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Adrián y su Tía Casilda – Capítulo 001
De niño, Adrián, que ahora ya peina canas, después de quedar huérfano fue criado por su tía Casilda (era tía y madrina) y mimado por Ágata, una criada de veinte años.
Casilda, treintañera, morena, de cuerpo esbelto, y muy estricta en lo referente a a moral, pasó a ser la albacea del ostentoso pazo gallego propiedad de los padres de Adrián y también de sus millones.
El pazo tenía grandes terrenos plantados con cepas de vino albariño. Árboles frutales, unos impresionantes jardines, que cuidaba Lino, el novio de Ágata, la criada, y un garaje donde dormían un Porsche y un Mercedes.
Casilda, metió a Adrián en un colegio de curas para que fuese criado en el temor a Dios, y para eso los castigos corporales estaban a la orden del día.
A los 18 años a Adrián se le vino su mundo abajo, al ver algo que nunca esperó ver.
El supuesto nuevo confesor de su tía, un cura de casi noventa años, alto, calvo y arrugado, vino a confesarla, se metieron en la habitación y cerraron la puerta con llave. A Adrián, no le cuadraba aquello. Se puso a mirar por el agujero de la cerradura y descubrió lo zorra que era su tía y lo comediantes que eran los religiosos.
Oyó como su tía le preguntaba al cura:
-¿Qué me traes hoy, Anselmo?
El cura levantó la sotana, metió la mano dentro del calzoncillo y sacó un rosario que tenía bolas como canicas de cuentas, que había sido cortado y que no tenía cruz.
-¿Compraste la crema que te dije, Casilda?
Casilda abrió el cajón de la mesita de noche y le dio la crema.
-Desnúdate y échate en la cama.
Casilda se desnudó. A Adrián se le puso la verga dura, y no era para menos. ¡Casilda estaba para comerla. Tenía las tetas grandes con grandes areolas marrones y pezones gordos, y su coño estaba rodeado de vello negro.
El cura, después de que Casilda se echara sobre la cama, untó las bolas con la crema y se las fue metiendo.
-Esta en el cooooooooño, esta en el cuuuuuuuuuuuulo, esta en el cooooooooooño...
Siguió metiendo bolas hasta que quedaron tres. Después, le dijo:
-Levántate y camina por la habitación.
Casilda, caminando por la habitación, le dijo:
-¡Qué gusto da!
-Así puedes caminar por el pazo sin que nadie sepa que tienes dentro de ti, pero debes tener mucho cuidado, te puedes correr en cualquier momento. Vuelve a echarte sobre la cama. Casilda, se echó sobre la cama. El cura le fue quitando las bolas una a una, muy despacito. La mujer se acarició el clítoris, y antes de quitarle las tres últimas bolas, se corrió. Adrián vio como el viejo cura le lamía el coño a su tía mientras se corría. Más tarde, Casilda, le dio unos billetes al cura.
Adrián se fue a su habitación a hacer eso que estáis pensando. Ya sin remordimientos de conciencia.
Si hubiese ido a la habitación de la criada la hubiese encontrado desnuda frente al espejo del armario con un dedo en el culo y dos en el coño. Hubiese sabido que aquel culito estaba pasando mucha hambre.
A la hora de la cena, Ágata, mientras la servía, no hacía más que apretar las piernas. Casilda, al mirarla, sonreía. Adrián también la miró a la cara, la criada le sonrió, pero no pudo evitar que se le escapara un gemido ni que se le cerraran los ojos. Ágata, sin lugar a dudas, tenía las bolas en el coño y el culo. Adrián se preguntó que relación habría entre su tía y la criada.
Pasó el tiempo. Adrián tenía 17 años, medía un metro setenta y seis, tenía cuerpo de Adonis y se le había metido entre ceja y ceja montárselo con su tía y con la criada y no iba parar hasta que lo lograse.
Empezó a seducir a su tía una noche que ella estaba en el salón mirando la televisión. Sabía que no tardaría en irse a dormir. Cogió una braga sucia en el cestón de la ropa y una zapatilla roja debajo de la cama, y comenzó a masturbarse. Muy poco después llegó Casilda a su habitación. Encontró a Adrián con los ojos cerrados echado sobre su cama, oliendo sus bragas, haciendo una paja y metiendo y sacando la verga de una de sus zapatillas. La mujer se tapó la boca con una mano, se dio la vuelta y se marchó para el salón a ver la televisión. A Adrián le había salido mal su primer intento con su tía, pero estaba ya tan cachondo que lo intentó con la criada.
