A la hora de Dormir – Capitulos 01 al 04
A la hora de Dormir – Capitulo 01
Mi nombre es Gabriel, soy de la ciudad argentina de Córdoba y esto que les voy a contar comenzó cuando, cuando corría el año 1990. Lo recuerdo como el año del mundial 90 en donde perdimos la final con Alemania. Ese fue un año muy especial y no lo digo por el fútbol que poco y nada me interesa, sino porque inició un camino de pasión, amor y felicidad con mi madre
Debo hacer las presentaciones de los personajes como todo relato que se precie, así que vamos. Mi familia está compuesta por mi padre Alberto (50 años), un hombre fuerte y trabajador. Nunca fue muy expresivo ni cariñoso conmigo, pero no tengo quejas en general.
Mi madre, la protagonista de esta historia, Irene, tenía 40 años en ese momento y ella sí era muy cariñosa conmigo. No solo demostraba su cariño hacia mí con besos y caricias, sino también en lo cotidiano de cocinarme mis comidas preferidas, estar muy atenta a mis necesidades en el colegio y saludarme todas las noches con un beso.
El resto de la familia son mis hermanitos más chicos Juan Manuel (11) y Martín (8), dos divertidos compañeritos que por momento lograban irritarme un poco, pero la mayoría de las veces me sacaban sonrisas y carcajadas con sus ocurrencias, sobre todo Martín, el más chico.
Mi papá tiene un reparto de alimentos frescos en el centro de Córdoba y como nosotros vivíamos en las afueras, más precisamente en el barrio Argüello, que es un muy lindo barrio de quintas, él debía levantarse a las 4 de la mañana a buscar la mercadería que iba a entregar. Debía preparar pedidos y a las 6 ya debía estar entregando en el primer cliente. Más de una vez me dijo que cuando creciera un poco más lo acompañaría. La verdad es que no me hacía mucha gracia levantarme a las 4 de la mañana, pero había algo en el mundo de mi padre que quería descubrir y eso me intrigaba.
Afortunadamente, como teníamos una casa bastante grande hacía unos años que yo disponía de mi propia habitación con una cama de una plaza, una mesa de luz, una silla y un escritorio. Como todo adolescente varios posters decoraban las paredes. Entre ellos recuerdo especialmente dos: el de un Chevrolet Corvette Stingray 1971 azul y el de un Cadillac Eldorado convertible 1966 Verde petróleo que estaban ambos en la pared de enfrente cuando me dormía
Todo esto que voy a relatar sucedió a principios del año escolar, lo recuerdo porque hacía mucho calor y dormía solo con mi calzoncillo y tapado apenas con una sábana. El hecho de vivir en las afueras de la ciudad hacía que el calor fuese un poco más soportable, aunque a veces no podíamos prescindir del ventilador.
Como les contaba, mi padre se levantaba muy temprano por la mañana y por esa razón se acostaba a las 8 de la noche. EL resto de la familia cenábamos a las 9 de la noche. A las 10 mis hermanos ya estaban acostados y yo me iba a mi cuarto a leer Conan el Bárbaro. Hacía poco tiempo había visto la película con Arnold Schwarsenegger en el canal 12.
Puntualmente a las 11, venía mi mamá a darme el beso de las buenas noches.
Pero no fue una noche más. Recuerdo que esta vez, mi mamá se presenta a darme el beso de las buenas noches como nunca lo había hecho hasta ahora. Me refiero a que no iba vestida con su camisón largo y celeste habitual, sino que lo hacía esta vez con uno transparente. Mi sorpresa fue total.
No voy a mentir, no puedo recordar si mi pija dio un salto o no. Yo estaba tan nervioso y confundido como excitado. Lo que puedo recordar claramente es la mirada de mi madre. Sus ojos brillaban de excitación, caminó lentamente o al menos eso me parecía. La luz de la lámpara de mi mesita estaba encendida y eso hacía que pudiera ver claramente la forma de sus pezones por debajo de la tela transparente.
Mi madre sin decir nada se sentó al costado de mi cama y me preguntó como todas las noches que materia tenía mañana y como si nada me dio un beso en la mejilla
- Que tengas buenas noches, hasta mañana
- Hasta mañana, atiné a decir
No había pasado más de un minuto que me levanté raudamente de la cama y busqué debajo del colchón unos trozos de tela que usaba a menudo para masturbarme. Estaban secos y duros. Los desplegué y comencé a hacerme una paja pensando en las tetas de mi madre. No duré mucho tiempo y gruesos chorros de semen empezaron a salir y a caer en los trapos estos y algo en mi torso desnudo. Nunca había estado tan excitado en mi vida. Fue mágico.
