Como Inicie a mi Familia 002

heranlu

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Dale también a tu hermana, que se va a achicharrar



Joder, era cierto, estaba durmiendo boca arriba con las piernas abiertas y sin crema, con el sol de la tarde sobre su piel. Me puse sobre ella y empecé como con Miri, pero esta vez sin ánimo de excitarla. Le di en las piernas, los muslos, las ingles el vientre, la barriga, las tetas, ¡qué duras las tenía!, cuando empecé a manosearlas se le endurecieron los pezones, y cuando volví a pasar las manos por ellos soltó un gemidito, iba a tener un sueño calentito. Tenía que extender la crema, así que continué mientras ella suspiraba, no me hacía gracia pero no quería que se quemase. Cuando terminé volví a acostarme y me dijo Miriam



¿Qué se siente al meterle mano a la hermana pequeña?

¿A que te quedas sin postre a la cena?

Vale, me callo, pero guárdame el postre calentito – Me dijo mientras me metía un dedo en el chochito para después meterlo en la boca

Eso es la cena señorita, ahora no son horas



Me desperté como a las ocho de la tarde y me senté. Ya casi no quedaba nadie en la playa. Miri seguía durmiendo, y oí a Ana, que estaba tumbada boca abajo y me decía



Mira a aquellos dos – se refería a la pareja que estaba a quince metros de nosotras. Me fijé y le dije

Vaya lote que se están pegando, ¿Llevan así mucho rato?

Como veinte minutos

Pedazo rabo se gasta el tío

Por lo menos debe medir veinte centímetros

Y la tía tampoco está mal

Tiene un buen culo

Y tetas

Y todo – dijo Miriam, que se acababa de despertar

¿Serán capaces de follar delante de nosotras? – preguntó Ana

Seguro que no – dijo Miri

Y no lo vamos a saber, venga, nos vamos – volvía a salirme la vena de hermana mayor

Calla y siéntate – me dijeron al unísono.



Y me callé y me senté. Lo cierto es que me había calentado y quería saber si iban a follar y cómo, era como una peli porno pero en directo. Estábamos allí las tres desnudas, Miri y yo sentadas y abiertas de piernas, con las manos apoyadas tras la espalda y enseñándoles el coño y Ana tumbada boca abajo apoyada en los codos, con los pechos colgando y también abierta de piernas, parecía que nuestros coñitos húmedos necesitaran refrigerarse. Y mirábamos a una pareja montárselo a quince metros de nosotras. Estaban abrazados, besándose, metiéndose mano, hasta que la chica se puso encima del chico y empezó a besarle el cuello, el pecho, le mordía los pezones y tiraba de ellos, le besaba la barriga, le metía la lengua en el ombligo, seguía bajando sus besos hasta que llegó a su polla, empezó a darle besos y mordiscos desde los huevos hasta la punta, donde se entretenía con la lengua, hasta que, en un segundo, se engulló toda aquella polla de palmo y no dejó nada fuera.



¡Hostia tía, ¿cómo ha hecho eso?! – me preguntó Miri

No sé, yo nunca me he comido una tan grande

Juro que yo tampoco

¿Y os habéis comido muchas? – Mierda, no me acordaba de mi hermana pequeña

¿Qué? – le quité importancia - No, sólo alguna

Anda, dile la verdad, que es tu hermana – la oportuna de la Miriam – Me va ganando veintinueve a veintisiete

¿Tenéis una competición de chupar pollas?

No, – dijo Miri – de follar, pero...

Pero es raro lo uno sin lo otro – dije yo terminando la frase



En ese momento la tía le estaba haciendo al otro una mamada de campeonato, sin importarles que estuviésemos nosotras mirando. Se metía la polla hasta el fondo de la garganta y después la sacaba chupando hasta la punta, donde le pasaba la lengua para volver a hundirla de nuevo. Pasados un par de minutos la chica se levantó, se puso sobre él dada la vuelta y comenzaron un sesenta y nueve de campeonato. Teníamos una visión perfecta del coño de la tía, en el que el tío metía la lengua y, al cabo de un par de minutos, la mano. Tenía una mano en el chocho y con la otra empezaba a masajearle el ano, hasta que pudimos ver con todo detalle cómo le metió un dedo en el culo, y luego otro. Poco tiempo pasó cuando escuchamos a los dos gemir y gritar de gusto, se habían corrido. Yo en ese momento tenía el chochito chorreando, y desde mi posición pude ver que el de Ana estaba igual. No hacía falta mucha imaginación para entender que el de Miri estaría igual.



Pues ya han acabado – dijo Miri

Sí, y no han follado – dijo Ana

Pues me apunto, - dijo Ana

¿Qué te apuntas a qué? - pregunté

A lo de los tíos, llevo diez

¿Con diecisiete años y ya te has tirado a diez tíos? – pregunté sorprendida – Joder con Anita, estás hecha una putita

¿Y las tías cuentan? – respondió – porque entonces me anoto diecisiete

¡Vaya con mi hermanita! Parecía tonta y resulta que es bisexual experimentada

¿Con quién te gusta más? – Preguntó Miri

Con las tías me lo paso en grande, pero donde está una buena polla natural para chupar y follar...

¿Y has probado algún trío? – Seguía Miri

De tías sí, en el campamento, las cuatro de la tienda, pero bisex todavía no.

No han terminando aún – dije yo para cortar la conversación – Fijaos en la cabeza de la tía.



