Historias el macho
Virgen
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CAPÍTULO 3: Fiesta en la alberca
Capitulo vinculado La incestuosa vida de Lupita CAPÍTULO 4 - Incestuosa diversión
Hoy promete ser un gran día.Temprano por la mañana en los hogares de todos los miembros de la familia hay actividad; todos se preparan para divertirse en un salón con alberca que la familia rentó para festejar el cumpleaños de la tía Conchita. Todos preparan hileras llenas de bebidas, trajes de baño, refrigerios, etc. Pero, en uno de los hogares, una de las familias está pasando por algunas dificultades...Betty, sentada en el sillón de su sala, intenta consolar a su hijo Axcel, que recién acaba de terminar con su novia vía telefónica. El joven, devastado, no quiere salir de casa, ni ir a la alberca con la familia, ni hacer cualquier cosa que lo distraiga de su dolor; no se siente con ánimo para divertirse.
—¿Por qué mamá, por qué me terminó? —dice Axcel llorando en el hombro de su madre.
Betty, triste por la situación de su hijo, sabe que el desamor es parte de ser joven y estar enamorado.
—Ya, cariño, te juro que todo va a pasar y vas a encontrar a la chica adecuada para ti —le dice Betty a su dolido hijo. Axcel, en total depresión, no quiere aceptar lo que su madre le dice y continúa con su tristeza. Betty, desesperada viendo a su amado hijo en esa situación, intenta de todo: hablarle de otras cosas, prometer comprarle cosas, llevarlo de paseo y muchas cosas más, pero nada parece resultar. De repente, la preocupada madre recuerda un dicho que, desde niña, ha escuchado. —Mi amor, recuerda que un clavo saca a otro clavo —le dice Betty a su hijo, intentando hacerlo entrar en razón.
— mamá, pero ¿de dónde voy a sacar a otra chica que quiera ser mi novia para olvidar este dolor? —Con lágrimas en los ojos y un tono desafiante le responde Axcel a su madre.
Axcel, sensible, se encoge de hombros y se lleva las manos al rostro. Betty, al verlo tan decaído, decidió que haría lo que fuera para levantar su ánimo. Una idea audaz y peligrosa cruzó por su mente:
—Cariño, yo puedo ser tu novia un tiempo, mientras encuentras a alguien más. —Convertirse en su novia temporal, aunque solo fuera para hacerlo sentir deseado y especial, no sonaba tan descabellado en su mente.
Betty, apurada por aliviar la tristeza de su hijo para seguir con los preparativos de la albercada, comenzó a coquetear discretamente con Axcel. Al principio, él no sabía cómo reaccionar, pero la atención y el cariño que su madre le mostraban lo hicieron sentirse vivo de nuevo. La tensión entre ellos creció. Betty comenzó a menear su gran cadera frente a su hijo; las enormes y gelatinosas nalgas de la madre se meneaban de un lado al otro, llamando la atención de Axcel. El joven, hipnotizado por el sensual movimiento de esos glúteos, parecía haber olvidado por completo su reciente ruptura. Al notar esto, Betty decidió darle un poco más. Con un movimiento sutil, la nalgona madre se levanta la falda, dejando al descubierto su aguado y blanco trasero. Los ojos de Axcel parecían que se saldrían de sus cuencas al ver tan majestuoso espectáculo. El joven, como poseído, comenzó a acariciar las nalgas de su madre.
—Cariño..., no sé si esto sea correcto —le dice Betty a su lujurioso hijo con la voz entrecortada.
—Por favor, mamá, dijiste que serías mi novia, y los novios hacen esto, ¿no? —responde Axcel a su madre con la voz llena de deseo.
Betty, por un momento se queda en silencio pensativa, y después de unos segundos:
—Bueno, hijo, está bien, pero démonos prisa para seguir alistando todo y ni una palabra de esto; tu padre no se debe enterar jamás, ¿queda claro? —exclama Betty a su excitado hijo que ya comenzaba a bajarle la tanga.
