Vacaciones en Gran Canaria 2022

Toulouse

Pajillero
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Este relato es un poco más especial que los otros. Esta historia ha ocurrido durante nuestras vacaciones en Gran Canaria hace apenas unos días, semanas. Nos ha resultado tan excitante que sentíamos que había que compartirla cuanto antes con todos vosotros/as. Si seguís la cuenta de Twitter de Toulouse (@exptoulouse), sabréis que durante el mes de Julio (2022), hemos estado unos días de vacaciones en Gran Canaria, por la zona de Maspalomas. (Si nos seguís en las personales de Instagram, ya os imagináis lo que os vamos a contar).

Hemos estado en un hotel espectacular. Tipo villas con habitaciones amplias y cama king size, piscina enorme central con palmeritas, un montón de animaciones y todas esas movidas.

El encuentro que os voy a contar está claro que es algo que el universo tenía planificado para nosotros y era una experiencia que debíamos tener sí o sí. Es la única forma de justificar tantas coincidencias.

El primer día es todo nuevo y no te fijas, vas un poco pardillo mirando a todos sitios. Ahí coincidimos con unos guiris, (una pareja) que tenían la misma cara que nosotros. No sabíamos encontrar el salón para el buffet. Sonrisas empáticas, miradas cómplices de estar igual de perdidos y seguimos a nuestro rollo. Al día siguiente o al otro, ya cansados de no parar de estar de aquí para allá decidimos quedarnos para disfrutar al menos un día del relax de la piscina y la increíble calma que se respira allí. Que se pueda decir que estamos de vacaciones en Gran Canaria.

Casualmente, allí nos encontramos de nuevo con la pareja de guiris del buffet. Fue instantáneo el vernos y sonreirnos entre los 4. Dejaron las toallas y la chanclas por allí y se metieron con nosotros en el baño de burbujas. Una especie de jacuzzi pero un poco más cutre y tipo piscina como para unas 15 personas. Lo típico de los hoteles.

Inevitablemente, surgió ese momento de química que por la casualidad comienzas a hablar y mantener una conversación de ascensor. En este caso que si el calor, el sol, las burbujas. Con el acento característico que suelen tener estos guiris que intentan hablar español. Descubrimos que estuvieron de Erasmus por España. Concretamente en Salamanca y que ellos son alemanes, de Colonia. Para esto último tampoco hacía falta ser detectives. Beben cerveza, algo rubios y de piel clarita tornando a rosa salmón de tomar el sol. Además de ser relativamente altos y delgados. Muy buen cuerpo ambos. Él sin vello corporal y con una musculatura insinuante. Ella, con aspecto de monitora fitness. (Que es de lo que trabaja según nos comentó).

La siguiente coincidencia fue en un pub cercano del paseo marítimo. Nosotros estábamos allí disfrutando del ambiente nocturno de la isla y como no, ellos también.

Volvimos a hacer grupito. Volvimos a hablar y dejarnos llevar por la fiesta. Los alemanes se notaba que ya llevaban alguna ronda más que nosotros. Andaban más sueltos y “simpáticos” que en los anteriores encuentros. Intentaban hacernos bailar y se arrimaban más de lo normal.

Yo con ella (soy la chica) enseguida noté algo más. Y se lo dije a mi chico. Él decía que no, que era el alcohol. En cambio ella, actuaba como si fuéramos amigas de hace años. Fui al baño y me acompañó copa en mano. Es cierto que iba muy alegre y bailoteando mientras.

Entré a hacer pipí, y según salí, ella apoyó la copa en el lavabo y me comió la boca echándome contra la pared. En los primeros segundos, me quedé un poco desconcertada. No sabía que pasaba. Ella se apartó unos centímetros y me miró sorprendida

Yo reaccioné y fuí la que fue a por su boca. Metiendo lengua y jugando dentro. Ella hizo lo mismo. La sujeté por la cintura y seguí besándola con pasión mientras rodábamos por la pared del baño. Todo pura pasión y excitación hasta invertir nuestras posiciones. Yo por fuera y ella contra la pared. Hubo otros segundos de pausa, de miradas muy intensas a los ojos de las dos. Cogí su copa del lavabo, le di un trago y me metí con ella de nuevo en el baño. Lo que tardé en apoyar la copa en la cisterna y pasar el pestillo fue lo que tardó ella en recogerse el vestido. Se lo convirtió en un top crop todo enrollado hacía arriba.

