Aquella noche con mi tia

roman74

Pajillero
Registrado
Ene 9, 2008
Mensajes
2,925
Likes Recibidos
60
Puntos
48
 
Ese dÃ*a era muy especial. Se celebraban los 80 años de mi abuela, y para semejante fecha, mis tÃ*os, sus hijos, habÃ*an organizado una fiesta espectacular. La comida y las bebidas abundaban, el baile, las palabras de parte del hijo mayor, era una noche muy emotiva. Pero las horas iban pasando, las personas empezaban a sentir los efectos del alcohol en sus cuerpos, y, sobre todo las mujeres, empezaban a sentir esa somnolencia que produce un buen vino tomado en abundancia.
Al final sólo quedamos mis padres, mis hermanos, los anfitriones de la casa, y mi tia Marieta, una mujer soltera a pesar de sus 60 años bien vividos, y que vivia sola en un departamento de un barrio acomodado de Lima.

Mi tia siempre habÃ*a despertado bajas pasiones en mi, pues era conocido que era la amante de un oficial de la policÃ*a, que vivÃ*a sola y en una oportunidad, mi primo, sobrino de ella también, que se habia quedado a dormir en su casa, habÃ*a encontrado unas pelÃ*culas pornográficas en sus cajones de ropa interior.

Haber escuchado estos comentarios, y verla a ella tan desinhibida al bailar, y sus formas generosas en las caderas, pero pequeñas en los senos, creaban en mi un deseo escondido que solo era correspondido por sendas masturbaciones cada vez que la veÃ*a.

Pues bien, ese dia de la fiesta, mi tia llevaba puesto un vestido que le quedaba por encima de las rodillas, lo que me permitia ver sus generosas piernas envueltas en unas sensuales pantymedias negras, y que se complementaban con unas sandalias de tacón alto. Yo, sentado en un rincón de la sala, veia como todos tomaban, comÃ*an y bailaban, mientras que, sin mayor animo que solo el de la fantasÃ*a propia, imaginaba a esa mujer acostada en una cama, dándome la espalda y enseñándome su coño pidiéndome que la penetre.

La fiesta acabo, mi tia habia tomado en exceso, motivo por el cual mi papá, su hermano, se habÃ*a ofrecido a llevarla hasta su departamento.
Subimos al auto y nos sentamos en la parte de atrás, ella en medio, con mi otro hermano a su lado. Este hermano era el pÃ*caro, el bailarÃ*n, mientras que yo era todo lo contrario.

Será por ese motivo, y porque además de mi tÃ*a, era mi madrina de bautizo, que mi madre sugirió que la acompañara hasta el tercer piso donde ella vivÃ*a, añadiendo mi papá que mejor me quedara con ella a dormir. Por dentro estallaba de felicidad, pero por fuera puse un rostro de fastidio lo que fue percibido por mi mamá, quien prácticamente me obligó a bajar.

Una vez en la puerta del edificio, mi tÃ*a me dijo que cambiara de cara, que no me querÃ*a ver asÃ*, a lo que le respondÃ*:
  • Bueno, la verdad no querÃ*a quedarme
En ningún momento traté de demostrar la alegrÃ*a que sentÃ*a. Una vez arriba, en la puerta de su departamento se dio el primer aviso de que mis intenciones eran otras
Como estaba ebria, y es sabido de que los ebrios se ponen tercos de carácter, sacó su llave queriendo abrir la puerta, pero le resultaba imposible meterla.

Le dije que me dejara, ella respondÃ*a negativamente. Como no quiso moverse, aproveche para ir acercándome a ella, mi erección era muy grande, por lo que el pantalón de tela que llevaba puesto permitÃ*a un roce completo con sus nalgas, primero de forma casi superficial, hasta que en vista que ella seguÃ*a intentando meter la llave, saque mi miembro y de forma brusca me acerque a ella, pase mis brazos por su cuerpo, y mientras con un brazo la pegaba hacia mi, con el otro metia la llave y por fin! pudimos entrar.

Ese primer roce marco el rumbo de la noche, ella entró, yo guarde mi miembro y ella al entrar se quito la sandalias y dejo libres esos bellos pies que eran mi adoración.

La lleve a su dormitorio, le dije que yo me irÃ*a a la otra habitación a dormir, pero me pidió que primero la ayude a cambiarse.

Le dije, estás loca, te voy a ver sin ropa, ella me dijo, oye, eres como mi hijo, no hay nada de malo, ven y ayúdame.