Lo que comenzó como algo inocente se convirtió en una escena de pasión incestuosa desenfrenada. Betty, con su cuerpo lleno de curvas sensuales, se entregó por completo a los deseos de su hijo, quien, aunque joven, respondió con una intensidad que sorprendió a ambos.Con ambas manos Axcel abrió de par en par las nalgas de su madre y con euforia comenzó a lamer su arrugado ano.
—Cielos, cariño, eso se siente bien, sigue así —dice Betty entre jadeos.
Axcel no puede responder; su boca y su lengua están ocupadas en una actividad más emocionante. Por varios minutos, el joven lame el ano de Betty. Ella, por su parte, ya no soportaba más; la lujuria y el deseo se habían apoderado de ella también.
—Ya no puedo más, mi amor, quiero sentirte adentro de mí —dice Betty gimiendo.
Axcel, entregado al momento, se quita la ropa dejando al descubierto su enorme erección. Betty, que de reojo estaba viendo hacia atrás por encima de su hombro, quedó sorprendida al ver el tamaño del miembro de su hijo.
—No mames, Axcel, ¿cuándo te creció un pene tan grande? Mi hijo ya es un hombre —exclama con orgullo y emoción Betty.
—Mamá, te voy a meter la verga por el culo... —grita Axcel sin poder contener la pasión y lujuria.
—Sí, mi amor, folla el culo de mamá —responde Betty, desesperada por sentir ese tremendo pedazo de carne dentro de su ano.
Con un movimiento brusco e impulsivo, Axcel mete toda su longitud de golpe en el culo de su madre, haciendo que sus testículos choquen con su coño.
—Mami, perdón, fui muy brusco —expresa Axcel con preocupación.
—No te preocupes, cariño, el culo de mami puede con eso y más —responde Betty jadeando, aventando sus nalgas para adelante y para atrás.
La escena duró por un buen rato, hasta que por fin el joven se corre llenando por completo el recto de su madre.
—¡Ahh, puedo sentir tu leche llenándome, mi amor! —exclama Betty mientras grita de placer sintiendo su propio orgasmo llegar.
Axcel, agotado, sale del ano de su madre dejando escapar un chorro de semen.
—Eres la mejor madre del mundo —exclama Axcel, dando un beso a las nalgas de Betty y tirándose exhausto en el sillón.
Fue un momento lleno de lujuria y deseo, una conexión que ninguno de los dos había experimentado antes. Aunque sabían que lo que habían hecho estaba mal, también sentían que había sido algo necesario para ambos. Betty había logrado su objetivo: Axcel se sentía mejor y más seguro de sí mismo; sin embargo, también sabían que ese momento cambiaría para siempre la dinámica de su relación.Mientras tanto, Memo seguía en su patético trabajo, intentando que el tiempo pase lo más pronto posible, completamente ajeno a lo que sucedía en casa, en donde su esposa y su hijo vivían su propio mundo de pasión y secretos. En casa, Betty apura a su hijo en alistarse para la fiesta de la alberca, pero cuando Axcel se estaba vistiendo, un mensaje de texto llegó a su teléfono.
—Mamá, mi novia cambió de opinión, quiere que sigamos siendo novios y me pide que vaya a verla para que se disculpe conmigo en persona —dice Axcel a su madre mientras corre a su habitación para bañarse, vestirse y acudir a su cita.
Betty no alcanza a decir nada, solo ve a su hijo correr para alistarse; por un momento le preocupa el corazón de su hijo, pero recuerda que ya sabe cómo curar sus desamores. Con una actitud positiva, comienza a preparar todo para ir sola a la fiesta. Es hora de disfrutar. Betty por fin llega a la fiesta y justo en la entrada se encuentra a su tía Conchita, que también va llegando.
—Muchas felicidades, tía —dice Betty, abrazándola con cariño.
—Gracias, hija, ¿también se te hizo tarde? —pregunta Conchita.
—Sí, tuve un asunto con Axcel, pero ya quedó todo solucionado —responde a su tía.