Me acarició la cara con su mano a la vez que me llevaba hasta su boca. La besé y la mordí el labio a la vez que coloqué mi pierna entre las suyas con mi mano en su pubis. En cuanto tiré con mis dientes de su labio, sentí el calor y humedad de la entrepierna en la yema de mis dedos.

Mis dedos se deslizaban entre sus labios y jugaban con el clítoris del mismo modo que su lengua lo hacía con la mía. Instantes después pasó uno de sus pies a encima de la taza del wáter. Se abría en mi mano un mundo de opciones para jugar. Aun era pronto para entrar ahí. Cambié su boca calenturienta por su cuello pálido y suave. Con ligeras gotas de sudor que le daban un toque salado al lamerlo. La vena traviesa que guardo en mi interior, me llevó a hacerle un pequeño muerdo. Un beso con succión que la tensó todo el cuerpo. Se puso de puntillas, apretó sus carnes y quiso agarrar con fuerza mis nalgas con sus manos. Cuanto más succionaba con mi boca, más fuerte clavaba sus dedos en mi culo.

Si en algo soy buena es para el morbo y dejar la miel en los labios. Tal como empecé, paré y le dije de volver con nuestros chicos. Según salimos nos recolocamos la ropa y ella se abanicaba para bajar el calentón. Al acercarnos a nuestras parejas, el mío con una mirada mientras hablaba con el alemán, me lo dijo todo y creo que yo a él. Se le dibujó en la cara ese gesto con sonrisa pícara tan peculiar que tiene. Por su parte, ella tal como llegamos le comentó algo al oído a él y este le dió un cachete cariñoso en el culo y un pico. Seguido de una mirada entre satisfacción, deseo y envidia.

La noche y la fiesta continuó. Entre destellos de color, fuimos conociéndonos más y bailando tímidamente junto a una mesa alta donde apoyabamos las copas. Ya sabéis a qué me refiero. No tardamos ella y yo en volver a bailar juntas pero ahora con más contacto. Hasta ese momento de dejarse llevar por el ritmo y estar a pocos centímetros. Sin llegar a liarnos, solo subiendo la tensión sexual. Tampoco faltó el restregón de culo por la entrepierna de mi pareja. Si tuviera más ritmo lo llamaría perreo, pero son alemanes. En ese punto de la noche yo también jugué algo con él (con el alemán). Claramente era más torpe y se ponía algo más nervioso de sentirme cerca o tocarme. Aunque no se asustaba ni quitaba las manos. Pero si que estaba constantemente buscando con la mirada la aprobación de mi chico.

Con la ronda de copas apuradas, apenas necesitamos conversación. Cruzar miradas y enseñar la llave tarjeta de la villa fue suficiente. Lo que pasa en Gran Canaria, se queda en Gran Canaria y más de vacaciones. De camino al hotel, ella y yo nos volvimos a dar algún pico y a liar abiertamente delante de nuestros chicos. Que pese al calentón, no hicieron nada más salvo hablar y decidir en qué villa seguir. El resto de la noche os la cuento en el siguiente mensaje para no hacerlo tan excesivamente largo.
 

Toulouse

Pajillero
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Después de todo lo anterior, en la villa si que dimos vía libre a nuestros instintos. Ese primer momento de estar allí los cuatros, se hizo algo extraño. ¿Cómo o por dónde empezar? Gisela (la alemana) y yo, rápidamente decidimos continuar por donde lo habíamos dejado.

Ahora sí podíamos ser totalmente pasionales sin impedimentos ni incomodidades. Comenzamos de pie a darnos besos y recorrer nuestros cuerpos con las bocas y lenguas hasta que terminamos cayendo sobre la cama. Ellos sin embargo estaban más tímidos. Apenas se habían quitado la ropa y nos miraban más qué otra cosa.

