Café en Familia, Madres e Hijos Juntos 01

heranlu

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Los fines de semana, desde hacía tiempo, teníamos la costumbre de reunirnos en casa de mi cuñada Chari. Allí nos juntábamos, al principio, Chari, su hermana María y yo. Mi nombre es Marta. Con el tiempo, se unió a nuestro grupo mi amiga Luisa, compañera de instituto cuando estudiábamos y con la que nunca he perdido la amistad.

Era un tiempo en el que nos juntábamos y éramos nosotras mismas. Hablábamos de cualquier cosa y compartíamos ideas y pensamientos. Duro fue el momento en que María se separó, y posteriormente se divorció de su marido. Aquellos café fueron amargos. Todas compartimos los logros de nuestros hijos en los estudios y en la vida, salvo Chari que era soltera y sin hijos.

María tenía un hijo, Eduardo. Un joven que en el momento de esta historia tenía veinticinco años. Luisa tenía dos hijas y un hijo, Samuel tenía veintisiete años. Yo tenía dos, Enrique con veintitrés y Jesús con veintiuno. Ellos y la maldita calentura de Chari son los verdaderos protagonistas de esta historia.

Y por culpa de Chari, la soltera y caliente Chari, una mujer de cincuenta años, que nos contaba sus aventuras sexuales, sin dar muchos detalles, con hombres a los que usaba y después tiraba, por culpa de ella, hizo que las demás hiciéramos una locura.

Si a esa mujer, Chari, le sumas la divorciada de su hermana, María, que con cincuenta y tres años hacia ya varios años que no tenía nada de sexo con un hombre. Luisa, que desde joven le gustaba el sexo en casi todas sus modalidades, a sus cincuenta años aún seguía con sus gustos. Y a mí misma, que ya con cincuenta y dos años mi marido no me daba todo lo que yo necesitaba, todo se unía para que aquella tarde fuera, cuando menos, diferente.

- Esta tarde os tengo una sorpresa. – dijo Chari mientras tomábamos el café.

- ¡Miedo me dan tus sorpresas! – dijo su hermana María.

- ¡Mirad! – se levantó Chari y trajo una caja, la abrió - ¡Qué os parece!

- ¿Te has puesto a vender consoladores? – le dije al ver la caja llena de dildos de todos los colores y tamaños.

- ¡Venga, no seáis mojigatas! – protestó Chari sacando algunos y colocándolos en la mesa - ¡Todas estamos muy necesitadas para no probar uno de estos!

- ¡Pues a mí me gusta este! – dijo Luisa agarrando uno negro y extremadamente grande – Me recuerda a un novio que tuve una vez…

- Ya, intentaste que las dos nos liáramos con él… - le dije.

- ¡Tú te lo perdiste! – llevó el dildo a su boca y lo empezó a mamar sensualmente.

- La verdad es que hace tiempo que no entra nada entre mis piernas… - María agarró un pequeño vibrador y lo encendió - ¡Tal vez esto sea suficiente! – el zumbido se perdió entre sus piernas, bajo su falda.

- Marta, - Chari me habló al verme indecisa - ¿Me ayudas con este dilatador anal?

Chari se colocó a cuatro patas sobre el sofá, se levantó la falda y mostró su redondo y enorme culo cubierto por las bragas. Giró la cabeza y me miró. Con una mano apartó las bragas y separó los cachetes de su culo. Me mostró su redondo y prieto ano y bajo el cual aparecían sus labios vaginales que estaban totalmente depilados. Me arrodillé tras ella y tomé el dilatador. Lo unté del lubricante que tenía en la caja y empecé a jugar en su ano. Su culo se agitaba mientras intentaba que entrara la primera porción de aquel juguete.

- ¡Anda, déjame a mí! – escuché la voz de Luisa que me retiraba el dilatador de la mano y se colocaba tras Chari.

- ¡Oh Luisa! – dijo Chari - ¡Tienes una lengua muy traviesa!

Luisa había separado todo lo posible los redondos cachete de su amiga y hundió su cara entre ellos. Yo sabía que mi amiga había probado el sexo con otras mujeres, pero no sabía que aún le gustara. Las miraba de rodillas, excitándome con los gemidos y gruñidos que lanzaba mi cuñada Chari. Mi mano empezó a acariciar mi coño por encima de las bragas. Un gran chillido hizo que miráramos a María, que con su falda por la cintura, se corría mientras el vibrador no paraba de zumbar por encima de las bragas sobre su coño. Se convulsionaba mientras tenía un tremendo orgasmo.