Me acerque y torpemente cogÃ* su vestido desde la parte de abajo, lo empecé a subir lentamente mientras las manos me temblaban, cuando llegue a las caderas me quede inmovilizado, pues tenia frente a mi esas caderas que eran mi locura, cubiertas solamente por las pantymedias, que le llegaban a la altura de los muslos, y su ropa interior, negra tambien, y de encaje.

Tome valor y seguÃ* con la exploración de ese deseado cuerpo. SeguÃ* subiendo, pero esta vez sus senos no eran de mi mayor atracción, pues eran pequeños.
Se quedo asi en ropa interior, frente a mi, completamente a mi disposición, y con una cómplice confianza de que nada pasarÃ*a entre nosotros.

Fue en ese momento que la embriaguez hizo sus efectos. Las ganas de vomitar le sobrevinieron, pues su cara cambio de expresión. La lleve presurosa al baño, donde frente al escusado, devolvió todo lo que habÃ*a comido y tomado. Dirán que soy un enfermo o un aprovechado, pero fue en ese momento en el que tome dominio de la situación. Al ponerse a arrojar, ella inclino su cuerpo hacia delante, lo que yo aproveche para cogerla de la cintura y pegarla hacia mi. Debido a la situación, pude poner una de mis manos entre sus piernas de forma que empecé a tocar su concha velluda. Como no puso resistencia, el siguiente paso fue sacar nuevamente mi pene, restregándolo otra vez contra su trasero, solo que en esta oportunidad, tuve la feliz idea de correr su truza y lograr rozar mi miembro con la suave piel de sus nalgas. Las convulsiones hacÃ*an que mis sobadas pasaran desapercibidas, por lo que aproveche para ver si es que lograba ensartar mi pene en su culo o su concha, pero resulto imposible. Termino de arrojar, estaba mareada, y habÃ*a mojado sus pantymedias, la lleve de nuevo al cuarto y fue aquÃ* donde empezó lo mejor.

Esta vez yo tome la direccion de la situación. Le dije que tenia que desnudarse toda, pues no podria dormir con esa ropa. Ella solo logro balbucear un si timido. La desnude por completo, haciendo luego lo mismo.

