nunca es tarde

slipknotxx

Virgen
Registrado
Sep 28, 2007
Mensajes
21
Likes Recibidos
3
Puntos
1
Por problemas de solvencia económica la empresa en que trabajaba, tuvo que hacer suspensión de pagos, yo como afortunadamente llevaba cerca de treinta años de cotización a la seguridad social, me pude acoger a una prejubilación bastante digna, es decir, que aunque con ciertas justezas podÃ*a llegar hasta final de mes con la pensión que me habÃ*a quedado. Además, no tenÃ*a muchos gastos, ya que yo a mis recién cumplidos cincuenta años y mi mujer de mi misma edad, vivÃ*amos solos.
Los primeros dÃ*as de mi prejubilación fueron tensos en lo concerniente a la convivencia con mi mujer, he de reconocer que por culpa mÃ*a, nunca he sido un hombre hogareño, nunca he hecho tareas en el hogar y lo que es peor, nunca he sabido hacerlas. Las riñas eran constantes, vuelvo a reconocer que por mi culpa, todo el dÃ*a en casa sin hacer nada, entorpeciendo las labores de mi mujer…cuánto aguantó la pobre aquellos dÃ*as. Con el transcurrir de los dÃ*as caÃ* en la cuenta de que aquello no podÃ*a continuar asÃ*, tenÃ*a que amoldarme a las nuevas circunstancias e intentar ayudar un poco en la casa; de modo que le dije a mi mujer que yo harÃ*a las compras del mercado mientras ella hacÃ*a las labores de la casa, algo es algo… Las riñas fueron disminuyendo, incluso tenÃ*amos la tarde para charlar un poco o ver la tele, en fin distraernos. Recuerdo que un dÃ*a a la hora de la siesta nos pusimos cariñosos y acabamos haciendo el amor, cosa que no sucedÃ*a desde por lo menos hacÃ*a dos mes, a mi con los problemas laborales se me habÃ*a quitado el apetito y como mi mujer nunca habÃ*a sido extremadamente fogosa, los dÃ*as pasaban sin tener relaciones.
Como de costumbre, esa mañana, después de haber hecho las compras del mercado me dirigÃ* a la panaderÃ*a, que es mi última parada antes de subir a casa. Cuando entré el establecimiento estaba solo, di las buenas tardes (eran las 12:30) con voz alta, nadie salÃ*a; recordé que la panadera era un poco sorda, por lo que alcé la voz aún más, al instante se oyó una vocecita responder desde la trastienda, evidentemente no era la panadera…
-Perdone señor -respondió una muchacha de unos 25 años que salÃ*a con un bebé en sus brazos- es que mi tÃ*a ha enfermado y por unos dÃ*as la tengo que sustituir yo.
- No se preocupe, no tengo prisa, continúe con lo que estaba haciendo, puedo esperar.
- Verá señor –respondió con cierto rubor- estaba dándole de comer a mi hijo
En ese mismo instante la criatura empezó a llorar.
- Por lo que se ve tiene hambre…está pidiendo su sustento –dije yo, con una sonrisa, para distender un poco la situación-
Como el chiquillo cada vez lloraba con más fuerza le insinué que como sólo faltaba media hora para cerrar (en este pueblo hay la costumbre de cerrar los comercios a las dos de la tarde para reabrirlos a partir de las cuatro…la siesta es sagrada, hace mucho calor). Ella no tuvo más remedio que darme la razón, ¿qué otra cosa podÃ*a hacer? Viendo que el niño estaba coloradito de tanta irritación, le dije que no se preocupara que yo cerrarÃ*a mientras ella le daba de comer; de modo que se metió en la trastienda y al cabo del rato el niño se calló, era evidente que ya habÃ*a conseguido su objetivo.