Como pude terminé de limpiarme y guardé los trozos de tela húmedos debajo del colchón.
Este ritual se fue repitiendo durante varios días. Cada día se quedaba más tiempo sentada en la cama hablando conmigo. En cada una de esas noches, nuestras miradas iban subiendo en intensidad, ella se sonreía cuando mis ojos se iban a sus tetas, pero nunca hacía un comentario. Esa complicidad me encantaba.
Yo nunca iba a dar un paso en falso, así que fu ella quien lo hizo. Habrán pasado unos 20 días así y ella antes de irse me mira y poniéndose colorada, me dice:
- Tenés que lavar más los trapitos o si queres los lavo yo, mientras con sus ojos apuntaban debajo del colchón
No dijo más nada, cerró la puerta y se fue. Yo me quedé de piedra. Mi madre sabía que me masturbaba.
Al otro día, no sé cómo me animé y le dije:
- Mami, con respecto a los trapitos, yo….
- No te hagas problema, es normal
- Es que yo…
- Todos los chicos lo hacen
- Bueno, si no te molesta…
- No, se sonrió y me dio un beso en la mejilla, el cual yo sentí muy cerca de la boca
A los días o al otro día (no recuerdo bien) Ella volvió a entrar con su camisón transparente. Era un poema, ver esos pezones hinchados. Acá voy a hacer un alto para contarles que ella tiene los pezones invertidos, motivo por el cual nunca pudo darnos la teta ni a mí, ni a mis hermanos. Esto hace que la punta no sobresalga, sino que la tiene metida hacia adentro, es por eso que ante la excitación se le hinchaban muchísimo. Todo esto lo entendí mucho más tarde. Lo importante es que las tetas de mi mamá eran la gloria: grandes, duras, pesadas, blancas con unas grandes areolas rosadas. Cuando se estaba yendo, me dijo
- Te dejé unos trapitos limpios debajo del colchón
- Gracias, atiné a decir
Me levanté a agarrar y allí estaban tres trapitos limpios y perfectamente doblados con amor de madre. No dudé y los agarré y comencé a masturbarme pensando en ella, la fuente de inspiración de mis pajas adolescentes
Esto siguió repitiéndose durante varios días. Una noche la noté especialmente nerviosa y sonriente. Me preguntó cómo estaba y se acomodó varias veces las tetas mientras me hablaba. Se fue diciéndome que tuviera una linda noche y salió. No dudé en iniciar mi lenta paja cerrando los ojos e imaginando las tetas de mi madre. Me destapé totalmente y boca arriba como estaba me desnudé y seguí subiendo y bajando mi mano por mi pija. En ese momento la puerta se abrió y yo creí morirme. Mi madre entró por la puerta diciendo:
- Vine a traerte un trapito
- Uy perdón, yo me tapé como pude
- No te tapes, me ordenó
- Que? No podía creer
- Que no te tapes, dijo claramente y se sentó en la cama
- Bueno, dije y me destapé muy lentamente
Yo sabía que, si bien mi m pija no era descomunal, no podía quejarme. Tamaño normal, buena cabeza rosada y un ancho aceptable
- Quiero ver, dijo con la voz ronca de excitación
- Si, dije yo que, aunque parezca increíble había perdido la erección a un estado de medio término.
- Necesitas ayuda? Me dijo ella mirándome
Me la va a agarrar, pensé. Pero no. Se puso derecha y llevando las manos hacia los breteles los dejó caer para sacar sus pechos afuera.
- Tocátela despacito mirándome
- Siiii, dije entusiasmado y con la voz cortada
Creo que fueron los nervios. No se ponía totalmente dura y tardé más de lo que imaginaba en lograr la erección completa. Ella me miraba la pija y me miraba a los ojos. Yo alternaba entre sus ojos y sus tetas. Ahora sí estaba totalmente erecto y excitado, sería cuestión de minutos que acabara. Ella soltó un Mmmmm que me estremeció y extendiendo mi otra mano le dije:
- Pasame el trapito
- Tomá, me dijo y me lo alcanzó
- Gracias, le dije
Envolví mi pija y cerrando los ojos comencé a acabar en el trapo. Me limpié como pude y abrí los ojos pensando que todo era un sueño, pero no, ahí estaba ella mirándome sonriente y acomodando sus tetas
- Dame que lo lavo, dijo extendiendo la mano
- Gracias, dije tímidamente
Se fue sin darme un beso, pero aun así había sido la mejor noche de mi vida. Me dormí casi inmediatamente.
