Abril una Muchacha de Aldea 001

heranlu

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Abril era una muchacha de aldea que fuera a servir a la ciudad. Tenía poco más de veinte años, de ojos negros. cabello marrón y largo, estatura mediana, tetas grandes, con unos quilos de más y bruta, muy bruta... En la casa en la que había ido a servir ya estaba trabajando otra sirvienta, Rosa, 35 años, divorciada, delgada, morena, de ojos azules, alta, con buenas tetas y refinada. Hablaban sentadas en la cama de la habitación de Abril. Le decía Rosa:

-¿Tenías novio en la aldea?

-No me corría prisa. ¿Lo tienes tú? A tu edad ya no se te va a quemar el arroz, ya tienes la tartera quemada.

-Estoy divorciada.

-Algo harías tú o algo hizo el.

-Fue culpa mía. Soy una ninfómana.

-¿Y no lo sabía cuando se casó contigo?

-No.

-No me extraña. No tienes acento.

-¿De qué?

-De extranjera.

Rosa, sonrío y le dijo:

-Una ninfómana no es una extranjera.

-¿No? ¿Y qué es?

-Una mujer que necesita que le den más y más y más.

-Eso en mi aldea le llamamos. ¡Aaaaaaaaaansia viva!

-Sí, es algo así.

-¡Aaaaaaaansia viva! Yo la tengo de comer. ¿La tuya de qué es?

-De un orgasmo tras otro.

-Nunca lo comí, pero suena bien.

Rosa, no daba crédito a lo que acababa de oír.

-¿Fuiste a la escuela, Abril?

-Hasta los 7 años. A los 7 años me castigó la profesora sin recreo. Rompí todas las libretas y al día siguente estaba trabajando en la huerta.

Rosa, que andaba salida, siguió a lo suyo

-Se nota. ¿Cómo le llamáis en tu aldea a hacer un dedo?

-Limpiar los mocos.

-A ver a ver. ¿Como le llamáis en tu aldea a masturbarse.

-Al revés.

-¿Le llamáis "al revés" a masturbarse?

-Sí, le llamamos turbarse más.

-¡Hostias!

-A eso le llamamos igual.

-Te lo voy a explicar de otro modo a ver si lo entiendes. Una ninfómana es una mujer que cuando la monta un hombre no le llega con disfrutar una vez, tiene que disfrutar una, dos, tres... y si su marido no la salisface...

-Pillado, es una puta.

-Es una enferma.

-Tú lo que necesitas es al Evangelio. Con el Evangelio te curas.

-¿No sabía que eras religiosa?

-¿Religiosa? Soy chismosa, muy chismosa.

-¿Te gusta criticar?

-¿Qué sí me gusta? En la aldea cuando me enteraba de algo jugoso a donde no llegaba yo mandaba recado.

-¿Y eso del Evangelio?

-El Evangelio es mi primo y tiene una tralla que da para siete o ocho corridas.

-Vaya, pensé que en las aldeas las mozas se daban a valer.

-Y nos damos, nos damos. A mí cuando alguien me llamaba hija puta, cogía una piedra y le abría la cabeza.

-¿!Qué bruta?!

-Sí, ¿verdad? Llamarle a una hija puta...

Rosa, le dio a la cabeza.

-Algo quité en limpio, ya se como le llamáis a tener un orgasmo.

-¿A sí? ¿Y cómo le llamamos?

-Correrse. Aqui también se le dice así.

-¡Qué raros sois, coño! Seguro que a tirar la pera también le llamáis de otra manera.

-¡¿Tirar la pera qué es?

-¡¿Y tú fuiste a la escuela?! Tirar la pera es rascar el coño hasta que una se corre.

-Masturbarse.

-Pues sí, te turbas más, mas y más... hasta que te corres.

-¿Cuántas veces llegaste al climax tirando la pera?

-¡Qué retorcido es el lenguaje de la ciudad! En la aldea no decimos llegar al climax, decimos: El clima está para llegar, aunque si te digo la verdad, a mí me da lo mismo que haya frió o calor. Cuando me pica, me pica, y si me pica tengo que rascarla.

-El climax... es igual.

-No, no es igual, es parecido.

Rosa, tanteó a Abril.

-Vamos a hablar de algo serio. ¿Te comieron alguna vez las clavelinas?

-El cerdo del vecino.

-¿Y?

