Al terminar mi carrera universitaria trabajé aproximadamente un año como asistente del director de la carrera. En aquellos momentos estaba de amante de Alejandro y Roberto, dos ex profesores mÃ*os y que podrÃ*an ayudarme en mi carrera profesional; me gusta matar dos pájaros de un tiro. Las doy porque me gusta y porque puedo obtener alguna que otra cosa. El director era una persona muy decente, casado, con principios morales muy rÃ*gidos e intachable, no se sabÃ*a ni un rumor, ningún chisme sobre él; y pedÃ*a lo mismo de sus colaboradores. Sobre mÃ* habÃ*a uno que otro chisme, pero tanto Alejandro como Roberto abogaron por mi y obtuve el puesto. Sin embargo, el director habló conmigo y me dijo que estaba al tanto de los chismes sobre mi y que confiaba en que fueran falsos, pero que si habÃ*a algún otro rumor sobre mi, tendrÃ*a que renunciar. La amenaza en verdad me espantó y limité de manera importante mis travesuras.
HabÃ*a un compañero de trabajo que era responsable del área académica y a los pocas semanas de haber empezado a trabajar en la Dirección empezó a invitarme a salir, a coquetearme…me comÃ*a con los ojos, VÃ*ctor. Se me insinuaba cada vez más, pero yo no le hacÃ*a caso, la verdad es que no me gustaba; era gordito, no muy alto -1.72 aproximadamente- moreno y no muy varonil, no me malinterpreten no era afeminado ni mucho menos, pero no era varonil, seductor. Espero explicarme. Pero aunque no le hiciera caso le coqueteaba un poco dejándole ver mis escotes, moviendo más mis caderas un poquito más de lo habitual y poniendo de repente ojitos coquetones. QuerÃ*a que se mantuviera echándome los perros, pero nada más.
Pero un dÃ*a las cosas cambiaron. Ya era tarde, cerca de las diez de la noche y yo aún estaba en la Universidad arreglando unas cosas para mi jefe. CreÃ* que estaba sola, pero llegó a la oficina VÃ*ctor; se sentó en el sillón de visitas, un lovesit muy elegante, y mientras platicábamos yo seguÃ*a arreglando unos papeles. En una de las ocasiones que le di la espalda, sentÃ* cómo me devoraba las nalgas; la verdad me excitó un poco dadas las circunstancias, además de que tenÃ*a una semana sin sexo, estar solos en la oficina del director, un lugar prohibido. De pronto VÃ*ctor se paró detrás de mi, yo estaba entre el escritorio y él, en mis nalgas sentÃ* el endurecido y creciente bulto de VÃ*ctor; su respiración ligeramente agitada en mi cuello me excitó aún más.
HabÃ*a un compañero de trabajo que era responsable del área académica y a los pocas semanas de haber empezado a trabajar en la Dirección empezó a invitarme a salir, a coquetearme…me comÃ*a con los ojos, VÃ*ctor. Se me insinuaba cada vez más, pero yo no le hacÃ*a caso, la verdad es que no me gustaba; era gordito, no muy alto -1.72 aproximadamente- moreno y no muy varonil, no me malinterpreten no era afeminado ni mucho menos, pero no era varonil, seductor. Espero explicarme. Pero aunque no le hiciera caso le coqueteaba un poco dejándole ver mis escotes, moviendo más mis caderas un poquito más de lo habitual y poniendo de repente ojitos coquetones. QuerÃ*a que se mantuviera echándome los perros, pero nada más.
Pero un dÃ*a las cosas cambiaron. Ya era tarde, cerca de las diez de la noche y yo aún estaba en la Universidad arreglando unas cosas para mi jefe. CreÃ* que estaba sola, pero llegó a la oficina VÃ*ctor; se sentó en el sillón de visitas, un lovesit muy elegante, y mientras platicábamos yo seguÃ*a arreglando unos papeles. En una de las ocasiones que le di la espalda, sentÃ* cómo me devoraba las nalgas; la verdad me excitó un poco dadas las circunstancias, además de que tenÃ*a una semana sin sexo, estar solos en la oficina del director, un lugar prohibido. De pronto VÃ*ctor se paró detrás de mi, yo estaba entre el escritorio y él, en mis nalgas sentÃ* el endurecido y creciente bulto de VÃ*ctor; su respiración ligeramente agitada en mi cuello me excitó aún más.