Aunque ya les habíamos visto a los alemanes con poca ropa en el rato de la piscina de burbujas, en este momento, si que me fijé más en sus cuerpos. (Al menos yo). Gisela era más normal. Tono de piel asalmonado de tomar el sol aquí en las dunas de Maspalomas con sutiles marquitas del bikini. Vientre plano y curvas naturales suaves, no por delgada sino por cuerpo fitness que brillaba con reflejos de luces en el sudor y saliva que ya había dejado por su piel. Toda completamente ausente de vello corporal. Más que yo. Parecía estar recién depilada o incluso no haber tenido nunca vello por ninguna parte de su cuerpo. A excepción de su melena camomila de anuncio de champú.

Él, (Arnold) sí que me llamó más la atención. Rubito, alto como mi chico, pero con un poco más de espalda. No más fuerte, pero si todo sin vello al igual que ella. Enfatizo en todo. Cuerpo, polla, huevos, culo. Al igual que ella ,ni un solo pelo más allá de la cabeza. Siendo tan blanquito, algo rojito también, llama mucho más la atención. Parecen mucho más jóvenes. Además él con esa cara de mandíbula angulada definida, nariz aguileña, pelo corto fuerte y rubio, ojos verdosos. Guapete, para qué negarlo.

Me daba morbo jugar con él. Además viendo la polla que tenía, que aun estando en reposo o en proceso de erección, ya estaba descapullada. Sumando el plus de ser todo una provocación tan libre de vello para darle un sexo oral sin igual. Pero no iba a ser ese el momento. Sentí una mano que me sujetó por las caderas y me llevó hacía atrás. Gisela estaba sacando su carácter y me quería para ella.

Quería que la tocase como en el baño del pub y le diera sexo oral. Se tumbó bocarriba y me abrazó el cuerpo con sus piernas mientras me miraba de forma cómplice. En ese momento comentó algo en alemán, y Arnold se puso a mis pies. Yo intenté ponerme más a 4 patas, pero tampoco me dejó. Me quedé tumbada bocabajo en la cama con la cabeza entre las piernas de ella. Instantes después, sentí los dedos de él entre mis nalgas. Pensé que me masturbaría o me metería los dedos. Pero me equivoqué. También fue sexo oral. Su lengua comenzó a moverse entre mis labios y haciendo paradas por mi ano. Donde terminó quedándose para darme un beso negro realmente bueno. Muy centrado en darme placer, chupar, lamer, jugar conmigo y solo usando su lengua.

Por otro lado, a mi chico le ví que se puso con ella. No sé hasta qué punto él le daba a mamar o era ella la que buscaba tener algo en la boca para estar entretenida. Lo único que sé, es que estábamos los 4 cada cual en nuestras cosas. Gimiendo y compartiendo placeres y sensaciones.

Después de algún orgasmo suyo y algún momento de placer mío. Volví a mis ganas de probar una buena salchicha alemana. Ahora que ya la tenía dura, es cierto que no había tanto cambio respecto a antes. Pero tampoco era nada despreciable. Nos recolocamos dos para dos y literalmente nos montamos un intercambio de parejas. Cada uno por un lado de la cama. En estos momentos es cuando se agradece que los hoteles pongan camas king size.

Podría parecer algo aleatorio o simple casualidad, pero en esto ya empezaba a dibujarse lo que sería la noche. Mi pareja y ella, como lobos buscando el placer por medio de posturas imposibles y en una lucha de ver quién dominaba a quién. A toro pasado, admito que me ponía mucho ver a mi chico así. Generalmente cuando follamos, no podemos vernos como somos desde fuera.

Por otro lado, yo con el alemán estaba todo más definido. Él decidió dejarse hacer y ser mi «juguete» de esa noche. Se tumbó en la cama y me subí encima para cabalgarlo. Sentirme penetrada mientras veía y escuchaba a mi pareja tener sexo salvaje con esa chica era muy excitante.

Estuve un rato cabalgando sentada erguida sobre él, otro rato sentada pero medio recostada sobre sus piernas, después girada 180° y poniéndole mis tetas en la cara. Que no es que sean grandes, pero podría haberlas comido o chupado. (Estoy mal acostumbrada con Toulouse)

Hice todas las opciones posibles y a cual me daba más placer, pero él apenas tomaba la iniciativa. Mientras que los otros dos, llegaba a verles agotados de tanto movimiento. Con el extra de los gemidos y el ruido particular que tiene el sexo cuando es cañero y se entremezclan azotes.

