Amalia era una mujer madura que vivía en una casa aislada en medio del monte. A Amalia le había muerto el marido 35 años atras en la noche de bodas.
Una noche recibió la visita de Eusebio, su sobrino nieto. En la puerta de la casa de dio dos besos en la mejilla. Con la mano lo invitó a entrar. Cerró la puerta y de camino a la cocina, le dijo:
-Te has convertido en un hombre, Eusebio.
-Son 25 años, tía.
-¡¿Tantos?!
-La última vez que me vio fue hace 15 años, cuando...
-Cuando tu madre se enfadó con tu padre y estuvo una semana aquí, en su casa.
-Usted sigue igual. No ha cambiado nada.
-Algo cambiaría cuando me tratas de usted.
Se sentaron en dos sllas a la mesa de roble de la cocina.
-Es...
-Mira, Carlos, sé a que vienes y no debías haberte molestado. Mi herencia, la casa, las tierras, los animales, todo, se la dejaré a quien me salga del culo Por ser mi heredero más directo no te creas que lo que tengo va a ser para ti.
-No tienes pelos en la lengua.
-Siempre he hablado en plata. ¿Cuántos días piensas quedarte?
-Tenía pensado pasar una semana y salir de caza, pero veo que no soy bien recibido
-Bien recibido eres. Quédate un mes si quieres. Será lo que me quites. Dicho esto. Tengo carne de ternera en el pote. ¿Quieres cenar?
-Sí, tía.
Amalia, 1,60,de estatura, morena, pelo largo, con algunas canas, grandes tetas... Una mujer atractiva, que vestía una blusa negra, una fada azul y calzaba zapatos negros, se levantó de la silla y fue a la cocina de piedra. Eusebio, 1.75 de estatura... Un joven del montón, que vestía con tejanos, camisa azul y zapatillas de deporte blancas, fue detrás de su tía abuela. Al destapar la mujer el pote, Eusebio, le arrimó la cebolleta. Amalia se dio la vuelta, sorprendida.
-¡¿Qué haces?!
Eusebio, con sus brazos rodeó los de Amalia para que no se pudiera mover.
-Me importa una mierda tu herencia. He venido a follarte.
-¡Has perdido el juicio!
-¡Lo perdí hace mucho tiempo cuando hice mi primera paja pensando en ti!
Eusebio buscó los labios de Amalia y ella giró la cabeza.
-¡Qué soy tu tía abuela!
-¿Y qué?
-Que me debes respetar.
-Tienes 55 años y llevas 35 años sin follar. ¡Qué respeto ni que leches! ¡¡Follemos hasta quedar sin fuerzas!!
Amalia le iba a contestar y Eusebió aprovechó para besarla. Amalia, sintiendo la polla de su sobrino nieto latiendo en su ombligo y sus labios en los suyos, dudó unos segundos, después separó sus labios de los de él, y le dijo:
-Esto es un atropello, Eusebio, es un atropello y lo sabes. ¡Suéltame!
Eusebio soltó a su tía abuela, y le dijo:
-Lo siento. No sé que me pasó. Sería que te vi tan follable...
-¿Follable? Mañana a la mañana te vas. Por cierto. ¿Y tu maleta?
-En el maletero del coche. En el fondo sabía que iba a pasar esto. Eres demasiada hembra para mí.
-¿Entonces no venías a camelarme?
-Venía a hacer realidad una fantasía.
-Anda, anda, loquillo. Vamos a cenar, pero mañana a primera hora te vas. Tienes demasiado peligro
Cenando...
-¿Tienes novia, Eusebio?
-Cuatro. Una en La Coruña, otra en Lugo, otra en Orense y otra en Pontevedra.
-Eres un cabrón.
-Yo no lo veo así. De cada una aprendo algo para mejorar el sexo con la otra.
-¡Que cinismo! ¿Y qué es, a grandes rasgos, lo que aprendes?
-Estamos comiendo y no se debe hablar de otra clase de comida.
Acabaron de comer y le preguntó Amalia a su sobrino nieto:
-¿De que comida hablabas antes?
