Al fin me decidí

mopdogopso

Virgen
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Jun 19, 2015
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Al fin decidí hablar con ella, tras 35 años de existencia, había tomado esa enorme decisión. Lo hice aprovechando sus mensuales visitas a mi casa sola, es decir sin mi padre y ese día lunes me armé de valor y tras terminar su tarea en casa la invité a tomar un pincho fuera, en una terraza. Allí le comenté que desde adolescente había tenido en mente solamente una mujer muy especial, a pesar como ella sabía que había tenido tres novias formales, esa mujer no había salido de mi mente. Ella atendía seriamente y seguro que sabía ya por donde iban los tiros de mi historia y no puso objeción alguna a que siguiera, así que lo hice, no sin antes dejarle claro que no estaba loco ni nada parecido, sino que me pasaba una cosa especial que no quería llevarme a la tumba sin hablarlo con ella, y eso le dejó las cosas aún más claras a ella.

Le dije que ese amor platónico era ella. Frase contundente pero que fue asimilada con seriedad y sin aspavientos, le expliqué cómo fui observándola y fijándome en ella a la edad de 15 años y cómo había vivido con ese pensamiento toda mi vida. Evidentemente aclaré que no quería hacer nada y que estuviese tranquila, pero seguí hablándole con sinceridad.

Fue a los 18 años cuando despertó mi sexualidad cuando empecé a mirarte como mujer además de cómo progenitora, estabas realmente preciosa en esa época, recién parida de nuestro hermano menor, 37 años, muy joven y en una época de apertura mental ya que rondaban los 80 aquí en España. Te miraba las piernas por que siempre fuiste amiga de las faldas cortas, por encima de la rodilla, así que fue fácil fijarme en ti andando por casa con ese cuerpo y esa ropa. Además siempre fuiste muy dada a aparecer medio vestida por casa, no sé si en medio de folladas con papá y nunca fuisteis de esconderos mucho, así que en esa época en la que yo comencé a masturbarme fue fácil fijarme en ti.

Ella escuchaba atentamente y entendió que debíamos hablar el tema por que aunque sería secreto hasta la muerte y cambiaría nuestras vidas, la forma de abordarlo permitía seguir hablando. ¿Te masturbabas? Me preguntó. Eso preferí hablarlo caminando así que pedí la cuenta y paseamos hacia casa.

Sí a diario, le contesté una vez en marcha, no sólo pensando en ti, sino también en otras mujeres de tu edad del pueblo, y le dije varios nombres, pero le recalqué que como ella no me había gustado ninguna. Le hice recordar que un día le pedí que observara mi sexo para ver si mi prepucio bajaba con normalidad y que ella lo hizo, y le reconocí que fue maravilloso para mí y que la pena fue que nunca más me pidió vérmelo, a lo que ella sin decir nada pudo añadir que ya sospechaba de mis pensamientos obscenos.

Le recordé también las charlas de madrugada que teníamos cuando llegaba yo de marcha y ella se levantaba a recibirme y a fumar un cigarro conmigo, eran dos, tres y cuatro los que fumábamos por que en esas charlas nos confiábamos cosas el uno al otro y ella me dijo que en esa época pensaba que algo había pero no le dio importancia y lo dejó pasar. Así escuchó mi charla y fue donde ella comenzó a preguntarse cosas tales como cuanto hacía que esas cosas ya no pasaban por mi cabeza. Pensé la respuesta lo que aclaró de momento su pregunta, le dije que había abandonado esos pensamientos casi por completo, que no se preocupara, pero que del todo no se habían ido y de ahí que hubiese decidido contárselo en confianza plena.

No contestó, lo escuchó y no dijo nada, me dejó seguir hablando a mi sin inmutarse, así que seguí hablando y decidí entrar al grano por que empecé a hablar de que cosas me gustaban de ella y comencé por decir que como mujer me parecía lo mejor que había conocido, sincera, honesta, leal, guapa, con buen cuerpo, buenas curvas, buenísimas piernas, pechos espectaculares… Se sonrojó un poco al oírme y le comenté que lógicamente era consciente del paso de los años por su cuerpo, pero eso no me impedía tenerla aun en esa consideración como mujer.

¿Y que piensas en esos momentos José? ¿Cómo me ves? ¿Qué haces conmigo?

Al oír eso me corté un poco pero seguí mi charla y le comenté que había múltiples cosas que usaba para darle placer a mis ideas y que habían variado con el tiempo, pero que había pensado de todo, desde espiarla en casa, tener su ropa interior, mirarle sus piernas, sus pechos, pedirle que me ayudase a desplazar mi prepucio hacia atrás, contarle mis intimidades, pedirle que me observase masturbándome y que me mostrase un poco su cuerpo para conseguir llegar al orgasmo y que ella me viese, ocupar el lugar de mi padre si llegase el caso incluso luchando contra Felix, mi primo que siempre tuvo debilidad por ella, ser su amante, poder comer su entrepierna que me volvía loco…y como no estar con ella haciendo el amor siendo yo su hombre.

Esto ayudó a llegar a la total seriedad en nuestra charla y ella seguía sin cortar mis palabras, en ese momento le recordé que necesitaba confianza y que esto quedaría siempre entre ella y yo, a lo que me dijo que sin duda ninguna, y me dejó claro que si había más que contar lo hiciese antes de tomar ella la palabra. Le conté que había escrito en momentos de soledad relatos de ella y míos y que me servían para pasar el rato y que siempre fueron destruidos por que al recuperar la cordura tras la excitación y pensar bien las cosas los rompía y los tiraba. Estábamos cerca de casa y paré en un banco y encendimos un cigarro los dos y me miró y me dijo: ¿Todavía te gusto, José? ¿Aún a mi edad? Si, le dije, soy consciente de tu edad, pero como mujer aun me gustas, sólo que si pudiese opinar e influir te pediría que rompieses con algunos complejos y que vistieses más vistosa por que creo que te tapas demasiado sin necesitarlo.

Ella asintió con su cabeza y me lancé un poco más, le miré la cara y le dije que seguía siendo guapa y que las arrugas estaban a raya, que tenía buena piel y que si fuese mí mujer me gustaría que dejase un poco más largo su pelo para verla diferente, más coqueta. Por otro lado, como ella callaba pero escuchaba sin callarme a mí miré sus pechos y la ayudé a levantarse del banco y caminando le comencé a hablar de ellos, no sin antes comentarle que como mujer me parecía una campeona, fiel, leal, buena compañera, fuerte, etc, etc, y al terminar de decirle eso seguí hablando de su cuerpo parándome ahora en sus pechos, pechos que me habían amamantado a mí hace 35 años y que seguían siendo voluminosos, bien formados y que aun conservaban esa belleza de antaño y que por eso le había comentado que debería vestir algo más coqueta, por que estaba aun muy bien y se tapaba demasiado.

