Aventura con la tía

Sexterra

Virgen
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Ene 21, 2019
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Capítulo 1. Llegada.
En cuanto llegué al aeropuerto me di cuenta que mis planes cambiarían, el reloj marcaba 17:15 y el tablero del aeropuerto mostraba el vuelo como “RETRASADO”. Envié un mensaje a Issa para avisarle, habíamos quedado en pasar el fin de semana juntos. Con frustración leí su respuesta, no iba a esperar y salía hacia Veracruz con sus hermanas. Todo el plan se fue abajo y el fin de semana se complicaba porque de todas maneras tendría que llevar a a Xalapa con mis padres.
La razón de mi retraso era la llegada de Norma, mi tía, a quién no veía desde que había enviudado y de esto hacía ya más de cinco años. Ella había decidido visitar a su hermano y mi padre había decidido que yo pasara a recogerla al aeropuerto antes de viajar a casa. Ni a mí, ni a mis padres nos gustaba viajar de noche, así que me resigné a quedarme esa noche varado en México. Marqué a la casa y después de dialogar con mi padre, como supuse, estaba oficialmente varado hasta el día siguiente.
Media hora más tarde apareció por el pasillo de llegadas, la recordaba menos alta y más “modesta”, pero lo que venía hacia mi atraía las miradas de todos los caballeros presentes. Los pantalones blancos ajustados ceñían una muy curveada figura, y la blusa floreada servía de marco a sus grandes senos (los que no recordaba fueran tan grandes), unas zapatillas de tacón bastante alto completaban el atuendo.
Nos abrazamos, al saludo y no pude evitar sentir la firmeza de sus nuevos senos contra mi pecho. Después tomé su maleta y comenzamos a caminar hacia el estacionamiento.
  • ¿Cómo están todos? preguntó mientras metíamos las maletas al carro.
  • Bien, respondí, ya tendrás tiempo de verlos mañana.
  • ¿Mañana?, parecía sorprendida.
  • Sip, dije, preferimos no viajar de noche.
  • Ok, entonces vamos ¿a dónde vamos?
  • A mi departamento, respondí.
  • Mmm, hace bastante que un caballero no me invitaba a su departamento, dijo ella bromeando.
  • Eso es como el programa, difícil de creer, respondí a la broma, digo, a juzgar por el hilo de baba de todos en el pasillo.
Sonreíamos mientras entrábamos al automóvil.
Durante el trayecto hablamos de la familia y de cómo estaba cada uno. Hacía mucho tiempo que no nos visitaba, al llegar al edificio el portero me saludó, extrañado por que él sabía, que no volvería sino hasta el lunes. Bajando la ventana un poco le comenté.
  • El vuelo se retrasó, saldremos mañana temprano. Despiértame a las 7 por favor. El asintió y apretó el botón de la pluma mientras anotaba la entrada.
En el espacio de junto, en el estacionamiento la Sra. Fernández estaba bajando cosas de su auto, le saludé con un ademán, ella no me regresó el saludo y se dedicó a observarnos con mirada asesina.
  • Y esa ¿Qué tiene?, me preguntó discretamente.
  • Digamos, que no es mi mayor admiradora, respondí mientras sin darle importancia, abría la cajuela.
Camino al apartamento ella se colgó de mi brazo, el ocasional roce de su pecho me hacía imaginarme cosas. Cruzamos el umbral de la puerta y al fin entramos. No era un apartamento lujoso, aunque sí bastante cómodo, la construcción antigua favorecía los espacios y le daba ventaja, una amplia estancia servía como sala/comedor y tenía acceso a cuatro puertas, una recámara principal con baño, un estudio, el baño de visitas y la cocina.
Le ofrecí la recámara principal, por la facilidad del baño privado y ella aceptó ayudándome a cambiar las sábanas.
  • ¿Tienes hambre?, pregunté entonces.
  • Si, contestó ella de inmediato.
  • ¿Salimos o pedimos algo?
  • ¿Hay algo cerca?
  • Un pequeño Hostal aquí a media cuadra que hace varias cosas ricas, podemos ir hasta caminando.
  • Me parece bien, dijo entonces, dame un minuto.
Entró por un momento al cuarto de baño y yo me retiré al estudio para preparar mi cama en el sofá, terminaba cuando ella entró al estudio.
  • Estoy lista, dijo.
Salimos, y al pasar frente al supermercado Norma dijo que necesitaba comprar algunas cosas, aproveché también para comprar algo para el desayuno del día siguiente.