Se veía perfectamente que estaba moviendo la cabeza con otra mamada, supongo que para levantarle el ánimo a la polla de su acompañante, cosa que supimos segura cuando ella se levantó y volvimos a ver a aquel miembro en todo su esplendor. Se puso encima del tío y se agachó, apuntó la polla a su coño y se la metió de buenas a primeras, como quien se pone un tampax. Empezó a cabalgar como si fuese a trote mientras su compañero le comía las tetas, cada vez lo hacían con más fuerza, y los gemidos se escuchaban en toda la playa. Miri no debió aguantar más la presión de su calentura, metió la mano en mi chochito y empezó a acariciarme. Me fijé en Ana, que seguía mirando el espectáculo, y como en esa postura no lo podría ver si no se movía, metí mi mano izquierda entre las piernas de mi amiga, cosa que me agradeció apretando más mi coñito húmedo y caliente. La pareja cambió de postura, ella se puso a cuatro patas y el desde detrás se la metió poco a poco. Por la lentitud y los gemidos de ambos supuse que se la estaría metiendo por el culo, pero no podía ver, ahora estaban de frente a nosotras, mirándonos mientras follaban y Miri y yo nos hacíamos mutuas pajas, ella con mi mano y la suya, yo con la suya y con la mía. Estaba empezando a disfrutar como una cerda, los gemidos se me escapaban y noté cómo otra mano se unía al festín en mi chochito, bajé la vista y vi la mano de Ana, que seguía en la misma posición pero nos había sentido. Cogí su mano y empecé a frotarme el clítoris con ella, como dándole mi consentimiento, para después coger dos de sus deditos y metérmelos dentro. Entonces la dejé seguir sola (lo hacía de maravilla) y acerqué mi mano a su culo, se lo acaricié y la metí entre sus piernas, busqué su coñito, estaba goteando de excitación, encontré su otra mano que se masajeaba el clítoris y le metí dos dedos en el chochete, mientras el pulgar le masajeaba el ano. Los otros dos habían acabado, y ahora nos estaban mirando a nosotras. Yo no pude más con la excitación ni con los gemidos de mi mejor amiga y mi hermana pequeña, así que me levanté, cogí a mi hermana, la puse boca arriba y me hundí en su coño para dejárselo seco. Ella me cogió la cabeza y me la hundía más. Mi lengua recorría el exterior y el interior de su rajita en décimas de segundo y casi no podía escuchar sus gemidos. Paré un instante cuando sentí una lengua en mi coño, la reconocí y continué con mi labor en el interior de mi hermana. Sabía de maravilla, lubricaba como un aceite y sus gotas resbalaban por mi barbilla y su culo, lo que aproveché para mojar un par de dedos y metérselos por detrás. No se quejó, así que supuse que ya le habría entrado algo más. Tardó poco en correrse (corrida de la que no dejé escapar ni una gota) y después de limpiarla bien me tiré encima de ella, me comí sus tetas y sus pezones y le di un morreo como nunca le di a un tío. Mientras nos besábamos, Miri seguía comiéndome el coño y metiéndome dedos por todas partes, pero empezó a alternar su boca entre yo y mi hermana, metiéndole a ella algún dedo de la mano que le quedaba libre. Me corrí con ganas, empapé la cara de Miri y el coño de Ana, y después de besarla un par de veces más bajé a ayudar a mi amiga en su labor. Ahora eran los gemidos de Ana los que se escuchaban en toda la playa, nosotras jugábamos con nuestras lenguas en su clítoris, Miri le metía tres dedos por el culo y yo toda la mano en el coño, era superflexible, con las manos libres sobábamos sus duras tetas y ella se metía las suyas en la boca. Por fin, se corrió. Me tiré encima de Miri sin tiempo mientras Ana descansaba de su segundo orgasmo. La besé apasionadamente, me dediqué un rato a sus tetas y a sus pezones y bajé a su coñito que debía estar ardiendo, ya que aún estaba sin tocar. Ana se nos unió y se echó sobre sus pechos, empezó a morderle los pezones y a chuparlos y sobarlos como si fuese la polla de un tío, y yo me dediqué a su chorreante bajo. Estaba empapada, así que directamente le metí toda la mano en el coño mientras mordía su clítoris. Se corrió al momento, pero ni Ana ni yo paramos de hacer lo que tanto le gustaba. Dejé que se empapase bien y cuando acabó saqué mi mano completamente lubricada de su chochito y le metí cuatro dedos en el culo. Ana se acercó y le metió su mano en el coño mientras nos morreábamos y después llevamos nuestras lenguas a su clítoris, con lo que la pobre no aguantó más. Volvió a correrse, esta vez más tiempo. Yo supuse que habíamos terminado y me eché en la toalla, exhausta, boca arriba con las piernas y brazos abiertos. Pero se acercaron las dos y nos dimos un morreo conjunto. Era la primera vez que besaba a dos personas a la vez, y me encantó la sensación de nuestras tres lenguas entrelazadas, con los labios rozándose, pero no duró mucho, me dejaron y bajaron cada una a un pezón, me los lamieron, chuparon y mordieron, cada una a su manera, pero las dos estupendas. Siguieron su camino al sur y llegaron a su destino. Notaba dedos, manos, lenguas, no sabía qué era de quién ni me importaba, notaba mi coño y mi culo abiertos como túneles, no sabía qué me metían, pero me encantaba. Me corrí como nunca lo había hecho, no me podía mover, volvieron a mis labios y nos besamos de nuevo las tres. Cuando nos levantamos teníamos a la pareja a tres metros y empezaron a aplaudirnos. Nosotras para agradecérselo nos cuadramos y saludamos como actrices de teatro, nos dimos la vuelta y volvimos a agacharnos, esta vez para enseñarles nuestros coños empapados. Ella se agachó y empezó a hacerle una mamada al otro, que estaba empapado como un caballo, mientras se pajeaba, pero nosotras recogimos y nos fuimos. Cuando nos marchábamos estaban follando otra vez a lo perro, saludamos y nos fuimos al coche. Ya de camino a casa Miri, siguiendo la última conversación que habíamos tenido, continuó interrogando a mi hermanita sobre sus apetencias y experiencias sexuales:



Oye Ana, tu culito no era virgen, ¿no?

