Incestlover
Virgen
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Érase una vez una hermosa nena blanquita de largo pelo negro, ojos azules y hermosas nalguitas gorditas, quien siempre vestía con una linda capita roja,
a quien por lo mismo llamaban Caperucita roja, ella amaba correr por el pueblo en el que vivía y disfrutaba subirse a los árboles, estatuas y demás objetos que encontrará,
y desde ahí levantarse su faldita y enseñar su colita, para escuchar los lindos piropos que los hombres y mujeres de su pueblo le dirigían. De entre todos ellos, el que más le gustaba
era uno que decía: «Caperucita, caperucita «¡Que rica está tu colita¡»» que la hacía sentir muy orgullosa, feliz y hermosa, al punto de que
se bajaba sus calzoncitos y abría sus nalguitas, mostrando un apretadito, rosadito y hermoso culito.
Cierto día estaba tocándose su conchita, cuando su mami le pidió que llevara a su abuelo comida, bebida y ropa, así que puso todo en una canasta y partió hacia casa de éste,
en el camino iba saltando alegremente lo que levantaba su falda, y permitía ver sus ricas nalguitas, las cuales no pasaron desapercibidas para un lobo que iba pasando por ahí, y quien
apenas la vio quedó prendado de su belleza, extasiado pensó acercarse para conocerla y conquistarla.
Caminaba hacia ella cuando a Caperucita le ando del baño, se paró al lado de un árbol, levantó su capa y su faldita, y bajo sus calzoncitos, dejando a la vista su rosado coñito, sus gordas
nalguitas y su igualmente rosaceo agujerito anal, tal espectáculo éxito al lobo «¡Que delicia de hembrita!» pensó el lobo, «Ella debe ser mía», mientras la nena orinaba, el lobo se acerco con cuidado, no quería asustarla.
Pero Caperucita, acostumbrada a ser observada sintió la mirada del lobo, y una vez término de orinar, volteó a verlo, se sujetó las nalguitas y las abrió sonriendo con picardía, y agregó «¿Quieres lobito?»
El lobo no creía su suerte, asintió emocionado y le mostró a Caperucita su larga y gorda verga y dijo:
—Mira como me pones nena
—Oh! Está enorme—dijo con gula
—Y es toda para ti, anda ponte de perrito—dijo el lobo avanzando hacia ella.
—Nop, primero quiero chuparla.
Se arrodilló frente al lobo y sin pena alguna, tomó la verga del lobo y posó su hermosa boquita sobre el rojo glande del lobo,
el lobo pensó que ella no podría comer mucho, pero para su sorpresa y gran placer ella abrió su boca más de lo que creía
le era posible y sin quitarle la mirada, engullo la canina polla hasta casi una tercera parte.
Se la saco de la boca, sonrió y dijo:
—Señor lobo ¡Que verga tan grande tiene!
—Es para cogerte mejor—dijo el lobo.
—Ahora si cojame—comentó excitada Caperucita
Ni tardo ni perezoso, el lobo la levantó y la puso con la colita parada, separó sus cachetitos y hundió la lengua en el ano de la nena
para lubricarlo y abrirlo.
—Sr lobo, ¡Oh si! ¡Que lengua tan grande tiene!
—Ed pada didatarte mejord—dijo el lobo con su lengua enterrada en el delicioso anillo trasero de su joven amante.
Una vez consideró que estaba suficientemente abierta tomó su verga y la dirigió al canal trasero, y como no podía ser de otra
forma, el culito de Caperucita tragó con gula toda la verga lobuna.
Maravillado, el lobo la tomó por las caderas y la bombeo con gran ímpetu, hasta que sintiendo que se iba a venir, desenchufo a
Caperucita y la puso de frente a él.
—Tragate mi leche—ordenó
—Sii! ¡Me encanta la leche de verga! Mi abuelito me la da desde que tengo siete—contó alegremente y abrió mucho la boca
—El lobo se pajeo con fuerza hasta soltar un gran chorro de espeso y caliente semen que la nena bebió encantada, y cachonda como estaba se dedeo hasta correrse violentamente,
soltando chorros y chorros de juguito vaginal que el lobo bebió.
—Señ..or lo..bo, que grandes son sus corridas—dijo Caperucita mirando al lobo con ojos de amor, la potente cogida, gran verga
y abundante lechada la habían enamorado.
—Son para enamorarte mejor—dijo el lobo viéndola a los ojos y acto seguido la besó romántica y apasionadamente.
Ya como pareja, el lobo llevo a Caperucita con su abuelo, entregaron las cosas, fueron a casa de su madre para decirle que estarían juntos,
y se fueron a su casa, donde cada día el lobo enculaba a Caperucita, y a menudo se oía que decía «Caperucita, caperucita ¡Que rica está tu colita¡»
El día del 11 cumpleaños de Caperucita, el lobo la embarazo, y felices celebraron que serían papás, como no podía ser de otra manera.
