Unos vecinos habían llevado las sardinas, otros mejillones, otros llevaran el pan de maiz, otros el vino y otros el orujo. Los niños y los mozotes habíamos traído la leña del monte a la plaza del pueblo para hacer la hoguera. Los tres vecinos gaiteros ponían la música. Era la noche de San Juan, una noche mágica.
A las 10 de la noche encendieron la hoguera. El olor a leña verde quemándose perfumaba la noche. El humo, alzándose como un gran fantasma, impresionaba al verlo. En las alturas, la luna en cuarto menguante, parecía invitar las brujas a volar en sus escobas... y es que aunque en Galicia no creemos en las brujas, haber las hay.
A las dos horas...
Los gaiteros soplaban en las botellas de vino en vez de soplar las gaitas. Las viejas y los viejos bailaban sin música...
Un chaval se le ocurrió decir que jugáramos al escondite. Los niños encantados y los mocitos, más
A Toño, un joven, alto, moreno y de complexión fuerte, le tocó apandar. Tenía que encontrarlos a todos y a todas. No le gustaba mucho andar solo en medio de la oscuridad, pero le iban a alegrar la noche. Vio en un pajar a dos chicas besándose. En aquellos tiempos era un pecado capital. La mujer que se daba el lote con otra mujer era considerada peor que una prostituta. Pero a Toño, ni pecado ni hostias, se le levantó la polla, la sacó y observó. Vio como se metían las manos por debajo de la ropa y se magreaban las tetas, después como se las metían dentro de las bragas, todo esto sin dejar de besarse... Al rato sintió los gemidos de las dos al correrse... ¡Toño echó una corrida bestial!
Las dos muchachas, al acabar de darse el lote, pasaron por lado de Toño. Iba a pillarlas, pero venían hablando y las reconoció por sus voces. ¡Una era su hermana Laura y la otra su prima Celia! La sorpresa lo dejó sin margen para maniobrar.
Al final pilló a un niño y dejó de jugar al escondite. Su hermana y su prima estaban sentadas en el cemento una al lado de la otra Toño se sentó al lado de ellas.
Toño agarró una botella de vino tinto del país en el capazo y acabó con ella de dos sentadas. El joven ya veía el mundo de otra manera.
-¡Qué bonita es la vida! -le dijo a su hermana.
-Mañana por la mañana cuando sientas la resaca no te va a parecer tan bonita.
-¡Bonita sí que eres tú! ¡Bonita sí que es mi primita!
-Esta noche habla el vino, hermano.
-No, hablo yo. ¿Acaso no tienes grandes tetas, largas piernas, un culito redondito, cintura estrecha y anchas caderas? ¿Acaso no eres una de las dos morenas más guapas y deseadas del pueblo?
-¡Vas a levantar a papá y a mamá de la tumba! Ni que te gustara como mujer.
-Y me gustas, hermanita, me gustas como mujer. ¡Estás buenísima!
-Estás más borracho de lo que yo pensaba.
-Los niños y los borrachos dicen siempre la verdad, prima -le dijo Celia a Laura.
-¿Tú crees que ese dicho es cierto?
-Claro que lo creo.
-Tú sí que me entiendes, primita - le dijo Toño a Celia.
A Celia le gustaba como hablaba su primo.
-¿Quién es la otra morena más deseada del pueblo, primo?
-Tú. Tienes todo muy bien puesto, tetazas, culo...
-¡Ya te vale, Toño! -lo cortó su hermana.
Toño fue a pillar otra botella de vino en el capazo, volvió y les dijo.
-¿Queréis?
-Será mejor que la bebamos nosotras que tu hermano ya va bien servido -le dijo Celia a Laura.
Eran las seis de la mañana cuando fueron para casa. Celia por un lado y Toño y Laura por el otro.
A la mañana siguiente, las resacas de Toño y de su hermana eran de campeonato. Estaban en la cocina. Le dijo Laura a su hermano:
-Tenemos que hablar, Toño.
-Esta noche, hermana, esta noche que ahora me va a reventar la cabeza.
Llegó la noche. Laura, Celia y Marta, una amiga de las dos, estaban de pie arrimadas a la cocina de hierro. Le dijo Laura a su hermano
-Tengo que confesarte algo, hermano.
-¿Eres tortillera?
-¿A que viene eso?
-Era solo una pregunta,
-No, no soy tortillera, me gusta la carne y el pescado.
-Si lo dices delante de Celia y de Marta...
-Es porque a las tres nos va la marcha .
-¡Marcha os daba yo!
-¿Podrías con las tres?
Toño se puso en plan machito.
-¿Podréis las tres conmigo?
Marta, que era una pelirroja pecosa, de tetas pequeñas, alta y muy delgadita, se fue a por Toño.
-¡Dejarmelo a mí sola, chicas, dejármelo a mí sola que me lo como con patatas!