De pollas sí, pero tengo un consolador en casa, que me lo regalaron mis amigas de coña cuando cumplí dieciséis, pero suelo usarlo. Y si no, con alguna amiga nos hemos metido zanahorias, puerros y cosas así

Pues que sepas que tu hermana nada, a parte de dedos no le entró nada por ahí.

Sí, y hasta ayer sólo me habían entrado los míos

Pues de verdad – dijo Miri – que una buena polla por el culo no tiene precio.

Sé yo de una que no te iba a entrar – le dije yo

Ya será menos - dijeron las dos

Ya lo veréis a su debido tiempo - dije yo.



Durante el resto de la semana las cosas volvieron casi hasta la normalidad, a parte de alguna pajilla con mi hermana y con Miri, y a parte también del hecho de que estuve calentando a Andrés todas las tardes. Dado el buen tiempo que hacía bajaba a estudiar a la piscina, con mi bikini más pequeño. A veces me hacía creer que salía y después se quedaba en su cuarto espiando, cosa que yo aprovechaba para calentarlo más. Me ponía en top-less, animaba a Ana para que hiciese lo mismo e incluso, alguna vez, nos desnudamos del todo ante aquella ventana indiscreta. Total, a aquella distancia, imaginaría más de lo que veía. Estuve a punto de enrollarme con Ana una tarde ante la mirada de mi hermano, pero me pareció excesivo.

Además de todo esto, para andar por casa me ponía siempre la ropa más ajustada que encontraba, nunca llevaba ropa interior (sí un tanga con faldas supercortas, pero en esas ocasiones pasaba el día abierta de piernas y agachándome para que lo viese), procuraba que mis pezones estuviesen siempre duros y bien vistosos, vamos, esas cosas que le ponen a tu hermano la polla más dura que una piedra. Me gustaba lo que le hacía, sentarnos en el salón a ver la tele y abrir un poco el escote, como si hiciese calor, bajando casi hasta los pezones; sentarme frente a él para hablar un poco y abrir las piernas "sin darme cuenta" y cerrarlas cuando "me daba cuenta" de que me miraba mi chochito querido; me agachaba constantemente, fuese de frente o de espaldas, para enseñarle el culo o este par que me cuelga; quitarme el bikini mal tapada por una toalla que no me bajaba del culo cuando salía de la piscina y el se quedaba dentro. Me gustaba que se empalmara viéndome y que se hiciese pajas pensando en mi. Al fin y al cabo, yo me las hacía pensando en su polla.



Pero el fin de semana las cosas cambiaron de forma que nunca habría pensado. El equipo de fútbol había ganado la liga y Alex organizó una fiesta en nuestra casa, aprovechando que mis padres (como siempre) no estarían, y yo, teniendo en cuenta que habría alcohol de gratis y veinte tíos cachondos, me autoinvité, extendiendo la invitación a Miriam. Al fin y al cabo era mi casa y, justo ese día, no tenía intención de salir.

Y llegó el sábado. Por la tarde quedé con Miri para ir a la playa (la nudista, por supuesto). Nos pasamos allí toda la tarde, en el fondo para estar de lo más tranquilas. Y estuvimos muy tranquilas. Sobre las ocho, cuando la gente empezaba a escasear nos metimos en el agua y empezamos a jugar. Desde la orilla parecería que estábamos hablando, pero mi mano comenzó a acariciar el coñito de Miriam y una mano suya bajó al mío. Se adivinaban aún un par de familias con niños y otras tantas parejas y a mí me excitaba ser pajeada por mi amiga delante suyo, sin que se enterasen. Continuamos así como media hora, calentándonos, tocándonos suavemente, pasando del chochito al culo, metiendo un par de dedos por el ano, subiendo a los pezones, tocándonos con los pies mientras parecía que hacíamos el muerto. Cuando vimos que ya sólo quedaba una pareja que estaba más interesada en pegarse el lote que en nosotras volvimos a las toallas y empezamos a besarnos, nos ocultamos tras la sombrilla y nos dispusimos para un sesenta y nueve. Nos comíamos el coño mutuamente, estábamos empapadas, al mismo tiempo que le mordisqueaba el clítoris le metía un par de dedos en el culo y otros tantos en el coño, hasta que tuvimos un orgasmo simultáneo. Nuestros gemidos debían escucharse en toda la playa, pero continuamos igual, un par de minutos después ella tuvo otro, y al rato volvimos a acabar juntas. Me di la vuelta y nos besamos apasionadamente, saboreando nuestros propios jugos en boca ajena, estábamos en la gloria. Cuando paramos y nos acostamos vimos algo que nos dejó heladas. Como a metro y medio de nosotras estaba la pareja de antes mirándonos con los ojos como platos, él con una erección que apuntaba al cielo (unos veinte centímetros) y ella con un hilillo de humedad que le bajaba por el interior del muslo. Sin mediar palabra, la chica se acercó a Miriam y se puso a besarla, cosa que le debió gustar a mi amiga, pues no hizo nada por evitarlo. De hecho, empezó a manosear el culo de nuestra invitada (quien, por cierto estaba bastante buena, unas tetas de unos noventa, un pelín caídas pero firmes, igual que su trasero, andaría sobre los treinta, como él, que también estaba bien, se le veía deportista) para que ésta empezase a bajar y comenzara a lamerle las tetas a mi amiga, quien empezó a gemir de placer. Yo miré para el tío y estaba absorto viendo cómo su novia ya le comía el chocho a Miri, así que me acerqué a el, le cogí la polla y empecé a manosearla. Él me miró sorprendido, le miré con ojos golositos y le dije:



No sólo van a disfrutar ellas



Empecé a pasarle la lengua por el capullo, a ensalivarlo y, cuando estuvo lo suficientemente mojada, me la metí hasta la garganta, enterita (técnica que perfeccioné en largos años de entrenamiento). Lo agarré por el culo y empecé a mamarle la polla, al mismo tiempo que le pasaba un dedo por el ojete, pero se corrió en un minuto. Me tragué casi toda su leche, me levanté y le pegué un morreo para que saborease su producto. Acto seguido lo tumbé al lado de su amiguita, cuyo coñito estaba siendo estupendamente comido por Miriam, y volví a meterme su polla en la boca para ponerla a tono. Lo cierto es que no le hacía mucha falta, porque no había bajado mucho y me la podía haber metido así, pero donde esté una polla dura, que se quiten las demás. Cuando volvió a sus veinte centímetros me senté encima de ella, bajándome poco a poco, pero de una sola vez, con lo mojado que tenía el coño entraba de maravilla. Me moví despacito al principio, en círculos, y después aumenté el ritmo. Me eché encima de él para que me comiese los pezones, y le di un beso a su novia, que debía ir por el quinto orgasmo. Le agarraba la polla con mi coño, la apretaba cuando me subía y la soltaba al caer, estábamos disfrutando al máximo. Empezó a meterme dedos en el culo, que también estaba mojado, me los sacaba para que los chupase y me los volvía a meter. Me gustó tanto la sensación que me corrí con abundancia. El se dio cuenta (aunque yo seguí como si nada, tanto me gustaba), paró y me sacó de encima. Me puso a cuatro patas, se colocó detrás de mí y me empezó a meter varios dedos en el coño para después pasar al culo. Así que lo hizo varias veces y vio que estaba lubricado puso su polla en mi ojete y empezó a empujar despacio. Yo supongo que sería de todo lo que me metí por ahí, pero debo decir que no me dolió en absoluto. Le costó más que por delante, pero entró hasta el fondo. Y me gustaba, empecé a darme cuenta de todas las pollas que me había perdido y podían haberme follado por el culo. Al ver que no me quejé en absoluto empezó a bombear al momento, su polla entraba y salía de mi agujero de maravilla, estábamos disfrutando de lo lindo, cuando dos tetas se pusieron delante de mi boca y me las empecé a comer. A los dos minutos el panorama era espectacular. El tío me enculaba mientras yo le comía el coño a su novia y ésta a Miriam, que estaba sentada en su cara. La chica fue la primera en conseguir su enésimo orgasmo, Miri ocupó su lugar poniendo su coño en mi boca y nuestra nueva amiga se puso debajo de mí y empezó a lamer mi coño chorreante, mientras manoseaba los huevos de su novio. Ante eso no pude evitar correrme, ella saboreó todos mis jugos, pero no quería que el tío dejase de follarme, y así lo hizo hasta que se corrió dentro de mi culo al mismo tiempo que Miriam terminaba en mi cara. Cuando me sacó la polla del culo la chica se puso detrás de mí y se tragó toda la leche que salía de mi agujero. Cuando dejó de salir y aprovechando la dilatación de mi ojete, metió la lengua dentro y me limpió a fondo, no dejó ni una gota de esperma en mi interior, lo que le agradecí con un largo beso. Al mismo tiempo Miri le limpió la polla al tipo, y siguió lamiendo después de la limpieza, se la metió en la boca y empezó a mamársela. Cada vez que salía de su boca era más grande que cuando había entrado, hasta que estuvo completamente tiesa de nuevo. Entonces se tumbó, levantó las piernas lo que pudo, agarró la polla de su amante y se la metió por el culo. Nosotras nos metíamos mano mientras mirábamos el espectáculo, disfrutábamos mientras ellos disfrutaban. Al rato el chico habló por primera vez y nos dijo que nos pusiésemos las tres a cuatro patas, y así lo hicimos. Miriam, la chica y yo. El chico le metió la polla en el culo a Miri y a los cinco bombeos la cambió a su coño, mientras nos besábamos las tres y las dos sinpolla nos metíamos los dedos. Después de cinco bombeos en el coño se salió de Miri e hizo lo mismo con su novia, para repetir conmigo. Después se la volvió a meter por el coño a Miri, y ya la folló hasta que la hizo correrse, después lo hizo con su novia y por último me corrí yo. Nos dimos la vuelta y, entre las tres, le hicimos una mamada, para que se acabase corriendo en nuestras caras. Nos lamimos los cuatro y terminamos la orgía con un cuádruple beso con sabores de los sexos de todos.