Ver a aquellas tres lujuriosas mujeres empezó a hacerme sentir el deseo de tener un orgasmo. Miré en la caja y había un dildo con forma de polla, de tamaño más o menos normal y con una ventosa en su parte posterior. Nunca había utilizado ningún cacharro de esos, pero mi deseo de tener placer me hizo comprender de inmediato cómo funcionaba. Pasé mi lengua por la ventosa y lo pegué a la mesa baja que había a un lado del salón. Lo mamé un poco y después le añadí un poco del lubricante que tenía Chari. Me bajé las bragas hasta las rodillas y me giré para darle el culo a mi inerte amante. Entre mis piernas, mi mano cogió la polla de goma y la dirigió a mi coño mientras me iba sentando. Hacía por lo menos dos meses que mi marido no me follaba y sentir mi vagina llena otra vez, me produjo un enorme placer. Miré a las otras.

María estaba en el sofá, sin bragas, con las piernas levantadas y totalmente abiertas. Su mano agitaba la enorme polla negra que antes había admirado Luisa. Entraba por sus dilatados labios vaginales y se clavaba por completo en ella. Yo estaba excitada al ver a mi cuñada atravesada por aquel dildo y me sentaba y me levantaba para que el mío se clavara por completo en mi vagina.

Los gemidos de Chari me llamaron la atención. Estaba igual que su hermana, echada en el otro sofá, con sus piernas levantadas y totalmente abiertas, pero en vez de tener un dildo clavado en su coño, tenía el dilatador totalmente hundido en su culo, mientras Luisa lamía su coño. Todas gemíamos.

No sabía si la pervertida de mi cuñada Chari había echado algo en el café de aquella tarde, pero había conseguido que las cuatro estuviéramos tan calientes que nos masturbábamos unas junto a las otras. Teníamos mucha confianza entre todas, pero que Luisa se liara con mi cuñada era algo que iba más allá de la amistad.

Ver a las tres me puso tan caliente que deseé probar la polla que se hundía en mi coño en mi otro agujero. Me levanté hasta que abandonó mi mojada vagina, con un dedo la empujé hasta que sentí el caliente tacto de la goma en mi ano. No sabía si me dolería. Ya una vez mi marido intentó penetrar mi culo y el dolor me hizo desistir. Pero aquella tarde mi ano se agitaba descontrolado deseando tener aquel trozo de goma dentro. Me senté un poco y noté como el glande atravesó sin dificultad mi estrecho esfínter. Un calambre de placer recorrió mi espalda. Miré a las otras.

Chari seguía abierta de piernas mientras nuestra amiga Luisa lamía su coño con su lengua y una de sus manos agitaba el dilatador para penetrar su culo. María se sentó junto a su hermana y las miraba mientras lamía el enorme falo negro que antes se había clavado en su vagina. Me senté un poco más y sentí toda aquella polla de goma dentro de mí. Gemí con ganas y María me miró.

- ¡Te voy a ayudar, cuñada! – dijo María levantándose y caminando hacia mí mientras agitaba la polla negra con una mano - ¡Creo que necesitas otra más!

María se arrodilló delante de mí y me levantó la falda por completo. Abrió mis piernas y pudo ver mis mojados labios vaginales bajo los pelos que lo cubrían. Un poco más abajo, el dildo que estaba pegado en la mesa se perdía por completo dentro de mi culo.

- ¡Hay que llenarte más! – dijo María y acercó la enorme polla negra a mi coño.

Cerré los ojos al sentir el grueso glande que se clavaba en mi coño, separando y dilatando mis labios vaginales. Nunca había tenido una doble penetración con dos hombres y mi cuñada me la estaba dando con aquellas dos hermosas pollas de goma. Sentí el deseo de que un hombre estuviera entre mis piernas y me clavara su polla, por primera vez sentí la necesidad de engañar a mi marido. Quedé quieta con la polla totalmente hundida en mi culo mientras María agitaba la otra y me follaba el coño. Era un placer tremendo que hacía que gritara. Miré a las otras.

Chari se había colocado un dildo enorme en su cintura, sujeto con unos correajes. Luisa estaba delante de ella a cuatro patas y su amiga la follaba, no sabía bien por donde, clavando la polla dentro de ella. Mis cuñadas nos daban placer a Luisa y a mí.