En ese momento volví a mirárselos y ella me vio y se sintió orgullosa por que era para estarlo y en ese momento llegamos a casa y entramos en el portal y subimos por la escalera, yo detrás de ella mirándola y ella sin inmutarse.

Entramos y nos pusimos cómodos, yo en pantalón corto y ella en camisón, y me di cuenta que no llevaba sujetador debajo, bragas sí, así iba antes en casa cuando yo vivía allí y eso quería decir algo. En el sofá yo me callé y puse la tele y fue ella la que continuó hablando y dejando claro que era raro y que quedaría en secreto máximo entre ambos, a lo que asentí con mi cabeza. Sentada hacia atrás dejó ver parte de sus muslos cerrando mucho sus piernas, al rato me dijo que le parecía increíble lo que le había contado y que era grave, pero que podríamos vivir con ello y seguir igual que siempre.

En ese momento oí una pregunta enorme, ¿entonces cuando me miras ves a tu madre o a una mujer que te gusta? Lógicamente corrí a responder que veía a mi madre, pero que a veces en soledad veía a mi madre siendo mía, estando conmigo de diversas maneras, e amante, de pareja, de ayuda, de consoladora…de muchas formas distintas. En ese momento miré sus piernas robustas, torneadas, de piel blanca y le dije que siempre las había tenido preciosas y que seguían así.

¿Te sigue gustando José mis piernas? Sí, corrí a contestar, mirándolas con descaro y sin apartar la mirada de ellas, siempre me han vuelto loco, las mejores del pueblo sin duda, con o sin medias, con tacón o con zapato plano, de todas formas me tienen enamorado. Hijo, vaya cosas que dices, desde luego eres zalamero, me dijo, sabes agradar a una mujer y yo, aunque siendo madre tuya, no dejo de serlo, y hace tiempo que no me hablan tan bien de mi misma. Yo no dejaba de mirarlas y de mirarla a ella a su cara y le solté un, te quiero, que ella aceptó y devolvió enseguida, y yo volví a decirlo, dejando claro que era como madre y como mujer, que la quería como persona, como mujer, como hembra, que estaba dejándole claro que estaba enamorado de ella.

Confesarle eso ayudaba a que ella no viese vicio en mi relato, le quedaba claro que era algo más que búsqueda de sexo, era amor, deseo, pasión. Ella me miró de arriba abajo y yo estaba sólo con mi pantalón corto y mi camiseta, así que pudo mirarme bien y lo hizo lentamente y no dejó de fijarse en mi sexo que estaba medio despierto, por que no quería dejar que estuviese erecto del todo para darle seriedad a mi secreto y yo hice lo mismo con sus piernas y en ese momento puse mi mano sobre su muslo esperando una reacción negativa pero no la hubo. Ella callaba y no se movía sintiendo mi mano sobre su muslo y de repente me dijo que si volviese a nacer o que si se diese el caso le gustaría dar con un hombre como yo, que demostrase ese deseo por ella.

Apreté su muslo y me acerqué a su cara y le dije que la amaba, que estaba enamorado de ella y le di un beso en su mejilla. Ella cerró sus ojos y sus pechos se alzaron más si cabe debajo de su camisón y entonces la volví a besar y volví a repetirle que la amaba como mujer. En ese momento ella apoyó su mano en mi muslo y volvió su cara hacia mi y la besé en los labios despacio diciéndole de nuevo que estaba enamorado de ella a lo que ella contestó que aunque sabiendo quienes éramos ella también estaba muy cerca de mi y que me amaba como hombre y seguí besándola en su boca y comencé a tocar su muslo con mi mano sin reproche de ella y besándola con deseo y empezando a meter mi lengua en su boca poco a poco y enseñándole a hacerlo sin complejos por que ella no se sentía muy segura, pero aprendió pronto y enseguida estábamos dándonos un buen muerdo de enamorados.

Ella tenía sus ojos cerrados lo que me permitía mirarla sin mesura, me dijo que estábamos locos a lo que respondí que sí, pero que sabíamos lo que hacíamos, y que allí iba a quedar todo, y siguió besándome tal y como una novia hace con su novio.

Tenía enfrente sus pechos preciosos y mi mano recorría sus nalgas lentamente y poco a poco su camisón había subido bastante hacia arriba y ella que mantenía sus piernas cerradas parecía admitir ese hecho. Bajé mi boca a su cuello y me dediqué a besárselo mientras ella comenzó a abrazarme pasando su brazo tras mi pecho y llevándome más hacia ella mientras yo besaba sus hombros y el tirante de su camisón, volviendo a su cuello y a sus labios de vez en cuando.

Me siento más joven José, me dijo y me miró a la cara y su mirada expresaba incredulidad a lo que yo enseguida acercándome a su cara y antes de besarla de nuevo le dije que estaba cumpliendo un sueño y que me sentía el hombre más afortunado de la tierra y la besé de nuevo, mientras ella cogiéndome la cara y entregada a su hijo acercándose más y dejando caer uno de los tirantes de su camisón contestó que estaba enamorándose de mí. En ese momento con mis manos bajé totalmente sus tirantes y bajé su camisón dejando al aire sus pechos, ella lejos de pararme se mostró como una mujer lo hace ante su hombre, con timidez pero sin remilgos y bajé mi boca hasta su pecho besándole ambos senos y dejándole claro que sentía pasión por ella.

Estaba besando los pechos de mi madre, un sueño para mí, eran 20 años de deseo guardados en mi mente y esa noche había conseguido expresárselo y ella estaba devolviéndomelo a mí. Me retiré y me quité mi camiseta ante ella y al ver mi torso comentó, que como podía pensar esas cosas siendo tan joven y ella tan mayor, y además siendo su madre. Le puse un dedo en sus labios y le repetí que la amaba como no había amado a ninguna mujer, y ella volvió a sentirse de nuevo segura y comenzó a tocar mi pecho con sus manos, en ese momento ya estaba vuelta hacia mi completamente y sus piernas estaban totalmente desnudas sólo dejando sus bragas bajo el camisón, pero teniendo sus muslos blancos desnudos frente a su hombre sin remilgos y sus pechos delante de mí mostrando sus pezones erectos y enormes normales en una mujer de su edad y madre de tres hijos. Mis manos avanzaban por sus piernas desde las rodillas hasta sus ingles deleitándome con ese tacto increíble de su piel.