Llegamos a casa exhaustas, yo tan sólo con mi faldita del tenis y un top y Miriam con un short que le marcaba hasta los labios y una camiseta mínima. A las dos se nos notaba que íbamos sin sujetador, y a ella también que iba sin bragas.

Como los invitados estaban a punto de llegar fuimos a ducharnos, que nos hacía buena falta. Nuestro olor a sexo debía llenar toda la casa. Nos quitamos la poca ropa que llevábamos y nos metimos en la ducha, nos enjabonamos mútuamente bajo el chorro de agua, nos acariciamos un poco y nos dimos un par de dulces besos con lengua, pero nada más, estábamos cansadas y teníamos toda una noche por delante.



A la hora de vestirnos no tuvimos dudas. Minifaldas mínimas, ella negra ajustada y yo de vuelo azul marino, pero que nos llegaban justo a la base del culo, y por arriba ella un top blanco y yo una blusa blanca de gasa, sin sujetadores. A las dos se nos marcaban perfectamente los pezones, y a mi se me adivinaba el resto de mis preciosos pechos. Para rematar la faena, tanga negro de encaje ella y tanga blanco de lycra para mí.



Bajamos y ya había llegado la mitad del equipo, estaban en el jardín, junto a la piscina bebiendo y charlando. Ana estaba con ellos, bebiendo también. Llevaba un vestido corto de verano, liviano y amarillo. Era evidente que no llevaba sujetador, sus pequeños pezones parecían querer atravesar la tela, y cualquier chica se daría cuenta de que tampoco llevaba bragas ni tanga. Parecía que sus intenciones eran similares a las nuestras.

Cuando salimos al jardín y saludamos todos los chicos se quedaron como piedras al vernos. Tardaron un poco en reaccionar, hasta que uno de ellos se acercó para saludarnos y nos plantó un beso en cada una de nuestras mejillas. Después nos fuimos acercando y saludando a los demás. Conocíamos a la mayoría de ellos, e incluso a algunos, como al primero que nos saludó, nos lo habíamos tirado las dos (por separado, ojo).

Nos pusimos a beber y charlar mientras llegaban los demás, realmente nos estábamos divirtiendo, era una fiesta muy agradable, y la mayoría de los chicos eran sumamente simpáticos, a pesar de que a todos se les bajaban los ojos a nuestros pechos cuando hablábamos con ellos. También cuando hablaban con Ana, y también a Alex y a Andrés cuando estaban conmigo. A alguno se le notaba en el paquete que disfrutaba mucho de la vista.

Las conversaciones fueron subiendo de tono al tiempo que subía la luna llena, que si la blusa me quedaba muy bien, que si no tapaba mucho, que si tenía unos pechos muy bonitos. Al rato estaban comparando la forma de nuestros pezones, que si a uno le gustaban más grandes que los de Ana, que si más rosados que los míos, que más pequeños que los de Miriam... Y claro, el alcohol se hace notar, y allí las botellas se vaciaban con una velocidad impresionante. No sé si estuvisteis alguna vez en una fiesta de futbolistas. Yo no sé si es porque están acostumbrados a verse desnudos en los vestuarios, pero casi siempre hay alguno que acaba haciendo un strip-tease. Y allí no iba a ser menos. Llegado un momento de la noche en que todos estábamos ya bastante cocidos uno de ellos se subió a una mesa y empezó a sacarse la camiseta al son de la música. Las tres chicas nos pusimos en primera fila y silbábamos y animábamos como el resto de los chicos. El boy improvisado se deshizo de las zapatillas y comenzó a desabrocharse los vaqueros, para después sacárselos. Llevaba unos calzoncillos de pata ajustados, de color azul, bajo el que se adivinaba una polla de tamaño medio. Cuando ya se iba a bajar de la mesa el resto del equipo se le echó encima, lo tiraron al suelo y, después de forcejear un rato, le quitaron los gayumbos, nos los ofrecieron a nosotras y después lo tiraron a la piscina. Él agarró a uno y se lo llevó consigo en la caída, para que luego empezasen a tirarse los demás. Unos vestidos, otros en gayumbos y otros completamente desnudos. Nosotras nos reíamos desde fuera, hasta que nos decidimos y nos tiramos al agua así como estábamos. Ya se sabe que con el agua la ropa se pega al cuerpo, y que transparenta un poco. A Miriam se le marcaban las tetas y se le veían los pezones. Ana tenía toda la tela pegada a su piel y sus pezoncitos se veían perfectamente. Su vestido flotaba un poco, pero era lo suficientemente largo como para que le tapase el culo. Yo, con mi blusa de gasa, parecía que estuviese desnuda de cintura para arriba. Y con mi faldita de vuelo flotando se me veía todo lo que no me tapaba mi tanguita. Cuando nos dimos cuenta estaban todos desnudos, alguno con una copa, dentro de la piscina, y la gran mayoría empalmados. Había pollas de todos los tamaños, formas y colores. Empezaron a decirnos que era injusto que ellos estuvieran todos desnudos y nosotras vestidas (vestidas, se nos veía casi todo) y que ellos también querían disfrutar de la vista, como nosotras disfrutábamos al verlos. Era cierto que disfrutábamos, y nos parecía justa la exigencia (lo que hace el alcohol), así que después de hablarlo nos salimos de la piscina y nos pusimos en el borde. Miriam y yo empezamos a sacarnos blusa y camiseta, mientras Ana se quedaba detrás de nosotras. Los chicos no perdían detalle y nos jaleaban con silbidos y gritos muy subidos de tono (muy adecuados a la situación), al tiempo que nos quitábamos las falditas. Para quitarnos los tanguitas nos dimos la vuelta y les enseñábamos el culo, para después volvernos hacia ellos con los brazos abiertos y tirar nuestras prendas íntimas a nuestro querido público. Antes de que terminasen los aplausos nos fuimos hacia Ana, nos pusimos una a cada lado y agarrando su vestido por abajo se lo levantamos hasta que le salió por su cabeza quedando completamente desnuda. Acto seguido corrimos hacia la piscina y nos tiramos cogidas de las manos. Tres chicas guapísimas y desnudas metidas con dieciocho tíos cachondos en una piscina.

