Amor de madre

roman74

Pajillero
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No recuerdo a mi padre. Era demasiado pequeño cuando nos dejó y luego hubo muchos otros hombres... Yo entonces no podÃ*a darme cuenta de que a mi madre le gustaba demasiado el sexo para encontrar una pareja estable. A menudo me dejaba con alguna de sus amigas porque era una mujer joven todavÃ*a y si a mi madre le gustaban los hombres, ella también les gustaba a ellos. Se conservaba bien y era una mujer atractiva, con buenas curvas.
Pero crecÃ* y empecé a darme cuenta de los muchos y buenos "amigos" que tenÃ*a mi madre. Era difÃ*cil para mÃ* aceptarlo pero jamás hablábamos de ello y tampoco hubiera sido justo reprocharle nada cuando tanto le habÃ*a costado salir adelante sin ayuda. Evitábamos el tema y como nunca se los traÃ*a a casa el pacto de silencio pareció funcionar. Ahora la comprendo pero entonces era un adolescente y aunque me mataba ya a pajas -cosas de la edad- no entendÃ*a que mi madre era también una mujer y tenÃ*a la misma necesidad que empezaba a sentir yo.
Creo que a todo el mundo le ha impactado descubrir la sexualidad de sus padres pero no tanto como a mÃ*. Regresé del instituto antes de lo que esperaba porque la profesora de la última clase no habÃ*a podido avisar a tiempo de que no iba a venir. Yo estaba encantado de tener una hora menos de clase cuando al abrir la puerta escuché algo... Sonidos inconfundibles que hasta entonces no conocÃ*a más que por las pelÃ*culas porno y que me dejaron helado porque no era ningún vÃ*deo: estaba ocurriendo en mi casa. Dejé la mochila y me acerqué con sigilo al dormitorio de mi madre. Era ella y estaba desnuda y bien acompañada. No pudo verme porque estaba mirando a la pared mientras él se la follaba. No veÃ*a su cara pero sÃ* me enseñaba su bien formado culo porque estaba tumbada boca abajo sobre la cama con el culo en pompa. A él no lo reconocÃ* hasta que habló:
-¿Qué? ¿Te gusta cómo te la clavo por el culo, zorra?
-¡SÃ*, sÃ*, dime cosas!
-¡Puta! –le soltó, y ella soltó un largo gemido cuando se la metió bien metida.
Me quedé de piedra. Es muy fuerte ver cómo tu profesor de matemáticas -¡sÃ*, el muy cabrón era nada menos que el capullo de mates!- sodomiza a tu madre. Le conocÃ*a de la reunión de padres y profesores pero jamás se me hubiera ocurrido que se liara con él.
Estuve a punto de entrar. Me sentÃ*a tan furioso que pensé en entrar y hubiera sido capaz de romperle la cara a ostias pero no lo hice. Quizá porque me sentÃ*a dolido. No me empalmé. Eso puede pasar en las pelÃ*culas porno pero en la realidad es doloroso cuando descubres que tu madre es una viciosa y crees que eso es malo porque todavÃ*a eres un crÃ*o. Mejor volvÃ* a la calle y luego, de vuelta en casa a la hora que se suponÃ*a que tenÃ*a que llegar, encontré a mi madre haciendo unos macarrones para comer, como si no hubiera pasado nada fuera de lo normal en casa. Yo no pude decirle más que "hola" y luego me encerré un rato largo en mi habitación para llorar a solas.
Intenté olvidarlo pero no pude. Mi madre intentaba sacármelo pero yo me negaba a decir nada.
-¿Qué te ocurre? ¿Por qué no confÃ*as en tu madre?
Cada dÃ*a estaba más triste que el anterior, hasta que un dÃ*a me eché a llorar delante de ella.
-¡Hijo, por Dios, algo grave te ha pasado, que te noto muy raro en los últimos tiempos! ¡Háblame de ello! -me suplicó.
TristÃ*simo y a la vez furioso, se lo dije por fin:
-Te vi, mamá, te vi con el profesor. Te vi sobre la cama mientras él te lo hacÃ*a por detrás y a ti te gustaba.
Ella se quedó muy cortada, sin saber qué decir.
-No sabÃ*a nada, yo no querÃ*a que lo vieras...
-¡Ya lo sabÃ*a mamá! No querÃ*a verlo pero adivinaba que eras una puta.
Nunca me habÃ*a pegado pero me gané el primer y único bofetón. Se arrepintió enseguida y yo sentÃ* un enorme dolor que no era fÃ*sico.
-Lo siento, sé que para ti debió ser muy duro...
Me abrazó, arrepentida, y yo me sentÃ* mejor aunque confuso. SÃ*, tenÃ*a razón en que era una mujer atractiva y debÃ*a entenderla. Me estrechó contra ella... contra unos pechos grandes y apretados.
Sin saber cómo, me empalmé. Creo que tanta tensión habÃ*a liberado muchas emociones y eso hace que las barreras se vayan abajo. Mi madre se apartó, muy sorprendida, y sentÃ* la mayor vergüenza de mi vida.
-Lo siento... no querÃ*a...
-Bueno, es normal a tu edad. Además eso significa que no soy tan fea aunque sea tan vieja...
-No eres vieja ni fea.
