Amor de hermanos

panzer626

Virgen
Registrado
Dic 29, 2008
Mensajes
55
Likes Recibidos
38
Puntos
18
Hace un tiempo tenía ganas de contar una de las experiencias más extrañas de mi vida, de esas que si las cuento ahora, sonarán algo fuertes pero en su momento fue algo totalmente sin malicia y recordado incluso como un momento lindo.
Nuestra relación de hermanos era algo más cercana de lo normal, quizá por nuestra crianza donde jugábamos juntos y éramos los mejores amigos, por lo que nadie nos objetaba nada, y con eso digo absolutamente nada.
En ese tiempo teníamos 11 años, yo era un niño bastante activo y Liliana, mi hermana, me seguía en todos los juegos que le proponía, desde subirnos a un árbol o ir de pesca. Ambos éramos bastante guapos, sobretodo Lily; era una lolita muy linda, de pelo castaño, liso y largo hasta pasado los hombros, delgadita sin nada de pecho, con un culito pequeño que siempre permitió que se lo tocase y con unos labios carnosos, los que siempre pedían un chupete como premio por portarse bien y ser amorosa conmigo.

Esa tarde nos quedamos solos en la casa, como hacía calor decidimos jugar con la manguera de agua en el patio y después jugar videojuegos en mi habitación. Lily iba descalza llevaba una camiseta blanca casi transparente con tiras y un short apenas más grande que sus bragas. Yo sólo llevaba bóxer y una camiseta, y como no quería mojarla, me la quité para dejar más expuesto mi cuerpo, quedando sólo en ropa interior frente a mi hermana.
Cómo era de esperarse, le gané por mi superioridad física, la dejé toda mojada mientras ella reía mirando cómo se le traslucían esos pequeños botoncitos color rosa a través de la tela. También le hacía gracia la evidente erección que se marcaba en mi entrepierna. Lily se quitó su camiseta. Era la primera vez que la veía quitarse la ropa en ese contexto. Antes nos habíamos visto desnudos una vez, cuando a los 10 nuestra mamá nos llevó a tomar una ducha juntos para explicarnos las diferencias entre niños y niñas, y luego de señalarnos lo obvio, nos dejó media hora solos para examinarnos. En esa ocasión sólo nos dedicamos a abrazarnos y lavarnos el cabello uno al otro, observarnos y hacernos preguntas bastante inocentes que intentamos responder dentro de nuestro desconocimiento. Desde ese día, mi hermana me pareció la niña más hermosa del mundo y ella se dejó querer. Le puse jabón en su pecho y espalda, prácticamente la bañé aunque en ningún momento nos tocamos entre las piernas.

De ahí en adelante fue cuando empezamos a tener más confianza y a ser los mejores hermanos y amigos. En 2 ocasiones la acompañé a hacer pis, entrando con ella al baño cuando íbamos de campamento y le daba miedo ir sola. Yo era el único chico frente al cual ella tenía la confianza de bajarse el calzón. Nunca le había visto directamente sus genitales, salvo en las mañanas cuando nos levantábamos para ir al colegio y en más alguna ocasión ella salía en bata y se le asomaban sus tímidos pezoncitos a través de la abertura de la prenda.

Apenas Lily se quitó la camiseta, me abalancé sobre ella y la sujeté por la cintura. Eso la hizo hundir su abdomen y fui consciente de sus braguitas mojadas que se veían por el espacio que quedaba entre su cuerpo y la ropa. No sé por qué pero recordé el episodio de la ducha y le propuse repetirlo.
Lily estaba súper excitada; sus pupilas estaban dilatadas, sus mejillas sonrojadas y su boca entreabierta se pusieron de acuerdo para aceptar. Ella se disculpó con una expresión tierna y picarona por no tener senos, a lo que le respondí que no importaba, porque la encontraba hermosa tal cual era su pequeño cuerpo de niña.

Decidí empezar y me quité el bóxer, dejando mi miembro con su pequeña capa de pubis a su vista. Ella, más tímida, sólo se quitó el short.
Nos quedamos así un rato, fuimos a ver la tv a mi habitación, acostados uno al lado del otro. Ella miraba mi pene y eso me puso nervioso. Lily me preguntó si podía verlo más de cerca y al instante me puse duro. Mi miembro se puso a su disposición de la curiosidad de sus pequeñas manos que lo recorrieron todo, haciéndome dudar sobre si se lo metería a la boca y empezaría a darle con su lengua las mismas caricias que le daba a sus golosinas. Estuvo así un rato, apretando las piernas y subiendo su calzón para meterlo entre los labios de su conchita pequeña hasta que ella misma me tomó de la mano y me llevó a la ducha. Le quité yo mismo el calzón y ella se dejó hacer. Aún estaba nervioso y sólo me limitaba a mirarla, pero ella, más confiada y curiosa, me hacía preguntas sobre mi cuerpo hasta que me dice que ahora es mi turno de tocar y que tengo permiso de bañarla pero que antes debo besarla.