Empezamos a jugar pasándonos una pelota mientras nos la intentábamos quitar, todos contra todos. Era el juego perfecto para rozarnos con cuerpos durísimos y pollas durísimas, escapándosenos alguna mano de vez en cuando. Y para ellos era el juego perfecto para rozarse con cuerpos esculturales y tetas y culos esculturales, escapándoseles alguna mano de vez en cuando. Entre roce y roce los ánimos se fueron calentando y las manos se fueron soltando. A cada una de nosotras nos metieron mano diez tíos distintos, diez tíos distintos a los que también nosotras metimos mano. Una cosa llevó a la otra y al rato estábamos las tres morreándonos con otros tantos tíos mientras otros nos sobaban tetas y culos, nos metían algún dedo en nuestros coñitos y nosotras sobábamos sus pollas.

Me paré cortando el rollo, cogí a Ana y a Miriam y nos salimos de la piscina. Algunos tíos nos miraban como si acabasen de perder la oportunidad de su vida. Hablamos un minuto mientras todos nos observaban, y decidimos portarnos como auténticas putas. Nos pusimos mirando a la piscina, yo en medio con Ana a mi izquierda y Miriam a mi derecha. Hablé y dije:



Si queréis sexo tendréis sexo. Pero vais a tener que hacer todo lo que os digamos.

Por el momento – dijo Miriam – salid de la piscina y poneos mirando hacia nosotras. – aún no había terminado de decirlo y estaban todos fuera de la piscina.

Bien. – dijo Ana – Ahora nos vamos a acercar. De momento iremos poco a poco. Sed pacientes y esperad así colocados a que llegue vuestro turno. El que se salga se irá con los cojones cargaditos para su casa.



Teníamos frente a nosotras dieciocho cuerpos atléticos con sus dieciocho pollas empalmadas. Las había grandes y pequeñas (las más grandes las de mis hermanos), oscuras y rosadas, con capullos cubiertos y descubiertos, con curvaturas hacia arriba y hacia abajo. Todas para nosotras tres (bueno no, las de Alex y Andrés sólo para Miriam). Un auténtico supermercado de pollas donde escogeríamos las que más nos gustaban. Y compraríamos todas. Nos acercamos, Ana al primero por la izquierda, yo al séptimo y Miriam al número trece. Nos arrodillamos y empezamos a chuparles las pollas a la vez. Íbamos despacio, lamiendo desde los huevos hasta el agujero de la puntita, nos metíamos las pollas en la boca, hasta que nos entraban por la garganta, al tiempo que metíamos algún dedito por los ojetes y manoseábamos las pollas que se encontraban a nuestra derecha. Cuando se corrieron los tres primeros en nuestras bocas nos levantamos sin tragar nada, nos juntamos las tres y nos dimos un morreo para intercambiar en nuestras bocas los fluidos de los primeros afortunados. La lechita caliente se escapaba y corría por nuestras barbillas, mientras los chicos admiraban la escenita lésbica que les ofrecíamos. Volvimos a las pollas siguientes y repetimos la operación y el espectáculo posterior, esta vez tocándonos las tetas y los culos. En la siguiente ronda a Miriam le tocaba la gran polla, la polla de Alex. Se la metió como pudo en la boca, pero dado que le se moría por los huesos de mi hermano se la metió con gran esfuerzo hasta la garganta y le hizo la mamada de su vida, agarrándola con las dos manos y casi asfixiándose. Cuando volvimos a nuestro morreo extrahúmedo Ana y yo nos tragamos la leche que teníamos en la boca para saborear exclusivamente la de nuestro hermano. Nos dimos cuenta de que dos de los chicos que le tocaban a Ana y otro de los de Miriam no estaban en la fila. Se habían apartado un poco de nuestra fiesta y estaban los tres dándose un morreo y sobándose pollas y culos. Volvimos, Ana a su último chico, a Miriam le quedaba uno más y a mi dos. Pero el que me tocaba era Andrés, así que cuando llegué junto a él le agarré la polla y le dije:



Aún no llegó el momento de que tu hermana te haga una mamada. – No sé que le dejó más desconcertado, si el que no se la chupase o el "aún", que indicaba que lo haría algún día -