Sonrió. Quizás dudó un momento antes de abrazarme y estrecharme contra ella. Me alarmé cuando su pierna se frotó intencionadamente contra mi entrepierna pero no me dejó que me separara de ella.
-Pero... -protesté yo.
-Es natural. Tienes que aprender a no guardártelo o será peor. Yo intenté hacerlo con tu padre y acabó mal, ¿sabes?
Apenas pensaba en lo que me decÃ*a cuando me llevó hasta su escote y se lo bajó. Sus tetas eran grandes, con los cÃ*rculos bien marcados.
-Pero...
-Calla. Te habrán dicho que es malo pero es maravilloso y yo lo deseo tanto como tú. ¿No quieres besar a tu madre? AsÃ*, bésame en los pezones...
La besé y mientras me desnudó con mucha habilidad. AgradecÃ* cuando me desabrochó los pantalones y me liberó la verga porque estaba muy empalmado.
-Eres un chico muy guapo. ¿Has estado alguna vez con una chica?
-No.
SentÃ*a mucha vergüenza estando desnudo y con la polla bien tiesa y levantada pero ella se desnudó con toda naturalidad y se tumbó en la cama. Yo me eché sobre ella e intenté metérsela a toda prisa porque ya no pensaba en otra cosa que su coño.
-No tan rápido... Tienes que controlarte. Dame besitos.
Me paseó la cara por las tetas, el cuello, el ombligo... Su coño me impresionó porque era grande y tenÃ*a un extraño olor. Estaba húmedo pero no me dio asco.
-No tengas miedo. Lámelo.
Lo lamÃ* y me pareció más húmedo. Noté que le gustaba.
-Con la puntita de la lengua. AsÃ*… ¿Entiendes ahora por qué me gusta tanto estar con un hombre? ¿Qué tiene de malo?
TenÃ*a razón pero yo no podÃ*a pensar en nada. No podÃ*a aguantar más la erección para continuar comiéndole el coño. Casi me abalancé sobre ella. Estaba completamente empalmado y querÃ*a follarla cuanto antes,
-Mmm... Venga, amor, métete en el coño de tu mami y fóllatela. ¿Se te ha puesto muy dura?
Dios, mi madre sabÃ*a el tono exacto de voz para enloquecer a un hombre. TenÃ*a ese don que no todas las mujeres tienen y yo me volvÃ* loco cuando me dijo eso. Le clavé la polla por el coño mojado. Me corrÃ* pronto y ella me abrazó.
-Ha estado bien pero la próxima vez será mejor. Te enseñaré a disfrutar más tiempo.
No habÃ*a durado mucho pero estaba agotado. Me dejé dormir en sus brazos.
Desperté en su cama. Estaba desnudo como ella y se me puso dura otra vez cuando le vi aquellas tetas tan hermosas que tenÃ*a. Al mismo tiempo me sentÃ*a raro, muy raro. No es tan fácil aceptar ciertas cosas. Pensaba en si estaba mal lo que habÃ*a hecho, en que era mi madre. Hasta me dio vergüenza cuando se incorporó completamente desnuda. Me daba vergüenza pero aquella erección no era la tÃ*pica erección con la que te despiertas muchas veces por la mañana. Se puso sobre mÃ*, con las tetas casi sobre la cara y me cubrió con ellas para que se las comiera.
-MÃ*rame. ¿Crees que soy guapa? ¿Crees que es malo que una mujer disfrute de su cuerpo?
Ella era hermosa.
-No lo creo. Pero, bueno, no sé, soy tu hijo...
-SÃ*, eres el hombre que más quiero y por eso he disfrutado más todavÃ*a. ¿No te gustaba cuando eras pequeño y te daba besos? ¿Si besarse y acariciarse por cariño es bueno, por qué no esto?
No tenÃ*a respuestas y luego he ido descubriendo que tenÃ*a razón. Se montó sobre mÃ* y yo no hablé ni me movÃ* apenas mientras dejaba que me cabalgará. Me encantaban sus tetas, grandes y muy firmes para su edad, bailando al ritmo de sus caderas mientras me miraba de una forma que era mucho más excitante que ninguna pelÃ*cula porno. Luego pensé en ello todo el dÃ*a. Al llegar la noche ella se desnudó y yo hice lo mismo. No iba a volver a dormir en mi habitación por un tiempo.
-¿Qué te gustarÃ*a...? -me preguntó ella.
Tragué saliva porque me daba mucha vergüenza pedÃ*rselo:
-Yo... me gustarÃ*a hacerlo como te lo hizo él.
Se lo tomó muy bien.
-Venga, tráeme la vaselina del bolso.
Se la di y esperé a que se la pusiera ella misma con la verga lo suficientemente tiesa para entrar.
-Sólo métela… Tengo práctica.
Lo hice. Fue más fácil que con otras mujeres con las que he tenido sexo anal después. TenÃ*a experiencia y mi polla no era la primera que le metÃ*an por el culo.
-Dime algo... -me rogó ella.
-¡Puta! ¡Zorra!
Se rió encantada y yo la enculé hasta acabar de meterle el capullo. Era mi madre y la estaba llamando puta mientras le daba por el culo, tan húmedo como su coño, pero es que me gustaba y a ella también. Luego me sentÃ* mal (cada vez menos) pero el regusto que me habÃ*a quedado en la polla después de haberme corrido en su ojete no me lo quitaba nadie. Ahora sé que fui un hijo afortunado.
Aunque todavÃ*a me quedaba mucho por aprender.
 
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