—No lo veo, ¿dónde está? tampoco veo a tu marido —exclama Conchita a Betty. —No, tía, Axcel no va a venir, tenía una cita importante, y Memo sigue en el trabajo, no sé si alcance a venir —responde Betty.
—Bueno, ni modo... Mira, ya empezaron a divertirse en la alberca; vamos a cambiarnos para unirnos a ellos —apurada y feliz expresa Conchita a su sobrina.
Las dos se dirigen directamente al baño a cambiarse.Minutos después, ya con unos diminutos bikinis puestos, las dos mujeres se acercan a la orilla de la alberca. Adentro están Luis, el papá de Betty, y Héctor, su tío, ambos hermanos de Conchita, quienes las recorren con la mirada de arriba a abajo, notando las enormes tetas y el peludo coño que se resaltan con el diminuto bikini que tiene puesto Conchita y las enormes y gelatinosas nalgas blancas de Betty que resaltan con el diminuto y ajustado bikini que luce.
—Cielos, hermana, lo que tiene mi hija Betty de nalgona lo tienes tú de chichona —dice Luis a Conchita, admirándolas de pies a cabeza.
—Entren a jugar a la alberca con nosotros —dice Hector con un tono seductor.
Ambas mujeres aceptan y entran al agua, y una vez dentro, Héctor se lanza sobre su sobrina Betty y comienza a masajear sus hombros, mientras Conchita y Luis juegan a hacerse cosquillas. Del otro lado de la alberca se alcanza a notar a Lupita que flota boca arriba descansando, mientras de este lado comienza a suceder algo extraño: Héctor baja de los hombros de Betty a su espalda y después a su cintura; lo hace tan bien que Betty está casi en trance.
Por otro lado, el juego de cosquillas de Luis y Conchita se tornó un tanto más atrevido. Hector baja ahora a las enormes y gelatinosas nalgas de Betty y comienza a masajearlas.acariciarlas.
—Tío, ¿qué hace? —pregunta Betty en voz baja, mirándolo de reojo hacia atrás mientras está, recargada en el borde de la alberca.
—Te doy un masaje relajante, hija, ¿a poco no te está gustando? —dice Hector a Betty con tono travieso.
—Sí se siente bien, pero... —Betty no puede pensar con claridad por el placer que su tío le hace sentir con su tacto.
—Tú confía en las habilidades de tu tío. —Susurra Héctor al oído de Betty, mientras ella asiente y se relaja apoyando su cabeza sobre sus propios brazos.
En el momento en que Héctor ve que su sobrina ya está relajada, saca el pequeño pedazo de bikini que divide las gelatinosas nalgotas de Betty y comienza a empujar su endurecida verga en su ano. Betty gime silenciosa y pregunta con la voz entrecortada:
—Tío, ¿qué haces? —Pregunta Betty jadeando.
—Tranquila, sobrina, deja que tu tío se encargue —le dice Héctor mientras sigue empujando.
Poco a poco, el enorme pedazo de carne entra entre las gelatinosas nalgas y atraviesa el ano de Betty; ella comienza a empujar para atrás, ayudando a que su tío se entierre más profundo en su culo. —Tío, esto no está bien, soy tu sobrina, pero se siente tan bien… —Solloza de placer Betty, con la voz entrecortada, disfrutando de la dilatación anal provocada por el enorme pedazo de carne de su tío.
—Tú relájate y disfruta, sin hacer mucho ruido para que nadie note lo que te estoy haciendo. —Para cuando Héctor termina de decirle eso a Betty, ya logró meter toda su verga en el ano de su sobrina.
Mientras los juegos de Luis y Conchita continúan y los acercan a la incestuosa pareja, notando algo extraño entre ellos, Luis se sumerge para ver lo que pasa bajo el agua, viendo claramente cómo las enormes nalgas de su hija estaban siendo taladradas por Hector; saca la cabeza del agua con su rostro lleno de ira. —No mames, Héctor, te estás cogiendo a mi Betty —reclama Luis en voz baja.
—Papi, no te enojes, por favor, déjalo, me está cogiendo por el culo bien rico —pide entre gemidos en voz baja Betty a su papá.