Habíamos subido otro escalón en esta escalera ascendente de excitación y deseo mutuo.
A partir de esa noche y como si fuese algo pactado entre los dos, ella se quedaba a mirar cómo me masturbaba. Yo siempre procuraba envolver la pija para que nada saliera disparado. Fue una de esas noches que mi mamá me dijo:
- Quiero ver como sale la leche
- Bueno, decía yo obedeciéndola
- A ver
Liberé mi pija del trapo y lo puse en una posición como para atajar los chorros que salieran. No se si fue el hecho de saber que mi madre quería verme lo que me excitó tanto, pero eyaculé como pocas veces antes. Varios y potentes chorros salían de mi verga. Ella miraba embelasada.
- Mmmmm, volvió a susurrar
- Te gusta? Me animé a decirle
- Si, dijo con apenas con un hilo de voz, ¿y a vos?
- También, le dije
Agarró el trapito, me dio un beso en la comisura de los labios y salió por la puerta.
Otra cosa que disfrutaba era que todo seguía normalmente en mi casa. Mi mamá, durante el día con sus quehaceres, mi papá volviendo de trabajar cansado, mis hermanos riendo y jugando divertidos. No había una sola mirada distinta por parte de mi madre hacia mí y eso me encantaba. Solo alguna que otra vez una sonrisa cómplice en presencia de mis hermanitos que estaban completamente en otra. Delante de mi papá, en la calle, en las reuniones familiares, ella se comportaba como una auténtuca señora.
Pero otro cambio se avecinaba, otro escalón que subir. Y llegó. Era la hora en que debía aparecer. Como siempre, yo estaba expectante. Y apareció, pero no fue una aparición mas. Esa noche, mi mamá vino con un camisón muy clarito transparente y sin corpiño debajo. Hasta ese momento todas las transparencias eran oscuras y había que imaginar mas de lo que se veía. En cambio, esta vez se marcaban perfectamente las areolas rosadas y los pezones hinchados. Me miró y sonriente me soltó:
- Este me lo compré para vos
- Me encanta, atiné a decir
- Si? Te gusta? Decía y se quedaba parada para que la observara
- Si, mucho, decía yo que, a mi edad y con esa imagen, tenía la pija como una roca
- A ver, me dijo corriendo la sábana y sentándose en la cama
- Mmmmm, dije y comencé mi lenta paja mirándola
- Vamos a sacar el trapito, dijo y me lo mostró
- Dame, dije estirando la otra mano
En ese momento sucedió lo que no esperaba
- No, dejame a mí, me dijo
- Si, dije yo y bajé mi mano libre
- Dejame a mi ayudarte, me dijo y su mano se posó sober la mía que se movía lentamente sobre mi pija
- Mmmmm, suspiré
Mi mamá agarró la pija por el tronco y comenzó a subir y bajar lentamente
- No voy a aguantar mucho, llegué a decir
- No te hagas problema, me dijo y mientras me masturbaba lentamente fue acercando su otra mano con el trozo de tela
- Aghhhhh, mmmmmm
- Mmmmm, siiiii, decía ella y me miraba a los ojos
- Mmmmm, yaaaaa
- Siiiii, decía ella acabá tranquilo...hermoso
- Aghhhhhh, dije y comencé a acabar
- Sos hermoso, Gabi
- Vos también, mamá
Creo que no llegaron a transcurrir 2 minutos entre que la mano de ella se posó en mi verga y el momento en que eyaculé, pero lo disfruté como nunca lo había hecho en mi vida. No se si fue lo mas curioso de todo, pero recuerdo que se levantó y se fue con el trapo para lavar.
Desde ese día, se repetía el ritual, ella me pajeaba. Lo bueno es que con el correr de los días ella iba extendiéndose en sus caricias. Recorría con sus manos mi cuerpo, mi pecho, mis piernas y mis bolas. Yo siempre eyaculaba mucha cantidad y eso parecía gustarle y provocarle orgullo
Todo esto siempre sucedía con mi padre profundamente dormido a unos metros de mi habitación. Por suerte, los armarios y el tipo de construcción impedían que mi papá escuchara. Y sumado a esto, mi padre tenía un sueño muy profundo.