-Y después le corté una oreja con una hoz.

-La tetas, mujer, las tetas.

-Se las cortaría pero era un cerdo macho.

-¿Quería decir si te comió alguien las tetas?

-El Evangelio.

-¿Y la margarita?

Abril iba espabilando.

-A ver, a ver. ¿La margarita es el coño?

-Sí. ¿Te la comió el Evangelio?

-No, me la comió la Ambrosia.

-Un bomboncito.

-Eso dijo ella, con la boca llena de leche.

-Flujo.

-Flujía, flujía de su boca y caía en la cama.

-¿Quieres que juguemos tú y yo?

-¿A comernos los coños?

-Y a tiranos la pera.

-A falta de caldo buenas son sopas.

Abril cerró la puerta de la habitación con llave. Se denudaron mutuamente, sin besarse ni acariciarse. Rosa estaba buenísima. Tetas tirando a grandes, coño peludo, culo grande... Abril estaba entrada en carnes, sus tetas eran inmensas, con grandes areolas rosadas y bellos pezones. Su chocho parecía una selva negra... Estaban las dos como para devorarlas, que es lo que se iban a hacer, devorarse. Rosa empujó a Abril sobre la cama, se echó encima de ella. Se besaron con lengua. Después, Rosa le comió tetas y pezones, para más tarde meter su cabeza entre las piernas. Abril, al pasarle Rosa la lengua por los labios, comenzó a gemir. Lidia, La dueña de la casa, una rubia treintañera, que iba a hablar con la nueva sirvienta, oyó los gemidos, se arrimó a la puerta, metió una mano debajo de la falda y dentro de las bragas, y comenzó a masturbarse.



Diez o quince minutos más tarde, le decía Abril a Rosa:

-¡Ya! ¡¡yaaaaaaa!! ¡¡¡Me coooorro!!

Abril se corrió en la boca de Rosa gimiendo y retorciéndose. Lidia, aguantando sus gemidos, encharcó las bragas con el flujo de su orgasmo.

Al acabar, le dijo Rosa a Abril:

-Una ninfómama necesita correrse al menos tres veces.

Abril le respomdió:

-Una aldeana si no se corre seis veces no se queda tranquila.
Lidia llamó a la puerta de la habitación de Abril, y sin que le diera permiso para entrar, entró. Al ver desnudas a Abril y a Rosa, haciéndose la sorprendida, les preguntó:

-¡¿Qué estáis haciendo?!

Le respondió Abril.

-Ahora nada, hace un momento la Rosa me comió el coño y tuve un ograsmo que casi que la ahogo. Es que yo cuando flujeo, flujeo a escachar.

-Se dice orgasmo.

-Se d¡ce corerse y así nos entendemos mejor.

-Correrse vendría a ser flujear.

-¿Cuánto tiempo llevas en la ciudad?

-Desde que nací.

-¿Ya se inventara la rueda?

-¡Sin faltar!

-Pues no me trates como a una analfaburrra.

-Anal...¿Sois lesbianas?

-Yo soy de Treviño ¿Tú de dónde eres, Rosa?

-¿Quiere saber si somos tortilleras, Abril?

-A mi me sale muy bien la de patatas con cebolla. Pero estas no son horas.

Lidia se sentó en el borde de la cama y le preguntó a Rosa:

-¿Será posible que sea tan ingenua?

Abril se mosqueó.

-Si empezamos a insultar aquí van llover hostias como panes, que donde servir sobra, chavala.

Rosa, la tranquilizó.

-Ingenua es ser inocente, Abril.

-Perdón. Es que esta lengua de la ciudad me confunde.

Lidia, se hizo la comprensiva.

-En fin, que folléis la una con la otra me la suda.

-Pues mira como se la como yo a la Rosa y se te sudará bien. A eso íbamos.

-¡Ya está bien! Vamos a tratarnos de usted.

Abril se hizo la chulita.

-Ah, no, no, no, no me trates de usted que no soy tan importante.

Lidia ya desesperaba,

-¡No hay por dónde cogerla!

-¿Te parece poca chicha la que tengo? ¡A ver que tienes ahí abajo!

Abril abrazó a Lidia, la tiró hacia atrás. Se echó ecima de ella y le quitó la camiseta. Lidia. le dijo:

-¡¿Qué haces, loca?!

-Te voy a comer el coño.

