Aventura con la tía. Cap 2.

Sexterra

Virgen
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Bueno aqui va la segunda parte como siempre se agradecen los comentarios ya sean positivos o negativos o como sea. Los like y gracias se agradecen aún más.

Saludos a todos.

Capítulo 2. El viaje.


Al día siguiente el teléfono sonó, eran las 7 de la mañana, trataba de despertar, me di cuenta que durante la noche había abrazado a Norma, mi mano izquierda pasaba por su cintura y apretaba suavemente una de sus tetas, Norma despertó, hizo a moverse hacia el teléfono que estaba de su lado, pero la detuve aferrándola hacia mí.

- Va a sonar 5 veces y luego va a colgar, le dije familiarizado con las llamadas del vigilante para despertarme.

Así pasó y ella se volvió hacia mí, yo trataba de abrir los ojos.

- Es hora de levantarse, me dijo.
- Cinco minutos, dije, el roce de sus piernas en mi miembro me estaba provocando una tremenda erección. Pasaron los que para mi fueron segundos. Norma volvió a insistir.
- Levántate flojo.
- Ya me levanté, dije sonriendo, acercando mi miembro a su pierna para que sintiera mi erección.
- Oh, dijo ella, y cruzándola se montó en mí quedando tendida a lo largo sobre mi cuerpo, su pubis directamente encima de mi pene.
- ¿Y qué tienes en mente?, preguntó dándome un beso.
- Tenemos que viajar, dije, pero no hay prisa, sonreí aferrando con mis manos sus nalgas, nuestros labios se volvieron a fundir en un beso.
- Entonces, dijo ella, besando mi barbilla iniciando viaje al sur, trataré de entretenerme.

Su cabellera me rozó durante el recorrido por mi torso, sentí de inmediato sus labios alrededor de mi glande, ella escogió mi pierna izquierda y se montó en ella rozando su pubis contra mi rodilla mientras su cabeza subía y bajaba, subí un poco mi rodilla para ofrecer un poco de resistencia, sentí de inmediato la humedad e su entrepierna.

Así estuvimos unos minutos, las caricias de su lengua en el frenillo de mi glande me tenían la verga como una roca, la señora era une experta en esas lides, ella entonces decidió que estaba lista y montándoseme encima tomó mi verga con la mano izquierda frotándola en la entrada de su raja, nuestras miradas se cruzaron…

- ¿Te la quieres meter?, pregunté sin poder hacer otra cosa que mirarle fijamente a los ojos.
- Me la voy a meter, dijo suavemente, buscando con mi miembro la entrada de su raja, me voy a encajar toda esta dura verga.

Era como si disfrutara el sólo decirlo, echando sus caderas hacia abajo se clavó toda mi tranca en la entrepierna. La sensación húmeda y caliente se adueño de mi miembro. Ella empezó a mover las caderas en círculos con mi miembro clavado hasta el fondo. Me aferré de sus tetas y comencé a masajearlas, Norma estaba como en trance, concentrada en procurarse placer con cada movimiento de sus caderas, la amplitud y frecuencia de sus movimientos se fueron haciendo más cortos y bruscos.

Levanté la espalda de la cama buscando sus senos, comencé a lamer sus pezones, ella se abrazó de mi cuello.

- Que rico me lo haces papito, me dijo susurrando, clávamela hasta el fondo.

Tomándola del torso le di la vuelta y la acosté debajo de mí, echándomele encima la clavé hasta el fondo. Los ojos se le desorbitaron al momento que le penetré, mi mano derecha se apoderó de su seno y comencé a mamar el pezón mordiéndolo un poco. Mi tía comenzó a temblar debajo de mí y con pequeñas sacudidas comenzó a venirse. El movimiento frenético de mis caderas arriba abajo le clavaban mi verga como un pistón en la húmeda camisa que era su vulva. La sentí temblar, gemir, suplicar arañar y poco a poco su vulva fue apretando mi miembro entre espasmos. Eso fue todo lo que pude resistir.