Siempre que me pajeaba, me miraba a los ojos y me decía “mi nene hermoso”
En una de esas noches y mientras ella me masturbaba, se había bajado los breteles del camisón transparente que había comprado para mí. No me animaba a hacerlo, pero tomé coraje y le acaricié una teta rozando su pezón hinchado. Era muy impresionante, que, por su carácter de pezón invertido, se hinchaban muchísimo cuando se excitaba.
Se sobresaltó, no se lo esperaba. Pero para mi fortuna, lo tomó bien. Cerró los ojos y dejó que siguiera acariciándole las tetas. Mas luego los abrió con una sonrisa mirándome mientras continuaba su hermosa paja:
- Te gustan las tetas de mami
- … no pude articular palabra
- A mi me gusta que me toques las tetas
Continué con mi mano acariciando sus tetas y era algo que me encantaba y quería seguir disfrutando durante mucho tiempo mas, pero el escuchar esta frase de parte de mi madre hizo que yo acabara en el instante. Me limpió, como siempre, con mucha suavidad y sin dejar de mirar alternadamente mi pija y mis ojos. Despacio se levantó de la cama para irse.
Cuando se estaba yendo, se giró y me dijo
- Te quiero mucho, Gabi
Me sorprendió porque nunca me llamaba Gabi. Siempre me decía Gabriel. Creo que se dio un quiebre ese día.
Así seguimos varios días o, mejor dicho, varias noches. Como dije, ella me pajeaba con mucha suavidad, me acariciaba también otras partes de mi cuerpo como el pecho, los testículos, las piernas y algunas veces me rozaba la cara. Yo sentía ganas de besarla en la boca, pero no me animaba a hacerlo.
Las masturbaciones de mi madre continuaban y realmente lo disfrutaba muchísimo. También disfrutaba verla en la casa durante el día. Verla pasar y saber que yo tocaba esos pechos de noche. Ella se movía por la casa y no me dedicaba una sola mirada, nada que pudiera delatarla. Sin embargo, al llegar las noches, aparecía con su camisón transparente y sin corpiño para que yo la disfrutara a pleno
Recuerdo esa noche especial. Creo que había pasado un mes sin ningún avance. Ella vino como siempre y se sentó a mi lado en la cama. Su mirada era de una excitación tremenda. Ella me agarró mi mano y empezó a llevarla a su teta desnuda. Yo le presionaba suavemente los pezones hinchados y ella se sacudía como si tuviera descargas de electricidad. En un momento apretó mi mano contra su pecho y la agarró y la llevó a su cara, abrió la boca y metió un dedo en su boca chupándolo suavemente. Casi acabo en ese momento, pero lo mejor aún estaba por llegar
Bajó mi mano a que la siguiera tocando y así lo hice usando mis dos manos. Mi madre me pajeaba suavemente, como siempre. En un momento, ella me mira seria y con los ojos brillosos de excitación. Recuerdo que su cara hizo una mueca de nervios.
- Vamos a probar algo para no ensuciar
- Si? Pregunté ingenuo
- Si, dijo ella
- Que? Pregunté
- Ya vas a ver, dijo y retiró suavemente mis manos de sus pechos
- Per…
Fue entonces cuando, sin dejar de mirarme a los ojos, se agachó y se metió mi pija en la boca. No puedo describir con palabras lo que sentí en ese momento. Yo no entendía nada. Fue un momento increíble. Como pude a los pocos segundos balbucié:
- Se me sale…
Ella lo entendió, sin embargo, no cesó en su chupada y siguió subiendo y bajando su cabeza en mi pija. Varios chorros salieron disparados dentro de la boca de mi madre que no dejaba de chupar y de tragar mi leche. Mmmmm, gemía ella. Era la gloria. Ella seguía chupando. Yo seguía acabando.
Cuando termina de salir todo, ella me mira desde su posición y me dice:
- ¡Que rico, Javi!
- Mmmmm, siiii? Dije
- Me encanta, me dijo
Ella agarró el trapito y se limpió la boca. Subió lentamente y por primera vez desde que iniciamos este hermoso juego erótico me beso en la boca conun suave beso.