María se levantó y sacó la polla negra de mi coño. Yo la miré sin saber qué iba a hacer. Caminó hasta la caja que había traído Chari y sacó un nuevo dildo de allí. Era muy largo y parecía tener dos puntas, dos glandes. Llegó hasta mí y hundió un lado en mi vagina, lo sentí presionar al que estaba en mi ano dentro de mi cuerpo y sentí placer. Luego abrió las piernas y se sentó sobre mí, clavándose el otro lado de aquella larga polla en su coño, como si fuera mi polla y empezando a agitarse para que nuestro nuevo “amante” nos diera placer a las dos.

Luisa se retorcía en el sofá mientras Chari la follaba. Le daba fuertes embestidas para clavarle con fuerza aquella polla. No tardó mucho en sentir un gran orgasmo y quedó tumbada bocarriba en el sofá. Chari se quitó el consolador de su cintura y abrió sus piernas para colocar un pie junto a la cabeza de Luisa. Ésta la miró y comprendió lo qué quería. Cuando Chari acercó su coño a la boca de Luisa, la lengua de nuestra amiga se hundió por completo. Las caderas de Chari se agitaban mientras sentía las íntimas caricias.

María y yo gemíamos con el placer que nos dábamos. Aquello que hacía con mi cuñada me daba placer, pero mi cuerpo necesitaba sentir la fuerza de un hombre que me agarrara y me diera el placer que necesitaba. Tal vez aquella noche le pidiera a mi marido que me follara como necesitaba. María besó mis labios y su lengua se hundió en mi boca. No pude evitarlo y me sentí excitada por el deseo y la lujuria que mostraba el beso de mi cuñada. Nos abrazamos y nos comíamos la boca mientras nuestros cuerpos se agitaban para darnos placer.

- ¿Quién será? – dijo Chari cuando sonó el timbre de la puerta. Todas quedamos paralizadas - ¡Esperad un momento! – se levantó de la boca de Luisa y marchó por el pasillo.

María estaba sentada sobre mí, con aquellas pollas clavadas en nuestros sexos. Luisa se levantó del sofá y caminó hasta nosotras. María y Luisa comenzaron a besarse mientras mi cuñada comenzaba a agitar las caderas y el largo dildo se agitaba en nuestras vaginas.

- ¡Hoy tenemos suerte! – dijo Chari al volver al salón.

- ¡Mamá! – escuché la voz familiar de un hombre al que no podía ver al tener a mi cuñada delante.

- ¡Samuel! – gritó Luisa al ver a su hijo.

- Perdonadme, había quedado con ellos porque tenía que mover unas cajas y no me he acordado… - la sonrisa de Chari mostraba lo premeditado de todo aquello.

- Pues yo creo que eres muy puta, no olvidadiza. – le contestó Luisa y caminó hacia ellos.

- ¡Edu, quieres que mamá te de tetita! – dijo María levantándose de mí y dirigiéndose hacia su hijo, dejándome abierta de piernas, mostrando mi coño mojado y aquella polla de goma clavada en mi culo.

- Mamá, no te levantes de donde estás… - mi hijo Jesús se acercaba a mí al verme en tal postura.

A día de hoy sigo pensando que la puta de Chari nos tuvo que echar algo en el café de aquel día. Estábamos calientes y nos consolábamos entre nosotras, pero ante la presencia de nuestros hijos, en vez de avergonzarnos, las tres nos pusimos más calientes. Abrí las piernas más para mostrarle mi coño a mi hijo. Me agité un poco y el consolador entraba y salía levemente de mi culo. Mi otro hijo, Enrique, estaba junto a su tía Chari. No dejaba de mirarme mientras su hermano se arrodillaba delante de mí y ponía sus manos sobre mis muslos.

A un lado, Edu y María estaban abrazados. Ella se había sacado una teta y se la ofrecía a su hijo que la mamaba jugando con su lengua sobre el erecto pezón, arrancando gemidos de su madre que mantenía las piernas un poco abiertas para que una mano de su hijo la masturbara bajo la falda. Junto a ellos, Luisa se había sentado en el filo del sofá, agarró a su hijo de las caderas y lo colocó delante de ella. Esperó hasta que Samuel sacó su erecta polla y se la hundió hasta la garganta para que empezara a mamarlo. Chari desabrochaba los pantalones a Enrique que no dejaba de mirarme. Cuando su tía sacó su polla y comenzó a acariciar su glande con la lengua, las manos de mi hijo se aferraron a su cabeza y la forzaron a tragarse su polla.