Su tono inocente me hizo pensar que era un besito pequeño en la cara pero ella me pidió su primer beso ahí, desnudos en la ducha, diciéndome que yo era el niño que encontraba más guapo y que estaba seguro de que yo la quería y que nunca le haría daño. Ella así lo deseaba y llevaba un tiempo con la idea, le parecía algo lindo y a mí también. A pesar de nuestra excitación, nuestro beso y ducha fue lo más limpio de maldad; ella masajeaba mi pene y yo pude examinar su apenas desarrollado cuerpo femenino, abriendo y cerrando cuantas cavidades quise. Vi con tanto detalle su vaginita que podía imaginar con lujo de detalles el cuerpo de cualquiera de mis amiguitas del colegio, además me dejó abrir su pequeño ano todo lo que más pudo su elasticidad.
El lapso de morbo entre ambos se fue disipando para dar paso a la curiosidad y admiración por el cuerpo del otro. Nos besamos varias veces, probando maneras distintas mientras nos tocábamos donde estaba prohibido, besos que eran de infantiles de amor puro, tan inocentes como eróticos hasta que la ducha se acabó. Resolvimos salir y continuar explorándonos en mi cama, donde ahora era mi pequeña hermana la que abría sus agujeros frente a mí, para explicarme cómo funciona el cuerpo y el deseo de una niña en transición a mujercita. Sólo por juego ella empezó a masturbarse frente a mí, y para cuando se dio cuenta de la naturaleza del movimiento de sus dedos ya era tarde. Acababa de darse el placer de una mujer sin ser más que una mocosa de 11 años con las piernas abiertas frente a su hermano que la admira como si fuese una diosa infantil del sexo.

Era mi turno. Me hice la paja más deliciosa frente a la única persona con la que tenía la confianza de hacerlo. Me puse de rodillas frente a ella para luego terminar tumbado de la cama boca arriba, con Lily abrazada a mi lado. Su manito volvía a buscar tímidamente su entrada al cielo mientras mi mano libre recorre el lugar donde deberían estar sus tetas para tocar ese pecho mientras arquea su espalda de placer. Lily me limpió después de acabar, nos abrazamos y conversamos largo rato desnudos, con nuestros labios pegados y dándonos besitos pequeños entre frases.
Esa noche dormimos juntos, ya que a veces lo hacíamos pero siempre con pijama. Eso era algo que jamás nos cuestionaron, como tampoco cuestionaron el hecho que de ahí en adelante Liliana anduviese a torso desnudo frente a mí o durmiera conmigo de la misma manera, usando pantalón de pijama, short o sólo un calzón. Según nuestra familia, no había ningún problema en eso, porque éramos hermanos, siempre nos cuidábamos y además ella era totalmente plana.

Conmigo eran más permisivos. Yo podía andar desnudo si quería, porque mamá decía que yo al ser hombre no importa si me muestro, que no debo tener vergüenza de mi cuerpo desnudo. Durante lo que quedó del verano, pude desnudarme y estar todo el día así sin problemas frente a mi hermana, incluso dormir con ella mientras ella separaba nuestros genitales con la delgada tela de un pequeño calzón. Muchas veces dormí con mi mano dentro de esa prenda o directamente se lo hacía quitar, durmiendo siempre en ese caso abrazándola por la espalda, situando mi pene entre sus nalgas.
A pesar de lo extraño que puede parecer, nuestros juegos sexuales siempre estaban enfocados en la curiosidad, el abrazarnos exponiendo la mayor cantidad de piel para el contacto entre nosotros y los más pesados estaban orientados a la auto exploración, como cuando nos masturbábamos juntos.

Nunca tuvimos sexo directamente, jamás la penetré, aunque si simulamos y nos movimos cuando íbamos a la cama y ponía la punta de mi pene en su entrada anal. En más de una ocasión sentimos que mi pene se situaba justo el su orificio y presionábamos entre ambos, yo empujando y ella tratando de pegarse a mí, entrando apenas pero no más que eso, en parte por la estrechez natural de su edad y mi inexperiencia.
El tiempo fue pasando y cumplimos 14. Ahora nos duchamos juntos a sabiendas de nuestra familia. Lo hacemos a diario para ahorrar tiempo antes de irnos al colegio, incluso ella no tiene vergüenza de hacer pis frente a mi o mientras nos duchamos, incluso aprovechamos de darnos placer manual en ese lapso, para irnos al colegio lo más relajados posible.

Hay ocasiones en las que ella entra a orinar mientras me estoy duchando. Lily casi siempre se baja las bragas y lo que traiga, ya se falda o pantalón hasta los tobillos, igual que cuando era más chica. Le da lo mismo entrar si me estoy masturbando, incluso le gusta verme, aunque ella es más pudorosa para tocarse. Ella generalmente llega del colegio directo a masturbarse; me invita a su cama a veces, se quita toda la ropa de la cintura hacia abajo pero casi siempre se cubre con una almohada. Cuando hace frio dormimos juntos, ahí nos desnudamos y nos damos placer mientras la reviso en cada abertura de su cuerpecito.
 
Arriba Pie