- Espero que duermas bien, me dijo
- Mejor que nunca, le dije sonriente
Esa noche me dormí con una sonrisa. Era feliz
Continuará
A la hora de Dormir – Capitulo 01
Mi nombre es Gabriel, soy de la ciudad argentina de Córdoba y esto que les voy a contar comenzó cuando, cuando corría el año 1990. Lo recuerdo como el año del mundial 90 en donde perdimos la final con Alemania. Ese fue un año muy especial y no lo digo por el fútbol que poco y nada me interesa, sino porque inició un camino de pasión, amor y felicidad con mi madre
Debo hacer las presentaciones de los personajes como todo relato que se precie, así que vamos. Mi familia está compuesta por mi padre Alberto (50 años), un hombre fuerte y trabajador. Nunca fue muy expresivo ni cariñoso conmigo, pero no tengo quejas en general.
Mi madre, la protagonista de esta historia, Irene, tenía 40 años en ese momento y ella sí era muy cariñosa conmigo. No solo demostraba su cariño hacia mí con besos y caricias, sino también en lo cotidiano de cocinarme mis comidas preferidas, estar muy atenta a mis necesidades en el colegio y saludarme todas las noches con un beso.
El resto de la familia son mis hermanitos más chicos Juan Manuel (11) y Martín (8), dos divertidos compañeritos que por momento lograban irritarme un poco, pero la mayoría de las veces me sacaban sonrisas y carcajadas con sus ocurrencias, sobre todo Martín, el más chico.
Mi papá tiene un reparto de alimentos frescos en el centro de Córdoba y como nosotros vivíamos en las afueras, más precisamente en el barrio Argüello, que es un muy lindo barrio de quintas, él debía levantarse a las 4 de la mañana a buscar la mercadería que iba a entregar. Debía preparar pedidos y a las 6 ya debía estar entregando en el primer cliente. Más de una vez me dijo que cuando creciera un poco más lo acompañaría. La verdad es que no me hacía mucha gracia levantarme a las 4 de la mañana, pero había algo en el mundo de mi padre que quería descubrir y eso me intrigaba.
Afortunadamente, como teníamos una casa bastante grande hacía unos años que yo disponía de mi propia habitación con una cama de una plaza, una mesa de luz, una silla y un escritorio. Como todo adolescente varios posters decoraban las paredes. Entre ellos recuerdo especialmente dos: el de un Chevrolet Corvette Stingray 1971 azul y el de un Cadillac Eldorado convertible 1966 Verde petróleo que estaban ambos en la pared de enfrente cuando me dormía
Todo esto que voy a relatar sucedió a principios del año escolar, lo recuerdo porque hacía mucho calor y dormía solo con mi calzoncillo y tapado apenas con una sábana. El hecho de vivir en las afueras de la ciudad hacía que el calor fuese un poco más soportable, aunque a veces no podíamos prescindir del ventilador.
Como les contaba, mi padre se levantaba muy temprano por la mañana y por esa razón se acostaba a las 8 de la noche. EL resto de la familia cenábamos a las 9 de la noche. A las 10 mis hermanos ya estaban acostados y yo me iba a mi cuarto a leer Conan el Bárbaro. Hacía poco tiempo había visto la película con Arnold Schwarsenegger en el canal 12.
Puntualmente a las 11, venía mi mamá a darme el beso de las buenas noches.
Pero no fue una noche más. Recuerdo que esta vez, mi mamá se presenta a darme el beso de las buenas noches como nunca lo había hecho hasta ahora. Me refiero a que no iba vestida con su camisón largo y celeste habitual, sino que lo hacía esta vez con uno transparente. Mi sorpresa fue total.
No voy a mentir, no puedo recordar si mi pija dio un salto o no. Yo estaba tan nervioso y confundido como excitado. Lo que puedo recordar claramente es la mirada de mi madre. Sus ojos brillaban de excitación, caminó lentamente o al menos eso me parecía. La luz de la lámpara de mi mesita estaba encendida y eso hacía que pudiera ver claramente la forma de sus pezones por debajo de la tela transparente.
Mi madre sin decir nada se sentó al costado de mi cama y me preguntó como todas las noches que materia tenía mañana y como si nada me dio un beso en la mejilla
- Que tengas buenas noches, hasta mañana
- Hasta mañana, atiné a decir
No había pasado más de un minuto que me levanté raudamente de la cama y busqué debajo del colchón unos trozos de tela que usaba a menudo para masturbarme. Estaban secos y duros. Los desplegué y comencé a hacerme una paja pensando en las tetas de mi madre. No duré mucho tiempo y gruesos chorros de semen empezaron a salir y a caer en los trapos estos y algo en mi torso desnudo. Nunca había estado tan excitado en mi vida. Fue mágico.