Ya en el restaurante, ella pidió ensalada, yo unos tacos, ambos tomamos cerveza. Durante la cena no podía quitar mi vista del escote de mi tía, no recordaba que sus tetas fueran tan grandes, al final de la cena ella termino notándolo, mientras abría la cajetilla que acababa de comprar me dijo….
  • ¿Por qué no preguntas de una vez? Tomando el encendedor de su mano le ofrecí la llama para encender su cigarrillo.
  • ¿Te operaste?, pregunté mientras le observaba apretar los labios alrededor del filtro del tabaco.
  • Sí, contestó ella sin tapujos, hace más de un año. Estas chicas costaron una fortuna dijo juntándolas entre sus brazos enmarcándolas, pero ha valido la pena. ¿No crees?
  • Claro que sí. Contesté con la vista clavada en su busto. Son maravillosas, ella solamente me sonrió.
Regresamos al apartamento, se despidió y se retiró a la recámara, yo me quedé a ver la televisión unos momentos.
Ella quiso tomar una baño antes de dormir, el baño era amplio justo en la esquina una de esas cabinas con regadera y en medio de todo una tina.
Estaba acostado y sentí que la salsa de los tacos comenzó a hacer estragos en mi estómago, recordé entonces que tenía antiácido en el buró del cuarto, toqué despacio la puerta, no hubo respuesta, entré, la puerta del cuarto de baño estaba entre abierta, tomé el antiácido del buró convencido de que tenía que salir de ahí lo más pronto posible, la ropa de mi tía estaba en el sillón y no quería que pareciera que la espiaba.
Un movimiento en el espejo llamó mi atención, acercándome vi a mi tía que descansaba en la tina, tenía los ojos cerrados y un par de audífonos le ayudaba a relajarse, sus grandes pechos casi se salían del agua, estuve observándola por un momento cuando ella abrió los ojos y me sorprendió….
  • Necesitaba el antiácido, dije tratando torpemente de explicarme.
  • Claro, dijo ella, quitándose los audífonos. No me pude mover.
  • Son realmente bellas, dije esperando que no se molestara.
  • ¿Quieres verlas?, preguntó para mi sorpresa.
  • Me encantaría, respondí de inmediato.
Se se irguió un poco, sus dos tetas abandonaron el agua y se mostraron ante mí, los rosados pezones apuntándome.
  • Estás preciosa, dije agradeciendo el espectáculo. Empezaba a retirarme y entonces ella me detuvo.
  • ¿No quieres acompañarme?, el agua esta rica.
Puse el antiácido junto a los audífonos y me retiré la playera. Norma me observaba con mirada divertida. Mordiéndose los labios, sumergió sus manos en la tina y elevando su pubis comenzó a tocarse. Nuestras miradas se cruzaron, sabía que mi tía se masturbaba viéndome, sus manos moviéndose debajo del agua. Retiré el pantalón y mi miembro erecto brincó de inmediato.
  • Pues efectivamente te gustan, dijo mi tía sonriendo, la mirada fija mi miembro, ven aquí.
Solo di un paso para entrar en la bañera y colocarme de rodillas frente a la dama. Ella me enfrentó, su cuerpo parcialmente cubierto por la espuma de la tina.
  • ¿Quieres tocarlas?, preguntó.
Y de inmediato mis manos comenzaron a acariciar los desnudos senos de la dama. Bajando mi cabeza metí su pezón derecho en mi boca, aferrando la teta, mi tía colaboró irguiéndose un poco más. Comencé entonces a pasear mi lengua alrededor del pezón, endureciéndolo mientras ella se mordía los labios y su respiración poco a poco se aceleraba.
  • Oh sí, nene, para esto son estas chiquitas.
Nada de chiquitas pensé para mis adentros. Ella se apoyó a los lados de la bañera subiendo un poco más, y aproveché esto para besar ambos pechos, moviendo la bolita de carne de los pezones con la lengua y alternando la caricia en cada teta.
Ella tomó entonces el champú de cuerpo de la tina, y vaciando un poco en sus manos me lo aplicó en los hombros, esto provocó lo que ella estaba buscando, me relajé y me recosté en la tina. Sus manos masajearon lentamente mis pectorales y el torso, cada vez bajando más. Tomé también un poco de champú de la misma botella y empecé a masajear ambas tetas con fuerza. Ella una vez más se irguió para permitirme total acceso a su busto. Enjuagué los senos juntando agua con mis manos pensando en volver a lamerlos.
