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Alicia y Yolanda, las Nenas de Papa – Capítulos 05 al 08
Alicia y Yolanda, las Nenas de Papa – Capítulo 05
Salimos de la habitación y me deposito suavemente sobre la cama dónde Yoli seguía durmiendo. La cogió en brazos, la deposito suavemente sobre la alfombra y regreso a mi lado. Yo había ocupado el centro de la cama y cuándo papá se puso sobre mi le rodee con la piernas y una punzada de placer estallo cuándo rozo con su cuerpo mi expuesto clítoris. Cogió el lubricante y después de embadurnarse la polla, me quitó la pinza y cuándo la sangre volvió al clítoris el dolor que sentí casi me produce otro orgasmo. Me rodeó con sus brazos y mientras mis piernas hacían presa, con mucha suavidad empezó a penetrarme. Notaba nítidamente cómo mi ano rodeaba su polla y la apretaba. No puedo describir las sensaciones, solo diré que creo que los ojos se me pusieron en blanco. Esa mezcla de dolor, placer y la consciencia de ser poseída por papá, de ser usada por el a su antojo, de ser de su propiedad, me subió a los cielos.
Me folló muy lentamente. Su movimiento dentro de mi y el roce con mi sensible clítoris me enloquecía. Tuve varios orgasmos hasta que finalmente papá se corrió en mi interior. Se mantuvo dentro de mi durante mucho tiempo y mientras me llenaba de besos notaba cómo la polla de papá perdía firmeza y dejaba de presionar mi ano. Finalmente, salio de mi y tumbándose a mi lado me paso el brazo por debajo para que apoyase la cabeza. Pasé la pierna por encima, pegué mi cuerpo al suyo y le abracé. Papá seguía besándome en los labios mientras su mano me acariciaba la pierna y el trasero. Notaba cierto escozor por los verdugones de los latigazos, pero me resultaba placentero. Me parecía imposible ser tan feliz.
—Papá ¿Cuándo lo vamos a repetir? —pregunté mientras seguía abrazado a el.
—¿Quieres que lo repitamos mi amor? —cómo respuesta asentí con la cabeza—. No vamos a repetir algo tan drástico porque no es de mi agrado.
—No lo entiendo papi ¿entonces…? —dije mirándole.
—Esto lo tienes que ver cómo una prueba definitiva para saber hasta dónde puedes llegar…
—Puedo llegar hasta dónde tu quieras: puedes hacerme lo que sea, —le interrumpí. Papá giro su cuerpo hacia mi y me abrazó mientras me morreaba con pasión, tanto que por un momento me ilusioné con que me la metiera y me follara otra vez.
—Con vosotras quiero tener exactamente la misma relación que tenía con tu madre. Teníamos un pacto por el cual ella me entregaba su sumisión incondicional y a cambio yo la proporcionaba un placer inimaginable. Aunque parezca que no, me cuesta enormemente haceros daño, aunque se perfectamente que una sesión cómo la que hemos tenido, mama la disfrutaba. Ella, que me conocía perfectamente, jamás me lo pedía: lo dejaba a mi albedrío.
—¿Por qué no te gusta hacerlo?
—Porque a vosotras, igual que a tu madre, os quiero más que a mi propia vida.
—Yo también te quiero papá, igual que Yoli.
Papá me abrazó morreándome y después se giró hacia mis pies ofreciéndome la polla. La atrapé con la boca al instante y empecé a chupar mientras papá hacia lo mismo con mi vagina. Iniciamos un sesenta y nueve largo que volvió a elevarme a los cielos del placer. Los orgasmos se sucedieron hasta que finalmente papá se corrió y mientras me llenaba la boca de esperma con la lengua atacaba su glande arrancándole algunos gemidos.
—Mi amor, casi me matas, —dijo mientras abrazado a mi cadera me besaba el chocho, mientras le seguía chupeteando la polla. Un rato después me preguntó—: ¿Tienes hambre, quieres comer algo?
—Ya lo estoy haciendo, —papá rió complacido, me giró y me abrazó morreándome.
—Ya sabes a que me refiero payasa, —me dijo con cariño.
—Pues la verdad es que si. ¿Qué hora es?
—La una y media, —respondió papá cogiendo su móvil.
—¡No jodas!
—Si mi amor.
—Se me ha pasado la mañana volando papa. ¿Cuánto tiempo he estado ahí dentro?