Como pude terminé de limpiarme y guardé los trozos de tela húmedos debajo del colchón.
Este ritual se fue repitiendo durante varios días. Cada día se quedaba más tiempo sentada en la cama hablando conmigo. En cada una de esas noches, nuestras miradas iban subiendo en intensidad, ella se sonreía cuando mis ojos se iban a sus tetas, pero nunca hacía un comentario. Esa complicidad me encantaba.
Yo nunca iba a dar un paso en falso, así que fu ella quien lo hizo. Habrán pasado unos 20 días así y ella antes de irse me mira y poniéndose colorada, me dice:
- Tenés que lavar más los trapitos o si queres los lavo yo, mientras con sus ojos apuntaban debajo del colchón
No dijo más nada, cerró la puerta y se fue. Yo me quedé de piedra. Mi madre sabía que me masturbaba.
Al otro día, no sé cómo me animé y le dije:
- Mami, con respecto a los trapitos, yo….
- No te hagas problema, es normal
- Es que yo…
- Todos los chicos lo hacen
- Bueno, si no te molesta…
- No, se sonrió y me dio un beso en la mejilla, el cual yo sentí muy cerca de la boca
A los días o al otro día (no recuerdo bien) Ella volvió a entrar con su camisón transparente. Era un poema, ver esos pezones hinchados. Acá voy a hacer un alto para contarles que ella tiene los pezones invertidos, motivo por el cual nunca pudo darnos la teta ni a mí, ni a mis hermanos. Esto hace que la punta no sobresalga, sino que la tiene metida hacia adentro, es por eso que ante la excitación se le hinchaban muchísimo. Todo esto lo entendí mucho más tarde. Lo importante es que las tetas de mi mamá eran la gloria: grandes, duras, pesadas, blancas con unas grandes areolas rosadas. Cuando se estaba yendo, me dijo
- Te dejé unos trapitos limpios debajo del colchón
- Gracias, atiné a decir
Me levanté a agarrar y allí estaban tres trapitos limpios y perfectamente doblados con amor de madre. No dudé y los agarré y comencé a masturbarme pensando en ella, la fuente de inspiración de mis pajas adolescentes
Esto siguió repitiéndose durante varios días. Una noche la noté especialmente nerviosa y sonriente. Me preguntó cómo estaba y se acomodó varias veces las tetas mientras me hablaba. Se fue diciéndome que tuviera una linda noche y salió. No dudé en iniciar mi lenta paja cerrando los ojos e imaginando las tetas de mi madre. Me destapé totalmente y boca arriba como estaba me desnudé y seguí subiendo y bajando mi mano por mi pija. En ese momento la puerta se abrió y yo creí morirme. Mi madre entró por la puerta diciendo:
- Vine a traerte un trapito
- Uy perdón, yo me tapé como pude
- No te tapes, me ordenó
- Que? No podía creer
- Que no te tapes, dijo claramente y se sentó en la cama
- Bueno, dije y me destapé muy lentamente
Yo sabía que, si bien mi m pija no era descomunal, no podía quejarme. Tamaño normal, buena cabeza rosada y un ancho aceptable
- Quiero ver, dijo con la voz ronca de excitación
- Si, dije yo que, aunque parezca increíble había perdido la erección a un estado de medio término.
- Necesitas ayuda? Me dijo ella mirándome
Me la va a agarrar, pensé. Pero no. Se puso derecha y llevando las manos hacia los breteles los dejó caer para sacar sus pechos afuera.
- Tocátela despacito mirándome
- Siiii, dije entusiasmado y con la voz cortada
Creo que fueron los nervios. No se ponía totalmente dura y tardé más de lo que imaginaba en lograr la erección completa. Ella me miraba la pija y me miraba a los ojos. Yo alternaba entre sus ojos y sus tetas. Ahora sí estaba totalmente erecto y excitado, sería cuestión de minutos que acabara. Ella soltó un Mmmmm que me estremeció y extendiendo mi otra mano le dije:
- Pasame el trapito
- Tomá, me dijo y me lo alcanzó
- Gracias, le dije
Envolví mi pija y cerrando los ojos comencé a acabar en el trapo. Me limpié como pude y abrí los ojos pensando que todo era un sueño, pero no, ahí estaba ella mirándome sonriente y acomodando sus tetas
- Dame que lo lavo, dijo extendiendo la mano
- Gracias, dije tímidamente
Se fue sin darme un beso, pero aun así había sido la mejor noche de mi vida. Me dormí casi inmediatamente.