Fingiendo que lloraba, con la cabeza gacha, fue a la habitación de Ágata. Al verlo, le preguntó:
-¡¿Qué te pasó, cielo?!
Adrián se sentó en el borde de la cama al lado de la criada. Ágata le levantó el mentón con un dedo y Adrián le plantó un beso en los labios, luego sonriendo, le dijo:
-¡Te pillé!
La criada quedó como si se las dieran. Aún así no perdió la compostura.
-Eso no estuvo bien, cariño.
La criada estaba sentada en el borde de cama, con un camisón puesto que mostraba la mitad de sus grandes tetas. Adrián enterró la cabeza entre ellas, las agarró con las dos manos, y comenzó a lamer. Sin apartarlo de ella, le dijo:
-No, cariño, no, eso que estás haciendo es inapropiado.
Adrían cogió una zapatilla debajo de la cama, y le dijo:
-Azótame por haber sido tan atrevido.
Ágata estaba asombrada con el comportamiento de Adrián.
-No quiero hacerte daño.
Adrián se bajó los pantalones. Ágata vio que estaba casi empalmado. Su polla era larga y gorda. Al verla así, mojadita de aguadilla, le entraron ganas de mamársela.
-Dame, por favor, y después follemos como dos locos.
-No estaría bien, cariño. Tengo novio.
-Lleváis siglos de novios. Ese no se casa contigo.
-A veces también soy de esa opinión.
-Juega conmigo. Cuando todo esto sea mío te recompensaré.
Poderoso caballero es don Dinero.
-¿Con un terreno para hacer una casita?
-Y el dinero para hacerla.
-¿Y sólo será una vez?
-Sólo será una vez.
-¿No prefieres que te la chupe antes, cariño?
-Chupa.
Se la chupó y poco después, Adrián, se corrió en su boca. Al acabar de tragar, le dijo Ágata:
-Estaba muy rica.
-Dame ahora con la zapatilla.
-¿Cómo te volviste fetichista, masoquista o cómo se diga?
-No preguntes y dame, por favor.
-Échate sobre mis rodillas.
Adrián se echó sobre las rodillas de Ágata, que le largó:
-¡Plas, plas, plas, plas...!
-¿No te duele, cariño?
-Sí, dame más fuerte.
-Jesús, Jesús, Jesús. Lo tuyo no es normal.
-¡¡Plas, plas, plas. plas...!!
-Ahora hazme el sana sana.
Ágata le besó las nalgas y le sopló en ellas.
-Con las tetas.
La criada bajó los tirantes del camisón y acarició con sus pezones las nalgas coloradas y la raja del culo, después. le dijo:
-Me estoy poniendo malita, cielo.
-Vuelve a darme con la zapatilla.
La manó de Ágata subía y bajaba, y su coño se abría y se cerraba mojando sus bragas.
-¡¡Plas, plas, plas plas...!!
Cuanto más le largaba, más se calentaba ella y calentaba a Adrián y más se calentaba Casilda, que estaba arrimada de espaldas a la pared del pasillo, al lado de la puerta de la habitación de la criada, con la bata abierta, las tetas al aire y una mano dentro de las bragas.
Cuando Adrián dejó el regazo de Ágata y se comenzó a pajear mirando para sus tetas, la criada, le dijo:
-¿No prefieres meter un poquito en mi culo?
-¿Y por qué no el el coño?
-Me gusta más por el culo.
-Ponte de modo que te la pueda meter.
Ágata, se desnudó. Adrián vio sus grandes tetas con areolas y pezones casi negros y su coño rodeado de pelo marrón, que también era el color de su larga melena, ahora recogida en una trenza. Después se puso a cuatro patas sobre la cama. Adrián le metió la lengua en el culo y se lo folló con ella. Ágata estaba en la gloria.
-¡Qué gustito, qué gustito, qué gustito...!
-¿Te hace esto el poda setos?
-No, él no me folla el culo con la lengua.
Casilda, apuró por momentos los movimientos de sus dedos dentro de las bragas y de su vagina.
Adrián se sentó en el borde de la cama, y le dijo:
-Échate ahora tú sobre mis rodillas.
Ágata se echó sobre sus rodillas, Adrián acarició sus nalgas con movimientos circulares sobre ellas. Acariciaba su coño mojado, el ojete... volvía a las caricias y cuando comenzó a gemir, le dio con la palma de la mano.
-¡¡Plaaaaaas!!
-¡Ooooooooh!
-¡¡Plaaaaas, plaaaaaas, plaaaaas!