La visión de las madres con sus hijos me puso extremadamente caliente. Por mi vagina corrían los flujos que mi vagina lanzaba. Sentía el consolador llenándome el culo y un gran placer recorrió mi cuerpo cuando Jesús empezó a lamer mi coño con su joven lengua. ¡Joder, qué bien me lamía el coño! Puse mi mano sobre su cabeza y aferrada a su pelo, agité mis caderas para frotar mi coño contra su boca.

Enrique quitó su polla de Chari y la hizo levantarse. La cogió del brazo y se acercaron hasta nosotros. Mi hijo mayor se puso junto a mí y me ofreció su polla mientras su tía se agachaba para ver de cerca como le comía la polla a mi propio hijo. Chari pasaba su lengua por los labios mientras mi glotona boca mamaba la endurecida polla de Enrique y una de sus manos acariciaba la cabeza de Jesús.

María sacó la polla de Eduardo y la agitó con la mano mientras veía a Luisa que se tragaba la polla de Samuel. No lo dudó, tiró de Edu para acercarlo a su amiga.

- ¡Prueba esta también! – María acercó la polla de su hijo a Luisa y, mientras con la mano agitaba la polla de Samuel, su boca se llenó con la de Edu - ¡Compartamos a nuestros niños!

María se arrodilló junto a ellos y tomó la polla de Samuel, se la tragó y comenzó a mamarlo. Ellos se miraron y chocaron los puños en señal de haber conseguido lo que querían.

Chari agarró el pelo de Jesús y lo apartó de mí. Lo colocó delante de ella, de rodillas, se levantó la falda y él apartó las bragas a un lado. Un sensual gemido brotó de la boca de mi cuñada cuando la lengua de mi hijo empezó a lamer su clítoris. Enrique se excitó más al ver a su hermano. Agarró con fuerza mi cabeza y folló mi boca frenéticamente. Puse mi mano en mi coño y me masturbaba mientras sentía la polla de mi hijo que entraba con fuerza hasta mi garganta. Sentí un primer orgasmo al acariciar con fuerza mi erecto clítoris mientras mi boca se llenaba con la polla de mi hijo y mi culo estaba lleno con aquella polla de goma. Casi me ahogo cuando el semen de Enrique empezó a brotar dentro de mi boca y como pude lo dejé salir por las comisuras de mi boca. Se apartó de mí y se marchó a un sofá a descansar mientras los otros seguíamos teniendo nuestra tarde de “café”.

Luisa y María seguían compartiendo las pollas de sus hijos, se la tragaban por completo, les daban intensas y ruidosas mamadas, acariciaban sus huevos deseando que les dieran el blanco líquido que contenían para saborearlos. Edu fue el primero. Retiró la polla de su madre y las dos mujeres, Luisa y María, juntaron sus caras esperando que la mano de Edu ordeñara su endurecida polla y les diera el preciado líquido. No tardó mucho en lanzar un abundante chorro de semen sobre ellas, sobre sus bocas. Las lenguas de las maduras madres empezaron a jugar la una con la otra para saborear el líquido que Edu les daba. Otro chorro y ellas lo repartían entre sus lenguas… Otro más y volvían a saborearlo. Samuel los miraba y sintió la necesidad de unirse al banquete. Agitó su polla junto a la boca de su madre y comenzó a lanzar su semen sobre el de su amigo. Los dos líquidos se mezclaban en las lenguas de las dos madres y podían disfrutar de los sabores íntimos de sus hijos. Agotados por el placer, miraron a sus madre y ellas sabían lo que querían. Sin bragas, abrieron sus piernas y mostraron sus coños para que ellos les devolvieran el placer que ellas les habían dado antes.

Miré a Enrique que estaba sentado en otro sofá. Acariciaba su flácida polla mientras miraba la corrida de Edu y Samuel sobre sus madres. Chari apartó a Jesús de su coño y se acercó a Enrique, se colocó a cuatro patas delante de él y levantó su falda para ofrecerle su redondo culo a Jesús que de inmediato se acercó a ella para morder y acariciar los cachetes de su culo. Chari tomó la polla de Enrique con una mano y su boca empezó a jugar con ella para intentar reanimarla.