-No creo que seas tan ingenua como para no saberlo.
-¿De las tetas?
-Del chochito, de como le gusta a cada una que le coman el chochito.
-¿Y tu sabes comerlo?
-Me defiendo.
-Pues te voy a dar un consejo que nunca falla.
Eusebio se animó.
-¡¿Cuál es?¡
-Cuando no se sabe como comer una cosa se come con las manos.
De la alegría pasó al desencanto.
-¿Saliste alguna vez de esta casa, tía?
-No.
-No me extraña. ¿Sabes que es un chochito?
-No. ¿Qué es?
-Lo que mamá llamaba una parrocha. Un chochito es una parrocha.
-Me gustan y se comen con las manos.
-¡No es el pescado, es eso que tienes entre las piernas!
-Se come... ¡Qué asco!
-¡Tan rico!, que diría alguna.
-¡Ya hay que ser guarros. Guarras ellas y guarro tú.
-Cosa de orgasmos, tía, cosa de orgasmos.
-Ya me da miedo preguntar sobre los orgasmos.
-Pregunta, pregunta.
-¿Los orgasmo los compráis al pormayor?
-Me la estás poniendo gorda, tía.
Amalia se levantó de la mesa.
-¡Muera el cuento, muera el cuento!
Un par de horas más tarde. Amalia, que ni masturbarse sabía. Sintió que le picaba el coño una cosa mala. Eusebio, en pelotas y empalmado, llegó a la puerta de la habitación de su tía abuela, y le pregunto:
-¿Voy?
Amalia, mirándole para el cipote, de dijo:
-Soy una mujer decente.
-¿Y quién se va a enterar?
-Yo.
-¿No tienes ganas de volver a sentir una polla dentro de ti?
-Sí, pero mi decencia...
-¿Voy o no voy?
Se iba a esfumar la decencia. Era mucho el picor.
-Ven.
Eusebió se metió en la cama, Amalia se quitó la combinación. Eusebio la besó con lengua. Era el primer beso con lengua de Amalia en sus 55 años de vida. No sabía besar, pero con unos cuantos besos ya había aprendido. Eusebio le comió las tetas bien comidas. Luego le quitó las bragas y bajó al pilón, que era nuy peludo.
Amalia se revolvió.
-No, eso no, Eusebio.
Eusebio le pasó la lengua por el clitotis repetidas veces. Le lamió el abundante jugo vaginal. Le pasó la lengua desde el periné hasta el clitoris. Lamio otra vez el clítoris repetidas veces, y le preguntó:
-¿Sigo?
-Hombre, ya que estás...
Eusebio estaba y sabía estar. Se la comió tan bien comida, que a punto de correrse, Amalia, le dijo:
-No sé que me está pasando, pero creo que esto va a acabar como uno de esos sueños mojados que tengo de Pascuas en viernes.
-Vas a tener un orgasmo, tía, eso es lo que va a pasar.
Amalia, casí sin gemir, tuvo una corrida larga y muy intensa.
Al acabar, le dijo a su sobrino nieto.
-¡Lastima que los orgasmos no se puedan compar al pormayor!
Eusebio, caliente como un lobo en celo, subió encima de su tía abuela y la iba a follar a lo bestia, pero cual no sería su sorpresa al ver que el chochito era demasiado estrecho.
-¡¿Eres virgen, tía?!
-La vírgenes están en las iglesias. Para follar, como dices tú, cuando el sitio es estrecho hay que hacer como hacen los gatos, meter la cabeza y después ya entra todo el cuerpo.
¡Qué razón tenía! Entró la cabeza, el cuerpo, y al rato, más que hubiera.
-¡Quieres subir encima de mí, tia?
-No. La mujer debe estar siempre debajo.
Eusebio le dio la vuelta y la puso encima de él.
-¡Fóllame, perra!
-¡¡Ay lo que me llamó!!
Amalia empezó a follar Eusebio a toda pastilla. Quería castigarlo, pero al eyacular su sobrino nieto dentro de ella se comenzó a correr, y exclamó:
-¡¡¡Al pormayor, los quiero al pormayor!!!