Volvió a acariciar las nalgas con movimientos circulares, a pasar la mano por el coño mojado y dos dedos sobre el ojete... Después le metió un dedo en el coño y otro en el culo y le folló los dos agujeros un par de minutos. La criada no paraba de gemir, y su tía, fuera, de frotarse. Le volvió a dar.
-¡¡¡Plaaaaaaaas¡¡¡
-¡¡Ooooooooh!!
Volvió a acariciar el coño y el culo. Ahora, con dos dedos de la otra mano. La masturbó mientras la acariciaba.
Le preguntó:
-¿Y esto, te hace esto el poda setos?
-Noooooo. ¡Oooooh!
-¿Quieres que te de más en el culo?
-Sí.
-Pídelo por favor.
-Por favor, cariño, por favor.
Le volvió a dar.
-¡¡Plaaaaaaas, plaaaaaas, plaaaaaas, plaaaaaas!!
-¡Ooooooh! Me voy a correr.
Adrián le quitó los dedos del coño y se los metió en el culo.
-¡Ay, ay ay, ay que me corro!
Adrián, se extrañó.
-¡¿Te correrías follándote el culo?!
-No te quepa la menor duda.
Le volvió a dar.
-¡¡Plaaaaaaas!
-¡Oooooh!
-Guarrilla.
-La guarrilla se va a correr.
Adrián la cogió en brazos, la puso en la cama. Ágata se colocó a cuatro patas, la cogió por a cintura y le metió la cabeza de la verga en el culo, Ágata, exclamó:
-¡Aaaaaay!
La agarró ahora por las tetas y despacito se la clavó hasta el fondo. Ágata ya estaba más que madura.
-¡Me voy a correr, cielo!
No mentía, unos segundos más tarde, cuando Adrián metió y sacó la polla a toda pastilla para correrse dentro de su culo, el coño de Ágata comenzó a abrirse y cerrarse, y soltando babas, se corrió como una loba, diciendo:
-¡¡¡Vuelo hacia el cielo!!!
Adrián, con la polla clavada a tope, se corrió dentro del culo de la criada. Casilda, en el pasillo, sintiendo los gemidos de placer de la criada y de su sobrino, se pringó la mano con las babas de una larga corrida.
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Adrián y su Tía Casilda – Capítulo 001
De niño, Adrián, que ahora ya peina canas, después de quedar huérfano fue criado por su tía Casilda (era tía y madrina) y mimado por Ágata, una criada de veinte años.
Casilda, treintañera, morena, de cuerpo esbelto, y muy estricta en lo referente a a moral, pasó a ser la albacea del ostentoso pazo gallego propiedad de los padres de Adrián y también de sus millones.
El pazo tenía grandes terrenos plantados con cepas de vino albariño. Árboles frutales, unos impresionantes jardines, que cuidaba Lino, el novio de Ágata, la criada, y un garaje donde dormían un Porsche y un Mercedes.
Casilda, metió a Adrián en un colegio de curas para que fuese criado en el temor a Dios, y para eso los castigos corporales estaban a la orden del día.
A los 18 años a Adrián se le vino su mundo abajo, al ver algo que nunca esperó ver.
El supuesto nuevo confesor de su tía, un cura de casi noventa años, alto, calvo y arrugado, vino a confesarla, se metieron en la habitación y cerraron la puerta con llave. A Adrián, no le cuadraba aquello. Se puso a mirar por el agujero de la cerradura y descubrió lo zorra que era su tía y lo comediantes que eran los religiosos.
Oyó como su tía le preguntaba al cura:
-¿Qué me traes hoy, Anselmo?
El cura levantó la sotana, metió la mano dentro del calzoncillo y sacó un rosario que tenía bolas como canicas de cuentas, que había sido cortado y que no tenía cruz.
-¿Compraste la crema que te dije, Casilda?
Casilda abrió el cajón de la mesita de noche y le dio la crema.
-Desnúdate y échate en la cama.
Casilda se desnudó. A Adrián se le puso la verga dura, y no era para menos. ¡Casilda estaba para comerla. Tenía las tetas grandes con grandes areolas marrones y pezones gordos, y su coño estaba rodeado de vello negro.
El cura, después de que Casilda se echara sobre la cama, untó las bolas con la crema y se las fue metiendo.
-Esta en el cooooooooño, esta en el cuuuuuuuuuuuulo, esta en el cooooooooooño...
Siguió metiendo bolas hasta que quedaron tres. Después, le dijo:
-Levántate y camina por la habitación.