Ella me tomo el rostro con las manos y sus labios temblorosos me besaron, las lenguas peleaban iracundas, la rigidez de mi miembro todavía penetrándola hasta el fondo atrapado por las contracciones que como si lo ordeñaran comenzaron a sacarle uno a uno largos chorros de semen que inundaron la dulce cavidad de la señora.

- Aquí vengo tía, dije sintiendo que el aliento se me iba en cada chorro.

Ella no dijo más, se limitó a jadear debajo de mí mientras yo me venía.
Durante algunos segundos me quedé encima de ella, que abrazada a mí y paseaba las manos por mi espalda. Con dificultad me hice a un lado para recostarme junto a ella.

- Eres fenomenal, le dije sin saber que más agregar.
- Ella sonrió sin decir nada y la seguí con la mirada hasta el cuarto de baño.

Nos alistamos y eran las 9.30 de la mañana cuando al fin salimos del departamento. Yo iba bastante relajado,. Empezábamos la carretera cuando el teléfono de ella sonó.

- Hola, contestó después de ver el identificador de llamadas. Yo pretendí no prestar atención.
- No, no creo, le oí decir, la verdad es que quiero pasar a Puebla para tomar café con una amiga, si acaso llegaremos a la hora de la merienda.
- Ok, de acuerdo, cuídense bye, Norma colgó su teléfono y sacó un cigarrillo colocándolo en sus labios.
- Vas a tener que escoger, le dije, humo o aire acondicionado.
- Entonces vas a tener calor, me dijo bajando la ventanilla del auto. Sonreí bajando a mi vez mi ventanilla.
- ¿Y a que se debe el cambio?, pregunté mientras apagaba el acondicionador de aire.
- ¿Cuál cambio?, preguntó mientras enviaba un texto en el teléfono. Solo me le quedé mirando.
- Espero que no pienses que soy una cualquiera, dijo entonces llevando el cigarrillo a sus labios.
- No empieces, contesté de inmediato. Eres una mujer guapa y libre. Con el derecho a hacer lo que tú desees.

Ella sonrió exhalando el humo.

- Guapa y libre, debo decirte que no me había sentido así en mucho tiempo, el teléfono sonó, y ella contestó el texto con una sonrisa pícara.
- Pues créeme, le dije, eres las dos cosas, ella apagó el cigarrillo en el cenicero del carro.
- Pues en realidad entonces deberé decirte que fueron dos cambios. El primero, continuó, ocurrió cuando me casé y tuve que volverme seria y recatada, el segundo cuando enviudé y decidí regresar a mis desordenes un poco, no tanto como en mis días mozos, pero un poco sí, porque has de saber que en mis días de juventud yo era una cosa salvaje.
- ¿Sí?, pregunté, eso no lo sabía.
- Pues así es, me dijo mirando hacia el mensaje que tenía en el teléfono, senté cabeza cuando me casé, pero antes, hizo un silbido juntando los labios, ¿Cómo a qué hora estaremos en Puebla?, pregunto entonces.
- Como a las 11 y media contesté, cuéntame, le pedí entonces.
- Cuando tenía yo 18 años, comenzó a platicarme mientras respondía el mensaje. Estaba terminando la preparatoria, mi mejor amiga era Tania, pelirroja, con un novio llamado Ángel que cursaba el mismo grado, aunque en otro grupo, es precisamente la amiga con la que nos juntaremos en Puebla. Con Tania vivía Hiroko, una japonesa que estaba un año de intercambio con ellos. Las tres nos creíamos muy avanzadas, tu sabes, mujeres de mundo, y nos entreteníamos pensando en que tan grande era el miembro de los maestros que nos daban clase. Una tarde fue precisamente uno de esos miembros el que me tomó por primera vez.
- Ajá, contesté sin atreverme a interrumpirla, ella continuaba metida en el teléfono.
- Era mi maestro de filosofía, continuó, un día me acerqué y le comenté que necesitaba un trabajo extra créditos para pasar su materia, él me dijo que sólo había una cosa que podía hacer, pero que estaba en mí decidirme, me dio una tarjeta y me dijo que lo pensara bien y que le llamara si estaba dispuesta. Yo sabía de que se trataba porque las chicas ya me habían contado de sus experiencias con ese tipo. Me decidí una tarde en la que tus abuelos estaban trabajando, me desnudé y me metí en la cama, toda excitada y con mariposas en la panza por lo que iba a hacer, tomé el teléfono y lo marqué, el contestó y me dijo que estaba disponible esa tarde, así que me arreglé lo mejor que pude y me fui para su departamento, así fue como empecé mi relajo de vida que fue hasta que me casé.
- Suertudo, contesté.
- Así es, dijo ella, metida en contestar el mensaje. ¿Dónde podemos comer en Puebla?
- Hay muchos lugares contesté, depende de donde tengas que ir después para no andar corriendo.
- ¿Qué te parece si vamos al centro y de ahí vemos?
- Me parece muy bien.