Fin
a quien por lo mismo llamaban Caperucita roja, ella amaba correr por el pueblo en el que vivía y disfrutaba subirse a los árboles, estatuas y demás objetos que encontrará,
y desde ahí levantarse su faldita y enseñar su colita, para escuchar los lindos piropos que los hombres y mujeres de su pueblo le dirigían. De entre todos ellos, el que más le gustaba
era uno que decía: «Caperucita, caperucita «¡Que rica está tu colita¡»» que la hacía sentir muy orgullosa, feliz y hermosa, al punto de que
se bajaba sus calzoncitos y abría sus nalguitas, mostrando un apretadito, rosadito y hermoso culito.
Cierto día estaba tocándose su conchita, cuando su mami le pidió que llevara a su abuelo comida, bebida y ropa, así que puso todo en una canasta y partió hacia casa de éste,
en el camino iba saltando alegremente lo que levantaba su falda, y permitía ver sus ricas nalguitas, las cuales no pasaron desapercibidas para un lobo que iba pasando por ahí, y quien
apenas la vio quedó prendado de su belleza, extasiado pensó acercarse para conocerla y conquistarla.
Caminaba hacia ella cuando a Caperucita le ando del baño, se paró al lado de un árbol, levantó su capa y su faldita, y bajo sus calzoncitos, dejando a la vista su rosado coñito, sus gordas
nalguitas y su igualmente rosaceo agujerito anal, tal espectáculo éxito al lobo «¡Que delicia de hembrita!» pensó el lobo, «Ella debe ser mía», mientras la nena orinaba, el lobo se acerco con cuidado, no quería asustarla.
Pero Caperucita, acostumbrada a ser observada sintió la mirada del lobo, y una vez término de orinar, volteó a verlo, se sujetó las nalguitas y las abrió sonriendo con picardía, y agregó «¿Quieres lobito?»
El lobo no creía su suerte, asintió emocionado y le mostró a Caperucita su larga y gorda verga y dijo:
—Mira como me pones nena
—Oh! Está enorme—dijo con gula
—Y es toda para ti, anda ponte de perrito—dijo el lobo avanzando hacia ella.
—Nop, primero quiero chuparla.
Se arrodilló frente al lobo y sin pena alguna, tomó la verga del lobo y posó su hermosa boquita sobre el rojo glande del lobo,
el lobo pensó que ella no podría comer mucho, pero para su sorpresa y gran placer ella abrió su boca más de lo que creía
le era posible y sin quitarle la mirada, engullo la canina polla hasta casi una tercera parte.
Se la saco de la boca, sonrió y dijo:
—Señor lobo ¡Que verga tan grande tiene!
—Es para cogerte mejor—dijo el lobo.
—Ahora si cojame—comentó excitada Caperucita
Ni tardo ni perezoso, el lobo la levantó y la puso con la colita parada, separó sus cachetitos y hundió la lengua en el ano de la nena
para lubricarlo y abrirlo.
—Sr lobo, ¡Oh si! ¡Que lengua tan grande tiene!
—Ed pada didatarte mejord—dijo el lobo con su lengua enterrada en el delicioso anillo trasero de su joven amante.
Una vez consideró que estaba suficientemente abierta tomó su verga y la dirigió al canal trasero, y como no podía ser de otra
forma, el culito de Caperucita tragó con gula toda la verga lobuna.
Maravillado, el lobo la tomó por las caderas y la bombeo con gran ímpetu, hasta que sintiendo que se iba a venir, desenchufo a
Caperucita y la puso de frente a él.
—Tragate mi leche—ordenó
—Sii! ¡Me encanta la leche de verga! Mi abuelito me la da desde que tengo siete—contó alegremente y abrió mucho la boca
—El lobo se pajeo con fuerza hasta soltar un gran chorro de espeso y caliente semen que la nena bebió encantada, y cachonda como estaba se dedeo hasta correrse violentamente,
soltando chorros y chorros de juguito vaginal que el lobo bebió.
—Señ..or lo..bo, que grandes son sus corridas—dijo Caperucita mirando al lobo con ojos de amor, la potente cogida, gran verga
y abundante lechada la habían enamorado.
—Son para enamorarte mejor—dijo el lobo viéndola a los ojos y acto seguido la besó romántica y apasionadamente.
Ya como pareja, el lobo llevo a Caperucita con su abuelo, entregaron las cosas, fueron a casa de su madre para decirle que estarían juntos,
y se fueron a su casa, donde cada día el lobo enculaba a Caperucita, y a menudo se oía que decía «Caperucita, caperucita ¡Que rica está tu colita¡»
El día del 11 cumpleaños de Caperucita, el lobo la embarazo, y felices celebraron que serían papás, como no podía ser de otra manera.
Fin