Yo no iba a forzar nada, no pensaba intimidar ni ir más allá de lo que tranquilamente nuestro deseo nos llevase, me bastaba con tenerla así y con haber recibido la sorpresa de su receptividad amorosa. Estaba preciosa, la volví a besar en su boca apoyando mi mano sobre uno de sus pechos. Al sentir mi mano soltó un pequeño suspiro que sofoqué volviendo a meter mi lengua en su boca y recorrí todo su seno hasta que pasé al otro que también fue magreado por su hijo. Mientras sentí como volvió con su mano a mis piernas y sus caricias iban de mis rodillas a mis ingles y rozaba mi miembro levemente lo cual me volvió loco.

No voy a forzar nada, le dije, no pretendo ir más allá de donde tú estés cómoda mamá, a lo que ella asintió sin dejar de besarme, mientras la abracé rodeándola por su espalda y la pegué a mi cuerpo por completo y ella sintió mi sexo duro pegarse a su vientre y sus pechos apretarse contra mi pecho mientras le comía su lóbulo y le decía que me estaba volviendo loco, que la deseaba, que me hacía ser muy hombre. Ella dirigió su mano a mi sexo y lo tocó por encima de mi pantalón corto, me lo acarició de forma magistral, lo cual aproveché yo para llevar mis manos a su culo y a pesar de estar sentada pude sujetarla de forma contundente y tiré de su camisón hacia arriba y conseguí que se sentase sólo sobre sus bragas, ella seguía deslizando su mano por mis muslos y llegaba a mi miembro sin remilgos.

Mamá, le dije, no quiero ir demasiado lejos forzando, sólo a donde lleguemos los dos, pero quiero que veas a tu hijo desnudo, quiero mostrarte mi sexo a ti, que me lo mires, que me veas por completo entregado a ti. Me separé de ella y saqué mi pantalón por debajo de mi culo y pronto quedó mi sexo al aire mientras lo terminaba de sacar por mis pies. Este soy yo madre, este es tu hijo, tu hombre, tu otro hombre.

Ella me miró despacio y me dijo, es una locura, pero me gustas mucho hijo mío, es como volver a tener 30 años sin necesitarlo para gustarte yo a ti. En ese momento abrió sus piernas dejándome ver por primera vez su entrepierna y bajó la mirada avergonzada. Le cogí de la barbilla y le subí su cara besándola con mucho amor y tranquilizándola como era mi deber. Tenía a mi madre abierta de piernas delante de mí mostrándome su lencería íntima y debajo de ella se presumía un abultado sexo femenino propio de una hembra de su envergadura y edad. Lo miré y me llamó, sentí la necesidad de tocarlo y así lo hice. Me dio la impresión de que era enorme, nada que ver con el de una jovencita de 25 años, y al tocarlo noté el calor que desprendía mi hembra. Ella suspiró al sentirme y escuché de su boca un te amo que me dejó claro que tenía permiso para disfrutar de su sexo. A su vez mi madre volvió a coger mi miembro con su mano rodeándolo y sin ningún reparo por su parte.

La volví hacia la tele y apoyó su espalda en el sofá dejando de mirarme de frente y pasé mi brazo tras su cuello abrazándola y llegando a su pecho, la atraje hasta mí y la besé en su cuello y ella me dio sus labios con entrega total. Su mano volvió a mi pierna y yo la acerqué a mi miembro despacio, el cual ella volvió a coger rodeándolo y esta vez moviéndolo muy despacio, lo cual provocó un suspiro por mi parte que ella oyó perfectamente y que afianzó su certeza de que ella era muy deseada por mi. Tócame mi vida, toca a tu hombre, le dije acercándome a su oído y besándola, hazme feliz, como sólo tú puedes hacerlo y aumentó sus subidas y bajadas dejando claro que estaba masturbándome, lo cual yo dejé claro haciéndole llegar mis tenues gemidos cerca de su oído.

Llevé mi mano a su entrepierna y comencé a acariciar su sexo por encima de sus bragas, metía mi mano en su entrepierna y ella abrió sigilosamente sus muslos dejándome paso libre a su sexo. Lentamente fui acariciándola hasta darme cuenta que estaban muy mojadas sus bragas, lo cual reforzó mi autoestima y me hizo sentir más hombre si cabe.

Me gusta que me masturbes mamá, tienes manos de diosa, le dije mientras metía mi mano por sus bragas empezando a tocar su mata de pelo y profundizando hasta que pude apreciar que estaba tocando la entrada de su sexo que emanaba flujos de forma abundante y la comencé a masturbar. Acaricié su clítoris arrancando gemidos de su garganta y notando como sus pezones estaban duros y excitados, estaba preciosa.

En ese momento le pedí que abriese sus ojos y que mirase como me masturbaba y como me ponía, me miró y vio el tamaño de mi miembro en su mano y como subía y bajaba mi piel dándome un enorme placer, a su vez observó mi mano bajo sus bragas y su cara expresó un enorme placer gimiendo y mirándome excitada, en ese momento le pedí que se quitase las bragas, que fuese ella quien bajase por sus piernas su lencería y que lo tomase como un capricho de su hombre, soltó mi verga y cogió sus bragas bajándolas despacio y sacándolas por sus pies volviendo a apoyarse en el sofá y diciéndome que si yo se lo pedía ella encantada obedecería mis dictados, a lo que pensé que le gustaba que yo llevase el timón, como buena hembra que era.

Ábreme las piernas y déjame hacer y vuelve a masturbar a tu hijo, en nada estaba de nuevo dándome placer y yo a ella mientras acerqué mi boca a sus pechos y comencé a besarlos agarrando con mis dientes sus pezones y alabando la paja que me estaba brindando. Mmmmmmmmmm., mamá que me haces, que maravilla de mujer, me vuelves loco, mmmmmmm, sigue, si, eso es, dale placer a tu hijo, Mmmmmmmmmm., Siiiii, sigue, le decía mientras besaba sus pechos y la masturbaba con decisión tocando su clítoris y metiendo un poco mi dedo en el interior de su sexo.

Ella comenzó a jadear excitada por mis palabras y asumía un papel de obediente y tímida mujer, pero aun así no pudo evitar reconocerme que estaba volviéndose loca, mmmmmmmmmm, hijo mío, malo, mmmmmmmmmm, qué le haces a mamá, uuffffffffff, siiiiiiiii, malo, mmmmmmm, mira como me tienes, sigue, siiiiiiiiiiiiii, mi hombreeeeeeee, Siiiii, uuffffffffff, me encanta lo que me haces José, sigue, ufffffff, me tienes entregada hijo mío, soy tuyaaaaaaaaaaa, siiiiiiiii, uuffffffffff.