Llegamos a Puebla y como turistas nos instalamos en el zócalo, comimos delicioso, como es costumbre en aquella Ciudad, ya acercándose las 3 de la tarde mi tía me mostró la ubicación de la casa de Tania. Nos dimos prisa al darnos cuenta que quedaba aún algo lejos, a las cuatro en punto estábamos frente a la puerta de una casa en una zona residencial. Una peliroja abrió la puerta, tenia linda figura, pero vestía muy diferente de como lo hacía Norma. Un sweater color rojo y una falda negra plisada conformaban su atuendo, ambas amigas se abrazaron al saludarse, habían mantenido contacto toda su vida pero era mucho el tiempo que había pasado desde la última vez que se vieron.

Comportándose como la perfecta anfitriona Tania nos mostró el lugar y luego nos sentó en una pequeña salita, una serie de autos estacionados más allá de la alberca llamó mi atención. Después de beber un café con las damas sentí que era propio dejarles a solas para que platicaran.
- ¿Podría ir a ver los autos un momento?, pregunté a Tania.
- Pero claro, dijo ella, adelante, las llaves están en el gabinete junto a la puerta si quieres encender alguno.

Agradeciendo me alejé de las damas para admirar la extensa colección de autos del marido de Tania, hasta allá podía oír las risas de las señoras, seguramente poniéndose al día en lo que a chismes se refiere. Fue más de media hora la que pasé admirando cada una de las piezas cuando el teléfono celular sonó. “Tía Norma”, decía la leyenda del identificador.
- Hola, ¿lista? Pregunté pensando que era hora de marcharnos.
- No todavía, dijo ella, regresa con nosotros en 10 minutos más o menos y sígueme la corriente en todo lo que te pida.
- ¿Por?, pregunte.
- Solo hazlo, me dijo y no dándome tiempo de preguntar nada más colgó.

No sé si pasaron los diez minutos, pero cuando regresé a la salita Tania estaba entrando también, el perfume de la dama invadió de inmediato el recinto mezclándose con el humo del cigarrillo de Norma.
- Impresionante colección, dije a Tania mientras ella se sentaba junto a Norma.
- Es el vicio de mi marido, algunos me gustan, pero no los usamos.
- ¿Te decidiste?, le preguntó Norma, apagando el cigarrillo y colocando el cenicero en la mesita.
- ¡Norma!, exclamó Tania, en tono de sorpresa/reclamo, yo no entendía nada.
- Quizá si te muestro lo que puede hacer te decidas dijo entonces ella poniéndose de pie, algo me decía que hablaban de mí. Lo que se confirmó cuando Norma se subió la falda mostrándonos sus bragas.
- Ven querido, me dijo entonces tumbándose en el sillón abriendo las piernas.