Me levanté del consolador que estaba clavado en mi culo y mientras caminaba hacia mis hijos, me iba desnudando hasta quedar completamente desnuda. Enrique me miraba y se imaginaba lo que yo quería que hiciera. Subí de pie al sofá y las manos de mi hijo se agarraron a mis caderas. Puse una pierna a cada lado de su cuerpo y me agaché un poco hasta que mi coño quedó a la altura de su boca. Enrique abrió la boca completamente y mordió con suavidad todo mi coño. Mis piernas temblaron por el placer, más cuando su lengua separó mis labios vaginales y acarició mi coño. Empecé a gemir y mis gemidos se mezclaron con los de María y Luisa. Miré a Chari que seguía tragándose la polla de Enrique que por momentos se ponía más dura, mientras mi hijo Jesús se había desnudado por completo y, con la polla completamente erecta, amenazaba con penetrar a su tía. El gemido de Chari al sentir su joven polla entrar en su vagina fue apagado por tener la boca llena con la polla de mi otro hijo. Sentí que mi coño lanzaba más flujos y mi amado hijo Enrique lo tragó con placer.

Miré al otro sillón. Samuel y Edu tenían sus cabezas entre las piernas levantadas de sus madres. Ambos les lamían los coño y ellas se besaban poseídas por la lujuria que le producía tener sexo con sus jóvenes hijos. Edu levantó la cabeza y miró a su amigo. Un “¡Cambia!” fue suficiente para que se movieran y ahora lamieran el coño de la madre del otro.

En mi coño sentía la lengua de Enrique y empecé a sentir que me iba a correr. Puse mi mano en la cabeza de mi hijo y la empujé contra mí. Su lengua me acarició con más intensidad y mis piernas empezaron a temblar al llegar mi deseado orgasmo. Grité y me convulsioné de placer. Dejé caer mi cuerpo hacia abajo y mi coño se apartaba de la boca de mi hijo. Mi culo presionaba sobre la cabeza de Chari que aún mamaba la polla de Enrique mientras se agitaba con las embestidas de Jesús en su culo. Lo entendió rápido y liberó la polla de mi hijo para que me sentara sobre ella y poder follarlo. Sentí el glande de la polla tocando mis labios vaginales, la mano de mi cuñada dirigía la polla hacia la entrada de mi vagina. La agitó y frotó su suave y endurecido glande por toda la raja de mi coño, tocando mi sensible clítoris y provocándome más placer. Puso la polla en la entrada de mi vagina y me senté.

- ¡Folla a tu hijo! – dijo Chari mientras yo sentía como el glande de mi hijo entraba y llenaba mi vagina.

Me senté por completo y noté la polla de Enrique hundida en mí. Miré a Luisa y María que gemían mientras sus hijos se afanaban en lamer sus mojados coños. Los pararon y se movieron en el sofá, de forma que apoyando las rodillas en el asiento, dejaron sus culos bien en pompa delante de las caras de sus hijos. Samuel lamió desde el ano hasta el coño de su madre, y Edu le hizo lo mismo a la suya. Luisa no podía más y un “¡Clavarlas!” fue suficiente para que cada uno agarrara su polla con una mano y la llevara hacia el coño de su madre. Samuel fue metiendo su polla poco a poco en el coño de Luisa, pero Edu invadió la mojada vagina de su madre de un solo empujón, follándola desesperadamente.

Las manos de Enrique agarraron mi culo. Me lo sobaba y disfrutaba de tener sexo con su madre. A todos nos gustaba tener aquel sexo prohibido y todos gemíamos de placer. Y los gemidos de Jesús se transformaron en gruñidos.

- ¡Sí Jesusito! – dijo Chari mientras Jesús la penetraba desesperado - ¡Sí, córrete en el coño de tu tía!

No lo podía ver, pero el tono de sus gemidos me mostraban que se estaba corriendo y llenando a su tía Chari con su semen. Enrique miró por un lado de mi cuerpo y vio como su hermano se corría con su tía. Sus manos agarraron con más fuerza mi culo y sus caderas hicieron que su polla me follara rápidamente. No sabía si mi hijo se correría rápido, pero disfrutaba de sus penetraciones y sentía que iba a perder la consciencia con tanto placer. Sus manos separaron mi culo y dejaron expuesto mi ano. No sé quién lo haría, pero sentir una lengua lamerme el ano mientras la polla de Enrique me follaba frenéticamente hizo que me corriera sin poder contener una gran cantidad de líquidos que brotaban de mi vagina.