—Unas cuatro horas, más los preliminares y este epilogo tan fantástico, —me respondió papá mientras me besaba el cuello.
—Pues me apetece… marisco.
—¿Marisco?
—Si, ¿Qué pasa?
—Nada cariño, pero generalmente a los jóvenes os gustan mierdas de esas cómo hamburguesas, pizzas…
—Y a mi el marisco.
—Pues no se hable más, lo que no se es si hay un “telegamba”, —dijo papá riendo.
—No seas bobo. Ahora los de Deliveroo o Uber te traen lo que sea, pero… podríamos ir al centro comercial, a la marisquería, —y mirando a mi hermana que seguía KO añadí—: Lo que no se es si vamos a poder despertar a Yoli.
—De tu hermana ya te puedes olvidar. Hasta dentro de unas horas no se va a despertar y ya veremos si no empalma hasta mañana.
—Y entonces ¿qué hacemos?
—Nada, la dejamos aquí, pero por si acaso trae las muñequeras y las tobilleras, —salí corriendo a por ellas mientras papá cogía a Yoli en brazos y la depositaba en el centro de la cama—. Y una de las cadenas con mosquetones.
Cuándo lo traje todo para empezó a ponérselo mientras yo me iba a dar una ducha rápida. Cuándo salí, vi a mi hermana con las manos sujetas a la espalda, los tobillos también juntos por las tobilleras y de ahí, la cadena iba hasta la pata de la cama.
—Papá me miró y dijo—: no sea que se despierte y se levante desorientada y se caiga por las escaleras.
—¿Dónde has dejado mi plug papa?
—Ya no tienes que llevarlo.
—Y ¿Eso no se volverá a cerrar? —pregunté con ingenuidad.
—Te aseguro que no le va a dar tiempo, —respondió riendo. Y fue cierto. Desde ese día, más o menos alternaba, aunque creo que lo hacia más veces por el culo que por el coño.
Papá se duchó rápido, se vistió y bajamos al garaje. En el todoterreno nos acercamos al centro comercia y entramos en la marisquería que estaba a tope de gente cómo era normal en fin de semana.
Papá pidió ostras y el resto me dejó pedirlo a mí. Carabineros a la plancha, gambones cocidos y una langosta: estaba que me salía.
—Papi, porfa…
—¡Uy! Peligro.
—¡Jo! Papa…
—A ver, ¿qué quieres?
—¿Cuándo lleguemos a casa puedo tomarme una cerveza? —le pregunté con voz ñoña.
—Sobre eso ya hemos hablado mi amor.
—Ya, pero hoy es un día especial: yo creo que me lo he ganado.
Me miró un rato con ojos amorosos y finalmente dijo—: vale, pero no vamos a tener esta conversación más veces, —me levanté dando palmas y le llené de besos—. Y a tu hermana no le digas nada que luego “culo veo, culo quiero”.
—No papi, no la digo nada.
Entre unas cosas y otras nos fuimos de allí a media tarde, pero cuándo llegamos a casa Yoli seguía KO. Bajamos a la cocina, papá cogió dos cervezas y salimos al porche de atrás. Cómo ya estaba anocheciendo y hacia frío me puse el plumas y nos sentamos en los sillones.
Le dí un pequeño trago a mi cerveza y los pezones se me pusieron duros, pero me gustó mucho. Le enseñé las tetas y soltó una carcajada.
—Esta noche no creo que cene: estoy inflado, —dijo papá.
—Es que te has puesto ciego a ostras.
—¿Se nota que me gustan? Y lo demás también.
—El salpicón de marisco que hemos pedido al final ha sobrado.
—Y los postres.
—Eso también. Me apunto a lo de no cenar, —y abriéndome el plumas para que viera mi vientre añadí—: mira cómo tengo la tripa.
Entre confidencias y risas nos terminamos las cervezas. Hablamos de muchas cosas, incluso de política y finalmente se levantó.
—Voy a ver si logro despertar a Yoli si es que no se ha despertado ya: ella si tiene que cenar.
Subimos al dormitorio y mi hermana seguía KO. Me quité el plumas, me subí a la cama y la quité las muñequeras y las tobilleras. Después la atraje hacia mi y la abrace para empezar a darla tortitas en la cara. Empezó a refunfuñar, pero insistí hasta que logre que abriera los ojos. Me miro con una mirada vidriosa y los volvió a cerrar.
—No, no, despierta, —la apremié y volvió a abrirlos.