Conchita alcanza a Luis y lo agarra de la verga.
—Tranquilo, hermano, déjalos gozar. Ven, si quieres; puedes hacerme lo mismo. —Conchita se pone a un lado de Betty y levanta las nalgas tratando de imitar su posición.
Luis, aunque incómodo de que su hermano Héctor también folle con su hija mayor, además de con Lupita, no puede negar las ganas que le tiene a su hermana; se saca la verga, mueve a un lado el bikini de Conchita y le clava toda su longitud de golpe en el ano.
—Haa, no mames, estás bien vergudo —gime Conchita al sentir la monstruosa verga de su hermano envistiendo brutalmente su ano.
Los cuatro ahora están follando a la vista de todos, tratando de disimular que nada pasa y los demás invitados, aunque pueden verlos, no se dan cuenta de lo que ocurre bajo el agua. Los culos dilatados de Betty y Conchita dejan escapar burbujas de aire que suben a la superficie con cada embestida de los gruesos hombres. Minutos después, mientras la incestuosa escena continúa, Memo, el esposo de Betty, llega saludando. Va hacia la alberca, en donde puede ver que está su esposa, se para frente a ella y, sin notar lo que está pasando, la saluda. Betty, que no se había dado cuenta de la llegada de su marido, se pone pálida del susto, preocupada por que él pueda notar algo.
—Hola, mi amor, sí llegaste —dice Betty tartamudeando.
—Hola, amor, perdón por llegar hasta esta hora; salí tarde del trabajo —responde él.
Hector lo saluda sin dejar de bombear su verga dentro y fuera del ano de Betty.—Hola, Memo, qué bueno que ya llegaste. ¿Ya viste, Luis? Tu yerno ya llegó.
Luis también saluda sin dejar de follar a su hermana Conchita.
—Hola, Memo... —saluda Conchita, entre jadeos y gemidos, tratando de mantener la compostura a pesar de la empalada anal que su hermano Luis le está dando. —¿Qué hacen? —pregunta intrigado Memo, observando la extraña escena.
—Es una competencia, Amor, entre mi papá y mi tío para ver quién hace los mejores masajes—responde jadeando Betty.
—Jajaja, qué rara competencia —dice Memo sin sospechar nada.
—Voy a sentarme a comer, estoy muy hambriento —le informa Memo a Betty mientras se aleja del lugar.
—Sí, amor, ve. —Betty suspira de alivio al ver a su esposo alejarse ajeno a lo que realmente está sucediendo.
Unos minutos después, Luis le dice a su hermano:
—Oye, Héctor, te cambio, quiero follar las nalgotas de mi hija. —Héctor acepta y cambia con su hermano, y sin perder el tiempo comienza a empalar el ano de su hermana Conchita mientras Betty, con ojos de emoción, ve a su padre ponerse detrás de ella.
—No lo puedo creer, mi propio padre me va a follar el culo —exclama emocionada Betty. Luis, con entusiasmo, comenzó a meter y sacar su verga del culo de su hija.
Betty, extasiada, trataba de ahogar sus gemidos para no ser escuchada. La incestuosa escena duró por varios minutos más hasta que los dos obesos sementales se corrieron dentro de los culos de Conchita y Betty, quienes sueltan un gemido prolongado al sentir la espesa leche caliente recorrer su interior.Las dos satisfechas mujeres salen de la alberca acomodándose sus diminutos bikinis que dejan ver sus expandidos y dilatados años y, caminando con dificultad, se dirigen a la mesa, hambrientas por la actividad sexual. Al llegar a la mesa, Memo nota un líquido espeso blancoso recorrer las piernas de Betty y Conchita.
—¿Amor?, ¿qué es ese líquido? —pregunta extrañado Memo. Betty, al notar que el semen de su padre le escurre por las piernas, se paraliza de nervios, peroDavid, que está cerca y ya alcoholizado, le dice:
—Es protector solar; también se lo pusieron mal, como a mi Lupita.