Habíamos subido otro escalón en esta escalera ascendente de excitación y deseo mutuo.
A partir de esa noche y como si fuese algo pactado entre los dos, ella se quedaba a mirar cómo me masturbaba. Yo siempre procuraba envolver la pija para que nada saliera disparado. Fue una de esas noches que mi mamá me dijo:
- Quiero ver como sale la leche
- Bueno, decía yo obedeciéndola
- A ver
Liberé mi pija del trapo y lo puse en una posición como para atajar los chorros que salieran. No se si fue el hecho de saber que mi madre quería verme lo que me excitó tanto, pero eyaculé como pocas veces antes. Varios y potentes chorros salían de mi verga. Ella miraba embelasada.
- Mmmmm, volvió a susurrar
- Te gusta? Me animé a decirle
- Si, dijo con apenas con un hilo de voz, ¿y a vos?
- También, le dije
Agarró el trapito, me dio un beso en la comisura de los labios y salió por la puerta.
Otra cosa que disfrutaba era que todo seguía normalmente en mi casa. Mi mamá, durante el día con sus quehaceres, mi papá volviendo de trabajar cansado, mis hermanos riendo y jugando divertidos. No había una sola mirada distinta por parte de mi madre hacia mí y eso me encantaba. Solo alguna que otra vez una sonrisa cómplice en presencia de mis hermanitos que estaban completamente en otra. Delante de mi papá, en la calle, en las reuniones familiares, ella se comportaba como una auténtuca señora.
Pero otro cambio se avecinaba, otro escalón que subir. Y llegó. Era la hora en que debía aparecer. Como siempre, yo estaba expectante. Y apareció, pero no fue una aparición mas. Esa noche, mi mamá vino con un camisón muy clarito transparente y sin corpiño debajo. Hasta ese momento todas las transparencias eran oscuras y había que imaginar mas de lo que se veía. En cambio, esta vez se marcaban perfectamente las areolas rosadas y los pezones hinchados. Me miró y sonriente me soltó:
- Este me lo compré para vos
- Me encanta, atiné a decir
- Si? Te gusta? Decía y se quedaba parada para que la observara
- Si, mucho, decía yo que, a mi edad y con esa imagen, tenía la pija como una roca
- A ver, me dijo corriendo la sábana y sentándose en la cama
- Mmmmm, dije y comencé mi lenta paja mirándola
- Vamos a sacar el trapito, dijo y me lo mostró
- Dame, dije estirando la otra mano
En ese momento sucedió lo que no esperaba
- No, dejame a mí, me dijo
- Si, dije yo y bajé mi mano libre
- Dejame a mi ayudarte, me dijo y su mano se posó sober la mía que se movía lentamente sobre mi pija
- Mmmmm, suspiré
Mi mamá agarró la pija por el tronco y comenzó a subir y bajar lentamente
- No voy a aguantar mucho, llegué a decir
- No te hagas problema, me dijo y mientras me masturbaba lentamente fue acercando su otra mano con el trozo de tela
- Aghhhhh, mmmmmm
- Mmmmm, siiiii, decía ella y me miraba a los ojos
- Mmmmm, yaaaaa
- Siiiii, decía ella acabá tranquilo...hermoso
- Aghhhhhh, dije y comencé a acabar
- Sos hermoso, Gabi
- Vos también, mamá
Creo que no llegaron a transcurrir 2 minutos entre que la mano de ella se posó en mi verga y el momento en que eyaculé, pero lo disfruté como nunca lo había hecho en mi vida. No se si fue lo mas curioso de todo, pero recuerdo que se levantó y se fue con el trapo para lavar.
Desde ese día, se repetía el ritual, ella me pajeaba. Lo bueno es que con el correr de los días ella iba extendiéndose en sus caricias. Recorría con sus manos mi cuerpo, mi pecho, mis piernas y mis bolas. Yo siempre eyaculaba mucha cantidad y eso parecía gustarle y provocarle orgullo
Todo esto siempre sucedía con mi padre profundamente dormido a unos metros de mi habitación. Por suerte, los armarios y el tipo de construcción impedían que mi papá escuchara. Y sumado a esto, mi padre tenía un sueño muy profundo.