Norma entonces, se revolvió en la tina dándome la espalda, ahora eran sus nalgas las que apuntaban directamente a mi verga. Tomé champú aplicándolo ahora sobre la espalda y nalgas de mi tía. Ella pegó su culo a mi pelvis, con movimientos lentos y pausados restregaba sus nalgas contra mi miembro, a estas alturas yo le manoseaba descaradamente la espalda, nalgas y tetas a mi tía.
  • Algo ahí está muy duro, dijo ella entonces.
Como impulsado por resortes me puse de pie en la tina, ella se dio vuelta, mi miembro erecto apuntaba directamente a su rostro. Norma comenzó a acariciar mis piernas, el duro falo brillaba frente de Ella. Lo tomó con ambas manos y lo recorrió en su totalidad, el champú era un buen lubricante, Me estremecí ante lo apretado de la caricia. Ella tomó mis huevos en una mano, masajeando el miembro con la otra volvió a mis piernas, como arrepintiéndose, dudando de lo que hacía. Después de todo yo era su sobrino.
Acariciaba mi miembro cavilando durante unos segundos como decidiéndose a dar el siguiente paso. Yo no deseaba que se detuviera, movía mi verga frente al rostro de mi tía invitándola. Cedía poco a poco, volvió a tomar el miembro con las manos y entonces moví mis caderas hacia adelante y lo recargué en una de sus mejillas. Con la mirada fija mi tía vio mi verga y la colocó entre sus senos, la apretó entre ellos con el glande a escasos centímetros de su boca. Fue entonces cuando perdió el control. Tomando agua de la bañera enjuagó todo el champú mi verga hasta dejara limpia, brillante. apuntando hacia su rostro y fue entonces cuando lo metió en su boca.
Yo no daba crédito a lo que estaba pasando, la misma mujer que hacia menos de tres horas me había dejado boquiabierto en el aeropuerto ahora estaba hincada enfrente con mi verga metida entre los labios.
Mi tía sabía perfectamente lo que estaba haciendo, tomó la base de mi verga con una de sus manos y en la otra acariciaba mis huevos. El miembro desaparecía entre sus labios que lo apretaban durante todo el recorrido. Me senté en la orilla de la bañera mientras Norma ahora paseaba su lengua por mis testículos masturbando ligeramente el glande con una de sus manos, me estaba volviendo loco, luego, haciendo contacto con su lengua lo recorrió hasta la punta para volver a metérselo en la boca, mamándolo completamente. Repitió este ciclo constantemente durante algunos minutos.
La detuve, entre otras cosas porque si continuaba con ese ritmo iba a terminar explotando en su boca en cualquier momento. Ella me miró sorprendida y le pedí que se sentara al borde de la tina, colocándome en medio de sus piernas las abrí y comencé a lamer su vulva subiendo y bajando por sus labios desde su clítoris hasta su ano. Era obvio que esto a Norma le daba pudor, pero cuando vio que yo lo hacía sin hacer signo de otra cosa que disfrutarla decidió dejarse llevar. Comenzó a jadear mientras yo lamía completamente su vagina subiendo y bajando, toqueteando el clítoris mandando rayos de placer a mi tía que, por su lado solo gemía, quería detenerme pero el placer la tenía vencida. Comencé a deslizar uno de mis dedos al interior de su vagina, la dama subió las piernas a los laterales de la tina entregada, disfrutando enormemente con mis caricias. Se puso de pie, pero la seguí obligándola a colocar una pierna en el costado mientras en medio continuaba acariciando su vulva. Norma apretaba sus senos desesperada sintiéndose al borde de un abismo del que no podía escapar. De su vulva comenzaron a emanar chorros pequeños testigos mudos del orgasmo de la señora. Me separé un poco para observarle un momento y después volví al ataque.
Ella se había venido, me puse de pie detrás de ella, que sabedora de lo que se requería se agachó para ofrecerme el acceso por la parte de atrás, subí su pierna derecha al costado de la tina y dirigí mi miembro penetrándola de un solo movimiento. Un ligero gemido salió de los labios de mi tía mientras aumentaba la velocidad penetrándola por detrás de manera frenética. Me aferré de sus caderas mientras bombeaba desesperadamente al interior de su vulva, ella echaba sus caderas para atrás peleando literalmente conmigo que de vez en cuando me aferraba a sus tetas.
  • Que buena estás, tía, que hembra divina, le dije entre jadeos.
  • ¿Te gusta hijo?, ¿te gusta la rajita de tu tía?, así corazón! Rómpeme!, me contestó suplicándome que no me detuviera.