Me hinqué frente a los muslos abiertos de mi tía, me retiré el saco y prácticamente lo aventé al sillón más alejado, mientras ella hacía a un lado la pantaleta descubriendo su raja. Mi mirada se cruzó por un momento con la de Tania, sonreía forzadamente como sin decidirse aún. Inclinándome comencé a besar y a lamer la raja de mi tía una vez más. No necesitaba mucho convencimiento, la verdad era que esa raja me tenía hipnotizado desde que la tuve por primera vez el día de ayer. Me adueñé de su clítoris entre mis labios y el cuerpo de la señora se tensó con un gemido. No podía ver que hacía Tania, pero la verdad no me importaba, con volver a cogerme a Norma estaba satisfecho, si Tania quería ver, yo no tenía inconveniente. Pude sentir una mano en mi cabeza, supuse que de ella misma, apretándome contra su pubis, una mano más tímida comenzó a acariciar mi espalda, mi lengua recorría esa vulva humedeciéndolos y haciendo a mi tía retorcerse y gemir de placer. Dejé de sentir la mano de Tania en mi espalda, cuando la busqué con la mirada me encontré sus ojos clavados en el pubis de Norma y en lo que yo le hacía. Nuestras miradas se entrelazaron por unos momentos, supe que iba a ser mía, mi tía levantó un poco sus caderas presa del placer, Tania se reclinó en el sofá perdiéndose de mi vista por unos momentos. Norma levantaba su pierna derecha ofreciéndome el mas delicioso de los panoramas y movía su pubis arriba y abajo mientras yo lamía su entrepierna separando sus labios con los dedos.

Me venció la curiosidad y alzándome busqué a Tania, ella estaba reclinada en el sofá junto a Norma, sus piernas también abiertas y se tocaba mientras contemplaba el espectáculo. No supe exactamente en qué momento se retiró las bragas pero sus dedos recorrían su labia y se comenzaban a humedecer bajo las caricias que ella misma se propinaba.

- Ella está lista, me dijo entonces mi tía.

Incorporándome me dirigí hacia ella y pude observar su pubis enmarcado por las medias negras y el contraste del rojo del sweater me agaché y comencé a pasear mis labios a todo lo largo de su raja, sintiendo la humedad a mi contacto. Ahora era un espectáculo de dos pistas el que se estaba realizando, con mi mano izquierda acariciaba y penetraba a mi tía mientras con mi mano derecha separaba los labios de Tania para lengüetear su endurecido clítoris. Tania comenzó a mover sus caderas arriba y abajo peleando con mi lengua, separando más las piernas le mostró el espectáculo a Norma quien observó por unos segundos mientras ahora con ambas manos y lengua masturbaba a su amiga. Ella no pudo evitar volver a tocarse. La sinfonía de gemidos de las dos damas me tenía muy excitado, pero por alguna razón no sentía mi verga hincharse como en otras ocasiones. Decidí no darle importancia mientras veía como la mano derecha de Tania se paseaba sobre las tetas de Norma, fue entonces que ella dijo…

- Ven, me tomó del brazo y me invitó a incorporarme a lo que de inmediato obedecí.

Me sentaron en medio de ellas mientras Norma comenzaba a desabrochar mi cinturón Tania de inmediato le ayudó y en un segundo se deshicieron de mis pantalones. Pude sentir las manos de Norma manipulando mi miembro.

- ¿Quieres tenerlo primero?, le preguntó mostrándole mi verga que empezaba a hincharse.
- ¿Por qué no?, dijo entonces Tania inclinándose metiéndose todo el glande en la boca.