Siempre que me pajeaba, me miraba a los ojos y me decía “mi nene hermoso”
En una de esas noches y mientras ella me masturbaba, se había bajado los breteles del camisón transparente que había comprado para mí. No me animaba a hacerlo, pero tomé coraje y le acaricié una teta rozando su pezón hinchado. Era muy impresionante, que, por su carácter de pezón invertido, se hinchaban muchísimo cuando se excitaba.
Se sobresaltó, no se lo esperaba. Pero para mi fortuna, lo tomó bien. Cerró los ojos y dejó que siguiera acariciándole las tetas. Mas luego los abrió con una sonrisa mirándome mientras continuaba su hermosa paja:
- Te gustan las tetas de mami
- … no pude articular palabra
- A mi me gusta que me toques las tetas
Continué con mi mano acariciando sus tetas y era algo que me encantaba y quería seguir disfrutando durante mucho tiempo mas, pero el escuchar esta frase de parte de mi madre hizo que yo acabara en el instante. Me limpió, como siempre, con mucha suavidad y sin dejar de mirar alternadamente mi pija y mis ojos. Despacio se levantó de la cama para irse.
Cuando se estaba yendo, se giró y me dijo
- Te quiero mucho, Gabi
Me sorprendió porque nunca me llamaba Gabi. Siempre me decía Gabriel. Creo que se dio un quiebre ese día.
Así seguimos varios días o, mejor dicho, varias noches. Como dije, ella me pajeaba con mucha suavidad, me acariciaba también otras partes de mi cuerpo como el pecho, los testículos, las piernas y algunas veces me rozaba la cara. Yo sentía ganas de besarla en la boca, pero no me animaba a hacerlo.
Las masturbaciones de mi madre continuaban y realmente lo disfrutaba muchísimo. También disfrutaba verla en la casa durante el día. Verla pasar y saber que yo tocaba esos pechos de noche. Ella se movía por la casa y no me dedicaba una sola mirada, nada que pudiera delatarla. Sin embargo, al llegar las noches, aparecía con su camisón transparente y sin corpiño para que yo la disfrutara a pleno
Recuerdo esa noche especial. Creo que había pasado un mes sin ningún avance. Ella vino como siempre y se sentó a mi lado en la cama. Su mirada era de una excitación tremenda. Ella me agarró mi mano y empezó a llevarla a su teta desnuda. Yo le presionaba suavemente los pezones hinchados y ella se sacudía como si tuviera descargas de electricidad. En un momento apretó mi mano contra su pecho y la agarró y la llevó a su cara, abrió la boca y metió un dedo en su boca chupándolo suavemente. Casi acabo en ese momento, pero lo mejor aún estaba por llegar
Bajó mi mano a que la siguiera tocando y así lo hice usando mis dos manos. Mi madre me pajeaba suavemente, como siempre. En un momento, ella me mira seria y con los ojos brillosos de excitación. Recuerdo que su cara hizo una mueca de nervios.
- Vamos a probar algo para no ensuciar
- Si? Pregunté ingenuo
- Si, dijo ella
- Que? Pregunté
- Ya vas a ver, dijo y retiró suavemente mis manos de sus pechos
- Per…
Fue entonces cuando, sin dejar de mirarme a los ojos, se agachó y se metió mi pija en la boca. No puedo describir con palabras lo que sentí en ese momento. Yo no entendía nada. Fue un momento increíble. Como pude a los pocos segundos balbucié:
- Se me sale…
Ella lo entendió, sin embargo, no cesó en su chupada y siguió subiendo y bajando su cabeza en mi pija. Varios chorros salieron disparados dentro de la boca de mi madre que no dejaba de chupar y de tragar mi leche. Mmmmm, gemía ella. Era la gloria. Ella seguía chupando. Yo seguía acabando.
Cuando termina de salir todo, ella me mira desde su posición y me dice:
- ¡Que rico, Javi!
- Mmmmm, siiii? Dije
- Me encanta, me dijo
Ella agarró el trapito y se limpió la boca. Subió lentamente y por primera vez desde que iniciamos este hermoso juego erótico me beso en la boca conun suave beso.
- Espero que duermas bien, me dijo
- Mejor que nunca, le dije sonriente
Esa noche me dormí con una sonrisa. Era feliz
Continuará