Estuve unos minutos sintiendo en mi vagina la dura polla de mi hijo. La movía levemente y mi vagina se contraía alrededor del duro falo. Me separé y caí rendida junto a él, con mis piernas abiertas y mi coño chorreando de los líquidos que había lanzado. Chari tenía delante de su cara la dura polla de Enrique y no lo pensó. La agarró con una mano y la llevó a su boca para mamarla. Jesús estaba tirado en el suelo, descansando del placer de correrse en el coño de su tía. Me miró y le sonreí. Se acercó a mí y abrí mis piernas para recibirlo. Se tumbó sobre mí mientras nos dábamos un beso, sus manos acariciaron mi cuerpo y su lengua empezó a jugar con los pezones de mis tetas. Miré a María y a Luisa.

Edu y Samuel se había separado de sus madres que les ofrecían sus enormes culos. Con sus manos separaban los redondos cachetes y sus bocas se hundían para lamer sus coños y sus anos. Ellas gimoteaban y se retorcían. Ellos se pusieron en pie mirándolas, ellas los miraban deseando que volvieran a entrar en sus calientes vaginas. No las hicieron esperar mucho. Como si estuvieran sincronizados, ambos agarraron sus pollas con una mano mientras ellas separaban sus cachetes para ofrecerles sus coños. Una clavada de sus pollas en sus propias madre y la sacaron. Se movieron y la clavaron en el coño de la otra, dándoles varias embestidas que arrancaron gemidos de placer. Ellas los miraban y en sus ojos brillaba la lujuria de sentirse folladas por aquellos dos jóvenes que no se cansaban de clavar sus pollas en sus necesitados coños.

Chari movió a Enrique en el sofá en el que estábamos. Jesús estaba abrazado a mí y los dos los miramos. Chari puso a Enrique de forma que sus pies tocaban en mis muslos, lo podía ver con su polla totalmente endurecida mientras miraba a su tía que lo colocaba. Ella se subió al sofá y puso sus piernas a cada lado del cuerpo de mi hijo, mirando hacia nosotros se fue agachando de forma que, con sus piernas abiertas, nos mostraba su coño. Agarró la polla de Enrique y la dirigió hacia su culo. Empezó a sentarse y el glande se perdió en el apretado esfínter mientras su coño se agitaba y brotaba parte del blanco líquido que Jesús había lanzado en su vagina. Entre gemidos y algún pequeño chillido, Chari se agitaba sobre la polla de mi hijo y se iba perdiendo cada vez más dentro del culo. Se sentó sobre él y movió las caderas de forma que nos mostraba que le había entrado hasta los huevos. Sus labios vaginales se agitaban por el placer y aquella imagen del semen de mi hijo resbalando por su coño me puso muy caliente.

Empujé a Jesús e hice que se levantara. Me coloqué de rodillas junto a mi hijo Enrique y su tía, de forma que incliné mi cuerpo y empecé a lamer el semen de Jesús mientras Enrique se agitaba y penetraba el culo de Chari. Jesús se volvió a excitar al vernos en aquella postura. Se colocó entre las piernas de su hermano y cuando levanté la cabeza del coño de Chari, me encontré su polla frente a mis ojos. No estaba totalmente erecta, así que mi boca empezó a mamarla y a sentir como tomaba volumen y firmeza. La mamé hasta que la mano de Jesús me apartaba. “¡Quiero meterla!” me dijo Jesús y entendí lo que quería. Con dos dedos separé los labios vaginales de Chari y ella esperó que dirigiera la polla de mi hijo hacia su coño. Lo hice y me enloqueció ver entrar su polla mientras su hermano permanecía clavado en el culo. Los dos se agitaron y Chari daba fuertes gemidos.

Miré hacia los otros. Había escuchado los fuertes gritos de Luisa y sabía que por lo menos había tenido un orgasmo. En ese momento, María se convulsionaba incontroladamente mientras Edu la follaba desesperado para que su madre sintiera placer. Junto a mí, los gritos de Chari casi me dejaban sin oído. Me marché con los otros y me puse en medio de los dos jóvenes para ver como sus gruesas pollas entraban y salían de los dilatados labios vaginales de sus madres.

