3 historias.

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Que hace una chica como yo cuando no anda con la hormona alocada, teniendo sexo a diestra y siniestra, ¿así se dice? No lo sé. Y no es que ande buscando y saltando de rama en rama para encontrar la oportunidad, ellas vienen y se dan solas. Si no, aquí tres ejemplos de las situaciones más pueriles que acaban en algo lubrico.

Primero. Arreglando cajas para un cambio de casa.

Quien lo ha hecho sabe lo laborioso que puede ser. Eso de meter la vida en cajas, recoger y empacar las cosas que se tienen y que siempre resultan más, mucho más de las que se supone que eran.

También sabrán las historias y recuerdos que van saliendo. Por ejemplo encontrar un disfraz de sirvienta sexy. Cuando lo vi inmediatamente me acorde de aquella fiesta a la que habíamos ido David y yo. A propósito, David es mi ex, y la causa por la que me mudo, pero esa es otra historia.

Bueno, en cuanto vi el disfraz me dieron ganas de probármelo. Me quedaba estupendamente, bueno, un poquito más apretadito de las bubis que peleaban por salirse. Pero se me veía monín. Con razón David no me había soltado en toda la fiesta aquella noche, no me le fuera a perder. Se me veían bastante bien las piernas y la faldilla apenas escondía la tanga que me había puesto. El escote super provocativo, obvio había que usarlo sin bra para que el pezón resaltara sobre la tela.

Después de encontrar el disfraz aparecieron los juguetes, claro estaban juntos. Primero encontré unas bolitas chinas, un vibrador en forma de patito de hule y un montón de cosas más y al final un dildo, era suave y de aspecto muy natura, lo escogimos porque era el más parecido al pene de David. Ya en esas que me entra la nostalgia.

Me tiré sobre el espacio de colchón que quedaba libre y comencé a repasar mi vulva con el patito mientras lengüeteaba el dildo David, la humedad se hizo presente, el patito era buenísimo, y el dildo David había pasado de mi boca que lo había dejado húmedo a rozar mis labios vaginales, de abajo hacia arriba, por todo lo largo. Lo hice entrar casi sin preámbulos y me vino el recuerdo del verdadero. Lloré un poquito mientras aquello entraba y salía.

La sesión fue larga y baste decir que al irme de casa lo deje abandonado en un cajón y compre otro mucho más largo y ancho, digo para llorar con gusto.

Segundo. Escondiéndose.

Nunca te ha pasado que vienes por la calle, quizá como yo de compras, cargando un buen de bolsas, y antes de llegar al coche, ves a alguien que por nada del mundo querías encontrarte. ¿Qué haces? Yo rápidamente, sin pensarlo me agache dentro del coche, esperando no haber sido vista.
Tan mal acomodada (¿?) que no pude evitar que la palanca de velocidades nueva se metiera bajo la minifalda y se colocara precisamente sobre mi sexo. Ni moverme tantito porque rozaba con fruición. Para colmo la persona de la que estaba huyendo se encuentra con otra.

- Maribel, cómo estás.
- Bien, y tú.
- Genial fíjate que…

En fin que ni poder pararme. Así que la situación sólo me dio una salida. Acomodarme bien y pasar el rato metiendo velocidad.

Tercero. Lavarse los dientes.

No les ha pasado que debido a la fiesta del día anterior nos levantamos con un aliento que ni aguantarlo. Incluso las hermosas padecemos de halitosis mañanera. Así que se hace necesario recurrir al señor cepillo y a la señora pasta. Claro que hacerlo cuando acabas de salir de los brazos de Morfeo puede llevarte a otra parte.

Me dirigí, pues, de la cama al baño. Me había quedado a dormir en los brazos de un amigo, y no quería que recibiera mi primer beso con el sabor a la mamada de la noche anterior. Así que toda amodorrada me pare delante del espejo y empecé a lavar mis dientes.

Adormilada como estaba tuve que recargarme en el mueble para no caer. Mmm, que agradable sensación, la esquinita convexa quedó precisamente tocando mi sexo, y sería por costumbre o inercia que empecé a masturbarme con ella, a doblar y estirar mis rodillas para sentir mejor las caricias que me proporcionaba con la esquina.

Mmm la sensación agradable creció tanto que termine enjuagándome la boca y salté a la cama. Ernesto, mi amigo, apenas reacciono, así que me metí bajo las sabanas y gustosamente repetí la acción con la que nos habíamos despedido el día anterior.

Ni siquiera sujeté su pene con mis manos, la metí con una formidable pericia dentro de mi boca y comencé a mamar con gusto. Succionaba con fruición el aparato que ya se ponía tan firme como pretendía, seguí chupando hasta oír los jadeos de mi amiguito, cuando acaricio mi cabello y movió mi cabeza a las necesidades de su ritmo, sabía que lo tenía.

Deje entonces de chupar aquel delicioso caramelo y me monté sobre él, me deshice de mi blusa y las manos de Ernesto amasaron con cariño mis tetas. Fue una de las mejores montadas mañaneras que he tenido, y culmino después de repetirla dos veces más.

Como se ve las situaciones más inocentes terminan en un escarceo sexual, no soy yo la provocadora, y podría contarles algo más infantil que sucedió en un asilo para ancianos, un abuelito me trato como si fuera su nieta, pero esa ya es otra historia.
 

caucasiano

Virgen
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me a resultado poco erotico pero gracias por el esfuerzo
 

epale62

Virgen
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Morena le metite mucha velocidad a esta historia. Tu cuentas cosas mejores. Me quedo con tu fantasia del abuelo, a ver si la encuentro en los proximos relatos
 
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