TenÃ*a por fin, frente a mi, ese cuerpo completamente desnudo, aunque debo de aceptar que no era la escultura que esperaba. Las nalgas estaban algo fofas, con estrias a los lados, los senos eran pequeños y sus pezones marrones, la concha parecÃ*a que no se la habÃ*a afeitado, pero…al final de cuentas….estaba frente a mi, disponible, sin poner obstáculo alguno para poseerlo.
Traje algo de colonia para echarle en la frente, empecé a acariciarle las manos, luego los pies, y poco a poco fui tocando todo su cuerpo.
La ereccion que tenia era espectacular, le pedÃ* que se echara boca abajo en la cama para darle unos masajes en la espalda, al echarse sus nalgas se volvieron más grandes y me coloqué encima de ellas para poder tener una mejor posición.
La muy pendeja se empezó a dar cuenta de que la cosa se prestaba para algo más interesante y me dijo que felizmente yo era sólo su sobrino y no uno de esos hombres que se hubiese aprovechado de su estado y hubiesen abusado de ella. Le respondÃ* que no, que yo no harÃ*a esas cosas, pero en una demostración de ingenuidad fingida le pregunté sobre qué cosas le pudieran haber hecho uno de esos hombres.
Se carcajeó por mi "ingenuidad", pero empezó a decirme que los hombres hacen de todo con las mujeres,
  • Veo que tu pene está erecto, eso significa que estás excitado
  • Bueno tÃ*a, si, un poco, es que nunca habÃ*a visto a una mujer desnuda delante de mi
  • Pero yo soy tu tÃ*a
  • Si, lo se, pero dime tÃ*a, qué cosas quisieran hacer esos hombres contigo?
  • Cómo? No Sabes? Nunca haz visto una pelÃ*cula para adultos?
  • No tÃ*a
  • Si pues, tu mamá que es una pacata y tu papá un santurrón, seguro que debe de ser aburrido vivir en tu casa
  • Bueno tÃ*a, es que tú sabes que en mi casa somos muy respetuosos de las buenas costumbres y esas cosas
El haber escuchado que, supuestamente, yo no tenÃ*a experiencia alguna en el sexo, o si quiera, no habÃ*a visto ni una porno, la excitó.
  • Mira, por ejemplo, tu pene cuando está erecto, las mujeres los cogen con la mano y empiezan a darles masajes, asÃ* mira
Cogió mi pene y este empezó a ponerse más duro, yo no podÃ*a aguantar, la zorra sabÃ*a lo que hacÃ*a, pues dejó de sobarme ya que estaba a punto de eyacular.
  • Luego, lo meten a su boca y lo empiezan a chupar suavemente, asÃ* mira
Eso fue para mi el éxtasis total, pues no sabÃ*a que venÃ*a después, lo metió a su boca por completo, pero logré escuchar que decÃ*a entre dientes que era pequeño, pero grueso.
Lo empezó a chupar de la forma más suave y delicada posible. SentÃ*a su lengua envolver mi pene dentro de su boca, absorbiendo de vez en cuando como queriendo sacar algo de adentro.
VeÃ*a cómo mi pene ensanchaba sus cachetes, y sentÃ*a ligeros mordiscones en la cabeza.
Fue mi inexperiencia en el sexo lo que hizo que no durara ni 5 minutos de chupadas y terminara eyaculando toda mi leche en la boca de mi tÃ*a, aunque ella lo recibió encantada, un poco en la boca, la cual la abrió y me permitió ver cómo jugaba con el semen en su boca, y el resto lo echó en su cara, pues dicen las viejas señoras que es más efectivo que cualquier crema humectante, y si es de muchacho virgen, mejor aún.
Quedé frustrado de no poder mantenerme firme y penetrarme a mi tÃ*a, pero ella sabÃ*a manejar la situación. Se echó en la cama y abiertas de piernas se mostró dispuesta a darme la segunda clase de la noche.
  • Mira, en estos casos, cuando el hombre termina y la mujer aún no empieza tienes la opción de hacérmelo con la boca, o mejor dicho, con la lengua.
  • Con la lengua? Cómo es eso?
  • Mira, ven, pon tu cara delante de mi concha, ahora…saca tu lengua y empieza a lamerla, ten cuidado con los pelitos, no los vayas a morder y jalar
Empecé a lamer esa concha que, debo decir, estaba apestando por todo el sudor de su cuerpo, sentÃ*a un olor fuerte, los vellos eran largos y estaban alrededor de toda la vagina. Un lÃ*quido blanco viscoso salÃ*a de dentro, era algo dulzón. Mi tÃ*a me enseñó que asÃ* como lamÃ*a, debÃ*a jugar con su conchita, metiendo los dedos, sobándole el clÃ*toris, besar sus labios vaginales.
Luego se dio media vuelta, enseñándome el culo blanco, carnoso y fofo que tenÃ*a. Se cogió las nalgas y me mostró su ano, un orificio de pieles oscuras, rugoso, que parecÃ*a habÃ*a sido forzado y no podÃ*a cerrarse del todo.
  • Lámelo, pásale tu lengua
  • Pero tÃ*a, ese es tu ano, por allÃ* haces tus necesidades
  • Por eso mismo, ese hueco también sirve para que después metas tu pene…claro, si es que se vuelve a levantar.
Enterré mi cara entre sus nalgas y empecé, tÃ*midamente, a lamerle el ano. Si la concha olÃ*a feo, este hueco apestaba. Pero la excitación podÃ*a más. La idea de que me estaba comiendo a mi tÃ*a, mi madrina, era mayor, asÃ* que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que ella me pidiera.