Casilda, caminando por la habitación, le dijo:
-¡Qué gusto da!
-Así puedes caminar por el pazo sin que nadie sepa que tienes dentro de ti, pero debes tener mucho cuidado, te puedes correr en cualquier momento. Vuelve a echarte sobre la cama. Casilda, se echó sobre la cama. El cura le fue quitando las bolas una a una, muy despacito. La mujer se acarició el clítoris, y antes de quitarle las tres últimas bolas, se corrió. Adrián vio como el viejo cura le lamía el coño a su tía mientras se corría. Más tarde, Casilda, le dio unos billetes al cura.
Adrián se fue a su habitación a hacer eso que estáis pensando. Ya sin remordimientos de conciencia.
Si hubiese ido a la habitación de la criada la hubiese encontrado desnuda frente al espejo del armario con un dedo en el culo y dos en el coño. Hubiese sabido que aquel culito estaba pasando mucha hambre.
A la hora de la cena, Ágata, mientras la servía, no hacía más que apretar las piernas. Casilda, al mirarla, sonreía. Adrián también la miró a la cara, la criada le sonrió, pero no pudo evitar que se le escapara un gemido ni que se le cerraran los ojos. Ágata, sin lugar a dudas, tenía las bolas en el coño y el culo. Adrián se preguntó que relación habría entre su tía y la criada.
Pasó el tiempo. Adrián tenía 17 años, medía un metro setenta y seis, tenía cuerpo de Adonis y se le había metido entre ceja y ceja montárselo con su tía y con la criada y no iba parar hasta que lo lograse.
Empezó a seducir a su tía una noche que ella estaba en el salón mirando la televisión. Sabía que no tardaría en irse a dormir. Cogió una braga sucia en el cestón de la ropa y una zapatilla roja debajo de la cama, y comenzó a masturbarse. Muy poco después llegó Casilda a su habitación. Encontró a Adrián con los ojos cerrados echado sobre su cama, oliendo sus bragas, haciendo una paja y metiendo y sacando la verga de una de sus zapatillas. La mujer se tapó la boca con una mano, se dio la vuelta y se marchó para el salón a ver la televisión. A Adrián le había salido mal su primer intento con su tía, pero estaba ya tan cachondo que lo intentó con la criada.
Fingiendo que lloraba, con la cabeza gacha, fue a la habitación de Ágata. Al verlo, le preguntó:
-¡¿Qué te pasó, cielo?!
Adrián se sentó en el borde de la cama al lado de la criada. Ágata le levantó el mentón con un dedo y Adrián le plantó un beso en los labios, luego sonriendo, le dijo:
-¡Te pillé!
La criada quedó como si se las dieran. Aún así no perdió la compostura.
-Eso no estuvo bien, cariño.
La criada estaba sentada en el borde de cama, con un camisón puesto que mostraba la mitad de sus grandes tetas. Adrián enterró la cabeza entre ellas, las agarró con las dos manos, y comenzó a lamer. Sin apartarlo de ella, le dijo:
-No, cariño, no, eso que estás haciendo es inapropiado.
Adrían cogió una zapatilla debajo de la cama, y le dijo:
-Azótame por haber sido tan atrevido.
Ágata estaba asombrada con el comportamiento de Adrián.
-No quiero hacerte daño.
Adrián se bajó los pantalones. Ágata vio que estaba casi empalmado. Su polla era larga y gorda. Al verla así, mojadita de aguadilla, le entraron ganas de mamársela.
-Dame, por favor, y después follemos como dos locos.
-No estaría bien, cariño. Tengo novio.
-Lleváis siglos de novios. Ese no se casa contigo.
-A veces también soy de esa opinión.
-Juega conmigo. Cuando todo esto sea mío te recompensaré.
Poderoso caballero es don Dinero.
-¿Con un terreno para hacer una casita?
-Y el dinero para hacerla.
-¿Y sólo será una vez?
-Sólo será una vez.
-¿No prefieres que te la chupe antes, cariño?
-Chupa.
Se la chupó y poco después, Adrián, se corrió en su boca. Al acabar de tragar, le dijo Ágata:
-Estaba muy rica.
-Dame ahora con la zapatilla.
-¿Cómo te volviste fetichista, masoquista o cómo se diga?
-No preguntes y dame, por favor.
-Échate sobre mis rodillas.
Adrián se echó sobre las rodillas de Ágata, que le largó:
-¡Plas, plas, plas, plas...!
-¿No te duele, cariño?