- VÃ*ctor, ¿qué haces?
- Ssshhhh…-me olió el cabello y me acariciaba suavemente la cadera sobre la falda- sabes qué, hace poco me fui a un table con Alejandro, Boby y algunos amigos. Esos dos –Alejandro y Roberto- hablan mucho cuando andan calientes y pedos –borrachos-. Nos dijeron muchas cosas de ti, Teresita –me dijo mientras me acariciaba los hombros y veÃ*a ligeramente sobre mi hombro las tetas o lo que se veÃ*a de ellas; yo me excitaba cada vez más por la situación y los arrimones de VÃ*ctor y su palpitante, creciente y duro paquete- Nos dijeron que coges delicioso, que aprietas, que te encanta que te lo metan por atrás, que te dedeen el culo…-estaba excitadÃ*sima, querÃ*a que me cogiera en ese momento-nos dijeron que eres una golfa…-me dio la vuelta y me subió lentamente la falda acariciándome las piernas hasta llegar a mi panty- que eres bien puta, Tere…uuuyyy, pero si estás empapada –me acarició la conchita sobre la panty que estaba ya empapada por mi lubricación y luego metió un dedo para dedearme y mojarme aún más- no creÃ*a los chismes hasta que esos dos soltaron la sopa y no he dejado de pensar en cómo te la voy a meter, Teresita.
- No, VÃ*ctor…por favor…
- Si no me las das el director se va enterar de que sÃ* eres una golfa, le voy a decir que me quisiste seducir –me amenazaba mientras me dedeaba, besaba y lamÃ*a el cuello y las orejas- te quise encamar por las buenas, pero no te dejaste, Teresita, asÃ* que ahora me las vas a dar cada que se me antoje. Y no te hagas, si te encanta que te cojan, o no?
- SÃ*, me encanta…métemela, VÃ*ctor…cógeme, por favor –me subió la falda enrollándomela en la cintura, me abrió la blusa de un tirón rompiéndome los botones y dejando al aire mis tetas en su pequeño brassiere, bajó los tirantes y liberó mis tetas que enseguida lamió y mordisqueó mis pezones duros y paraditos; mientras yo le abrÃ*a el pantalón, le bajé el cierre y saqué su enorme y gorda verga. Empecé a masturbarlo mirándolo a los ojos.
- Bájate…-le obedecÃ*, asÃ* que me hinqué y comencé a mamarle la verga; le daba lengüetazos, lamidas y mamadas. Él disfrutaba mientras se abrÃ*a la camisa- Aaahhh…qué rica boquita tienes, Teresita.
- Mmmmmmmmmmmm…mmmmmmm…-le lamÃ* los testÃ*culos- mmm…
- Qué bien has aprendido…ay, qué rico…-luego de unos minutos me sentó en el escritorio, me abrió las piernas, se hincó y empezó a lamerme la conchita- huele delicioso tu panochita, Tere, mmmmmm… y sabe igual…cómo me caliente una rica panocha…mmmmm…suave, cuidadita…mmmmmmmmm…rosadita.
- Ay, sÃ*, asÃ*, asÃ*…-yo me agarraba las tetas, me pellizcaba los pezones y me acosté en el escritorio para que pudiera lamerme mejor la conchita; luego de unas deliciosas lamidas me dio unos chupadas que me hincharon la concha un poco; ya querÃ*a su verga dentro de mÃ*, querÃ*a que me embistiera, en ese momento tuve mi primer orgasmo- asÃ*, asÃ*, sÃ*guele, sÃ*guele…aaaaaaaaahhhhhhhhhh…aaaaahhhhh…ay qué rico…ya métemela…cógeme, VÃ*ctor…la quiero adentro.