—Voy a prepararla una tortilla francesa mientras la terminas de despertar.
—Vale papá: ahora bajamos. Creo.
Pasaron tres semanas y Yoli estaba un poco pesadita. Tonta no era y se había dado cuenta de que ya no llevaba el plug en el culo y lo que era más obvio, papá me follaba por él. Sobre cómo me había ganado el derecho a eso, no había pormenorizado con mi hermana, pero algo sabía porque se lo había contado, aunque cómo ya he dicho no entré en detalles. Perseguía a papá insistiéndole en que quería ser cómo yo: no lo entendía. Algo que tampoco entendía era por qué la habíamos dormido y eso la tenía muy mosqueada e irritable. Finalmente, papá cogió el toro por los cuernos y después de hacerme una señal para que los dejara solos, se metieron en la cama y durante buena parte de la tarde la estuvo follando solo a ella. Después, con ella en brazos se sentó en el sillón y hablaron. No se exactamente cómo fue la conversación, pero conociendo a papá la comedura de coco fue de libro y mi hermana se quedó más tranquila, principalmente porque la prometió que en el siguiente fin de semana, para lo que faltaban cuatro días, la quitaría el plug.
Antes de seguir me gustaría aclarar algo porque puede dar la impresión de que follamos a todas horas cómo los conejos, y sí, nuestra vida sexual era intensa, pero entre semana lo era en poco tiempo. Papá, de madrugada siempre nos follaba a alguna de las dos y se iba a trabajar. Regresaba a eso de las seis y media de la tarde y se follaba a la que no lo había hecho por la mañana. Si a mi me había follado por la mañana, a Yoli la tocaba por la tarde y a la inversa.
Después nos dejaba hasta la hora de irnos a la cama, algo que hacíamos pronto porque por la mañana papá madrugaba mucho y cómo ya he dicho, a alguna de las dos nos dejaba folladas. En ese tiempo, hacíamos las cosas del cole, preparábamos la cena, veíamos la tele o nos metíamos en Internet.
En la cama nos enrollábamos mucho más y nos follaba a las dos además de que normalmente lo hacíamos entre nosotras, algo que le encantaba, tanto que en ocasiones nos sacaba fotos o nos grababa en video. De nosotras tiene miles de fotos y decenas de videos e incluso hacíamos sesiones individuales para el. Eran muy divertidas y siempre en fin de semana o vacaciones porque eran largas. Cuándo una hacia de modelo, la otra se ocupaba del maquillaje y el estilismo. Comprábamos por Internet disfraces y ropa sugerente de todo tipo que luego empleábamos en las sesiones. En el desván, que hasta entonces no utilizábamos salvo para guardar trastos, entre mi hermana y yo habilitamos un espacio amplio como estudio, con sus focos y todo, y teníamos un gran ropero dónde guardábamos la ropa. El día más divertido de todos fue cuándo convencimos a papá para que él fuera el modelo. Desnudo sobre la tarima y moviéndose cómo una modelo patosa, cada una con su cámara le sacamos cientos de fotos. Después empezamos a disfrazarle con lo que pudimos, porque había trajes que no le entraban y a maquillarle. Papá era feliz disfrutando de sus hijas. En ocasiones, cuándo nos tenía cerca, nos metía mano o lo intentaba y nosotras en un mar de risas, le rehuíamos y le dábamos la bronca.
Durante los fines de semana tampoco fallábamos a todas horas: papá es un ser humano no una maquina. Salimos a hacer deporte juntos, vamos al centro comercial a comer o de compras, vamos al cine o si estábamos en casa jugamos a algún juego de mesa o la Play.
Lo que si reina en casa y en nuestra relación un ambiente de sensualidad total, y no por el hecho de que las dos estamos siempre desnudas, es por nuestra actitud. Nos exhibimos todo lo que podemos, nos pavoneamos cómo pavos reales machos, siempre estamos acariciándonos y besándonos ante la mirada complacida de papá.
En ocasiones nos “tapamos” con velos transparentes y actuamos cómo en una representación teatral. Incluso tiempo después, con nuestra relación totalmente asentada, le pedimos a papá que nos instalara en el gimnasio una barra de pole dance: se nos da muy bien y a papá le gusta mucho.