-Sí, dame más fuerte.
-Jesús, Jesús, Jesús. Lo tuyo no es normal.
-¡¡Plas, plas, plas. plas...!!
-Ahora hazme el sana sana.
Ágata le besó las nalgas y le sopló en ellas.
-Con las tetas.
La criada bajó los tirantes del camisón y acarició con sus pezones las nalgas coloradas y la raja del culo, después. le dijo:
-Me estoy poniendo malita, cielo.
-Vuelve a darme con la zapatilla.
La manó de Ágata subía y bajaba, y su coño se abría y se cerraba mojando sus bragas.
-¡¡Plas, plas, plas plas...!!
Cuanto más le largaba, más se calentaba ella y calentaba a Adrián y más se calentaba Casilda, que estaba arrimada de espaldas a la pared del pasillo, al lado de la puerta de la habitación de la criada, con la bata abierta, las tetas al aire y una mano dentro de las bragas.
Cuando Adrián dejó el regazo de Ágata y se comenzó a pajear mirando para sus tetas, la criada, le dijo:
-¿No prefieres meter un poquito en mi culo?
-¿Y por qué no el el coño?
-Me gusta más por el culo.
-Ponte de modo que te la pueda meter.
Ágata, se desnudó. Adrián vio sus grandes tetas con areolas y pezones casi negros y su coño rodeado de pelo marrón, que también era el color de su larga melena, ahora recogida en una trenza. Después se puso a cuatro patas sobre la cama. Adrián le metió la lengua en el culo y se lo folló con ella. Ágata estaba en la gloria.
-¡Qué gustito, qué gustito, qué gustito...!
-¿Te hace esto el poda setos?
-No, él no me folla el culo con la lengua.
Casilda, apuró por momentos los movimientos de sus dedos dentro de las bragas y de su vagina.
Adrián se sentó en el borde de la cama, y le dijo:
-Échate ahora tú sobre mis rodillas.
Ágata se echó sobre sus rodillas, Adrián acarició sus nalgas con movimientos circulares sobre ellas. Acariciaba su coño mojado, el ojete... volvía a las caricias y cuando comenzó a gemir, le dio con la palma de la mano.
-¡¡Plaaaaaas!!
-¡Ooooooooh!
-¡¡Plaaaaas, plaaaaaas, plaaaaas!
Volvió a acariciar las nalgas con movimientos circulares, a pasar la mano por el coño mojado y dos dedos sobre el ojete... Después le metió un dedo en el coño y otro en el culo y le folló los dos agujeros un par de minutos. La criada no paraba de gemir, y su tía, fuera, de frotarse. Le volvió a dar.
-¡¡¡Plaaaaaaaas¡¡¡
-¡¡Ooooooooh!!
Volvió a acariciar el coño y el culo. Ahora, con dos dedos de la otra mano. La masturbó mientras la acariciaba.
Le preguntó:
-¿Y esto, te hace esto el poda setos?
-Noooooo. ¡Oooooh!
-¿Quieres que te de más en el culo?
-Sí.
-Pídelo por favor.
-Por favor, cariño, por favor.
Le volvió a dar.
-¡¡Plaaaaaaas, plaaaaaas, plaaaaaas, plaaaaaas!!
-¡Ooooooh! Me voy a correr.
Adrián le quitó los dedos del coño y se los metió en el culo.
-¡Ay, ay ay, ay que me corro!
Adrián, se extrañó.
-¡¿Te correrías follándote el culo?!
-No te quepa la menor duda.
Le volvió a dar.
-¡¡Plaaaaaaas!
-¡Oooooh!
-Guarrilla.
-La guarrilla se va a correr.
Adrián la cogió en brazos, la puso en la cama. Ágata se colocó a cuatro patas, la cogió por a cintura y le metió la cabeza de la verga en el culo, Ágata, exclamó:
-¡Aaaaaay!
La agarró ahora por las tetas y despacito se la clavó hasta el fondo. Ágata ya estaba más que madura.
-¡Me voy a correr, cielo!
No mentía, unos segundos más tarde, cuando Adrián metió y sacó la polla a toda pastilla para correrse dentro de su culo, el coño de Ágata comenzó a abrirse y cerrarse, y soltando babas, se corrió como una loba, diciendo:
-¡¡¡Vuelo hacia el cielo!!!
Adrián, con la polla clavada a tope, se corrió dentro del culo de la criada. Casilda, en el pasillo, sintiendo los gemidos de placer de la criada y de su sobrino, se pringó la mano con las babas de una larga corrida.
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