-Rosa, le dijo;

-¡Suéltala, Abril!

Abril, seguía a lo suyo.

-Tetas para hartarse.

Le quitó la falda y las bragas. La verdad es que Lidia no le ponía ningún impedimento. Abril, dijo:

-Ese coño de pelo rubio está mojado. Estás caliente, puta. ¡Come su coño, Rosa, come su coño que yo te la agarro!

-Suéltala, Abril, suéltala que es la jefa.

-¡Ni jefa ni hostias! ¡Ahora soy yo la puta, ama!

Abril le puso el chocho en la boca a Lidia y le comenzó a la lamer el chocho mojado. Lidia miraba para Rosa y no decía nada. Era como si estuviera en shock. Abril de dijo a Lidia:

-¡Que buena estás y que bien hueles, jodida!

Unos mintos más tarde, Lidia, caliente como una perra, agarrando a Abril por las nalgas, le comía el coño con ansia.

Rosa se tocaba las tetas con una mano y se masturbaba con la otra.

Abril, dejó de lamer el coño de Lidia, y le dijo a Rosa



-Ponle el coño en la boca.

-Es la jefa, Abril, es la jefa. Estamos jodidas.

Lidia, le dijo Rosa:

-Jodida vas a estar tú si no haces lo que te dice.

Rosa le puso el coño en la boca a la dueña de la casa, dándole el culo a Abril, que metió la cabeza entre las piernas de Lidia y dos dedos en su coño. Allí las que follaban eran Rosa y Lidia, Rosa moviendo la pelvis hacia adelante y hacía atrás, le follaba la lengua a Lidia, y Lidia, moviendo la pelvis hacia arriba y hacia abajo, le follaba la Lengua a Abril. Gemian las tres, y gemian con ganas. Lidia, fue la primera en decir:

-¡¡¡¡Burra la últi...!!! Rosa le calló la boca llenándosela de flujo. Lidia, al correrse, llenó la boca de Abril, que al correrse de última. exclamó:

-¡¡¡Hiiiiiiija, hiiiiiiiiiiija, hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiija, hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiija, hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiija. hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiija, hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiija, hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiija, hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiija, hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiija!!!

Cuando acabaron de correrse, Lidia y Rosa, miraron a Abril, que les dijo:

-¿Qué miráis?

Le respondió Rosa.

-Esa corrida tuya no fue natural.

-Claro que no. Fue la de una burra.

Lidia le preguntó a Rosa:

-¿Es así de bruta siempre?

-En el tiempo que llevo con ella, sí, señora.

Rosa saltó como un resorte.

-¡¡Hostias, se la comí a la señora!!
Al día siguiente, después de haberse matado a polvos, Lidia, Rosa y Abril, estaba Abril limpiando el polvo de una habitción, cuando oyó una conversación en la de al lado. Lidia, la señora le decía a un hombre.

-Me follaron las dos. Ya ve, yo, que soy una santa

Abril, hablaba sola.

-Qué bajó del Cielo a hostias.

No sabía que Benito y su esposa, Lidia, estaban jugando. Siguió escuchando. Benito, preguntó:

-¿Te corriste, puta?

-Una vez, amo.

A Abril la comían los demonios.

-Seis veces, puta, te corriste seis veces.

-Voy a tener que azotarte, zorra.

Abril, sonreía.

-Dale, carallo, dale.

Benito sacó una zapatilla.

-Ponte a cuatro patas, perra, coge mi zapatilla con la boca y dámela.

-Si, amo.

-Chúpame la verga, cabrona.

-No me cabe en la boca, amo.

Abril se calentó.

-A mí sí me cabe.

Salió de la habitación. Fue a la de al lado. Vio a un hombre de unos 40 años en una silla de ruedas con una zapatilla en la malo, y a Lidia, vestida de enfermera, calzada con zapatillas y con una minifalda que dejaba ver sus bragas blancas, boquiabierta, preguntó:

-¿Estáis haciendo una película?

Benito, le respondió:

-Estamos. ¿Quieres participar, guarrila?

-Me da a mi que és de jodienda.

-De sexo, amo.

-¿Quién es ese seso que amas tú, maricón?

Benito miró a su esposa, que le dijo:

-Eso no esa nada, espera a conocerla.

-Sí, espera a conocerme, pero antes de nada. ¿Cuánto me vais a pagar por ser la chica de la pelicula?