Cuatro días después llegó el gran día de mi hermana. Estaba un poco nerviosa y por supuesto muy excitada, más de lo que es habitual en ella y además casi no había dormido. La había sentido moverse durante la noche. Pero lo que más estaba es expectante y de madrugada ya saltó de la cama e hizo una visita a la habitación del pánico. Papá miró la hora en el móvil y la llamó a la cama. Cuándo se acercó, la abrazo y acoplándose a ella siguió durmiendo. Cuándo por fin nos levantamos, todavía no había amanecido del todo: Yoli nos había desvelado a todos.
Se quedó un poco desconcertada cuándo vio que papá no preparaba nada en la habitación del pánico y las cosas que iba a utilizar las había sacado y ahora estaban sobre la cama.
—¿No me vas a colgar papi? —preguntó Yoli con el ceño fruncido.
—No mi amor, para hoy tengo pensada otra cosa. ¿Tu quieres que te cuelgue cómo a tú hermana? —mi hermana afirmó con la cabeza y papá la abrazó llenándola de besos—. Vale, pues no te preocupes que otro día lo hacemos, pero a ti, por lista, te voy a colgar de los pies: cabeza abajo.
—¿Por los pies? ¡Si! —dijo Yoli ilusionada.
—Venga, vamos a empezar: ¿Estás preparada?
—Si papi.
La sujeté las manos a la espalda con unas esposas mientras papá preparaba el mismo compuesto que me aplicó a mi. Cuándo se acercó a nosotras, puse a Yoli de rodillas, la separé las piernas y la incliné hacia delante dejándola con el culo en popa. La quite con cuidado el plug, la lubrique bien el ano y papá la introdujo el tubito. El liquido entró despacio y cuándo todo estuvo dentro, lo sacó y rápidamente la introduje otra vez el plug. La ayudé a levantarse, la llevé al baño y la senté en el inodoro. Yo me puse a su lado y con la mano izquierda la sujetaba el plug porque no estaba segura de que no saliera disparado.
—¡Tienes que aguantar por lo menos media hora! —la ordené a gritos y reparé en que papá había cogido una cámara de video y lo estaba grabando todo. Se acercó y la metió la polla en la boca mientras seguía grabando desde arriba. Aprovechando en que yo estaba al lado besaba el lateral de su polla y me excitaba mucho sentirla correr por mis labios mientras mi hermana se la tragaba. Papá me recompensaba y en ocasiones me la metía a fondo y luego se la volvía a meter a Yoli. Finalmente, se corrió y sacando la polla de la boca de mi hermana nos llenó la cara de esperma. Rápidamente recogí con la boca la corrida que tenía mi hermana en la cara y se lo eché en su boca.
Mientras ocurría todo esto, mi hermana se quejaba de los retortijones de la tripa y tengo la seguridad de que si no lo hubiera estando sujetando, hubiera dado un taponazo que habría roto la porcelana del inodoro.
—Ya se lo puedes quitar si quieres, —me dijo papá después de mirar el reloj. Para hacerla sufrir empecé a mover el plug mientras Yoli aumentaba en sus quejas.
—Preparados, listos, —dije con humor después de un rato y papá soltó una carcajada—. ¡Ya!
No me dio tiempo a retirar la mano y con la descarga me la llenó de mierda. ¡Joder que asco! Pero la culpa fue mía por fiarme. Papá se revolcaba de la risa.
Mientras me lavaba la mano, papá se quedó con Yoli para impedir que se levantara y masajeándola la tripa hasta que lo echó todo.
—Ali, baña a tu hermana, —dijo papá después de un rato de espera—. Pero no la pongas el plug: no hace falta.
—Haber dónde esta el plug, —dije con humor—. Con el cañonazo se me ha escapado de la mano.
—¡Joder! Pues eso puede romper la tubería si hay algún codo al aire y haber cómo se lo explicamos luego al fontanero.
Al rato, salimos las dos duchadas y preparadas. La sujeté los brazos a la espalda con la cinta de embalar y papá me dio el vibrador corto con las cadenitas que usó conmigo.
—Colócaselo: ya sabes cómo va, —me dijo. La unté con el lubricante todo el ano y no sin cierta dificultad se lo metí. Después sujete las pinzas dentadas en los labios vaginales y apreté las tuercas para que no se escaparan. En una de las pinzas salio una gota de sangre, prueba de que tal vez había apretado demasiado. Yoli no dijo nada, pero resoplaba con el dolor. Estaba tan excitada que le resultaba placentero cómo me ocurrió a mi.