Betty y Conchita sonríen y se sientan con sus culos adoloridos a comer.
Capitulo vinculado La incestuosa vida de Lupita CAPÍTULO 4 - Incestuosa diversión
Hoy promete ser un gran día.Temprano por la mañana en los hogares de todos los miembros de la familia hay actividad; todos se preparan para divertirse en un salón con alberca que la familia rentó para festejar el cumpleaños de la tía Conchita. Todos preparan hileras llenas de bebidas, trajes de baño, refrigerios, etc. Pero, en uno de los hogares, una de las familias está pasando por algunas dificultades...Betty, sentada en el sillón de su sala, intenta consolar a su hijo Axcel, que recién acaba de terminar con su novia vía telefónica. El joven, devastado, no quiere salir de casa, ni ir a la alberca con la familia, ni hacer cualquier cosa que lo distraiga de su dolor; no se siente con ánimo para divertirse.
—¿Por qué mamá, por qué me terminó? —dice Axcel llorando en el hombro de su madre.
Betty, triste por la situación de su hijo, sabe que el desamor es parte de ser joven y estar enamorado.
—Ya, cariño, te juro que todo va a pasar y vas a encontrar a la chica adecuada para ti —le dice Betty a su dolido hijo. Axcel, en total depresión, no quiere aceptar lo que su madre le dice y continúa con su tristeza. Betty, desesperada viendo a su amado hijo en esa situación, intenta de todo: hablarle de otras cosas, prometer comprarle cosas, llevarlo de paseo y muchas cosas más, pero nada parece resultar. De repente, la preocupada madre recuerda un dicho que, desde niña, ha escuchado. —Mi amor, recuerda que un clavo saca a otro clavo —le dice Betty a su hijo, intentando hacerlo entrar en razón.
— mamá, pero ¿de dónde voy a sacar a otra chica que quiera ser mi novia para olvidar este dolor? —Con lágrimas en los ojos y un tono desafiante le responde Axcel a su madre.
Axcel, sensible, se encoge de hombros y se lleva las manos al rostro. Betty, al verlo tan decaído, decidió que haría lo que fuera para levantar su ánimo. Una idea audaz y peligrosa cruzó por su mente:
—Cariño, yo puedo ser tu novia un tiempo, mientras encuentras a alguien más. —Convertirse en su novia temporal, aunque solo fuera para hacerlo sentir deseado y especial, no sonaba tan descabellado en su mente.
Betty, apurada por aliviar la tristeza de su hijo para seguir con los preparativos de la albercada, comenzó a coquetear discretamente con Axcel. Al principio, él no sabía cómo reaccionar, pero la atención y el cariño que su madre le mostraban lo hicieron sentirse vivo de nuevo. La tensión entre ellos creció. Betty comenzó a menear su gran cadera frente a su hijo; las enormes y gelatinosas nalgas de la madre se meneaban de un lado al otro, llamando la atención de Axcel. El joven, hipnotizado por el sensual movimiento de esos glúteos, parecía haber olvidado por completo su reciente ruptura. Al notar esto, Betty decidió darle un poco más. Con un movimiento sutil, la nalgona madre se levanta la falda, dejando al descubierto su aguado y blanco trasero. Los ojos de Axcel parecían que se saldrían de sus cuencas al ver tan majestuoso espectáculo. El joven, como poseído, comenzó a acariciar las nalgas de su madre.
—Cariño..., no sé si esto sea correcto —le dice Betty a su lujurioso hijo con la voz entrecortada.
—Por favor, mamá, dijiste que serías mi novia, y los novios hacen esto, ¿no? —responde Axcel a su madre con la voz llena de deseo.
Betty, por un momento se queda en silencio pensativa, y después de unos segundos:
—Bueno, hijo, está bien, pero démonos prisa para seguir alistando todo y ni una palabra de esto; tu padre no se debe enterar jamás, ¿queda claro? —exclama Betty a su excitado hijo que ya comenzaba a bajarle la tanga.