Me dirigí a Miriam, le saqué una polla de la boca y la mandé a chupar la de Andrés, mientras me arrodillaba para continuar el trabajo que Miri había dejado a medias. En el cuarto morreo, con la leche que nos caía de la boca llegando ya a nuestros preciosos pechos, nuestras manos pasaron entre nuestras piernas, cada una de nosotras metía un dedo en el coño de las otras dos, todas teníamos dos dedos dentro moviéndose descompasados. Pero aún nos quedaban tres. Estaban todos quietos sobando sus pollas suavemente, para tenerlas a punto cuando las necesitásemos. Nos fuimos una a cada uno y les hicimos sus merecidas mamadas. No aguantaron mucho debido a la espera, y nos guardamos sus corridas en la boca. Entre Miri y yo tumbamos a Anita en la hierba y le soltamos toda la leche de nuestras bocas en sus firmes pechos. Nos arrodillamos y empezamos a lamerla toda de nuevo, parándonos un buen rato en sus pezones. Estábamos ardiendo, así que decidimos que era el momento de disfrutar nosotras. Cogimos cada una a nuestros correspondientes chicos (yo le cambié a Miriam uno por mi hermano) y nos tumbamos en el suelo. Ana tenía cuatro para ella, Miriam cinco y yo seis, seis pollas, doce manos y seis lenguas para hacerme disfrutar. Se echaron todos encima nuestra como posesos y empezaron a lamernos todo el cuerpo, dedicándose a los pezones, morreándonos y peleándose por lamer nuestros coños y nuestros anitos. Yo estaba en la gloria, me llegaron un par de orgasmos en cinco minutos, pero quería polla, y se lo hice saber:



A ver mariconazos, para chuparme me valen las tías, ¿Para qué queréis las pollas? ¡Venga, folladme ya!



Mis palabras fueron bien recibidas, y uno de los que me lamía el coño me penetró de un estacazo. Empecé a disfrutar de verdad, y más pensando que aún me quedaban cinco pollas propias, siete que también podía probar y un agujerito aún vacío que me daría más placer cuando me lo llenaran.



Al rato la estampa era la siguiente:



Miriam estaba a cuatro patas chupando las pollas de dos tíos, uno de ellos Alex con su rabo de campeonato que casi no le entraba en la boca, que estaban tumbados frente a ella (mientras tenía una polla en la boca pajeaba la otra), Andrés estaba lamiéndole el coño y se sobaba su tremenda pollaza y tenía otros dos debajo chupando los pezones de sus hermosos pechos.



Ana estaba tumbada boca arriba con una polla en su boca y otras dos en sus manos y con una cabeza enterrada entre sus piernas, cuyo dueño le metía un par de dedos por el culo.



Yo estaba tumbada como Ana, con dos labios en cada uno de mis pezones, un par de estupendas pollas en mis manos, otra follándome por la boca y una pollaza maravillosa moviéndose en mi coñito chorreante.

¿Y los otros tres tíos? Pues se lo estaban montando por cuenta propia, uno de pié con otro chupando su polla y el otro lamiéndole el ojete. Menudo desperdicio de carne dura.



Las corridas se empezaron a suceder al poco tiempo, las tres tuvimos sonoros orgasmos y nos tragamos la leche de algunos, mientras otros preferían descargar encima de nuestra suave piel. Me puse a cuatro patas y una polla entró en mi coño de una estacada, casi ni me enteré de lo mojada que estaba, le chupaba la polla a un tío y el que me follaba me metía un par de dedos en el culo. Miri estaba cabalgando a Alex, su polla no le entraba del todo en el coño, mientras se la mamaba a Andrés y otro le lengueteaba el ojete. Ana seguía boca arriba, con un tío encima suya follándola con ganas y otro follándola por la boca. Sus manos no se estaban quietas y pajeaban las otras dos pollas. Los tres que estaban juntos presentaban una estampa súpersugerente. Había uno a cuatro patas con una polla dentro del culo, tenía al otro debajo y se chupaban las pollas mútuamente. Los demás se acariciaban sus miembros empalmados suavemente esperando el turno de que les mamásemos las pollas o nos pudiesen follar.

Ahora Ana estaba encima de otro tío, el que se la había follado ya se había corrido dentro de su chochito y estaba tumbado a su lado, le chupaba la polla a otro y tenía una mano (¡entera!) dentro de su culo.

Alex seguía debajo de Miriam, que se estaba tragando la corrida de mi hermanito mientras una polla estaba entrando poco a poco en su culo.

Cuando el que me follaba se corrió, me metí en mi chocho el rabo que estaba mamando y me puse otro en la boca, sentí cómo una polla me taladraba el culo de un fuerte golpe. Me corrí por quinta o sexta vez, ya había perdido la cuenta de mis orgasmos, como creo que les pasó a Ana y Miriam. Estábamos las tres es la misma postura, con pollas en nuestros coños, nuestros culos y nuestras bocas.

Al correrse Alex (menudo aguante) otro tío fue a sustituirle y Miriam se metió su polla como si nada. Al dejarle la polla de Alex tan abierto el coño la otra, aunque de buen tamaño, no la llenaba. Entonces se paró y le dijo al que tenía detrás que se la metiese también por el coño. Estaba siendo follada por dos pollas en su chochito, mientras se la chupaba a dúo a mis dos hermanos para levantarles otra vez las pollas.

Los chicos se fueron turnando de coño en coño y de culo en culo hasta que todas sus pollas pasaron por alguno de nuestros agujeros. Incluso Ana pudo disfrutar de una polla de las que había estado dentro de un culo masculino. Todas, claro, menos las de Alex y Andrés, que se dedicaron exclusivamente a Miriam.

Los chicos fueron marchando cuando sus pollas ya no se levantaban y antes de quedar dormidos por el cansancio en el césped de la piscina.

