre resoplaba, mi madre gemía y yo gemía y resoplaba. Y la metió de todo. Empezó a moverse, al mismo ritmo que yo. Mi padre acercó una de sus manos al coño y se la metió toda dentro. Y yo me metí la que me quedaba libre escuchando el grito de mi madre. Dos minutos tardamos en corrernos mi madre y yo. Mi padre no lo hizo, así que m madre se levantó y metió esa pollaza en la boca. Hasta la garganta. La chupó un par de minutos. Se le notaba en la garganta. Vi cómo mi padre se estremecía, se estiraba y se relajaba. Se había corrido en la garganta de mi madre. Ella chupó un rato más, se acostó a su lado y se besaron. Me levanté y me fui al camarote. Me acosté y me dormí.



Al día siguiente íbamos de camino a una ciudad con puerto deportivo. debíamos llegar a medio día para hacer unas compras por la tarde. Así que me levanté temprano, me puse mi querido tanga blanco y me di un chapuzón antes de desayunar. Al rato aparecieron mis padres, que se tiraron al agua como yo. Estuvimos un rato nadando y jugando, salimos del agua, nos secamos y fuimos a desayunar. Me hacía gracia vernos a mí y a mi madre con los pezones de punta mojándose con el agua que nos caía del cabello húmedo. La polla de mi padre, sin embargo estaba bajo mínimos.

A las tres horas de estar navegando empezamos a llegar a la costa, así que nos medio vestimos. Mi padre se puso unas bermudas, mi madre un bikini negro y yo mi mini bikini de triángulos que me tapaban los pezones (la mini tanga ya la llevaba). No era cuestión de llegar en pelotas a un puerto deportivo de una ciudad.

Cuando atracamos mis padres fueron a pegarse una ducha. No debieron tocarse mucho, porque salieron a la media hora. Yo me duché mientras ellos se vestían. Después me puse una tanga de colorines, una mini de flores, y una blusa naranja (sin sujetador, por supuesto, marcando pezón). Al ver a mis padres se me hizo raro. Ella llevaba un vestido de gasa blanco, y él iba vestido de marinerito: pantalón corto azul, polo blanco y náuticos.

Fuimos a comer de restaurante, paseamos un rato e hicimos las compras. Luego de llevar las cosas al barco, salimos otra vez para cenar de tapeo y cañas. Al terminar, unas copas. Demasiadas, creo. Cuando llegamos al barco estábamos los tres realmente como cubas. Nos tiramos en la cubierta, quedando un rato callados. No se escuchaba nada ni a nadie. Animados por la borrachera mis padres empezaron a darse un morreo. Mi madre se echó encima de mi padre, sentada sobre su polla. Tenía el vestido levantado, podía, desde detrás, verle las bragas, blancas y de encaje. Parecía como si yo no estuviese allí. Le dio otro morreo, apasionado, y se frotaba poco a poco con la polla de mi padre. Él empezó a magrearle las tetas, por encima del vestido. Le agarraba el culo, metiendo sus manos por debajo de las bragas. Yo me estaba poniendo cachondísima, pero era demasiado hasta para mi borrachera. Así que me levanté y les di las buenas noches en alto, pero no me contestaron.

En el camarote me desnudé despacio. Empecé por la falda, después la blusa dejando a la vista mis pezones puntiagudos, y por último la tanga, liberando así mi coño húmedo. Apagué la luz y volví a las escaleras, desde donde podía ver a mis padres. Seguían en la misma posición, solo que ahora yo los veía de frente. Mi madre tenía sus bonitas tetas fuera del sujetador, por dentro del vestido, mientras mi padre las manoseaba. Se notaba que ahora mi madre tenía una polla dentro, era sutil, pero se notaba. Me metí de nuevo en el camarote tumbé en la cama, abrí las piernas y empecé a acariciarme el chocho. Despacio, con toda la mano, sin abrirlo, sin despejar el clítoris. Lo quería así, lento. Cinco minutos después, mientras seguía frotando mi querido coñito, escuché que mis padres bajaban. Paré un momento para escuchar. Les oía murmurar, y meterse en el baño. Al escuchar la ducha volví a mi placentero trabajito. Seguí y seguí (lo que hace el alcohol, no acababa nunca), les escuché salir del baño, volvieron a murmurar y, en ese momento, mi madre entró, sin darme tiempo a quitar la mano del coño. A oscuras se acercó y se sentó en la cama. Yo seguía sin moverme, de piernas abiertas, con la mano tapando mi vergüenza y mi madre sentada al lado de mi cadera. Con el roce de su piel me di cuenta de que estaba desnuda. Estaba yo como para excitarme más, vamos, y aún por encima se puso a acariciarme la pierna. Entonces habló:



- Alicia, ¿estás dormida? – Parecía que no se daba cuenta de mi postura –

- Mmmmnnnooo. – Dije haciéndome la medio dormida –

- Ali, siento lo de antes, pero no solemos beber tanto, y... – Vaya excusa –

- Tranquila mamá, yo también bebí de más – Y era cierto –

- Bueno, pues te dejo dormir.



Se acercó para besarme la frente. En el camino su mano, sin dejar de acariciarme, pasó por mi cadera y se posó en mi costado. Su pelo goteó sobre mi barriga y mi pecho, y sus tetas se apoyaron en las mías, llegando a rozarse nuestros pezones, que se pusieron de punta. Me dio el beso y salió del camarote. Yo estaba ardiendo, y volví a mi paja. Si volviese a entrar alguien en ese momento, no pararía. Pero no entró nadie, al poco rato volvía a escuchar los gemidos de mi madre, como todas las noches. Y me hice la paja a su ritmo, como todas las noches. Solo que ahora no tenía que imaginar, sabía perfectamente que mi madre estaba a cuatro patas recibiendo la polla de mi padre por el culo. Yo seguía frotando mi chochito, más fuerte pero igual, sin parar de frotarme. Acabaron con sendos gritos y yo aún tardé otros cinco minutos.​
 
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