Lo que comenzó como algo inocente se convirtió en una escena de pasión incestuosa desenfrenada. Betty, con su cuerpo lleno de curvas sensuales, se entregó por completo a los deseos de su hijo, quien, aunque joven, respondió con una intensidad que sorprendió a ambos.Con ambas manos Axcel abrió de par en par las nalgas de su madre y con euforia comenzó a lamer su arrugado ano.
—Cielos, cariño, eso se siente bien, sigue así —dice Betty entre jadeos.
Axcel no puede responder; su boca y su lengua están ocupadas en una actividad más emocionante. Por varios minutos, el joven lame el ano de Betty. Ella, por su parte, ya no soportaba más; la lujuria y el deseo se habían apoderado de ella también.
—Ya no puedo más, mi amor, quiero sentirte adentro de mí —dice Betty gimiendo.
Axcel, entregado al momento, se quita la ropa dejando al descubierto su enorme erección. Betty, que de reojo estaba viendo hacia atrás por encima de su hombro, quedó sorprendida al ver el tamaño del miembro de su hijo.
—No mames, Axcel, ¿cuándo te creció un pene tan grande? Mi hijo ya es un hombre —exclama con orgullo y emoción Betty.
—Mamá, te voy a meter la verga por el culo... —grita Axcel sin poder contener la pasión y lujuria.
—Sí, mi amor, folla el culo de mamá —responde Betty, desesperada por sentir ese tremendo pedazo de carne dentro de su ano.
Con un movimiento brusco e impulsivo, Axcel mete toda su longitud de golpe en el culo de su madre, haciendo que sus testículos choquen con su coño.
—Mami, perdón, fui muy brusco —expresa Axcel con preocupación.
—No te preocupes, cariño, el culo de mami puede con eso y más —responde Betty jadeando, aventando sus nalgas para adelante y para atrás.
La escena duró por un buen rato, hasta que por fin el joven se corre llenando por completo el recto de su madre.
—¡Ahh, puedo sentir tu leche llenándome, mi amor! —exclama Betty mientras grita de placer sintiendo su propio orgasmo llegar.
Axcel, agotado, sale del ano de su madre dejando escapar un chorro de semen.
—Eres la mejor madre del mundo —exclama Axcel, dando un beso a las nalgas de Betty y tirándose exhausto en el sillón.
Fue un momento lleno de lujuria y deseo, una conexión que ninguno de los dos había experimentado antes. Aunque sabían que lo que habían hecho estaba mal, también sentían que había sido algo necesario para ambos. Betty había logrado su objetivo: Axcel se sentía mejor y más seguro de sí mismo; sin embargo, también sabían que ese momento cambiaría para siempre la dinámica de su relación.Mientras tanto, Memo seguía en su patético trabajo, intentando que el tiempo pase lo más pronto posible, completamente ajeno a lo que sucedía en casa, en donde su esposa y su hijo vivían su propio mundo de pasión y secretos. En casa, Betty apura a su hijo en alistarse para la fiesta de la alberca, pero cuando Axcel se estaba vistiendo, un mensaje de texto llegó a su teléfono.
—Mamá, mi novia cambió de opinión, quiere que sigamos siendo novios y me pide que vaya a verla para que se disculpe conmigo en persona —dice Axcel a su madre mientras corre a su habitación para bañarse, vestirse y acudir a su cita.
Betty no alcanza a decir nada, solo ve a su hijo correr para alistarse; por un momento le preocupa el corazón de su hijo, pero recuerda que ya sabe cómo curar sus desamores. Con una actitud positiva, comienza a preparar todo para ir sola a la fiesta. Es hora de disfrutar. Betty por fin llega a la fiesta y justo en la entrada se encuentra a su tía Conchita, que también va llegando.
—Muchas felicidades, tía —dice Betty, abrazándola con cariño.
—Gracias, hija, ¿también se te hizo tarde? —pregunta Conchita.
—Sí, tuve un asunto con Axcel, pero ya quedó todo solucionado —responde a su tía.
—No lo veo, ¿dónde está? tampoco veo a tu marido —exclama Conchita a Betty. —No, tía, Axcel no va a venir, tenía una cita importante, y Memo sigue en el trabajo, no sé si alcance a venir —responde Betty.