De inmediato sentí los recorridos de los labios de Tania a lo largo de mi verga, Norma acariciaba mi pierna sin perder detalle de la mamada que me propinaba su amiga. Se acercó y pude sentir su lengua tímidamente acariciando mi ingle Tania se concentraba cerrando los labios subiendo y bajando sobre mi miembro ya totalmente hinchado. Abrió los ojos sin dejar de meterse mi miembro entre los labios, luego volteó a ver a Norma, y como si fuera un movimiento usual entre ellas colocó mi verga en medio de de las dos. Mi tía se acercó y recibió mi verga casi directamente de sus labios, con ambas manos la enmarcó subiendo y bajando como lo hacia Tania, quien levantando las manos se deshizo del sweater. Comencé entonces a desabotonarme la camisa con la mirada fija en la perfección del busto de Tania.

Ella respetando a su amiga comenzó a pasear sus manos en mi pierna izquierda, acercándose levemente, pidiéndole a Norma el turno en mi miembro, era como una coreografía que ellas conocían muy bien. Mi tía colocó mi miembro una vez más en medio de ambas, pude sentir la lengua de Tania y luego la de Norma ambas acariciándome la verga, embelesado vi como Tania volvía engullirla subiendo y bajando en un par de ocasiones, sólo para dárselo a su compañera para que ella hiciera lo mismo. Era obvio que ambas disfrutaban observándose.
Mi tía se levantó, dejándome un segundo con las expertas caricias de Tania en lo que ella se deshizo de la braga y la falda, para una vez más colocarse ante nosotros mostrando ahora si ya completamente desnuda.

- ¿Te importaría?, preguntó entonces a Tania quien negó con un rápido movimiento de cabeza.

Fue entonces cuando montándose encima de mi dándome la espalda tomó mi miembro y lo dirigió a la entrada de su húmeda y caliente cueva. Sus caderas cayeron y mi miembro la penetró por completo. Tania mientras subió y puso su rostro frente al mío, nuestras bocas se buscaron por instinto, nuestras lenguas comenzaron su deliciosa pelea. .

Una y otra vez las caderas de Norma cayeron sobre mi verga clavándosela hasta el fondo. Tania se sentó junto a nosotros y paseaba sus manos por los senos de su amiga, maravillada por el espectáculo.

Mis manos se aferraron a las tetas de Norma mientras las amigas se fundían en un profundo beso, segundos después cayó junto a nosotros acariciándose ferozmente la vulva masturbándose desesperadamente. No supe si mi tía se vino o si consideró justo compartir en ese momento, pero lo cierto es que desaceleró en su movimiento y le dijo a Tania.

- Tienes que probar esto. Es delicioso.

Tania no contestó nada, pero mi tía se incorporó para darle paso, de igual forma que su amiga, Tania abrió las piernas para enterrarse mi verga. Esto tomó unos segundos, al parecer la lubricación de Tania no era tan abundante como la de mi tía, aunque esto no fue un impedimento, un poco de paciencia fue todo lo que se necesitó para que Tania estuviera cabalgándome tal y como lo hiciera su amiga hace solo unos instantes. Ahora mi tía acariciaba las chichis de su amiga y se metía los dulces pezones en la boca. Tania gemía moviendo sus caderas clavándose cada vez más mi verga. Decidió que sería más fácil si se volteaba y se separó por un momento. Colocó sus rodillas en el sillón a mis costados y dirigiendo mi miembro con sus manos volvió a enterrárselo, subiendo y bajando sus caderas. Mis manos al principio se aferraron a sus tetas, luego Norma acercó sus labios a mi oído susurrando.

- Mete un dedo en su ano.

Me aferré entonces de las nalgas de Tania y buscando a tientas introduje un dedo en el ano de la dama que contestó acelerando sus caderas subiendo y bajando. Mi tía tomó mi mano libre y sentada junto a mí la pasó por su pubis masturbándose, Tania subía y bajaba en mi verga y tomó mi otra mano para comenzar a meter en su boca el dedo que puse en su ano.