Una noche recibió la visita de Eusebio, su sobrino nieto. En la puerta de la casa de dio dos besos en la mejilla. Con la mano lo invitó a entrar. Cerró la puerta y de camino a la cocina, le dijo:
-Te has convertido en un hombre, Eusebio.
-Son 25 años, tía.
-¡¿Tantos?!
-La última vez que me vio fue hace 15 años, cuando...
-Cuando tu madre se enfadó con tu padre y estuvo una semana aquí, en su casa.
-Usted sigue igual. No ha cambiado nada.
-Algo cambiaría cuando me tratas de usted.
Se sentaron en dos sllas a la mesa de roble de la cocina.
-Es...
-Mira, Carlos, sé a que vienes y no debías haberte molestado. Mi herencia, la casa, las tierras, los animales, todo, se la dejaré a quien me salga del culo Por ser mi heredero más directo no te creas que lo que tengo va a ser para ti.
-No tienes pelos en la lengua.
-Siempre he hablado en plata. ¿Cuántos días piensas quedarte?
-Tenía pensado pasar una semana y salir de caza, pero veo que no soy bien recibido
-Bien recibido eres. Quédate un mes si quieres. Será lo que me quites. Dicho esto. Tengo carne de ternera en el pote. ¿Quieres cenar?
-Sí, tía.
Amalia, 1,60,de estatura, morena, pelo largo, con algunas canas, grandes tetas... Una mujer atractiva, que vestía una blusa negra, una fada azul y calzaba zapatos negros, se levantó de la silla y fue a la cocina de piedra. Eusebio, 1.75 de estatura... Un joven del montón, que vestía con tejanos, camisa azul y zapatillas de deporte blancas, fue detrás de su tía abuela. Al destapar la mujer el pote, Eusebio, le arrimó la cebolleta. Amalia se dio la vuelta, sorprendida.
-¡¿Qué haces?!
Eusebio, con sus brazos rodeó los de Amalia para que no se pudiera mover.
-Me importa una mierda tu herencia. He venido a follarte.
-¡Has perdido el juicio!
-¡Lo perdí hace mucho tiempo cuando hice mi primera paja pensando en ti!
Eusebio buscó los labios de Amalia y ella giró la cabeza.
-¡Qué soy tu tía abuela!
-¿Y qué?
-Que me debes respetar.
-Tienes 55 años y llevas 35 años sin follar. ¡Qué respeto ni que leches! ¡¡Follemos hasta quedar sin fuerzas!!
Amalia le iba a contestar y Eusebió aprovechó para besarla. Amalia, sintiendo la polla de su sobrino nieto latiendo en su ombligo y sus labios en los suyos, dudó unos segundos, después separó sus labios de los de él, y le dijo:
-Esto es un atropello, Eusebio, es un atropello y lo sabes. ¡Suéltame!
Eusebio soltó a su tía abuela, y le dijo:
-Lo siento. No sé que me pasó. Sería que te vi tan follable...
-¿Follable? Mañana a la mañana te vas. Por cierto. ¿Y tu maleta?
-En el maletero del coche. En el fondo sabía que iba a pasar esto. Eres demasiada hembra para mí.
-¿Entonces no venías a camelarme?
-Venía a hacer realidad una fantasía.
-Anda, anda, loquillo. Vamos a cenar, pero mañana a primera hora te vas. Tienes demasiado peligro
Cenando...
-¿Tienes novia, Eusebio?
-Cuatro. Una en La Coruña, otra en Lugo, otra en Orense y otra en Pontevedra.
-Eres un cabrón.
-Yo no lo veo así. De cada una aprendo algo para mejorar el sexo con la otra.
-¡Que cinismo! ¿Y qué es, a grandes rasgos, lo que aprendes?
-Estamos comiendo y no se debe hablar de otra clase de comida.
Acabaron de comer y le preguntó Amalia a su sobrino nieto:
-¿De que comida hablabas antes?
-No creo que seas tan ingenua como para no saberlo.