Continua
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Alicia y Yolanda, las Nenas de Papa – Capítulos 05 al 08
Alicia y Yolanda, las Nenas de Papa – Capítulo 05
Salimos de la habitación y me deposito suavemente sobre la cama dónde Yoli seguía durmiendo. La cogió en brazos, la deposito suavemente sobre la alfombra y regreso a mi lado. Yo había ocupado el centro de la cama y cuándo papá se puso sobre mi le rodee con la piernas y una punzada de placer estallo cuándo rozo con su cuerpo mi expuesto clítoris. Cogió el lubricante y después de embadurnarse la polla, me quitó la pinza y cuándo la sangre volvió al clítoris el dolor que sentí casi me produce otro orgasmo. Me rodeó con sus brazos y mientras mis piernas hacían presa, con mucha suavidad empezó a penetrarme. Notaba nítidamente cómo mi ano rodeaba su polla y la apretaba. No puedo describir las sensaciones, solo diré que creo que los ojos se me pusieron en blanco. Esa mezcla de dolor, placer y la consciencia de ser poseída por papá, de ser usada por el a su antojo, de ser de su propiedad, me subió a los cielos.
Me folló muy lentamente. Su movimiento dentro de mi y el roce con mi sensible clítoris me enloquecía. Tuve varios orgasmos hasta que finalmente papá se corrió en mi interior. Se mantuvo dentro de mi durante mucho tiempo y mientras me llenaba de besos notaba cómo la polla de papá perdía firmeza y dejaba de presionar mi ano. Finalmente, salio de mi y tumbándose a mi lado me paso el brazo por debajo para que apoyase la cabeza. Pasé la pierna por encima, pegué mi cuerpo al suyo y le abracé. Papá seguía besándome en los labios mientras su mano me acariciaba la pierna y el trasero. Notaba cierto escozor por los verdugones de los latigazos, pero me resultaba placentero. Me parecía imposible ser tan feliz.
—Papá ¿Cuándo lo vamos a repetir? —pregunté mientras seguía abrazado a el.
—¿Quieres que lo repitamos mi amor? —cómo respuesta asentí con la cabeza—. No vamos a repetir algo tan drástico porque no es de mi agrado.
—No lo entiendo papi ¿entonces…? —dije mirándole.
—Esto lo tienes que ver cómo una prueba definitiva para saber hasta dónde puedes llegar…
—Puedo llegar hasta dónde tu quieras: puedes hacerme lo que sea, —le interrumpí. Papá giro su cuerpo hacia mi y me abrazó mientras me morreaba con pasión, tanto que por un momento me ilusioné con que me la metiera y me follara otra vez.
—Con vosotras quiero tener exactamente la misma relación que tenía con tu madre. Teníamos un pacto por el cual ella me entregaba su sumisión incondicional y a cambio yo la proporcionaba un placer inimaginable. Aunque parezca que no, me cuesta enormemente haceros daño, aunque se perfectamente que una sesión cómo la que hemos tenido, mama la disfrutaba. Ella, que me conocía perfectamente, jamás me lo pedía: lo dejaba a mi albedrío.
—¿Por qué no te gusta hacerlo?
—Porque a vosotras, igual que a tu madre, os quiero más que a mi propia vida.
—Yo también te quiero papá, igual que Yoli.
Papá me abrazó morreándome y después se giró hacia mis pies ofreciéndome la polla. La atrapé con la boca al instante y empecé a chupar mientras papá hacia lo mismo con mi vagina. Iniciamos un sesenta y nueve largo que volvió a elevarme a los cielos del placer. Los orgasmos se sucedieron hasta que finalmente papá se corrió y mientras me llenaba la boca de esperma con la lengua atacaba su glande arrancándole algunos gemidos.
—Mi amor, casi me matas, —dijo mientras abrazado a mi cadera me besaba el chocho, mientras le seguía chupeteando la polla. Un rato después me preguntó—: ¿Tienes hambre, quieres comer algo?
—Ya lo estoy haciendo, —papá rió complacido, me giró y me abrazó morreándome.
—Ya sabes a que me refiero payasa, —me dijo con cariño.
—Pues la verdad es que si. ¿Qué hora es?
—La una y media, —respondió papá cogiendo su móvil.
—¡No jodas!
—Si mi amor.
—Se me ha pasado la mañana volando papa. ¿Cuánto tiempo he estado ahí dentro?