—Bueno, ni modo... Mira, ya empezaron a divertirse en la alberca; vamos a cambiarnos para unirnos a ellos —apurada y feliz expresa Conchita a su sobrina.
Las dos se dirigen directamente al baño a cambiarse.Minutos después, ya con unos diminutos bikinis puestos, las dos mujeres se acercan a la orilla de la alberca. Adentro están Luis, el papá de Betty, y Héctor, su tío, ambos hermanos de Conchita, quienes las recorren con la mirada de arriba a abajo, notando las enormes tetas y el peludo coño que se resaltan con el diminuto bikini que tiene puesto Conchita y las enormes y gelatinosas nalgas blancas de Betty que resaltan con el diminuto y ajustado bikini que luce.
—Cielos, hermana, lo que tiene mi hija Betty de nalgona lo tienes tú de chichona —dice Luis a Conchita, admirándolas de pies a cabeza.
—Entren a jugar a la alberca con nosotros —dice Hector con un tono seductor.
Ambas mujeres aceptan y entran al agua, y una vez dentro, Héctor se lanza sobre su sobrina Betty y comienza a masajear sus hombros, mientras Conchita y Luis juegan a hacerse cosquillas. Del otro lado de la alberca se alcanza a notar a Lupita que flota boca arriba descansando, mientras de este lado comienza a suceder algo extraño: Héctor baja de los hombros de Betty a su espalda y después a su cintura; lo hace tan bien que Betty está casi en trance.
Por otro lado, el juego de cosquillas de Luis y Conchita se tornó un tanto más atrevido. Hector baja ahora a las enormes y gelatinosas nalgas de Betty y comienza a masajearlas.acariciarlas.
—Tío, ¿qué hace? —pregunta Betty en voz baja, mirándolo de reojo hacia atrás mientras está, recargada en el borde de la alberca.
—Te doy un masaje relajante, hija, ¿a poco no te está gustando? —dice Hector a Betty con tono travieso.
—Sí se siente bien, pero... —Betty no puede pensar con claridad por el placer que su tío le hace sentir con su tacto.
—Tú confía en las habilidades de tu tío. —Susurra Héctor al oído de Betty, mientras ella asiente y se relaja apoyando su cabeza sobre sus propios brazos.
En el momento en que Héctor ve que su sobrina ya está relajada, saca el pequeño pedazo de bikini que divide las gelatinosas nalgotas de Betty y comienza a empujar su endurecida verga en su ano. Betty gime silenciosa y pregunta con la voz entrecortada:
—Tío, ¿qué haces? —Pregunta Betty jadeando.
—Tranquila, sobrina, deja que tu tío se encargue —le dice Héctor mientras sigue empujando.
Poco a poco, el enorme pedazo de carne entra entre las gelatinosas nalgas y atraviesa el ano de Betty; ella comienza a empujar para atrás, ayudando a que su tío se entierre más profundo en su culo. —Tío, esto no está bien, soy tu sobrina, pero se siente tan bien… —Solloza de placer Betty, con la voz entrecortada, disfrutando de la dilatación anal provocada por el enorme pedazo de carne de su tío.
—Tú relájate y disfruta, sin hacer mucho ruido para que nadie note lo que te estoy haciendo. —Para cuando Héctor termina de decirle eso a Betty, ya logró meter toda su verga en el ano de su sobrina.
Mientras los juegos de Luis y Conchita continúan y los acercan a la incestuosa pareja, notando algo extraño entre ellos, Luis se sumerge para ver lo que pasa bajo el agua, viendo claramente cómo las enormes nalgas de su hija estaban siendo taladradas por Hector; saca la cabeza del agua con su rostro lleno de ira. —No mames, Héctor, te estás cogiendo a mi Betty —reclama Luis en voz baja.
—Papi, no te enojes, por favor, déjalo, me está cogiendo por el culo bien rico —pide entre gemidos en voz baja Betty a su papá.