-¡Más quisieras! -le dijo Celia a su amiga.
Toño estaba exultante.
-Calma, viciosillas, calma que tengo para todas. Acompañarme a mi habitación.
Las lobas fueron detrás del que creían que iba a ser su corderito. Toño, al lado de la cama, quitó la camisa. Celia lo besó y después le acarició y le chupó las mamilas, Marta, por detrás, le quitó el cinto y le bajó los pantalones y los calzoncillos. Laura se desnudó y se echó sobre la cama.
-¿Quién me la come? -preguntó.
Celia y Marta dejaron a Toño con su polla erecta mirando al techo y se metieron en la cama. Celia, de rodillas y de lado, le lamió el clítoris a Laura, Marta, entre sus piernas, le comió el chocho. Toño le subió el vestido a Marta, le bajó las bragas, le pasó la polla por el chochito mojado y la penetró.
-¡Dame caña? -exclamó Marta.
Marta estaba tan mojada que la polla de Toño, que no era pequeña ni delgada, chapoteaba en su chocho. El ruido excitaba a las otras dos. Celia se desnudó. Se puso a cuatro patas, al lado de Marta. Toño no se lo pensó. Quitó la polla del chocho de Marta y lo metio en el de Celia. Le entraba apretadita. Fue cambiando de chocho hasta que su hermana se puso como las otras dos. Folló a las tres por turnos.
La primera en sentir que se iba a correr fue Marta.
-Yo ya estoy - dijo.
-Échate en la cama - le dijo Laura.
Marta se echó en la cama. Laura le lamió la humedad de su cueva. Después lamió y succionó su clítoris.
-¡Me corro, Laurita, me corro!
La pelirroja llenó de flujo la boca de Laura. Celia, a la que estaba follando Toño, al ver a la amiga gimiendo y sacudiéndose por el placer, también se corrió. Toño sintió como el chocho de Celia apretaba su clítoris con sus contracciones. No podía correrse. Le faltaba su hermana.
Al acabar de correrse las dos amigas...
-Échate boca arriba, hermano. Ahora te voy a follar yo.
Toño se echó boca arriba. Laura subió encima de su hermano. Le metió la polla. Entraba justita. Marta le comía la boca a Toño. Celia se la comía a Laura y le acariciaba las tetas... Unos cinco minutos más tarde...
-Me voy a correr, hermano. No te corras dentro. Podría... ¡¡¡Me coooooooorro!!!
Laura, descargó una corrida que empapó los huevos de su hermano, la colcha y la sábana.
Toño sintió que se iba a correr. Quitó la polla. Celia se la metió en la boca y se tragó la leche calentita.
A las 10 de la noche encendieron la hoguera. El olor a leña verde quemándose perfumaba la noche. El humo, alzándose como un gran fantasma, impresionaba al verlo. En las alturas, la luna en cuarto menguante, parecía invitar las brujas a volar en sus escobas... y es que aunque en Galicia no creemos en las brujas, haber las hay.
A las dos horas...
Los gaiteros soplaban en las botellas de vino en vez de soplar las gaitas. Las viejas y los viejos bailaban sin música...
Un chaval se le ocurrió decir que jugáramos al escondite. Los niños encantados y los mocitos, más
A Toño, un joven, alto, moreno y de complexión fuerte, le tocó apandar. Tenía que encontrarlos a todos y a todas. No le gustaba mucho andar solo en medio de la oscuridad, pero le iban a alegrar la noche. Vio en un pajar a dos chicas besándose. En aquellos tiempos era un pecado capital. La mujer que se daba el lote con otra mujer era considerada peor que una prostituta. Pero a Toño, ni pecado ni hostias, se le levantó la polla, la sacó y observó. Vio como se metían las manos por debajo de la ropa y se magreaban las tetas, después como se las metían dentro de las bragas, todo esto sin dejar de besarse... Al rato sintió los gemidos de las dos al correrse... ¡Toño echó una corrida bestial!
Las dos muchachas, al acabar de darse el lote, pasaron por lado de Toño. Iba a pillarlas, pero venían hablando y las reconoció por sus voces. ¡Una era su hermana Laura y la otra su prima Celia! La sorpresa lo dejó sin margen para maniobrar.
Al final pilló a un niño y dejó de jugar al escondite. Su hermana y su prima estaban sentadas en el cemento una al lado de la otra Toño se sentó al lado de ellas.
Toño agarró una botella de vino tinto del país en el capazo y acabó con ella de dos sentadas. El joven ya veía el mundo de otra manera.
-¡Qué bonita es la vida! -le dijo a su hermana.
-Mañana por la mañana cuando sientas la resaca no te va a parecer tan bonita.
-¡Bonita sí que eres tú! ¡Bonita sí que es mi primita!
-Esta noche habla el vino, hermano.