—Unas cuatro horas, más los preliminares y este epilogo tan fantástico, —me respondió papá mientras me besaba el cuello.
—Pues me apetece… marisco.
—¿Marisco?
—Si, ¿Qué pasa?
—Nada cariño, pero generalmente a los jóvenes os gustan mierdas de esas cómo hamburguesas, pizzas…
—Y a mi el marisco.
—Pues no se hable más, lo que no se es si hay un “telegamba”, —dijo papá riendo.
—No seas bobo. Ahora los de Deliveroo o Uber te traen lo que sea, pero… podríamos ir al centro comercial, a la marisquería, —y mirando a mi hermana que seguía KO añadí—: Lo que no se es si vamos a poder despertar a Yoli.
—De tu hermana ya te puedes olvidar. Hasta dentro de unas horas no se va a despertar y ya veremos si no empalma hasta mañana.
—Y entonces ¿qué hacemos?
—Nada, la dejamos aquí, pero por si acaso trae las muñequeras y las tobilleras, —salí corriendo a por ellas mientras papá cogía a Yoli en brazos y la depositaba en el centro de la cama—. Y una de las cadenas con mosquetones.
Cuándo lo traje todo para empezó a ponérselo mientras yo me iba a dar una ducha rápida. Cuándo salí, vi a mi hermana con las manos sujetas a la espalda, los tobillos también juntos por las tobilleras y de ahí, la cadena iba hasta la pata de la cama.
—Papá me miró y dijo—: no sea que se despierte y se levante desorientada y se caiga por las escaleras.
—¿Dónde has dejado mi plug papa?
—Ya no tienes que llevarlo.
—Y ¿Eso no se volverá a cerrar? —pregunté con ingenuidad.
—Te aseguro que no le va a dar tiempo, —respondió riendo. Y fue cierto. Desde ese día, más o menos alternaba, aunque creo que lo hacia más veces por el culo que por el coño.
Papá se duchó rápido, se vistió y bajamos al garaje. En el todoterreno nos acercamos al centro comercia y entramos en la marisquería que estaba a tope de gente cómo era normal en fin de semana.
Papá pidió ostras y el resto me dejó pedirlo a mí. Carabineros a la plancha, gambones cocidos y una langosta: estaba que me salía.
—Papi, porfa…
—¡Uy! Peligro.
—¡Jo! Papa…
—A ver, ¿qué quieres?
—¿Cuándo lleguemos a casa puedo tomarme una cerveza? —le pregunté con voz ñoña.
—Sobre eso ya hemos hablado mi amor.
—Ya, pero hoy es un día especial: yo creo que me lo he ganado.
Me miró un rato con ojos amorosos y finalmente dijo—: vale, pero no vamos a tener esta conversación más veces, —me levanté dando palmas y le llené de besos—. Y a tu hermana no le digas nada que luego “culo veo, culo quiero”.
—No papi, no la digo nada.
Entre unas cosas y otras nos fuimos de allí a media tarde, pero cuándo llegamos a casa Yoli seguía KO. Bajamos a la cocina, papá cogió dos cervezas y salimos al porche de atrás. Cómo ya estaba anocheciendo y hacia frío me puse el plumas y nos sentamos en los sillones.
Le dí un pequeño trago a mi cerveza y los pezones se me pusieron duros, pero me gustó mucho. Le enseñé las tetas y soltó una carcajada.
—Esta noche no creo que cene: estoy inflado, —dijo papá.
—Es que te has puesto ciego a ostras.
—¿Se nota que me gustan? Y lo demás también.
—El salpicón de marisco que hemos pedido al final ha sobrado.
—Y los postres.
—Eso también. Me apunto a lo de no cenar, —y abriéndome el plumas para que viera mi vientre añadí—: mira cómo tengo la tripa.
Entre confidencias y risas nos terminamos las cervezas. Hablamos de muchas cosas, incluso de política y finalmente se levantó.
—Voy a ver si logro despertar a Yoli si es que no se ha despertado ya: ella si tiene que cenar.
Subimos al dormitorio y mi hermana seguía KO. Me quité el plumas, me subí a la cama y la quité las muñequeras y las tobilleras. Después la atraje hacia mi y la abrace para empezar a darla tortitas en la cara. Empezó a refunfuñar, pero insistí hasta que logre que abriera los ojos. Me miro con una mirada vidriosa y los volvió a cerrar.
—No, no, despierta, —la apremié y volvió a abrirlos.