A las seis de la mañana nos quedamos solos mis hermanos, Ana, Miriam y yo. Nos metimos en casa y después de descansar un rato sin decir una palabra me decidí a hacer algo que deseaba con fuerza pero no quería que viesen los demás. Cogí las pollas de mis hermanos, que estaban tirados en el sofá y empecé a lamerlas, por turnos. Sus caras eran de asombro absoluto, los ojos se les salían de las órbitas, pero no pusieron ninguna objeción. De hecho en seguida estuvieron bien duras. Seguí lamiéndolas, desde los huevos hasta la punta, metiendo lo que podía en la boca y ayudándome con las manos, metiéndoles los dedos en el culo. Andrés se corrió abundantemente y me tragué toda la leche que pude, aunque una buena cantidad se me cayó en las tetas. Seguí con la polla de Alex hasta que también se corrió, también me tragué todo lo que pude, y también me cayó parte por las tetas. Volví a empezar para endurecer otra vez sus pollazas, cosa que no tardó en suceder. Entonces me puse encima de Andrés y me metí su rabo en el coño, mientras él me lamía los pechos limpiando su corrida y la de su hermano. Agarré con una mano la polla de Alex y la dirigí al agujero de mi culito, y el se encargó de metérmela poco a poco. Me destrozaba aún después de haber recibido por ahí más de diez pollas en tres horas, pero era feliz. Me estaban follando mis hermanos, los dos a la vez, tenía sus dos grandísimas pollas dentro de mí, estaba a punto de desmayarme de placer delante de Ana y de mi mejor amiga, que para no desaprovechar el tiempo le comía el coño a mi hermanita. Como un cuarto de hora después se corrieron los dos, tras haber tenido yo cuatro orgasmos, les chupé de nuevo las pollas para limpiarlas y ponerlas duras otra vez. Entonces me levanté, tumbé a Alex en el suelo, cogí de la mano a Anita y la llevé para ponerla encima de Alex. Sus ojos brillaban como si lo hubiese deseado toda la vida. La polla de su hermano mayor entró en su chochito y los dos gimieron fuertemente. A Ana se le cortaba la respiración. Agarré a Andrés por su polla y se la puse en la entrada del culo de su hermana pequeña. Él hizo el resto. Su hermanita no era capaz ni de gemir. Le di un morreo a Ana. Le di un morreo a Alex. Le di un morreo a Andrés. Me senté, de espaldas a mi hermana, encima de la boca de Alex, que me empezó a lamer el coño maravillosamente y me agaché para hacer yo lo mismo con mi mejor amiga. Fue un polvo espectacular, en la noche más espectacular de mi vida.



Al día siguiente me levanté tarde, a las cuatro y pico. Estaba reventada de tanto sexo. Mi chochito querido me dolía, y mi culito no digamos. Tenía todo el cuerpo lleno de corridas de sabe dios quien, y mis muslos se quedaban pegados por su interior debido a los fluidos pegajosos y resecos que me bajaban hasta los pies.

Me metí en la ducha y abrí el grifo, necesitaba agua por mi piel, me enjaboné casi sin tocarme. Cuando salí me sequé con una toalla y me vestí con unas braguitas blancas y una camiseta de tiras. Así bajé hasta la cocina, me hice un par de sándwiches y me fui a la piscina. Cuando llegué vi a los cuatro tumbados desnudos tomando el sol, durmiendo al sol más bien. Miriam se despertó un rato después. Charlamos un rato, como todos los domingos, para comentar la orgía del día anterior. No se repetiría en nuestra vida, de eso estábamos seguras las dos. Cuando ya estuvieron todos despiertos Miri se tuvo que ir, y Alex se ofreció para llevarla a casa. Ella no tardó más de un segundo en aceptar. Ana y Andrés fueron a vestirse contando con que nuestros padres no tardarían en llegar.

La cena transcurrió con normalidad, charlando como si la noche anterior no nos hubiésemos follado a quince tíos cada una, como si Andrés no se hubiese follado a sus dos hermanas y a la mejor amiga de la mayor. Después de cenar nos fuimos un rato al salón y vimos la tele, pero estábamos todos súmamente cansados, así que no tardamos en irnos a la cama.



II



Todo cambió entre nosotros desde ese día. Las ausencias de fin de semana de nuestros padres se convirtieron en grandes orgías entre nosotros. Durante la semana aprovechamos el horario laboral para follar con quien este libre.



Tengo grato recuerdo de una tarde que, estando yo en la piscina, entraron Alex y Andrés. Ya no hay tabús, así que ahora siempre me baño desnuda (no delante de nuestros padres, hay que guardar las apariencias), y ellos hacen lo mismo. Me besaron. Empezaron a manosearme, a chuparme los pezones y a meterme manos en el coñito y en el culo. Nos salimos del agua, tumbé a Alex en el suelo y me metí su polla en el culo. Andrés se puso delante de mi para que se la chupase, cosa que hice con gusto. Estuvimos así hasta que los dos se corrieron, uno en mi boca, leche que me tragué gustosa, y el otro dentro de mi coño, leche que cogía en mi mano mientras se salía de dentro para llevármela a la boca y tragarla. Les chupé las pollas hasta que volvieron a estar duras. Me tumbé y Andrés me la metió en el chochito del que aún salía la corrida de su hermano. Conla leche que quedaba en mi mano empecé a lubricarle el culo y a meterle dedos, uno, dos, tres. Cuando estuvo lo suficientemente abierto cambié de mano, y con la mano aún manchada de su corrida empecé a pajear a Alex. Después dirigí su polla a la entrada del culo de Andrés. Pensé que dudaría, pero no, se la empezó a meter al momento, despacio, mientras su hermano pequeño gemía de dolor y yo de placer, de ver cómo me follaba mi hermano pequeño que estaba a su vez siendo penetrado por nuestro hermano mayor.​
 
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