-No, hablo yo. ¿Acaso no tienes grandes tetas, largas piernas, un culito redondito, cintura estrecha y anchas caderas? ¿Acaso no eres una de las dos morenas más guapas y deseadas del pueblo?
-¡Vas a levantar a papá y a mamá de la tumba! Ni que te gustara como mujer.
-Y me gustas, hermanita, me gustas como mujer. ¡Estás buenísima!
-Estás más borracho de lo que yo pensaba.
-Los niños y los borrachos dicen siempre la verdad, prima -le dijo Celia a Laura.
-¿Tú crees que ese dicho es cierto?
-Claro que lo creo.
-Tú sí que me entiendes, primita - le dijo Toño a Celia.
A Celia le gustaba como hablaba su primo.
-¿Quién es la otra morena más deseada del pueblo, primo?
-Tú. Tienes todo muy bien puesto, tetazas, culo...
-¡Ya te vale, Toño! -lo cortó su hermana.
Toño fue a pillar otra botella de vino en el capazo, volvió y les dijo.
-¿Queréis?
-Será mejor que la bebamos nosotras que tu hermano ya va bien servido -le dijo Celia a Laura.
Eran las seis de la mañana cuando fueron para casa. Celia por un lado y Toño y Laura por el otro.
A la mañana siguiente, las resacas de Toño y de su hermana eran de campeonato. Estaban en la cocina. Le dijo Laura a su hermano:
-Tenemos que hablar, Toño.
-Esta noche, hermana, esta noche que ahora me va a reventar la cabeza.
Llegó la noche. Laura, Celia y Marta, una amiga de las dos, estaban de pie arrimadas a la cocina de hierro. Le dijo Laura a su hermano
-Tengo que confesarte algo, hermano.
-¿Eres tortillera?
-¿A que viene eso?
-Era solo una pregunta,
-No, no soy tortillera, me gusta la carne y el pescado.
-Si lo dices delante de Celia y de Marta...
-Es porque a las tres nos va la marcha .
-¡Marcha os daba yo!
-¿Podrías con las tres?
Toño se puso en plan machito.
-¿Podréis las tres conmigo?
Marta, que era una pelirroja pecosa, de tetas pequeñas, alta y muy delgadita, se fue a por Toño.
-¡Dejarmelo a mí sola, chicas, dejármelo a mí sola que me lo como con patatas!
-¡Más quisieras! -le dijo Celia a su amiga.
Toño estaba exultante.
-Calma, viciosillas, calma que tengo para todas. Acompañarme a mi habitación.
Las lobas fueron detrás del que creían que iba a ser su corderito. Toño, al lado de la cama, quitó la camisa. Celia lo besó y después le acarició y le chupó las mamilas, Marta, por detrás, le quitó el cinto y le bajó los pantalones y los calzoncillos. Laura se desnudó y se echó sobre la cama.
-¿Quién me la come? -preguntó.
Celia y Marta dejaron a Toño con su polla erecta mirando al techo y se metieron en la cama. Celia, de rodillas y de lado, le lamió el clítoris a Laura, Marta, entre sus piernas, le comió el chocho. Toño le subió el vestido a Marta, le bajó las bragas, le pasó la polla por el chochito mojado y la penetró.
-¡Dame caña? -exclamó Marta.
Marta estaba tan mojada que la polla de Toño, que no era pequeña ni delgada, chapoteaba en su chocho. El ruido excitaba a las otras dos. Celia se desnudó. Se puso a cuatro patas, al lado de Marta. Toño no se lo pensó. Quitó la polla del chocho de Marta y lo metio en el de Celia. Le entraba apretadita. Fue cambiando de chocho hasta que su hermana se puso como las otras dos. Folló a las tres por turnos.
La primera en sentir que se iba a correr fue Marta.
-Yo ya estoy - dijo.
-Échate en la cama - le dijo Laura.
Marta se echó en la cama. Laura le lamió la humedad de su cueva. Después lamió y succionó su clítoris.
-¡Me corro, Laurita, me corro!
La pelirroja llenó de flujo la boca de Laura. Celia, a la que estaba follando Toño, al ver a la amiga gimiendo y sacudiéndose por el placer, también se corrió. Toño sintió como el chocho de Celia apretaba su clítoris con sus contracciones. No podía correrse. Le faltaba su hermana.
Al acabar de correrse las dos amigas...
-Échate boca arriba, hermano. Ahora te voy a follar yo.
Toño se echó boca arriba. Laura subió encima de su hermano. Le metió la polla. Entraba justita. Marta le comía la boca a Toño. Celia se la comía a Laura y le acariciaba las tetas... Unos cinco minutos más tarde...
-Me voy a correr, hermano. No te corras dentro. Podría... ¡¡¡Me coooooooorro!!!
Laura, descargó una corrida que empapó los huevos de su hermano, la colcha y la sábana.
Toño sintió que se iba a correr. Quitó la polla. Celia se la metió en la boca y se tragó la leche calentita.