—Voy a prepararla una tortilla francesa mientras la terminas de despertar.
—Vale papá: ahora bajamos. Creo.
Pasaron tres semanas y Yoli estaba un poco pesadita. Tonta no era y se había dado cuenta de que ya no llevaba el plug en el culo y lo que era más obvio, papá me follaba por él. Sobre cómo me había ganado el derecho a eso, no había pormenorizado con mi hermana, pero algo sabía porque se lo había contado, aunque cómo ya he dicho no entré en detalles. Perseguía a papá insistiéndole en que quería ser cómo yo: no lo entendía. Algo que tampoco entendía era por qué la habíamos dormido y eso la tenía muy mosqueada e irritable. Finalmente, papá cogió el toro por los cuernos y después de hacerme una señal para que los dejara solos, se metieron en la cama y durante buena parte de la tarde la estuvo follando solo a ella. Después, con ella en brazos se sentó en el sillón y hablaron. No se exactamente cómo fue la conversación, pero conociendo a papá la comedura de coco fue de libro y mi hermana se quedó más tranquila, principalmente porque la prometió que en el siguiente fin de semana, para lo que faltaban cuatro días, la quitaría el plug.
Antes de seguir me gustaría aclarar algo porque puede dar la impresión de que follamos a todas horas cómo los conejos, y sí, nuestra vida sexual era intensa, pero entre semana lo era en poco tiempo. Papá, de madrugada siempre nos follaba a alguna de las dos y se iba a trabajar. Regresaba a eso de las seis y media de la tarde y se follaba a la que no lo había hecho por la mañana. Si a mi me había follado por la mañana, a Yoli la tocaba por la tarde y a la inversa.
Después nos dejaba hasta la hora de irnos a la cama, algo que hacíamos pronto porque por la mañana papá madrugaba mucho y cómo ya he dicho, a alguna de las dos nos dejaba folladas. En ese tiempo, hacíamos las cosas del cole, preparábamos la cena, veíamos la tele o nos metíamos en Internet.
En la cama nos enrollábamos mucho más y nos follaba a las dos además de que normalmente lo hacíamos entre nosotras, algo que le encantaba, tanto que en ocasiones nos sacaba fotos o nos grababa en video. De nosotras tiene miles de fotos y decenas de videos e incluso hacíamos sesiones individuales para el. Eran muy divertidas y siempre en fin de semana o vacaciones porque eran largas. Cuándo una hacia de modelo, la otra se ocupaba del maquillaje y el estilismo. Comprábamos por Internet disfraces y ropa sugerente de todo tipo que luego empleábamos en las sesiones. En el desván, que hasta entonces no utilizábamos salvo para guardar trastos, entre mi hermana y yo habilitamos un espacio amplio como estudio, con sus focos y todo, y teníamos un gran ropero dónde guardábamos la ropa. El día más divertido de todos fue cuándo convencimos a papá para que él fuera el modelo. Desnudo sobre la tarima y moviéndose cómo una modelo patosa, cada una con su cámara le sacamos cientos de fotos. Después empezamos a disfrazarle con lo que pudimos, porque había trajes que no le entraban y a maquillarle. Papá era feliz disfrutando de sus hijas. En ocasiones, cuándo nos tenía cerca, nos metía mano o lo intentaba y nosotras en un mar de risas, le rehuíamos y le dábamos la bronca.
Durante los fines de semana tampoco fallábamos a todas horas: papá es un ser humano no una maquina. Salimos a hacer deporte juntos, vamos al centro comercial a comer o de compras, vamos al cine o si estábamos en casa jugamos a algún juego de mesa o la Play.
Lo que si reina en casa y en nuestra relación un ambiente de sensualidad total, y no por el hecho de que las dos estamos siempre desnudas, es por nuestra actitud. Nos exhibimos todo lo que podemos, nos pavoneamos cómo pavos reales machos, siempre estamos acariciándonos y besándonos ante la mirada complacida de papá.
En ocasiones nos “tapamos” con velos transparentes y actuamos cómo en una representación teatral. Incluso tiempo después, con nuestra relación totalmente asentada, le pedimos a papá que nos instalara en el gimnasio una barra de pole dance: se nos da muy bien y a papá le gusta mucho.