En medio de este espectacular momento le vi las bragas a su lado y le dije que me las diese a oler, y ella abrió sus ojos y las cogió con su mano libre y me las acercó a mi sin saber que hacer con ellas, a lo que le dije que me las diese a oler, y las acercó a mi nariz diciendo, huele las braguitas de mamá hijo mío, uffffffffffffff, mmmmmmmmmm, huele a tu madre, Siiiiiiii, así, asiiiiii, hazlo, huélelas José. Mamá, cómo huelen a hembra, a ti, son deliciosas, ummmmmmmmmmmm, ssiii, me gusta hacerlo, arffffffffffffffffffff, sigue masturbándome sin parar mi vida, ufffffffffffffffffffffffffffff, siiiiiiiiiiiiii mi viidaaaaaaaaa, mi reinnaaaaaaaaa.

Saqué las bragas de mi boca y las llevé a su sexo secando su enorme excitación con ellas y me las volví a llevar a mi boca, pidiéndole que me mirase lamerlas, mientras le dije que parase de tocarme y que llevase su mano a su boca lamiendo los restos de mi flujo preseminal, el de su hijo, y así lo hizo oliendo su mano y lamiendo su palma con deseo mientras yo lamía la parte de sus bragas que habían estado pegando todo el día con su sexo y era divino.

¿Te gusta cielo? ¿Te gusta como huele tu mamá? Tengo un olor muy fuerte, espero que no te desagrade, si no te gusta déjalo, no quiero parecerte sucia hijo. ¿Sucia? ¿Tú? ¿Mi reina? Mira como las lamo y como las huelo y como me pone hacerlo, me vuelven loco, ya te las he olido muchas veces mamá. Ella al oír eso cerró sus ojos y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo mientras volví a acariciar su sexo lo cual agradeció con un gemido seco e intentó seguir tocándome a mi pero se retractó y se quedó quieta hasta que le dije que volviese a masturbarme y entendí que ella esperaba mi orden antes de hacer nada, antes de precipitarse o de tomar alguna decisión.

Eso es, sigue, se buena mamá, si, eso es tócame de nuevo, aaahhhh, si, si, muy bien, se buena mujer, siiiiiiiiiiiiiii, mmmmmmm, me gusta, Aahh, asiiiiii, sigue, eso es bien abajo, siiiiiiiiiiiiii, muy bien vida mía, siiiiiiiiiiii, masturba a tu hijo, a tu amante, a tu pareja, uhhhhhhhh, que bien me lo haces, sigue, siiiiiiiii, sigue y ábreme bien las piernas, se buena, ofrécete bien a tu hijo que te ama con locura, eso es ábrete bien que te toque como deseo, ohhhh, me encanta el sexo de mi madre, Siiiii, de nuevo lo tienes húmedo, lo sientes? Siiiiiiiii hijo mío, como me tratas, Mmmmmmmmmmmmmm, siiiiiiiiiiiiii, mi vida, mi amor, soy tuya, toda tuya, ufffffffffffffffffffffffffffff, te amo, estoy enamorada de mi hijo, de ti, ssssssssssssssssiiiiiiiiiiii, sigue, Mmmmmmmmmmmmmm, me matas, me estás matando de gusto José, no pares, Nooooooooooo, mmmmmmmmmm.

Estábamos a tope los dos, me acerqué a su boca y la besé metiendo mi lengua en su boca, jadeando de placer y pasé mi lengua por sus labios y por su barbilla mirando su cara de placer y acercándome a su oído comencé a decirle que me gustaba lo obediente que era, lo servicial, lo noble que me parecía y lo buena hembra que me parecía, vete haciendo a la idea de que ya no eres sólo de él, ahora me gustaría que te ocupases de mi al menos una vez al mes y que aceptases ser mi pareja, me harías muy feliz, y si él falta algún día, quiero que te vengas conmigo a casa, como si fueses mi esposa, siiiiiiiiiiiiiiiiiiii hijo mío, siiiiiiiiiiiiii, te amo, lo haré encantada, Mmmmmmmmmmmmmm, mi amor, me gusta que me quieras como esposa, tu esposa, Siiiiiiii quiero, mmmmmmm, pasar de madre a esposa sería mi sueño, ahhhh, tu mi marido, mi hombre, ¡que hombre!, sigue, siiiiiiiii, me tienes chorreando vida mía, Mmmmmmmmmmmmmm, hazme lo que quieras, hazme tuyaaaaaaaaaaa, asiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, me retiré de su oído y acerqué su cabeza a mi pecho apoyándola en el, ven aquí cielo, ven conmigo, así cariño sobre el pecho de tu hijo.

Ella apoyó su cabeza y tenía una visión privilegiada de mi sexo y de su mano masturbándome, mientras yo ahora había pasado mi mano derecha por encima de su hombro y la masturbaba con ella, mírame mamá, mira como tocas a tu hijo, mira como me tienes, quiero que lo mires, mmmmm, siiiiiiiiiiiiiiiiiiii, sigue cielo, mmm, mira como me tienes y como me pones, sigue, se buena, mmm, baja un poca más tu cabeza reina, acércate más a mi, mássssss, siiiiiiiiiiii, quiero que te roce en tus labios mamá, se buena, hazme caso, siiiiiiiiiiiiiiiiii, así, ya casi estás, ohhhhh, eso es, rózame con tus labios mamá, mmm, que bien, ya casi estás preparada, ahora ábreme la boca, quiero sentirla dentro de tu boca, siiiiiiiii, ahhh, mmmmm, eso esssss, chúpasela a tu hijo, siiiiiiiiiiii, que bocaaaa, así, cómetela, cómesela a tu hijo, así, me encanta, siiiiiiiiiiiiii, quiero que te guste hacérmelo, ahhhhhh, sigue.

Hijo mío ¿Qué me haces? Mmmmmmmmmmmmm, sigue y siente mi dedo entrar en tu sexo como si fuese yo con el mío, aunque para eso tendré que meterte dos dentro, así, goza, goza, disfruta reinaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, voy a ver como te hago correrte por primera vez, ufffffffffffffffffff, toma, toma, toma, tómalo todo dentro, te falta nada para correrte. Siiiiiiiiiiiiiiiiii hijo mío, Siiiiiiii, Malo, malo, maallloooooooo, mmmmmm, me corrooo, me corrro, mmmmmm, ahhhhhh, más, ahhhhhhh, eso es mi vida, córrete y no pares de comérmela así, vas a sentir tu boca llena de semen de tu hijoooo, aahhhaaa, siiiiiiiiii, ahhhhh, mammmaaa, ahí lo llevas, ahhhhhhhhhhhhhh, trágatelo todo, come,ahhhhhhhhhh, me coorrroooooooooooooo.