Benito, jocoso, le respondió:

-Te pagaría en leche pero no se me levanta, asquerosa.

-¡Sin faltar, tullido, sin faltar! Eso se arregla. A mi me entra doblada.

-¿Tan grande la tienes, puta?

-Ya nos vamos conociendo. ¿Sabes qué es una cueva?

-Claro, cerda.

-Pues una cueva al lado de mi coño es el culo de una aguja. ¿Quieres verla. tullido?

-¡Amo, coño, amo!

-¿Qué amas más, las pollas o los coños?



Benito le preguntó a Lidia:

-¿De dónde la sacaste?

-Cosas de Rosa.

-¿A qué sí, señora? Tengo cosas de rosa.

Benito, desesperaba,

-¡Es tonta del culo!

-Lo reconozco, señor, pero lo compenso con mi coño.

Lidia le dijo a su marido:

-Déjame a mi. Parándose, entiende.

Abril se puso chulita.

-¡Uyuyuyuyuyuy, que se está rifando una hostia y llevas todas las papeletas!, que casas para sevir sobran, señora.

-No te quería molestar, mujer. Escucha. Mi marido y yo estábamos jugando. El hacía de amo y yo de esclava. Tenía que hacer todo lo que él me mandara, y responder, si amo. ¿Entendiste?

-Claro que sí. ¿Y cuál es el premio?

-Un orgasmo. ¿Quieres jugar?

-Juego, juego.

Benito, le dijo:

-Veamos si sabes jugar. Besa a tu sirvienta, esclava.

-Sí, tullido, digo, si amo.

Abril besó a Lidia.

-Bájale las bragas y cómele el coño

-Si amo.

Abril se agachó y le comió el coño a Lidia.

Al rato...

-Levántate y desnúdala.

-¿Ahora que se va a correr?

-¡¿De verdad?! Digo. ¿De verdad, putona?

Lidia empezó a temblar y a sacudirse. Por las comisuras de los labios de Abril salía jugo de la corrida. El que decía que no se le levantaba tenía un empalme del 24. Lo tapó con las manos.

Al acabar de correse Lidia, Benito, le dijo a Abril.

-Quita las bragas y damelas, perdida.

-Están como si lloviera por ellas.

-Amo.

-¿Las bragas también las amas?

-¡Que soy tu amo, desgraciada!

Abril quitó las bragas y se las dió.

-Que te preste, amo.

Benito las olió. Lidia se habia sentado en un taburete alto.

-Échate en las rodillas de tu sirvienta y levanta la falda, paletilla

-Sí, amo.

Abril hizo lo que le dijo. Benito se levanto de la silla de ruedas. Sacó una polla, gorda y larga, fue junto a Abril, y se la clavó. Abril, se giró, vio a Benito, y dijo.

-¡¡Milagro!!

Benito le dijo a Lidia:

-Azota a tu ama, sirvienta.

-Sí, amo.

Lidia azotó a Abril con la palma de la mano.

-¡Plas, plas, plas, plas, plas, plas!

-¡Mas fuerte, escuchimizada!

-Sí, ama.

Lidia, le dió con más fuerza. Benito le seguía dando canela fina.

-¡¡Plas, plas, plas, plas, plas, plas!!

Abril sintió que se iba a correr. Le quitó una zapatilla del pie a Lidia, se la dio, y le dijo:

-¡Arréame, hostias, arréame que soy de pueblo!

-Sí, ama.

-¡¡¡Plaaaaaaas, plaaaaaaaas, plaaaaaaaas, plaaaaaaaas, plaaaaaaaaaaaas!!!

Al quinto zapatillazo, de aquellas zapatillas grises con piso de goma azul, del coño de Abril salió a presión un chorro de jugo, Abril, exclamó:

-¡¡¡Hoooooooooooooooooooooooooooooooostias!!!

Benito, al ponerlo perdido de jugo, se la quitó y se la metió en el culo, en el que entró como un cohete.

Abril se sacudía y quería romper con sus uñas la tela de la minifaldada de Lidia. Sus gemidos era tan fuertes que parecían aullidos. La corrida fue brutal

Al acabar de correrse Benito y Abril, en el piso quedó un gran charco de jugo, Abril, lo miró y dijo:

-Parezco la vaca del Escabeche, cada vez echo menos leche.
 
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