He de reconocer que me excité, uno de mis anhelos sexuales siempre ha sido el poder besar, mamar, a unos hermosos pechos de mujer lactante, desgraciadamente nunca he podido embarazar a mi mujer, ella tiene un problema en el útero. Mientras cerraba las puertas, muy lentamente, no sabÃ*a que hacer para poder ver aquellos pechos que se adivinaban plenos de leche. Pero mira por dónde mientras cerraba la segunda hoja de la puerta de cristal, observé que hacÃ*a de espejo ya que en la parte de atrás tenÃ*a una contrapuerta opaca…¡Dios, qué suerte! ¡Bendita sea la Divina Providencia! AllÃ* es taba ella dándole de mamar a ese pequeño glotón acaparador. No voy a decir que me empalmé de inmediato, a mi edad no ocurren esas cosas, por lo menos a mi; pero si diré que un escalofrÃ*o estremeció mi cuerpo y que un cosquilleo se acomodó en mi entrepierna. Ella no se percató de que tardaba mucho tiempo en cerrar, creo que estaba ensimismada en su cometido e incluso que recibÃ*a cierto placer al ser vaciada por aquél, mi envidiado niño; tenÃ*a los ojos entreabiertos y una mueca en la boca que no sabrÃ*a bien definir, creo que se habÃ*a olvidado de todo. Mientras el bebé succionaba de uno de sus pechos del otro salÃ*a como un hilito de leche, estaba a rebosar…pero como soy un pusilánime de mucho cuidado, ni se me pasó por la cabeza entrar en acción, me limité a mirar todo lo que pude para después intentar recordarlo todo lo más nÃ*tidamente posible. A demás qué opciones tenÃ*a de tener éxito en esta empresa…prácticamente ninguna, qué le podÃ*a decir:
-déjame a mi un poquito, no se lo des todo al niño
O, -quita de ahÃ* al niño, que ya ha tomado bastante, y verás como mama un hombre.
Evidentemente con estas propuestas estaba abocado al fracaso, no tenÃ*a nada que hacer. AsÃ* que al cabo de varios minutos, no sabÃ*a precisar cuántos, tomé la opción de despedirme.
- Adiós señora, cierro la puerta y usted ya se encarga de echar la llave por dentro.
- Muchas gracias, que Dios se lo pague.
Por el camino a casa el cosquilleo en la entrepierna no habÃ*a disminuido, más bien se incrementaba, incluso noté ciertos atisbos de un principio de erección, mi cerebro trabajaba de una forma endiablada, no dejaba de hacer extrañas asociaciones de ideas. Cuando llegue a casa fui a la cocina a dejar las compras, allÃ* estaba mi mujer, en los fogones preparando la comida, Me saludó rutinariamente sin darse la vuelta, sin mirarme; me quedé observándola, cuánto tiempo hacÃ*a que no la miraba con deseo, llevaba la bata de andar por casa, me fijé en su culo, era grande, pero aún bien formado…aquella mujer lactante me habÃ*a calentado. Me acerqué a mi mujer por detrás y la abracé por la cintura, ella pegó un respingo…no se lo esperaba, creo que se asustó.
-¿Qué haces? No estoy para jueguecitos, no ves la hora que es y todavÃ*a no está la comida en la mesa.
- Hoy no tengo hambre de comida tengo hambre de otra cosa, -Me sorprendÃ* diciéndole-.
El pene lo tenÃ*a medio amorcillado entre los resfregones que le estaba dando al culo y los pensamientos lujuriosos que me habÃ*a provocado la lactante. Creo que mi mujer se dio cuenta de mi excitación.
-¿Pero que te pasa hoy?, si hicimos el amor hace dos dÃ*as y últimamente lo hacemos cada dos meses.
Para este momento mi erección era completa, subÃ* las manos hacia las tetas de mi mujer, están caÃ*das, la edad no perdona, mi mujer ya se dejaba hacer, siguiendo en la misma postura le desabroché la bata por la parte delantera mientras seguÃ*a rozándole con mi polla el culo, creo que ella empezaba a excitarse también. Nosotros siempre hemos sido muy moderados en lo concerniente al sexo. Pero ese dÃ*a la cosa no era como de costumbre.
-Puta, mira como me has puesto, - me sorprendÃ* diciéndole- por un momento creÃ* que la habÃ*a cagado, nunca habÃ*a utilizado esas expresiones con ella. Para mi sorpresa, ella no me contestó nada. Eso hizo que me lanzara.
-Te voy a follar como nunca te he follado.