Llené toda su boca de mi caliente semen el cual ella albergó con deleite y con sumisión sujeté su cabeza mientras me corría sintiendo el placer más enorme jamás sentido por mi y deleitándome con sus últimos espasmos ya que ella seguía recibiéndolos aun de ese maravilloso orgasmo que tuvo conmigo. Al fin decidí hablar con ella, tras 35 años de existencia, había tomado esa enorme decisión. Lo hice aprovechando sus mensuales visitas a mi casa sola, es decir sin mi padre y ese día lunes me armé de valor y tras terminar su tarea en casa la invité a tomar un pincho fuera, en una terraza. Allí le comenté que desde adolescente había tenido en mente solamente una mujer muy especial, a pesar como ella sabía que había tenido tres novias formales, esa mujer no había salido de mi mente. Ella atendía seriamente y seguro que sabía ya por donde iban los tiros de mi historia y no puso objeción alguna a que siguiera, así que lo hice, no sin antes dejarle claro que no estaba loco ni nada parecido, sino que me pasaba una cosa especial que no quería llevarme a la tumba sin hablarlo con ella, y eso le dejó las cosas aún más claras a ella.

Le dije que ese amor platónico era ella. Frase contundente pero que fue asimilada con seriedad y sin aspavientos, le expliqué cómo fui observándola y fijándome en ella a la edad de 15 años y cómo había vivido con ese pensamiento toda mi vida. Evidentemente aclaré que no quería hacer nada y que estuviese tranquila, pero seguí hablándole con sinceridad. Fue a los 18 años cuando despertó mi sexualidad cuando empecé a mirarte como mujer además de cómo progenitora, estabas realmente preciosa en esa época, recién parida de nuestro hermano menor, 37 años, muy joven y en una época de apertura mental ya que rondaban los 80 aquí en España. Te miraba las piernas por que siempre fuiste amiga de las faldas cortas, por encima de la rodilla, así que fue fácil fijarme en ti andando por casa con ese cuerpo y esa ropa. Además siempre fuiste muy dada a aparecer medio vestida por casa, no sé si en medio de folladas con papá y nunca fuisteis de esconderos mucho, así que en esa época en la que yo comencé a masturbarme fue fácil fijarme en ti. Ella escuchaba atentamente y entendió que debíamos hablar el tema por que aunque sería secreto hasta la muerte y cambiaría nuestras vidas, la forma de abordarlo permitía seguir hablando. ¿Te masturbabas? Me preguntó.

Eso preferí hablarlo caminando así que pedí la cuenta y paseamos hacia casa. Sí a diario, le contesté una vez en marcha, no sólo pensando en ti, sino también en otras mujeres de tu edad del pueblo, y le dije varios nombres, pero le recalqué que como ella no me había gustado ninguna. Le hice recordar que un día le pedí que observara mi sexo para ver si mi prepucio bajaba con normalidad y que ella lo hizo, y le reconocí que fue maravilloso para mí y que la pena fue que nunca más me pidió vérmelo, a lo que ella sin decir nada pudo añadir que ya sospechaba de mis pensamientos obscenos. Le recordé también las charlas de madrugada que teníamos cuando llegaba yo de marcha y ella se levantaba a recibirme y a fumar un cigarro conmigo, eran dos, tres y cuatro los que fumábamos por que en esas charlas nos confiábamos cosas el uno al otro y ella me dijo que en esa época pensaba que algo había pero no le dio importancia y lo dejó pasar. Así escuchó mi charla y fue donde ella comenzó a preguntarse cosas tales como cuanto hacía que esas cosas ya no pasaban por mi cabeza.

Pensé la respuesta lo que aclaró de momento su pregunta, le dije que había abandonado esos pensamientos casi por completo, que no se preocupara, pero que del todo no se habían ido y de ahí que hubiese decidido contárselo en confianza plena. No contestó, lo escuchó y no dijo nada, me dejó seguir hablando a mi sin inmutarse, así que seguí hablando y decidí entrar al grano por que empecé a hablar de que cosas me gustaban de ella y comencé por decir que como mujer me parecía lo mejor que había conocido, sincera, honesta, leal, guapa, con buen cuerpo, buenas curvas, buenísimas piernas, pechos espectaculares… Se sonrojó un poco al oírme y le comenté que lógicamente era consciente del paso de los años por su cuerpo, pero eso no me impedía tenerla aun en esa consideración como mujer. ¿Y que piensas en esos momentos José? ¿Cómo me ves? ¿Qué haces conmigo? Al oír eso me corté un poco pero seguí mi charla y le comenté que había múltiples cosas que usaba para darle placer a mis ideas y que habían variado con el tiempo, pero que había pensado de todo, desde espiarla en casa, tener su ropa interior, mirarle sus piernas, sus pechos, pedirle que me ayudase a desplazar mi prepucio hacia atrás, contarle mis intimidades, pedirle que me observase masturbándome y que me mostrase un poco su cuerpo para conseguir llegar al orgasmo y que ella me viese, ocupar el lugar de mi padre si llegase el caso incluso luchando contra Felix, mi primo que siempre tuvo debilidad por ella, ser su amante, poder comer su entrepierna que me volvía loco…y como no estar con ella haciendo el amor siendo yo su hombre.

Esto ayudó a llegar a la total seriedad en nuestra charla y ella seguía sin cortar mis palabras, en ese momento le recordé que necesitaba confianza y que esto quedaría siempre entre ella y yo, a lo que me dijo que sin duda ninguna, y me dejó claro que si había más que contar lo hiciese antes de tomar ella la palabra. Le conté que había escrito en momentos de soledad relatos de ella y míos y que me servían para pasar el rato y que siempre fueron destruidos por que al recuperar la cordura tras la excitación y pensar bien las cosas los rompía y los tiraba. Estábamos cerca de casa y paré en un banco y encendimos un cigarro los dos y me miró y me dijo: ¿Todavía te gusto, José? ¿Aún a mi edad? Si, le dije, soy consciente de tu edad, pero como mujer aun me gustas, sólo que si pudiese opinar e influir te pediría que rompieses con algunos complejos y que vistieses más vistosa por que creo que te tapas demasiado sin necesitarlo. Ella asintió con su cabeza y me lancé un poco más, le miré la cara y le dije que seguía siendo guapa y que las arrugas estaban a raya, que tenía buena piel y que si fuese mí mujer me gustaría que dejase un poco más largo su pelo para verla diferente, más coqueta. Por otro lado, como ella callaba pero escuchaba sin callarme a mí miré sus pechos y la ayudé a levantarse del banco y caminando le comencé a hablar de ellos, no sin antes comentarle que como mujer me parecía una campeona, fiel, leal, buena compañera, fuerte, etc, etc, y al terminar de decirle eso seguí hablando de su cuerpo parándome ahora en sus pechos, pechos que me habían amamantado a mí hace 35 años y que seguían siendo voluminosos, bien formados y que aun conservaban esa belleza de antaño y que por eso le había comentado que debería vestir algo más coqueta, por que estaba aun muy bien y se tapaba demasiado. En ese momento volví a mirárselos y ella me vio y se sintió orgullosa por que era para estarlo y en ese momento llegamos a casa y entramos en el portal y subimos por la escalera, yo detrás de ella mirándola y ella sin inmutarse. Entramos y nos pusimos cómodos, yo en pantalón corto y ella en camisón, y me di cuenta que no llevaba sujetador debajo, bragas sí, así iba antes en casa cuando yo vivía allí y eso quería decir algo.