Samuel sacó su polla empapada en los flujos del coño de su madre y me miró. Sabía lo que quería. Lo besé en los labios y me agaché para saborear los íntimos líquidos de mi amiga en la polla de su hijo. Lo mamé, lo mamé hasta que me dolieron las comisuras de la boca. Luisa se había girado y lamía sus huevos. Ambas nos dedicábamos a darle placer mientras a nuestro lado María acababa de tener otro orgasmo sin que apenas hubiera transcurrido unos minutos del anterior.

Eduardo sacó la polla de su madre y sus manos me obligaron a girar la cabeza para que mamara su polla. Ahora mi sobrino entraba en mi boca y su madre nos miraba tumbada en el sofá. Los gritos de Chari iban al mismo ritmo que las dos pollas de mis hijos entraban en su cuerpo, lo podía escuchar, tanto los gritos como el golpeteo de las caderas iban a lo unísono. Mi coño me pidió una polla.

- ¡Túmbate! – le ordené a mi sobrino Edu y él me obedeció.

Lo miré, allí tumbado en medio del salón, con su polla totalmente erecta. Abrí mis piernas y me coloqué sobre él, su polla apuntaba a mi coño mientras su mano agitaba la erecta polla. Doblé las piernas y acerqué mi coño a su glande. Era más grueso que el de mis hijos y sentí la presión en la entrada de mi vagina. Me senté un poco más y pude notar como el interior de mi vagina se iba amoldando a su grosor. Apoyé mis rodillas en el suelo y me senté hasta que su polla me penetró por completo. Un enorme placer me invadió y sus manos se agarraron a mi culo. Empezó a follarme y mis gemidos hacían competencia con los que daba mi cuñada Chari a la que mis hijos follaban por sus dos agujeros. Miré atrás, a Luisa, ella comprendió lo que le pedía mientras tenía la polla de su hijo hundida en su boca.

Luisa se puso en pie y agarrada a la polla de su hijo, se colocaron a los pies de Edu. Mi sobrino mamaba mis tetas mientras hundía su polla en mi coño. Luisa se arrodilló a mi lado y sus manos separaron mi culo para después echar saliva que se deslizó hasta llegar a mi ano. Su dedo jugó con la saliva y mi ano se agitaba esperando sentir a un joven que lo penetrara. Un “¡Vamos!” de Luisa y Samuel se agachó para dirigir su polla hacia mí, hacia mi culo. Antes había entrado en mi culo el consolador de goma que Chari había traído, pero al sentir la presión del cálido glande de Samuel en mi culo, sentí un nuevo y enorme placer, más cuando mi esfínter dejó pasar la redondez de aquel glande y se aferró al grueso tronco de aquella polla que me iba a llenar por completo.

Luisa subió su cuerpo al mío, de manera que tuve que pegarme por completo a Edu que agitaba con dificultad sus caderas y penetraba mi coño, quedando mi culo totalmente expuesto al ataque de la polla de Samuel que cada vez se movía más rápido y me penetraba más profundamente.

Miré como pude entre las piernas de Luisa. Jesús seguía follando el coño de su tía Chari y miró hacia la melé de sexo que estábamos formando en el suelo. No pudo aguantar ver el enorme culo de Luisa con su empapado coño totalmente vulnerable. Sacó su polla de Chari y se acercó a nosotros. Su mano llevó su polla hacia el coño de Luisa y buscó la entrada de su vagina. Frotaba su glande por toda la raja y ella gimoteaba al sentirlo, deseando que encontrara de una vez la entrada para clavarla. El gemido sensual de Luisa al sentir que la polla de mi hijo entraba en su coño me provocó placer. Jesús empujaba su polla contra el coño de Luisa, mientras su hijo Samuel vengaba a su madre clavando su polla en mi dilatado culo. La polla de Edu apenas se podía mover, pero estaba completamente hundida en mi vagina y me sentía llena con mis dos amantes.

María había recuperado algo de fuerzas y su mano acariciaba suavemente su coño al vernos follar a los cinco en el suelo. Se levantó y se colocó a cuatro patas por la cabeza de su hijo. Buscó un lugar entre las piernas de Jesús y Luisa y empezó a besarlo. Madre e hijo se besaban delante de mí mientras yo sentía su polla en mi vagina y las fuertes embestidas de Samuel en mi culo.