Mientras lamÃ*a su ano, la cerda soltaba flatulencias que apestaban. A medida que seguÃ*a con mi faena, mi pene volvió a tomar cuerpo:
  • TÃ*a mira, otra vez se está levantando
  • Que suerte la de los jóvenes, si supieras que a medida que envejeces, ya no se te vuelve a parar hasta el dÃ*a siguiente. Debes de estar lleno de energÃ*a, de ganas de cachar verdad?
  • Si tÃ*a, tengo muchas ganas
  • Creo que a partir de ahora tú serás mi hombre, mi nuevo amante, necesito un hombre que me responda cuando quiera y cuantas veces quiera
  • Si tÃ*a, yo seré tu hombre
  • Ahora…sabrás lo que es penetrar, ven mi chiquito…échate encima mÃ*o y méteme tu verga dura en mi conchita
  • Por acá?
  • Si mi bebe, por allÃ*…métela con fuerza, quiero sentirte..
MetÃ* mi verga con toda mi fuerza, y traté de llegar lo más adentro posible, sentÃ* como lograba golpear el fondo de su útero, y lejos de causarle dolor, lo que le daba a mi tÃ*a eran embistes de bestia que hacÃ*a mucho tiempo no recibÃ*a.
Estuve buen rato penetrándola, hasta que cambiamos de posición. Esta vez, cual perra de la calle, se colocó en la cama tal y como yo la estaba alucinando en la fiesta, y repitió la frase que en sueños me decÃ*a:
  • Penétrame
La volvÃ*a a penetrar con fuerza, como a ella le gustaba. La primera eyaculación que habÃ*a tenido expulsó toda mi angustia sexual, asÃ* que esta vez pude controlarme mejor.
Pasamos a otra posición. Esta vez yo me acosté en la cama y ella, en cuclillas, cogÃ*a mi pene y ella misma se lo metÃ*a a su coño, dándome una vista impresionante de cómo la penetraba.
  • TÃ*a, tú me dijiste que por el ano también se metÃ*a
  • Quieres meterlo por allÃ*? Me haz salido cochinito, te gusta la caquita.
Como meterlo por allÃ* es un poco difÃ*cil, mi tÃ*a se echó un poco de crema humectante en el orificio.
  • La verdad hijo que tu pinga es bien gruesa, por eso me echo crema, las anteriores que me he comido no eran como la tuya.
  • Las anteriores? - pregunté entre curioso y asombrado
  • Claro hijo, tú debes de ser el vigésimo hombre que tiene sexo conmigo
  • Tantos tÃ*a? Y quiénes han sido?
  • No seas curioso, pero si te puedo decir que eres el más joven de todos lo hombres que he tenido, el de la pinga más gruesa y el único de la familia.
  • Eres brava tÃ*a, 20 hombres!
  • Claro papito, y si pudieran ser más, bienvenidos sean
  • Sabes, creo que muchos chicos de mi edad se volverÃ*an locos por cachar contigo
  • Cachar? De dónde sacaste esa palabra? No que no sabÃ*as nada de sexo?
  • Bueno tÃ*a, te la escuché hace un rato, pero como te decÃ*a, estoy seguro que más de un amigo mÃ*o desearÃ*a cachar contigo.
  • Pues genial, tú mira quién de ellos se anima y planeamos algo para traerlo aquÃ*. Ahora, ya que mi ano está bien lubricado, vas a metérmela por atrás.
  • Ok tÃ*a, pero…no saldrá manchado no?
  • Jajaja…bueno, algunas veces sale medio marroncito, pero vas a ver que es rico meterlo por allÃ*, eso si, mételo despacito, ya después que esté todo adentro, lo sacas despacio y ya puedes empezar a meterlo con fuerza.
Sin hacer caso a lo que mi tÃ*a me dijo, ensarté mi pinga en su culo con toda mi fuerza, causándole un fuerte dolor, que lo único que consiguió fue que mi tÃ*a dejara salir algo de mierda de su culo.
Se fue al baño a terminar de cagar, pero como el sexo era más fuerte, me metÃ* al baño con ella y mientras terminaba de cagar, me iba chupando la polla que se habÃ*a manchado con su caca, pero que no era impedimento para seguir.
Terminó, se limpió bien y sin llegar a salir del baño la volteé y la apoyé en el inodoro, el cual aún tenÃ*a sus restos dentro. La penetré y poco a poco se iba deslizando hasta que su rostro quedó a la altura de la taza, cogÃ* su cabeza y la hundÃ* dentro jalando la palanca para que se embarrara con todo lo que habÃ*a adentro.
Era una mezcla de sensaciones lo que estaba experimentando en ese momento, que iban de un extremo a otro, pero me fascinaba.
Medio ahogandose le di una toalla a mi tÃ*a, se secó, y regresamos a la habitación. VolvÃ* a darle por el ano, pero esta vez no pude contener la eyaculación. Deje lo poco de leche que me quedaba dentro de su orificio, el cual se mantenÃ*a abierto, y por el cual empezó a correr un hilo de sangre mezclado con semen.
Estábamos cansados, cruzamos algunas palabras y nos quedamos dormidos.
Nos despertamos y lo primero que hicimos fue volver a meternos un polvo, la promesa de que de ahora en adelante serÃ*a su nuevo hombre se cumplió. La hice mÃ*a muchas veces más, y aún ahora, a pesar de sus 70 años, se da maña para de vez en cuando darme una buena mamada, tomarse un poco de leche, darse sus baños de semen en el rostro para el cutis suave y pedirme que le lleve algún amigo adolescente que quiera entregarle su primera eyaculación.
 
Arriba Pie