Con la temperatura más alta que en el infierno, llegó el siguiente nivel. Volver a juntarnos. Obviamente en este punto había una ligera desigualdad. Ellos estaban casi agotados, yo con un calentón muy alto y Arnold que podía hacer lo que quisiera. Una breve conversación en spanglish, mitad español mitad inglés, fue suficiente para recobrar energías y organizarnos para disfrutar. Básicamente yo quería más y poder correrme de placer. Gisela estaba interesada en ver un squirt en directo y mi pareja hacer guarradas y morbo. Puesto todo en orden, nos pusimos al tema.

Antes de que se fuera la excitación, pedí sexo anal. Creo que fue en el único momento en el que Arnold cumplió con el estereotipo de alemán. Con la suavidad justa, después de otro beso negro me introdujo su polla. Molestaba pero era lo que yo quería, necesitaba sentirme así. Rápidamente dilaté y todo solucionado. El placer volvía a fluir y brotaba en mi. Gisela más curiosa que otra cosa, no dejaba de mirar con atención como me penetraba y hacía por tocarme para acariciarme. Ella no hace anal. Por su parte, mi querido Toulouse (mi chico) disfrutaba del espectáculo a partes iguales que sentía envidia por no participar de forma más activa.

Poco a poco nos fuimos envalentonando y subiendo el clímax. Inconscientemente yo pedía más placer. Gisela no sé cómo se colocó, que la estampa era como si ella y yo estuviéramos en un 69 estando yo encima. Ella a ratos me comía el coño y a ratos los huevos a Arnold. Parece ser que también el metió un dedo por el culo. Esto último le doy cierta credibilidad porque había momentos que la polla de él la sentía muchísimo más dura y haciendo fuerza por salirse de mi.

Rodeada de tanto cuerpo y con el calor de Canarias, aquello parecía una sauna. Pero estaba siendo tremendamente excitante y placentero. Placer físico y placer mental por el morbo de la situación. Aderezado con los comentarios de mi chico. Que en ese maremágnum de cuerpos, encontraba sitio para meter sus manos e ir jugando con mis pechos, acariciar y penetrar a Gisela, repartir azotes hasta a Arnold que creo que en algún momento también hizo de pasivo mientras me daba a mi. Se sentían embistes raros, como a destiempo.

Con esta perspectiva, ¿cómo no me iba a correr y tener un squirt? Era cuestión de tiempo que sucediera. Primero vinieron unos pequeños espasmos. Comenzando por el culete, un palpitar vaginal y orgasmo. Sin llegar a agotarse, como una ola de mar que supera a la anterior, vino otro orgasmo. Este más intenso. Y en un momento dado, hizo aparición un placer de mayor intensidad que recorrió mi cuerpo y se transformó en una presión en la vagina que salió despedida con fuerza contra la cara de Gisela. Ya que avisé y se puso mirando fijamente a mi coño. No vi nada porqué del placer, el acto reflejo fue dejarme caer con el cuerpo tensionado y mi coño fluyendo a la vez que mi culo se contraía y hacer por estrangular la polla de Arnold si no la sacaba.

Mi pareja lo narra cómo algo espectacular. Según él, de las corridas más abundantes que he tenido. Salió muchísimo flujo. Me lo creo por la cara de estupefacción que tenía Gisela, como si se hubiera lavado la cara y no se la secara. Los ojos abiertos, las cejas arqueadas y la boca entreabierta. Todo lleno de salpicaduras y gotitas. Mezclando palabras de alemán, inglés y español. Arnold, estaba parecido pero menos impresionado. No sé si no lo vió o es que también estaba en su momento orgasmo. Quizás es que es más parado y sumiso. O simplemente alemán. Porque lo que recuerdo de él en esos momentos posteriores es quitándose el condón, anudándolo y enseñando todo el semen que tenía en su interior.


Espero que os haya gustado nuestra viviencia de este verano ;)
 
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