Momentos después agua de la tina se había enfriado, esto ya no era cómodo así que Norma me detuvo un momento para tomar un respiro, salió de la tina hacia el mueble del lavabo de espalda a mí subió una vez más la pierna derecha al mueble, invitándome. Yo la seguí de cerca y de inmediato entendí lo que ella requería, de nueva cuenta la encajé por detrás, reanudando la frenética cogida.
El lavabo resultó ser un poco más alto de lo necesario y dificultaba mi acceso. Ella se dio cuenta de este detalle y me detuvo un segundo, subiéndose al mueble abrió las piernas frente a mí, abriéndome una vez más su vulva para que la penetrara. La embestí y volví a clavarle mi verga que ella recibió aferrándose a los lavamanos gemelos que había en aquel mueble. La altura era perfecta yo la penetraba desenfrenadamente mientras las tetas de la dama se erguían bamboleandose orgullosas con sus pezones apuntándome.
  • Que rica estas tía, que delicia de tetas, que lindura de coño, que hembra! Le dije aferrándome a sus senos metiendo y sacando el miembro como pistón con mi mirada fija en la suya.
  • No te vengas todavía, los quiero en mi boca, dámelos. Me pidió ella.
Me retiré un poco y ella se bajó del mueble de baño hincándose frente de mí. Tomo mi miembro con su mano derecha y lo masturbaba mientras lo metía en su boca.
  • Me voy a venir tía, dije, no me voy a poder detener.
  • Mmmmm, fue lo que ella gesticuló con su boca ocupada a manera de aprobación.
Fueron solo unos segundos los que pude aguantar a este ritmo, comencé a despedir pequeños chorros de semen al interior de la boca de mi tía. Ella aferró el miembro y comenzó a pasear su lengua y labios alrededor del glande, limpiando cada gota de mi semen, yo no podía apartar mi vista de esa boca que continuó mamando hasta que mi miembro perdió erección, tenía semen en los labios y los senos.
  • Eres divina, le dije.
  • Gracias, pero necesito una ducha, contestó.
Nos bañamos mayormente en silencio, ambos digeríamos lo que había pasado, los dos fuimos víctimas de nuestros impulsos, Yo me sentía bien, ella, pensaba en los posibles alcances que esto tendría de todos modos tendríamos que hablar antes de viajar mañana.
Al llegar una vez más al estudio me tomé el antiácido y me recosté. No podía quitarme de la mente la estupenda visión de los pechos de mi tía masturbándome. Mis pensamientos fueron interrumpidos por los llamados en la puerta.
  • Hola, dijo mientras se metía en el estudio, llevaba puesta una bata con la cajetilla de cigarrillos en la mano.
  • ¿Qué paso?, ¿Necesitas algo? , pregunté.
  • Necesito hablar contigo. Dijo en tono serio.
  • Dime, dije irguiéndome en el sofá.
  • Esto que acaba de pasar, no debió haber pasado. No podemos dejar que vuelva a ocurrir. Puso un cigarrillo en los labios encendiéndolo inmediatamente.
  • Creí que lo habías disfrutado, dije.
  • Y así fue, dijo ella inmediatamente, tremendamente pero…
  • Pero nada entonces, le interrumpí, esto no es otra cosa más que dos personas adultas disfrutando y pasando un buen rato.
Mira, continué, esto no tiene por qué complicarse. Creo que eres una mujer tremendamente atractiva que, por lo que acabamos de demostrar. me excita muchísimo, y no de ahora, de hace mucho tiempo. Si como me dijiste hace rato, también lo disfrutaste, entonces dejemos las cosas así, no somos amantes, no estamos en una relación pero si se nos antoja una vez más a ambos nos volvemos a ir a la cama.
  • ¿De verdad se te antojaría volver a hacerlo conmigo? La pregunta me dejó completamente perplejo.
  • Desde luego que sí, dije. Esto solo lo sabemos tu y yo, nadie más tiene por que enterarse, dije, y delante de las demás personas somos sobrino y tía, nada más.
Dio una larga fumada al cigarrillo cavilando la situación.
  • Sería un poco hipócrita que durmieras hoy en el estudio, dijo entonces levantándose y ofreciéndome su mano. La bata se abrió, pude ver su vello púbico asomándose.
  • Me encantaría dormir en mi cama, dije tomando su mano.
  • Por cierto, dijo al llegar a la recámara, duermo desnuda y la bata cayó a sus pies.
  • Puedo vivir con eso, contesté sonriendo, metiéndome junto a ella en la cama.
 
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