Amigos de Secundaria

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AMIGOS DE SECUNDARIA.

MARIA ELENA

Siempre me he llevado mejor con los hombres que con mis iguales; no sé por qué a las mujeres, creo, no les simpatizo mucho. Ellas siempre me han relegado de sus juegos, a diferencia del sexo opuesto en donde he encontrado a mis mejores confidentes. Así que no es raro que siempre, desde pequeña, me viera rodeada de cuatro o cinco chicos al mismo tiempo.
Por ejemplo en secundaría, tenía un maravilloso grupo de amigos, los cuales íbamos de un lado a otro. Quien nos viera se daba cuenta de que éramos una buena camarilla; una hermosa niñita, morena, yo, que ya despuntaba la excelente y sensual mujer que sería; con la carne deseosa, la imagen lúbrica y ya ansiosa de experimentar y aprender; y un atado vario pinto de jóvenes varones que paseábamos sin preocuparnos de nada.
Fuéramos donde fuéramos, siempre me sentía querida y protegida, y con ganas de retribuir semejante cariño. Sería por la edad o la cercanía, yo ya había visto que ellos me veían además de con los ojos de amigos, con una mirada distinta, tan intensa que mi cuerpo se crispaba, el vientre parecía expandirse y me hormigueaban partes que hasta ese entonces no recibían de mi mucha atención.
Una vez que íbamos en el metro, era la hora pico y estaba hasta el tope de gente; sentí como todos y cada uno se desvivía por protegerme y evitar que cualquiera me empujara o lastimara, fue ahí donde por primera vez se me ocurrió responder ante tanta gentileza.
Dejé que el bamboleo del transporte me llevara, ayude a que mi cuerpo rozara, acariciara, se arrimara y arrempujara contra los cuerpos de mis compañeritos; mis manos acariciaban apenas, de una manera fugaz, las piernas, caderas y de vez en cuando los sexos de mis amigos. Mis tetas se pegaban, apenas rozando, contra los pechos y los brazos de ellos. Pero faltaba decisión así que todo era tan ambiguo.
Usábamos el metro como medio de transporte, tuviéramos o no tuviéramos que usarlo, a veces sólo para pasar el tiempo, a veces para no hacer nada, a veces sólo para medio tocarnos. En una de esas ocasiones el tren se detuvo en el túnel entre dos estaciones, las luces se apagaron y el calor aumento. Me deshice del suéter de la escuela y desabotone mi blusa. Mis senos voluptuosos se pegaban contra la ropa y buscaban escaparse de ella. Cuando regreso la luz tarde un rato en darme cuenta que los ojos de mis acompañantes estaban fijos en ellos. Los miraban con deseo y codicia, penetrando más allá del brasier que los sujetaban. El primero en atreverse a hacer algo más que mirarlos fue Gamboa.
Gamboa era el más grande de todos, moreno, alto y bastante fornido para su edad. Se acerco más a mí y empezó a acariciarlos con la yema de los dedos. Se ven ricos, Allende, me dijo. O tú qué opinas, Flores, le preguntó. Flores era un chavo blanquito del mismo tamaño que Gamboa pero mucho más delgado. Sí, geniales, dijo. A mí me gustan, agregó Dávila, mientras los apretaba. Estás bien sabrosa, Allende, dijo Martínez, el más chaparrito de todos, mientras se colocaba a mi espalda y me masajeaba las nalgas por debajo de la falda. Y fue Aguirre quien se atrevió a más acariciando con sus dedos mi sexo sin decir nada y devorándome con los ojos. Después avanzo el metro. Yo sonreía.
Estos escarceos, apenas fueron el inicio de algo que ya veíamos venir pero todavía no decidíamos imaginar. Los paseos en el metro se fueron llenando de caricias, arrumacos, besos, y nada más. Hasta que un día, contraría a mi costumbre de quedarme parada junto con mis compañeros para facilitarles las caricias y los arrimones que me propinaban, me senté en un asiento individual. Se colocaron alrededor mío. Impidiéndome la vista, y por lo mismo, impidiendo que alguien más me viera. No esperé ni un segundo, en cuanto estuve rodeada me quité del suéter.
En mi cara se estampó una sonrisa atrevida y coqueta. Era ciertamente una invitación para que mis amigos tomaran la iniciativa. Sus manos masajeaban con pertinacia mis tetas. Las apretaban con cierta brusquedad y violencia pero sin ser tortuosa. Mi respiración aumentaba y mi pecho se hinchaba por el deseo. Sin mirar quién, sentí como unas manos se atrevían a desabotonarme la blusa. Los ojos de mis amigos se encendieron y devoraron mi carne con la mirada. Esto me movió a ser mas atrevida y me deshice del bra. Mis senos en toda su insipiente opulencia quedaron a la vista. Y de igual manera, sin esperar un segundo, fueron acariciados, apretujados, recorridos, magreados y pellizcados por las diez manos que me rodeaban y me hacían sentir mujer y ya no una niña.
Todo hubiera quedado ahí, en un faje multitudinario a mi busto, de no ser, nuevamente por Gamboa, siempre Gamboa, que en un arranque de ardor, se bajo el cierre del pantalón y dejo al descubierto, su pene, diré mejor, su verga como él le llamaba. Ándale, Allende, dijo, mámame la verga, y yo, se la mame.
Nunca había visto una, las había palpado, se las había tocado a cada uno de ellos pero nunca la había tenido frente a mis ojos, nunca había visto sus venas, su carne, nunca me había llenado de su aroma. La tome con una mano y se la empecé a menear, de arriba abajo, viendo como se bajaba su pellejito, su prepucio, como crecía en mi mano su tamaño. Me encantó sentir como se calentaba en mi palma. Luego la lengüeteé, la saboreé y finalmente la metí en mi boca, me encanto chuparla, me encanto sentirla crecer y hervir en mi boca, me asuste un poco cuando estuve a punto de ahogarme porque me la metí hasta el fondo y también cuando sentí como Gamboa se corría en mi boca, algo que no me esperaba.
Los demás decidieron no ser menos, y por turnos me brindaron sus penes firmes y ansiosos. Comí por turno cada una de las vergas que se me pusieron enfrente. Para alguien que no había probado una sola yo me lucí degustando formas, colores y sabores de deliciosos sexos de macho. Mi boca se lleno de semen caliente, me escurría por las comisuras de los labios y goteaba entre mis senos. Llegamos al final de la línea y yo pensé en qué más nos esperaría.
 
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algo parecido me paso a mi voy a mandar el relato haber que les parece
 

epale62

Virgen
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Amiga no pensaras dejarnos así verdad por favor continua
 

micht21

Virgen
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Muy bueno cuando pones una continuación de este relato
 
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