En el sofá yo me callé y puse la tele y fue ella la que continuó hablando y dejando claro que era raro y que quedaría en secreto máximo entre ambos, a lo que asentí con mi cabeza. Sentada hacia atrás dejó ver parte de sus muslos cerrando mucho sus piernas, al rato me dijo que le parecía increíble lo que le había contado y que era grave, pero que podríamos vivir con ello y seguir igual que siempre. En ese momento oí una pregunta enorme, ¿entonces cuando me miras ves a tu madre o a una mujer que te gusta? Lógicamente corrí a responder que veía a mi madre, pero que a veces en soledad veía a mi madre siendo mía, estando conmigo de diversas maneras, e amante, de pareja, de ayuda, de consoladora…de muchas formas distintas. En ese momento miré sus piernas robustas, torneadas, de piel blanca y le dije que siempre las había tenido preciosas y que seguían así. ¿Te sigue gustando José mis piernas? Sí, corrí a contestar, mirándolas con descaro y sin apartar la mirada de ellas, siempre me han vuelto loco, las mejores del pueblo sin duda, con o sin medias, con tacón o con zapato plano, de todas formas me tienen enamorado. Hijo, vaya cosas que dices, desde luego eres zalamero, me dijo, sabes agradar a una mujer y yo, aunque siendo madre tuya, no dejo de serlo, y hace tiempo que no me hablan tan bien de mi misma. Yo no dejaba de mirarlas y de mirarla a ella a su cara y le solté un, te quiero, que ella aceptó y devolvió enseguida, y yo volví a decirlo, dejando claro que era como madre y como mujer, que la quería como persona, como mujer, como hembra, que estaba dejándole claro que estaba enamorado de ella. Confesarle eso ayudaba a que ella no viese vicio en mi relato, le quedaba claro que era algo más que búsqueda de sexo, era amor, deseo, pasión. Ella me miró de arriba abajo y yo estaba sólo con mi pantalón corto y mi camiseta, así que pudo mirarme bien y lo hizo lentamente y no dejó de fijarse en mi sexo que estaba medio despierto, por que no quería dejar que estuviese erecto del todo para darle seriedad a mi secreto y yo hice lo mismo con sus piernas y en ese momento puse mi mano sobre su muslo esperando una reacción negativa pero no la hubo. Ella callaba y no se movía sintiendo mi mano sobre su muslo y de repente me dijo que si volviese a nacer o que si se diese el caso le gustaría dar con un hombre como yo, que demostrase ese deseo por ella.

Apreté su muslo y me acerqué a su cara y le dije que la amaba, que estaba enamorado de ella y le di un beso en su mejilla. Ella cerró sus ojos y sus pechos se alzaron más si cabe debajo de su camisón y entonces la volví a besar y volví a repetirle que la amaba como mujer. En ese momento ella apoyó su mano en mi muslo y volvió su cara hacia mi y la besé en los labios despacio diciéndole de nuevo que estaba enamorado de ella a lo que ella contestó que aunque sabiendo quienes éramos ella también estaba muy cerca de mi y que me amaba como hombre y seguí besándola en su boca y comencé a tocar su muslo con mi mano sin reproche de ella y besándola con deseo y empezando a meter mi lengua en su boca poco a poco y enseñándole a hacerlo sin complejos por que ella no se sentía muy segura, pero aprendió pronto y enseguida estábamos dándonos un buen muerdo de enamorados. Ella tenía sus ojos cerrados lo que me permitía mirarla sin mesura, me dijo que estábamos locos a lo que respondí que sí, pero que sabíamos lo que hacíamos, y que allí iba a quedar todo, y siguió besándome tal y como una novia hace con su novio. Tenía enfrente sus pechos preciosos y mi mano recorría sus nalgas lentamente y poco a poco su camisón había subido bastante hacia arriba y ella que mantenía sus piernas cerradas parecía admitir ese hecho. Bajé mi boca a su cuello y me dediqué a besárselo mientras ella comenzó a abrazarme pasando su brazo tras mi pecho y llevándome más hacia ella mientras yo besaba sus hombros y el tirante de su camisón, volviendo a su cuello y a sus labios de vez en cuando. Me siento más joven José, me dijo y me miró a la cara y su mirada expresaba incredulidad a lo que yo enseguida acercándome a su cara y antes de besarla de nuevo le dije que estaba cumpliendo un sueño y que me sentía el hombre más afortunado de la tierra y la besé de nuevo, mientras ella cogiéndome la cara y entregada a su hijo acercándose más y dejando caer uno de los tirantes de su camisón contestó que estaba enamorándose de mí.

En ese momento con mis manos bajé totalmente sus tirantes y bajé su camisón dejando al aire sus pechos, ella lejos de pararme se mostró como una mujer lo hace ante su hombre, con timidez pero sin remilgos y bajé mi boca hasta su pecho besándole ambos senos y dejándole claro que sentía pasión por ella. Estaba besando los pechos de mi madre, un sueño para mí, eran 20 años de deseo guardados en mi mente y esa noche había conseguido expresárselo y ella estaba devolviéndomelo a mí. Me retiré y me quité mi camiseta ante ella y al ver mi torso comentó, que como podía pensar esas cosas siendo tan joven y ella tan mayor, y además siendo su madre. Le puse un dedo en sus labios y le repetí que la amaba como no había amado a ninguna mujer, y ella volvió a sentirse de nuevo segura y comenzó a tocar mi pecho con sus manos, en ese momento ya estaba vuelta hacia mi completamente y sus piernas estaban totalmente desnudas sólo dejando sus bragas bajo el camisón, pero teniendo sus muslos blancos desnudos frente a su hombre sin remilgos y sus pechos delante de mí mostrando sus pezones erectos y enormes normales en una mujer de su edad y madre de tres hijos. Mis manos avanzaban por sus piernas desde las rodillas hasta sus ingles deleitándome con ese tacto increíble de su piel. Yo no iba a forzar nada, no pensaba intimidar ni ir más allá de lo que tranquilamente nuestro deseo nos llevase, me bastaba con tenerla así y con haber recibido la sorpresa de su receptividad amorosa. Estaba preciosa, la volví a besar en su boca apoyando mi mano sobre uno de sus pechos.