- AhÃ* te va, Teresita…-me agarró las piernas con sus brazos, acomodó su cabezota en mi entrada y de un solo empujón me la metió y enseguida me bombeó- ay, qué rica estás, pinche escuincla –se bamboleaban mis tetas con sus embestidas- de lo que me habÃ*a perdido, Teresita, pero ahora te voy a dar verga a cada rato, cabrona.
- AsÃ*, VÃ*ctor, asÃ*…cógeme duro, papito…aaaa…m-m-m-m…ay, qué vergota tienes…qué rico…
- AsÃ* te gusta, verdad, Teresita…eres bien golfa…-me soltó las piernas y empezó a pellizcar mis pezones- qué ricas tetas, cómo se mueven cuando te la meto…-asÃ* estuvimos varios minutos y entonces me dijo que me bajara del escritorio y me recargara dándole la espalda para que me lo metiera por atrás; me observó unos segundos acariciándome las nalgas- qué rico culo me voy a comer…pinches cabrones, con razón siempre te tenÃ*an como ayudante, te han de haber dado verga hasta cansarse…
- Y por qué crees que ya no? –al decir eso me la metió hasta el fondo- ¡ay!...ay, asÃ*, qué rico…-el mete y saca fue instantáneo; eso me encanta- qué rica la tienes, Vic.
- Qué buen culo te cargas, Teresita…-me dijo mientras me daba un par de nalgadas no muy fuertes; me agarraba de la cintura y me halaba hacia su vergota; se escuchaba cómo entraba y salÃ*a su palo de mi conchita- Y nos dijeron que te gusta que te la metan de dos o tres, que te gusta mamar mientras te la meten…-aceleró el ritmo de su cogida- ¿es cierto, Teresita? ¿asÃ* de puta?
- SÃ*…ay, ay…la tienes bien gorda, qué rico…sÃ*, soy bien puta, me encanta…una verga en la boca…y otra en la concha…ay, qué rico!!!
- Pues invitaré algunos amigos para divertirnos, no? Te gustarÃ*a, Teresita? Unas ricas reatas para ti solita?
- SÃ*, sÃ*, cójanme…cómo quieras…sÃ*guele, sÃ*guele, Vic…
- Y nos dijeron que te gusta que te dedeen el culito…-al decir eso se lamió un dedo y empezó a acariciarme al culo poco a poco hasta meterme el pulgar y meterlo y sacarlo lenta pero rÃ*tmicamente- qué apretadito lo tienes, Teresita, no te han cogido por ahÃ*, verdad?
- No…-sentÃ* cómo se hinchaba su verga, asÃ* que incrementé mi movimiento de la cadera y empecé a apretarlo con mi conchita para hacer que terminara, eso más el dedo en mi culo harÃ*an que tuviera mi segundo orgasmo.
- Qué rico aprietas, chiquita…asÃ*, ordéñame, Teresita, sácame toda la lechita, putita. AsÃ* como ordeñas a Alejandro y Boby…asÃ*, sÃ*guele…
- Vente, vente, Vic…dame tu lechita, papito…-seguÃ*a apretando su verga y moviendo la cadera para excitarlo más- sigue metiéndome el dedo…ay, qué rico…
- Me voy a venir…me voy a venir…
- Dónde me la quieres dar, papito? No me saques el dedo, yo también me voy a venir…dónde me la quieres echar, Vic? –no me respondió, sólo me la sacó de repente y sentÃ* un chorro de su ardiente semen en mis nalgas; fue delicioso y gracias a que se lo pedÃ*, no sacó el dedo de mi culo y tuve mi segundo orgasmo- mmmm…qué rico…me encanta sentir la lechita en mis nalgas –cuando se vació me embarró su semen en las nalgas con su vergota y la columpió en el canalito de mis nalgas.
- Coges delicioso, Teresita…-me di la vuelta, me hinqué y se la volvÃ* a mamar, para limpiársela; me encanta hacer eso- mmmmm…tú si sabes…hazte a la idea de que vamos a vernos muy seguido, chiquita. Coges demasiado rico como para metértela nada más una vez.