Cuatro días después llegó el gran día de mi hermana. Estaba un poco nerviosa y por supuesto muy excitada, más de lo que es habitual en ella y además casi no había dormido. La había sentido moverse durante la noche. Pero lo que más estaba es expectante y de madrugada ya saltó de la cama e hizo una visita a la habitación del pánico. Papá miró la hora en el móvil y la llamó a la cama. Cuándo se acercó, la abrazo y acoplándose a ella siguió durmiendo. Cuándo por fin nos levantamos, todavía no había amanecido del todo: Yoli nos había desvelado a todos.
Se quedó un poco desconcertada cuándo vio que papá no preparaba nada en la habitación del pánico y las cosas que iba a utilizar las había sacado y ahora estaban sobre la cama.
—¿No me vas a colgar papi? —preguntó Yoli con el ceño fruncido.
—No mi amor, para hoy tengo pensada otra cosa. ¿Tu quieres que te cuelgue cómo a tú hermana? —mi hermana afirmó con la cabeza y papá la abrazó llenándola de besos—. Vale, pues no te preocupes que otro día lo hacemos, pero a ti, por lista, te voy a colgar de los pies: cabeza abajo.
—¿Por los pies? ¡Si! —dijo Yoli ilusionada.
—Venga, vamos a empezar: ¿Estás preparada?
—Si papi.
La sujeté las manos a la espalda con unas esposas mientras papá preparaba el mismo compuesto que me aplicó a mi. Cuándo se acercó a nosotras, puse a Yoli de rodillas, la separé las piernas y la incliné hacia delante dejándola con el culo en popa. La quite con cuidado el plug, la lubrique bien el ano y papá la introdujo el tubito. El liquido entró despacio y cuándo todo estuvo dentro, lo sacó y rápidamente la introduje otra vez el plug. La ayudé a levantarse, la llevé al baño y la senté en el inodoro. Yo me puse a su lado y con la mano izquierda la sujetaba el plug porque no estaba segura de que no saliera disparado.
—¡Tienes que aguantar por lo menos media hora! —la ordené a gritos y reparé en que papá había cogido una cámara de video y lo estaba grabando todo. Se acercó y la metió la polla en la boca mientras seguía grabando desde arriba. Aprovechando en que yo estaba al lado besaba el lateral de su polla y me excitaba mucho sentirla correr por mis labios mientras mi hermana se la tragaba. Papá me recompensaba y en ocasiones me la metía a fondo y luego se la volvía a meter a Yoli. Finalmente, se corrió y sacando la polla de la boca de mi hermana nos llenó la cara de esperma. Rápidamente recogí con la boca la corrida que tenía mi hermana en la cara y se lo eché en su boca.
Mientras ocurría todo esto, mi hermana se quejaba de los retortijones de la tripa y tengo la seguridad de que si no lo hubiera estando sujetando, hubiera dado un taponazo que habría roto la porcelana del inodoro.
—Ya se lo puedes quitar si quieres, —me dijo papá después de mirar el reloj. Para hacerla sufrir empecé a mover el plug mientras Yoli aumentaba en sus quejas.
—Preparados, listos, —dije con humor después de un rato y papá soltó una carcajada—. ¡Ya!
No me dio tiempo a retirar la mano y con la descarga me la llenó de mierda. ¡Joder que asco! Pero la culpa fue mía por fiarme. Papá se revolcaba de la risa.
Mientras me lavaba la mano, papá se quedó con Yoli para impedir que se levantara y masajeándola la tripa hasta que lo echó todo.
—Ali, baña a tu hermana, —dijo papá después de un rato de espera—. Pero no la pongas el plug: no hace falta.
—Haber dónde esta el plug, —dije con humor—. Con el cañonazo se me ha escapado de la mano.
—¡Joder! Pues eso puede romper la tubería si hay algún codo al aire y haber cómo se lo explicamos luego al fontanero.
Al rato, salimos las dos duchadas y preparadas. La sujeté los brazos a la espalda con la cinta de embalar y papá me dio el vibrador corto con las cadenitas que usó conmigo.
—Colócaselo: ya sabes cómo va, —me dijo. La unté con el lubricante todo el ano y no sin cierta dificultad se lo metí. Después sujete las pinzas dentadas en los labios vaginales y apreté las tuercas para que no se escaparan. En una de las pinzas salio una gota de sangre, prueba de que tal vez había apretado demasiado. Yoli no dijo nada, pero resoplaba con el dolor. Estaba tan excitada que le resultaba placentero cómo me ocurrió a mi.
Continua
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