Al sentir mi mano soltó un pequeño suspiro que sofoqué volviendo a meter mi lengua en su boca y recorrí todo su seno hasta que pasé al otro que también fue magreado por su hijo. Mientras sentí como volvió con su mano a mis piernas y sus caricias iban de mis rodillas a mis ingles y rozaba mi miembro levemente lo cual me volvió loco. No voy a forzar nada, le dije, no pretendo ir más allá de donde tú estés cómoda mamá, a lo que ella asintió sin dejar de besarme, mientras la abracé rodeándola por su espalda y la pegué a mi cuerpo por completo y ella sintió mi sexo duro pegarse a su vientre y sus pechos apretarse contra mi pecho mientras le comía su lóbulo y le decía que me estaba volviendo loco, que la deseaba, que me hacía ser muy hombre. Ella dirigió su mano a mi sexo y lo tocó por encima de mi pantalón corto, me lo acarició de forma magistral, lo cual aproveché yo para llevar mis manos a su culo y a pesar de estar sentada pude sujetarla de forma contundente y tiré de su camisón hacia arriba y conseguí que se sentase sólo sobre sus bragas, ella seguía deslizando su mano por mis muslos y llegaba a mi miembro sin remilgos. Mamá, le dije, no quiero ir demasiado lejos forzando, sólo a donde lleguemos los dos, pero quiero que veas a tu hijo desnudo, quiero mostrarte mi sexo a ti, que me lo mires, que me veas por completo entregado a ti. Me separé de ella y saqué mi pantalón por debajo de mi culo y pronto quedó mi sexo al aire mientras lo terminaba de sacar por mis pies. Este soy yo madre, este es tu hijo, tu hombre, tu otro hombre. Ella me miró despacio y me dijo, es una locura, pero me gustas mucho hijo mío, es como volver a tener 30 años sin necesitarlo para gustarte yo a ti. En ese momento abrió sus piernas dejándome ver por primera vez su entrepierna y bajó la mirada avergonzada. Le cogí de la barbilla y le subí su cara besándola con mucho amor y tranquilizándola como era mi deber.

Tenía a mi madre abierta de piernas delante de mí mostrándome su lencería íntima y debajo de ella se presumía un abultado sexo femenino propio de una hembra de su envergadura y edad. Lo miré y me llamó, sentí la necesidad de tocarlo y así lo hice. Me dio la impresión de que era enorme, nada que ver con el de una jovencita de 25 años, y al tocarlo noté el calor que desprendía mi hembra. Ella suspiró al sentirme y escuché de su boca un te amo que me dejó claro que tenía permiso para disfrutar de su sexo. A su vez mi madre volvió a coger mi miembro con su mano rodeándolo y sin ningún reparo por su parte. La volví hacia la tele y apoyó su espalda en el sofá dejando de mirarme de frente y pasé mi brazo tras su cuello abrazándola y llegando a su pecho, la atraje hasta mí y la besé en su cuello y ella me dio sus labios con entrega total. Su mano volvió a mi pierna y yo la acerqué a mi miembro despacio, el cual ella volvió a coger rodeándolo y esta vez moviéndolo muy despacio, lo cual provocó un suspiro por mi parte que ella oyó perfectamente y que afianzó su certeza de que ella era muy deseada por mi. Tócame mi vida, toca a tu hombre, le dije acercándome a su oído y besándola, hazme feliz, como sólo tú puedes hacerlo y aumentó sus subidas y bajadas dejando claro que estaba masturbándome, lo cual yo dejé claro haciéndole llegar mis tenues gemidos cerca de su oído. Llevé mi mano a su entrepierna y comencé a acariciar su sexo por encima de sus bragas, metía mi mano en su entrepierna y ella abrió sigilosamente sus muslos dejándome paso libre a su sexo.

Lentamente fui acariciándola hasta darme cuenta que estaban muy mojadas sus bragas, lo cual reforzó mi autoestima y me hizo sentir más hombre si cabe. Me gusta que me masturbes mamá, tienes manos de diosa, le dije mientras metía mi mano por sus bragas empezando a tocar su mata de pelo y profundizando hasta que pude apreciar que estaba tocando la entrada de su sexo que emanaba flujos de forma abundante y la comencé a masturbar. Acaricié su clítoris arrancando gemidos de su garganta y notando como sus pezones estaban duros y excitados, estaba preciosa. En ese momento le pedí que abriese sus ojos y que mirase como me masturbaba y como me ponía, me miró y vio el tamaño de mi miembro en su mano y como subía y bajaba mi piel dándome un enorme placer, a su vez observó mi mano bajo sus bragas y su cara expresó un enorme placer gimiendo y mirándome excitada, en ese momento le pedí que se quitase las bragas, que fuese ella quien bajase por sus piernas su lencería y que lo tomase como un capricho de su hombre, soltó mi verga y cogió sus bragas bajándolas despacio y sacándolas por sus pies volviendo a apoyarse en el sofá y diciéndome que si yo se lo pedía ella encantada obedecería mis dictados, a lo que pensé que le gustaba que yo llevase el timón, como buena hembra que era.

Ábreme las piernas y déjame hacer y vuelve a masturbar a tu hijo, en nada estaba de nuevo dándome placer y yo a ella mientras acerqué mi boca a sus pechos y comencé a besarlos agarrando con mis dientes sus pezones y alabando la paja que me estaba brindando. Mmmmmmmmmm., mamá que me haces, que maravilla de mujer, me vuelves loco, mmmmmmm, sigue, si, eso es, dale placer a tu hijo, Mmmmmmmmmm., Siiiii, sigue, le decía mientras besaba sus pechos y la masturbaba con decisión tocando su clítoris y metiendo un poco mi dedo en el interior de su sexo. Ella comenzó a jadear excitada por mis palabras y asumía un papel de obediente y tímida mujer, pero aun así no pudo evitar reconocerme que estaba volviéndose loca, mmmmmmmmmm, hijo mío, malo, mmmmmmmmmm, qué le haces a mamá, uuffffffffff, siiiiiiiii, malo, mmmmmmm, mira como me tienes, sigue, siiiiiiiiiiiiii, mi hombreeeeeeee, Siiiii, uuffffffffff, me encanta lo que me haces José, sigue, ufffffff, me tienes entregada hijo mío, soy tuyaaaaaaaaaaa, siiiiiiiii, uuffffffffff. En medio de este espectacular momento le vi las bragas a su lado y le dije que me las diese a oler, y ella abrió sus ojos y las cogió con su mano libre y me las acercó a mi sin saber que hacer con ellas, a lo que le dije que me las diese a oler, y las acercó a mi nariz diciendo, huele las braguitas de mamá hijo mío, uffffffffffffff, mmmmmmmmmm, huele a tu madre, Siiiiiiii, así, asiiiiii, hazlo, huélelas José. Mamá, cómo huelen a hembra, a ti, son deliciosas, ummmmmmmmmmmm, ssiii, me gusta hacerlo, arffffffffffffffffffff, sigue masturbándome sin parar mi vida, ufffffffffffffffffffffffffffff, siiiiiiiiiiiiii mi viidaaaaaaaaa, mi reinnaaaaaaaaa. Saqué las bragas de mi boca y las llevé a su sexo secando su enorme excitación con ellas y me las volví a llevar a mi boca, pidiéndole que me mirase lamerlas, mientras le dije que parase de tocarme y que llevase su mano a su boca lamiendo los restos de mi flujo preseminal, el de su hijo, y así lo hizo oliendo su mano y lamiendo su palma con deseo mientras yo lamía la parte de sus bragas que habían estado pegando todo el día con su sexo y era divino.