María no se había percatado que había dejado su culo en pompa, pero Enrique sí. Mientras Chari se agitaba y clavaba la polla de mi hijo en su culo, él miró a su tía María y deseó penetrar aquel enorme culo. Empujó a Chari para que se bajara y, aunque protestó, se puso en pie para seguir las órdenes de su sobrino. Se colocaron tras María que seguía besando a su hijo a los que yo me había unido en el incestuoso beso, nuestras tres lenguas jugaban. Enrique hizo que Chari se colocara encima de su hermana, de forma que los dos culos quedaran a su merced.

Chari miró al frente y pudo ver como los huevos de su sobrino Jesús se agitaban mientras clavaba su polla en Luisa. Su mano los acarició y deseó lamerlos. La protesta de María indicaba que Enrique quería follarla. Sólo dijo “¡Despacio cariño!” y comprendí que mi hijo iba a penetrar su ano. Podía ver la cara de mi cuñada cuando él la iba penetrando poco a poco. Su rostro mostró primero un poco de dolor, pero al momento se convirtió en una cara de placer. La besé y ella me correspondió, Edu se unió a nuestro beso mientras nuestros sexo se unían en una incestuosa orgía en que madres e hijos follaban sin control.

Chari seguía acariciando los huevos de Jesús mientras en su culo podía sentir los movimientos de su otro sobrino que follaba a su hermana. Enrique paró y Chari sintió como sus manos separaban su culo. Era su turno, lo deseaba. La polla de su sobrino entró rápidamente y comenzó a follar su culo. Estaba en la gloria sintiendo a un sobrino dentro de su ano y viendo al otro meter su polla en el coño de Luisa. Al poco sintió que la joven polla abandonaba su caliente culo y los gemidos de su hermana le indicaban que ahora era el turno de María.

Yo estaba en medio de aquella orgía en la que las jóvenes pollas nos penetraban nuestros calientes y deseosos coños. Hacía tiempo que no follaba con mi marido, pero desde ese día seguro que alguno de mis hijos, sino los dos a la vez, estarían dispuestos a satisfacer mis necesidades más perversas.

Todos nos agitábamos y yo había perdido el número de veces que había sentido un orgasmo. Sudábamos y nos agitábamos. Todas debíamos haber tenido ya nuestro deseado orgasmo, así que llegaba el momento de nuestros jóvenes machos.

Samuel fue el primero. Sentí su descarga en mi interior y después sacó su polla para que su madre lo mamara y acabara de tragarse el poco semen que le quedaba. Cayó rendido en un lado del suelo. Jesús había visto a su amigo correrse en mi culo y no pudo aguantar. Empujó su polla contra el culo de Luisa y lanzó su descarga en lo más hondo de su vagina. Luisa estaba rendida y como pudo, se separó de nosotros mientras de su coño goteaba el semen de mi hijo que cayó sobre mi espalda. Jesús se giró y le dio su polla a Chari para que lo mamara y tragara cualquier resto de semen. Chari tenía a Enrique follando su culo cuando la polla de Jesús entró en su boca.

María estaba bajo su hermana y veía como la cara de su hijo mostraba que estaba sintiendo un gran placer. Me había liberado de Samuel y mis caderas se agitaban para follar a mi sobrino. Me la clavé por completo y sentí brotar los fuertes chorros de semen de la gruesa polla de Edu. María besaba a su hijo que se convulsionaba de placer y acababa de soltar todo su semen en mi vagina.

Enrique miró como su tía Chari limpiaba la polla de su hermano y sintió ganas de correrse. Sacó su polla y lanzó un chorro sobre el redondo culo de Chari. Después dirigió la polla a la vagina de María y la penetró de golpe, soltando más semen en su vagina y acabando de soltar todo el contenido de sus huevos en mi cuñada. Poco a poco, cansados por el placer, nos fuimos separando. No tiramos por el suelo y quedé tumbada entre mis hijos. Estaba tan cansada por tanto sexo, que quedé dormida.

- ¡Mamá, mamá, despierta! – escuché la voz de mi hijo Jesús – Te has quedado dormida viendo la tele y tita Chari ha llamado para saber si esta tarde irás a tomar café a su casa… También quiere que nos acerquemos nosotros para que movamos unas cajas con ropas viejas que tiene... ¿Vas a ir?

Sólo agité la cabeza para confirmar que iba a ir a casa de mi cuñada, y todo mi cuerpo se estremeció al comprobar que todo había sido un sueño, un sueño muy caliente en el que todos nos reuníamos en casa de Chari… Como ocurriría aquella tarde… ¿Se haría realidad mi sueño?
 
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