Tania se retiró de mi miembro como si fuera parte del plan maestro, de la coreografía original. Norma cerró las piernas ofreciéndome la abertura de su raja por la parte de atrás. Me coloqué junto a ella y la penetré, de inmediato comenzamos a movernos a un ritmo frenético en que as caderas de mi tía se sacudían adelante y atrás, entrando y saliendo. Tania, sentada junto a nosotros se masturbaba furiosamente mientras acariciaba de vez en cuando las piernas y los senos de su amiga. Norma abrió el compás una vez más y me pidió

- Clávamela hasta adentro…

Empujé mis caderas con más fuerza penetrándola todo lo que pude. Tania continuaba acariciándose junto a nosotros mientras de vez en cuando acercaba sus labios al pubis de Norma acariciando mi miembro mientras entraba y salía de la raja de su amiga. La posición me cansó y me puse de pie, caminé alrededor del sofá mientras ambas me seguían con la mirada clavada en mi verga

- ¿A dónde vas?, preguntó Tania
- A por ti, dije tomando su pierna derecha colocándola sobre el descanso del sofá, era la posición
perfecta, completamente abierta delante de mí a la altura perfecta. Casi como si el sillón hubiese sido diseñado para eso.
- Despacio, me pidió.
- No te preocupes, contesté.

Paseé mis dedos por sus húmedos labios y luego coloqué mi miembro en su entrada. Me sorprendió lo fácil que fue esta vez penetrarla hasta el fondo. Mi tía acercó su vagina a la boca de su amiga y ella con la lengua comenzó a acariciarla. Luego se asomó al pubis de su amiga para ver en todo su esplendor la penetración.

Poco fue lo que duró esto porqué las damas se acomodaron entonces en el sillón para hacerse un 69, yo aproveché que me ignoraban, para observarlas y luego sin poder aguantar mas no tener parte de la acción acerqué mi miembro a la raja de mi tía penetrándola hasta el fondo. Norma paseaba salvajemente su lengua por la raja de Tania quien me observaba mientras cada centímetro de mi verga penetraba la raja de su amiga.

No pude más sentí como el orgasmo comenzaba a invadirme.

- ¡Me vengo!, grité.
- Dáselos, me gritó mi tía. Retiré mi verga y sentí los labios de Tania aferrarse al glande cuando los blancos chorros comenzaban a escaparse del falo.

Sus ojos cerrados, sus labios apretando mi verga mientras uno a uno los chorros de mi semen la llenaban Tania comenzó a venirse, la lengua de Norma había logrado su propósito justo a tiempo. Norma comenzaba a incorporarse acariciando aun con una mano el pubis de su amiga que paseaba su lengua por mi glande. Me retiré y un sonido de chupón salió de los labios de Tania, Norma también se levantó, ayudé a ambas a ponerse de pie. Tania se acercó y me susurró al oído.

- Me tragué todo tu semen.

La tomé por la cintura y la besé con fuerza, se sorprendió al principio, pero después correspondió a la caricia.

Norma se acercó también y mis labios se apoderaron ahora de los suyos. Tania aprovechó para buscar los cigarrillos.

Una vez nos calmamos, ambas damas fumaban y Norma vio el reloj, eran las 7 de la noche.

- ¿Si salimos ahora a qué hora estaremos allá? Preguntó Norma.
- A las diez más o menos.
- Será mejor darnos entonces prisa dijo, y comenzamos a vestirnos.

Era de noche cuando tomamos la carretera, en la obscuridad la tenue luz del tablero del carro era lo más visible. No había dicho nada desde que se despidió de su amiga, ambas con lágrimas en los ojos. Yo por mi parte me concentraba en manejar, consciente de que era tarde. Una sonrisa apareció en el rostro de Norma.

- ¿Qué paso?, pregunté.
- Nada, dijo buscando sus cigarrillos. ¿La pasaste bien?, preguntó colocando uno entre sus labios y sacando el encendedor de la cartera.
- Increíble, dije sin vacilar, Tania es maravillosa.
- Sí que lo es, contestó exhalando el humo del cigarrillo.
 
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