¿Te gusta cielo? ¿Te gusta como huele tu mamá? Tengo un olor muy fuerte, espero que no te desagrade, si no te gusta déjalo, no quiero parecerte sucia hijo. ¿Sucia? ¿Tú? ¿Mi reina? Mira como las lamo y como las huelo y como me pone hacerlo, me vuelven loco, ya te las he olido muchas veces mamá. Ella al oír eso cerró sus ojos y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo mientras volví a acariciar su sexo lo cual agradeció con un gemido seco e intentó seguir tocándome a mi pero se retractó y se quedó quieta hasta que le dije que volviese a masturbarme y entendí que ella esperaba mi orden antes de hacer nada, antes de precipitarse o de tomar alguna decisión. Eso es, sigue, se buena mamá, si, eso es tócame de nuevo, aaahhhh, si, si, muy bien, se buena mujer, siiiiiiiiiiiiiii, mmmmmmm, me gusta, Aahh, asiiiiii, sigue, eso es bien abajo, siiiiiiiiiiiiii, muy bien vida mía, siiiiiiiiiiii, masturba a tu hijo, a tu amante, a tu pareja, uhhhhhhhh, que bien me lo haces, sigue, siiiiiiiii, sigue y ábreme bien las piernas, se buena, ofrécete bien a tu hijo que te ama con locura, eso es ábrete bien que te toque como deseo, ohhhh, me encanta el sexo de mi madre, Siiiii, de nuevo lo tienes húmedo, lo sientes? Siiiiiiiii hijo mío, como me tratas, Mmmmmmmmmmmmmm, siiiiiiiiiiiiii, mi vida, mi amor, soy tuya, toda tuya, ufffffffffffffffffffffffffffff, te amo, estoy enamorada de mi hijo, de ti, ssssssssssssssssiiiiiiiiiiii, sigue, Mmmmmmmmmmmmmm, me matas, me estás matando de gusto José, no pares, Nooooooooooo, mmmmmmmmmm.

Estábamos a tope los dos, me acerqué a su boca y la besé metiendo mi lengua en su boca, jadeando de placer y pasé mi lengua por sus labios y por su barbilla mirando su cara de placer y acercándome a su oído comencé a decirle que me gustaba lo obediente que era, lo servicial, lo noble que me parecía y lo buena hembra que me parecía, vete haciendo a la idea de que ya no eres sólo de él, ahora me gustaría que te ocupases de mi al menos una vez al mes y que aceptases ser mi pareja, me harías muy feliz, y si él falta algún día, quiero que te vengas conmigo a casa, como si fueses mi esposa, siiiiiiiiiiiiiiiiiiii hijo mío, siiiiiiiiiiiiii, te amo, lo haré encantada, Mmmmmmmmmmmmmm, mi amor, me gusta que me quieras como esposa, tu esposa, Siiiiiiii quiero, mmmmmmm, pasar de madre a esposa sería mi sueño, ahhhh, tu mi marido, mi hombre, ¡que hombre!, sigue, siiiiiiiii, me tienes chorreando vida mía, Mmmmmmmmmmmmmm, hazme lo que quieras, hazme tuyaaaaaaaaaaa, asiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, me retiré de su oído y acerqué su cabeza a mi pecho apoyándola en el, ven aquí cielo, ven conmigo, así cariño sobre el pecho de tu hijo.

Ella apoyó su cabeza y tenía una visión privilegiada de mi sexo y de su mano masturbándome, mientras yo ahora había pasado mi mano derecha por encima de su hombro y la masturbaba con ella, mírame mamá, mira como tocas a tu hijo, mira como me tienes, quiero que lo mires, mmmmm, siiiiiiiiiiiiiiiiiiii, sigue cielo, mmm, mira como me tienes y como me pones, sigue, se buena, mmm, baja un poca más tu cabeza reina, acércate más a mi, mássssss, siiiiiiiiiiii, quiero que te roce en tus labios mamá, se buena, hazme caso, siiiiiiiiiiiiiiiiii, así, ya casi estás, ohhhhh, eso es, rózame con tus labios mamá, mmm, que bien, ya casi estás preparada, ahora ábreme la boca, quiero sentirla dentro de tu boca, siiiiiiiii, ahhh, mmmmm, eso esssss, chúpasela a tu hijo, siiiiiiiiiiii, que bocaaaa, así, cómetela, cómesela a tu hijo, así, me encanta, siiiiiiiiiiiiii, quiero que te guste hacérmelo, ahhhhhh, sigue. Hijo mío ¿Qué me haces? Mmmmmmmmmmmmm, sigue y siente mi dedo entrar en tu sexo como si fuese yo con el mío, aunque para eso tendré que meterte dos dentro, así, goza, goza, disfruta reinaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, voy a ver como te hago correrte por primera vez, ufffffffffffffffffff, toma, toma, toma, tómalo todo dentro, te falta nada para correrte. Siiiiiiiiiiiiiiiiii hijo mío, Siiiiiiii, Malo, malo, maallloooooooo, mmmmmm, me corrooo, me corrro, mmmmmm, ahhhhhh, más, ahhhhhhh, eso es mi vida, córrete y no pares de comérmela así, vas a sentir tu boca llena de semen de tu hijoooo, aahhhaaa, siiiiiiiiii, ahhhhh, mammmaaa, ahí lo llevas, ahhhhhhhhhhhhhh, trágatelo todo, come,ahhhhhhhhhh, me coorrroooooooooooooo. Llené toda su boca de mi caliente semen el cual ella albergó con deleite y con sumisión sujeté su cabeza mientras me corría sintiendo el placer más enorme jamás sentido por mi y deleitándome con sus últimos espasmos ya que ella seguía recibiéndolos aun de ese maravilloso orgasmo que tuvo conmigo.
 
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