Me bajé los pantalones con los calzoncillos hasta las rodillas, mi excitación era tal que aparté con una mano las bragas por la parte de atrás y con la otra enfilé mi polla en el coño hasta que la ensarté de un solo empujón. Le hice daño. TodavÃ*a no estaba lubricada. Se quejó profundamente. Yo estaba ido, y agarrado a sus tetas, dando metisacas tremendos y diciendo obscenidades me corrÃ* como un muchachito, no duré ni un minuto.
Lo que habÃ*a sido un principio de excitación para mi mujer, se convirtió en un suplicio, menos mal para ella que me corrÃ* en un santiamén, comprendiendo que me habÃ*a excedido, intenté recompensarla, cuando se volvió y le vi en la cara lágrimas, el mundo se me vino abajo. Le pedÃ* perdón de mil maneras y al besarla en lo que pretendÃ*a ser un beso de paz, ella se asió a mi y me devolvió un apasionado beso como hacÃ*a tiempo que no me daba, ¡se habÃ*a puesto cachonda! SerÃ*a por las palabras soeces o tal vez por la postura (por detrás y en la cocina), no lo sé bien, pero lo que es claro es que estaba calentÃ*sima. Yo con cincuenta años, está claro que no puedo echar dos polvos seguidos, asÃ* que seguÃ* besándola y acariciándola. Le dije que nos fuéramos al dormitorio, una vez allÃ*, la desnudé por completo empecé besándole el cuello y rápidamente me fui hacia su oreja, se que le excita sobremanera que le meta la lengua allÃ*. Mientras que trabajaba con la lengua su oreja con la mano me fui directamente hacia su ciño, estaba mojada, además de mi semen tenÃ*a su lubricación natural.
Empecé a acariciarle el clÃ*toris de forma circular mientras bajaba con la boca a sus pechos me entretuve un rato en cada uno de sus pezones, los tiene duros y grandes. Mi mujer es dura para llegar al orgasmo asÃ* que le dije que me masturbara a ver si se me endurecÃ*a el pene; no fue posible, estuve a punto de decirle que me la mamara, pero no querÃ*a importunarla otra vez, esa práctica le da asco, sinceramente nunca habÃ*amos hecho sexo oral, ni yo a ella ni ella a mÃ*. En vista de que no podÃ*a penetrarla y querÃ*a que tuviese un orgasmo, baje con la boca desde los pechos hasta el ombligo y desde éste hasta la cara interna de sus abundantes muslos, en un principio ella hizo como un ademán de negarse pero como su excitación iba en aumento se dejó hacer. Al llegar a los muslos, me llegó su penetrante aroma, he de reconocer que me dio un poco de asco, amén de saber que allÃ* estaba mi semen mezclado con sus flujos vaginales, le eché valor y coloque mi boca en su vagina, en ese momento la escuché gemir como en mis 28 años de casado nunca la habÃ*a oido.
SubÃ* con la lengua al clÃ*toris, lo tenÃ*a dilatadÃ*simo, tiene un clÃ*toris muy pronunciado y lo empecé a trabajar, tenÃ*a ganas de que se corriese lo más pronto posible, me estaba repugnando aquella mezcla de semen flujos y pelos, por cierto tenÃ*a una mata de pelos de no haberse depilado en todo el invierno, asÃ* que además le metÃ* dos dedos, a los que imprimÃ* una velocidad considerable; pero no se corrÃ*a. Yo estaba agotado, a punto de desistir, cuando se me ocurrió una idea que quizás funcionase, saqué los dos dedos de la vagina mientra seguÃ*a comiéndole el coño y le introduje uno de ellos en el culo, eso sÃ*, con mucho cuidado, no me costó mucho que entrara ya que estaba muy lubricado, en ese mismo instante, ella paró de gemir por unos segundos, quedó como petrificada, para después prorrumpir en un estruendoso….me corrrrooooo, me corrrrooooo.
Estimados lectores, sé que el relato de lo sucedido con mi mujer no es muy espectacular, pero sin embargo es sincero, y en mi opinión morborso. Tengan en cuenta que somos un matrimonio pueblerino que no tiene experiencia sexual, todo lo que hemos practicado, lo hemos hecho siempre entre nosotros, llegamos los dos vÃ*rgenes al matrimonio y no hemos tenido experiencias fuera de él.
 
Arriba Pie