Conchita alcanza a Luis y lo agarra de la verga.
—Tranquilo, hermano, déjalos gozar. Ven, si quieres; puedes hacerme lo mismo. —Conchita se pone a un lado de Betty y levanta las nalgas tratando de imitar su posición.
Luis, aunque incómodo de que su hermano Héctor también folle con su hija mayor, además de con Lupita, no puede negar las ganas que le tiene a su hermana; se saca la verga, mueve a un lado el bikini de Conchita y le clava toda su longitud de golpe en el ano.
—Haa, no mames, estás bien vergudo —gime Conchita al sentir la monstruosa verga de su hermano envistiendo brutalmente su ano.
Los cuatro ahora están follando a la vista de todos, tratando de disimular que nada pasa y los demás invitados, aunque pueden verlos, no se dan cuenta de lo que ocurre bajo el agua. Los culos dilatados de Betty y Conchita dejan escapar burbujas de aire que suben a la superficie con cada embestida de los gruesos hombres. Minutos después, mientras la incestuosa escena continúa, Memo, el esposo de Betty, llega saludando. Va hacia la alberca, en donde puede ver que está su esposa, se para frente a ella y, sin notar lo que está pasando, la saluda. Betty, que no se había dado cuenta de la llegada de su marido, se pone pálida del susto, preocupada por que él pueda notar algo.
—Hola, mi amor, sí llegaste —dice Betty tartamudeando.
—Hola, amor, perdón por llegar hasta esta hora; salí tarde del trabajo —responde él.
Hector lo saluda sin dejar de bombear su verga dentro y fuera del ano de Betty.—Hola, Memo, qué bueno que ya llegaste. ¿Ya viste, Luis? Tu yerno ya llegó.
Luis también saluda sin dejar de follar a su hermana Conchita.
—Hola, Memo... —saluda Conchita, entre jadeos y gemidos, tratando de mantener la compostura a pesar de la empalada anal que su hermano Luis le está dando. —¿Qué hacen? —pregunta intrigado Memo, observando la extraña escena.
—Es una competencia, Amor, entre mi papá y mi tío para ver quién hace los mejores masajes—responde jadeando Betty.
—Jajaja, qué rara competencia —dice Memo sin sospechar nada.
—Voy a sentarme a comer, estoy muy hambriento —le informa Memo a Betty mientras se aleja del lugar.
—Sí, amor, ve. —Betty suspira de alivio al ver a su esposo alejarse ajeno a lo que realmente está sucediendo.
Unos minutos después, Luis le dice a su hermano:
—Oye, Héctor, te cambio, quiero follar las nalgotas de mi hija. —Héctor acepta y cambia con su hermano, y sin perder el tiempo comienza a empalar el ano de su hermana Conchita mientras Betty, con ojos de emoción, ve a su padre ponerse detrás de ella.
—No lo puedo creer, mi propio padre me va a follar el culo —exclama emocionada Betty. Luis, con entusiasmo, comenzó a meter y sacar su verga del culo de su hija.
Betty, extasiada, trataba de ahogar sus gemidos para no ser escuchada. La incestuosa escena duró por varios minutos más hasta que los dos obesos sementales se corrieron dentro de los culos de Conchita y Betty, quienes sueltan un gemido prolongado al sentir la espesa leche caliente recorrer su interior.Las dos satisfechas mujeres salen de la alberca acomodándose sus diminutos bikinis que dejan ver sus expandidos y dilatados años y, caminando con dificultad, se dirigen a la mesa, hambrientas por la actividad sexual. Al llegar a la mesa, Memo nota un líquido espeso blancoso recorrer las piernas de Betty y Conchita.
—¿Amor?, ¿qué es ese líquido? —pregunta extrañado Memo. Betty, al notar que el semen de su padre le escurre por las piernas, se paraliza de nervios, peroDavid, que está cerca y ya alcoholizado, le dice:
—Es protector solar; también se lo pusieron mal, como a mi Lupita.
Betty y Conchita sonríen y se sientan con sus culos adoloridos a comer.