-¿De las tetas?
-Del chochito, de como le gusta a cada una que le coman el chochito.
-¿Y tu sabes comerlo?
-Me defiendo.
-Pues te voy a dar un consejo que nunca falla.
Eusebio se animó.
-¡¿Cuál es?¡
-Cuando no se sabe como comer una cosa se come con las manos.
De la alegría pasó al desencanto.
-¿Saliste alguna vez de esta casa, tía?
-No.
-No me extraña. ¿Sabes que es un chochito?
-No. ¿Qué es?
-Lo que mamá llamaba una parrocha. Un chochito es una parrocha.
-Me gustan y se comen con las manos.
-¡No es el pescado, es eso que tienes entre las piernas!
-Se come... ¡Qué asco!
-¡Tan rico!, que diría alguna.
-¡Ya hay que ser guarros. Guarras ellas y guarro tú.
-Cosa de orgasmos, tía, cosa de orgasmos.
-Ya me da miedo preguntar sobre los orgasmos.
-Pregunta, pregunta.
-¿Los orgasmo los compráis al pormayor?
-Me la estás poniendo gorda, tía.
Amalia se levantó de la mesa.
-¡Muera el cuento, muera el cuento!
Un par de horas más tarde. Amalia, que ni masturbarse sabía. Sintió que le picaba el coño una cosa mala. Eusebio, en pelotas y empalmado, llegó a la puerta de la habitación de su tía abuela, y le pregunto:
-¿Voy?
Amalia, mirándole para el cipote, de dijo:
-Soy una mujer decente.
-¿Y quién se va a enterar?
-Yo.
-¿No tienes ganas de volver a sentir una polla dentro de ti?
-Sí, pero mi decencia...
-¿Voy o no voy?
Se iba a esfumar la decencia. Era mucho el picor.
-Ven.
Eusebió se metió en la cama, Amalia se quitó la combinación. Eusebio la besó con lengua. Era el primer beso con lengua de Amalia en sus 55 años de vida. No sabía besar, pero con unos cuantos besos ya había aprendido. Eusebio le comió las tetas bien comidas. Luego le quitó las bragas y bajó al pilón, que era nuy peludo.
Amalia se revolvió.
-No, eso no, Eusebio.
Eusebio le pasó la lengua por el clitotis repetidas veces. Le lamió el abundante jugo vaginal. Le pasó la lengua desde el periné hasta el clitoris. Lamio otra vez el clítoris repetidas veces, y le preguntó:
-¿Sigo?
-Hombre, ya que estás...
Eusebio estaba y sabía estar. Se la comió tan bien comida, que a punto de correrse, Amalia, le dijo:
-No sé que me está pasando, pero creo que esto va a acabar como uno de esos sueños mojados que tengo de Pascuas en viernes.
-Vas a tener un orgasmo, tía, eso es lo que va a pasar.
Amalia, casí sin gemir, tuvo una corrida larga y muy intensa.
Al acabar, le dijo a su sobrino nieto.
-¡Lastima que los orgasmos no se puedan compar al pormayor!
Eusebio, caliente como un lobo en celo, subió encima de su tía abuela y la iba a follar a lo bestia, pero cual no sería su sorpresa al ver que el chochito era demasiado estrecho.
-¡¿Eres virgen, tía?!
-La vírgenes están en las iglesias. Para follar, como dices tú, cuando el sitio es estrecho hay que hacer como hacen los gatos, meter la cabeza y después ya entra todo el cuerpo.
¡Qué razón tenía! Entró la cabeza, el cuerpo, y al rato, más que hubiera.
-¡Quieres subir encima de mí, tia?
-No. La mujer debe estar siempre debajo.
Eusebio le dio la vuelta y la puso encima de él.
-¡Fóllame, perra!
-¡¡Ay lo que me llamó!!
Amalia empezó a follar Eusebio a toda pastilla. Quería castigarlo, pero al eyacular su sobrino nieto dentro de ella se comenzó a correr, y exclamó:
-¡¡¡Al pormayor, los quiero al pormayor!!!